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españoles una aprobacion y aun veneracion afectuosa del santo oficio, han llegado al extremo de imputarnos que los autos de fe, en que se destinaban á las llamas muchos hombres, y se infamaban las personas y familias de muchos mas, eran las delicias de la España. ¿Qué dirán si (quando hay arbitrios de investigar la verdad con sana y libre crítica) les prometemos demostrar que la opinion nacional de los españoles no solo no ha sido la que suponen, sino totalmente contraria? En España mismo habrá quien lo repute por paradoxa imposible de persuadir; pero no por eso me acobardo. Espero hacerlo creer confiado en la fuerza de la verdad.

La Inquisicion antigua no entra en mi plan. Fundada en Francia por el papa Inocencio tercero en 1204; adoptada en Italia, Alemania, Inglaterra, y otras partes en 1218, y en Cataluña en 1232; se gobernó con ordenanzas que, si bien al principio produxeron efectos muy terribles, decayeron de su vigor primitivo en el siglo décimo quarto, y mucho mas en el décimo quinto; y como establecimiento comun á todos los reynos cristianos, no pertenece al objeto que me propongo.

La Inquisicion que por zaherirnos debió á los extrangeros el ser titulada las delicias de España es la moderna, fundada por los reyes católicos Fernando de Aragon é Isabel de Castilla en el último tercio del citado siglo décimo quinto. Esta es la única nacional, y la única sobre la qual puede recaer la duda de si la nacion española estuvo ó no contenta con ella; la única cuya aprobacion se nos dá en cara como testimonio de nuestra ignorancia, supersticion y fanatismo; y la única consiguientemente de que yo prometo probar haberse introducido y mantenido contra la voluntad y dictamen de la nacion española.

Llegó el dia de hablar libremente la verdad. El honor nacional interesa en hacerlo para que los literatos extrangeros vean no haber opinado los españoles con la estupidez y necedad que les imputan, y que si hallan en nuestros libros elogios desmedidos de la Inquisicion, son efecto de causas bien diferentes.

Para esto es forzoso referir por orden cronológico los hechos principales relativos al establecimiento y primeros efectos

del Tribunal, pues ellos nos han de prestar fundamento á reflexiones importantes. Yo podré hacerlo con mayor exâctitud que lo han hecho Luis de Paramo y los demas historiadores, por la feliz casualidad de poseer copias de varios manuscritos estimables, de los quales me considero ya obligado á dar noticia para crédito de muchas especies nuevas que contaré, ignoradas por todos los escritores; y de otras en que diré lo contrario que éstos, deshaciendo las equivocaciones en que incurrieron por haberse dexado llevar de relaciones inexâctas.

Primeramente un tomo en fólio escrito año 1566 por Francisco Gonzalez de Lumbreras, capellan del inquisidor general Don Fernando Valdes, arzobispo de Sevilla, en que compiló copias literales íntegras de todas las bulas y breves pontificios que pudo haber á la mano en el archivo y secretarías del consejo de la Inquisicion para el uso de su señor, dividiéndolo en doce títulos, y colocando cada copia de bula o breve en el título correspondiente con distincion de números.

Segundo otros dos tomos de copias de bulas y breves expedidos desde 1566 hasta 1709, y de otros mas antiguos no vistos por Lumbreras. Fué su autor Don Domingo de la Cantolla, secretario del consejo de la Inquisicion, que quiso en 1709 continuar, y suplir los defectos de la obra de Lumbreras, por encargo del inquisidor general Don Vidal Marin, obispo de Jaen. Los originales de todas estas bulas y breves estan hoy en la librería particular del rey nuestro señor, cuya historia debo anunciar para que en todo tiempo conste.

Habiendo el emperador de los franceses Napoleon primero conquistado esta plaza de armas de Madrid por capitulacion á quatro de Diciembre de 1808, y dado despues un decreto en su quartel general de Chamartin suprimiendo el Tribunal de la Inquisicion para toda la España, se apoderó de las llaves y papeles de todas las oficinas del consejo de la suprema el general de brigada Lauverdiere, comandante y gobernador militar de la plaza de Madrid. Restituido á Francia el emperador, y reconocido segunda vez por rey de las Españas su hermano Josef Napoleon primero, mandó éste monarca en principios de

Marzo de 1809 que dicho general Lauverdiere me diera las llaves como á colector general de conventos y establecimientos suprimidos. Lo hizo el general despues de haber permitido á varias personas (segun resulta por diligencias exâctas) sacar muchos papeles y libros por espacio de dos meses. Al tiempo de la entrega vió lo que (segun sus formales palabras) no habia visto; á saber, quatro volúmenes del tamaño de mas de vara en quadro cuyas hojas eran pergaminos, originales de bulas y breves con sellos pendientes. Formó empeño de recogerlos, diciendo que los queria para el instituto nacional de Francia. Hubo muchas y fuertes contestaciones cuya narracion seria muy prolixa, las quales corté por fin, enviando los quatro volúmenes al rey nuestro señor aquel mismo dia, con carta en que le comunicaba lo sucedido.

Tercero tengo copia de otra obra que el citado Cantolla trabajó, titulada Resumen de todas las bulas y breves de la Inquisicion. En ella se extractan no solamente los diplomas copiados en la compilacion de Lumbreras , y en la del mismo Cantolla, sino tambien otros cuyos originales están en el archivo de Simancas, de los quales dice que se habian traido á Madrid copias auténticas, y exîstian en un volumen titulado Quaderno de Simancas.

Quarto varios papeles sueltos que contienen muchas noticias particulares, y son fruto de mi curiosidad en recogerlos y copiarlos quando fui secretario del tribunal de la Inquisicion de esta Corte los años de 1789, 90 y 91; cuya coleccion procuré aumentar desde que el despreocupado inquisisidor general señor Don Manuel Abad y la Sierra, arzobispo de Selimbria nuestro académico, me encargó en 1793 escribir sobre la reforma del modo de proceder de la Inquisicion la obra que por fin escribí en 1797, y me produxo una persecucion bien sensible año 1801.

Ademas de todo esto me ha auxiliado el señor Don Juan Crisostomo Ramirez de Alamanzon, bibliotecario mayor del rey, é individuo de nuestra academia, proporcionándome copias íntegras de muchos papeles antiguos é inéditos que hay

en la real biblioteca, lo que manifiesto con reconocimiento en testimonio de mi gratitud á su generosidad.

que ya

Uniendo estos auxilios á las observaciones críticas, pueden hacerse con santa libertad, sobre las narraciones impresas, Ó muy conocidas de otros escritores públicos, espero demostrar la proposicion adoptada, vindicando á mi nacion de las imputaciones que la han hecho algunos extrangeros.

ARTÍCULO I.

Estado de la religion en Castilla quando comenzaron á reynar Isabel la Catolica y Fernando Quinto su esposo ; y providencias anteriores al establecimiento de la Inquisicion.

Ascendiendo en 1474 al solio de Castilla por muerte de Don Enrique Quarto su hermana Doña Isabel esposa del rey de Sicilia príncipe heredero de Aragon Fernando Quinto, pudieron éstos nuevos monarcas castellanos pensar en otra cosa que afianzar la corona en sus sienes, hasta que (reconocida y jurada su hija la infanta Doña Isabel por princesa de Asturias en las cortes de Madrigal del año 1476) permitieron las treguas con Portugal dirigir su atencion á la reforma de los abusos del reyno.

Eran éstos inumerables, como conocerá qualquiera que lea las cronicas de los reyes Juan Segundo y Enrique Quarto, por que la debilidad de ambos ocasionó el desenfreno de las pasiones de los grandes de Castilla, que divididos en bandos y procediendo casi como independientes del poder soberano dentro de la monarquía, procuraban multiplicar el número de sus respectivos partidarios sin reparar en la calidad de los medios.

Habia comenzado á prevalecer una inmoralidad bastante general en los primeros años del reynado de Juan Segundo, y fue creciendo á proporcion del desorden en el gobierno hasta que declinó en irreligion, como suele suceder siempre que no se le cortan sus progresos en el principio de la carrera. Yo no

podré persuadirlo mejor que Gerónimo Zurita, diligentisimo investigador del estado nacional de aquellos tiempos.

» Las turbulencias (dixo) y los movimientos y las guer"ras que hubo en Castilla en los tiempos de los reyes Don Juan "y Don Enrique, y el poco cuidado que hubo por las ordina"rias disensiones de los grandes, en proveer lo que tocaba á "las cosas de la religion (que se ha de anteponer á todo por », el ensalzamiento de nuestra santa fe catolica) dió á los ma"los suelta licencia de vivir á su libre voluntad, de donde se "siguió que no solamente muchos de los convertidos nuevamen»te á nuestra santa fe catolica, mas algunos de los que eran » de su naturaleza cristianos, se desviaban del verdadero cami"no de su salvacion, y mucha parte de los pueblos se iban con "la comunicacion de los judíos y moros pervirtiendo y conta,, minando; de donde resulto mucho estrago generalmente por la » comunicacion de los nuevamente convertidos siguiendo sectas "muy reprobadas, y judaizando algunos publicamente sin respe"to á las censuras y castigo de la iglesia; y otros profesando » opiniones falsas y heréticas, y perseverando en ellas con per"tinacia y enseñandolas como doctrina verdadera. Aunque en » tiempo del rey Don Juan de Castilla fueron algunos de ellos » convertidos y castigados, duraron aquellos errores hasta el tiem"po del rey Don Enrique, así como la heregía que llamaban "de Durango." (1)

Andres Bernaldez, cura de la villa de los Palacios junto á Sevilla, contemporáneo de los reyes católicos (escribiendo la historia de su reynado) habló del mismo asunto en una forma que no debo dexarla en silencio. "La herética pravedad mosai»ca (decia) reyno gran tiempo escondida y andando por los » rincones, no osando manifestarse; y fue disimulada, y dado » lugar que creciera por mengua de los prelados, arzobispos, é "obispos de España, que nunca la acusaron ni denunciaron á los »reyes, ni á los papas segun debian, é eran obligados: hobo co» mienzo ésta heregía mosaica en el año de nuestro redentor

(1) Zurita anales de Aragon tom. 4. lib. 20. cap. 49.

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