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bajos utiles la proteccion que dispensó á la agricultura y á la industria; y sobre todo, la destreza con que planteó y consolidó el gobierno civil en aquellos pueblos.

Los mas de los invitados para aquel espectáculo, fueron grandes de España, titulos, generales, consegeros, caballeros de las órdenes militares, empleados de alto rango, amigos de Olavide casi todos: muchos de ellos, por especies sueltas del proceso estaban indiciados de ser en parte de sus mismas ideas. Dijose entonces que se adoptó este arbitrio para que escarmentasen en cabeza agena los que pudiesen temer igual suerte: y lo creo, por que en otros autillos, supe haberse seguido esta práctica.

De resultas del auto de Olavide se delató, como he dicho, don Felipe Samaniego, cuando ya le iba á los alcances la inquisicion por sospechas de filósofo moderno. Presentó al inquisidor Elcalzo un escrito firmado en que espontaneamente confesaba haber leido las obras de Voltaire, Rousseau, Hobbes, Espinosa, Bayle y otras prohibidas, de cuyas resultas habia incurrido en un pirronismo religioso; mas que habiendo meditado seriamente sobre ello, queria ser firme y constante en la fe católica, y pedia que se le absolviese ad cautelam de las censuras en que pudiese haber incurrido. Una de las preguntas que le hizo el tribunal, fue relativa á las personas con quienes habia tratado de las tales materias, manifestándoles sus proprias opiniones erróneas: cuales convinieron con él, y cuales no cuales manifestaron ignorar aquellas doctrinas, y cuales saberlas: como, desde cuando, por qué medios y quien se las habia enseñado; dixosele ademas que sino contestaba á estos articulos, no podia ser absuelto. Prestóse á ello Samaniego, comprometiendo en

un difuso escrito á casi todos los hombres doctos de la corte, señalando entre ellos al duque de Almodovar, á los condes de Aranda, de Montalvo, Campomanes y Floridablanca, de Orreilly, de Lacy, de Ricla, al general Ricardos, y á otros personages eminentes por su cuna y por su ilustracion, contra los cuales y contra los libros estrangeros que habian llevado á España, se abrió un proceso general, que yo me temi hubiese traido funestas resultas. Pero sea por falta de pruebas, o por respeto á la calidad y á la multitud de las personas comprometidas, se echó tierra á aquel negocio, como solemos decir, no habiendo sido incomodado nadie por esta causa.

Tampoco les faltó su peligro de ser procesados por la inquisicion á los cinco prelados que con el conde de Aranda compusieron el consejo extraordinario para tratar de los asuntos de los jesuitas, y de otros pertenecientes al santo oficio. Estos prelados fueron el arzobispo de Burgos, don Josef Javier Rodriguez de Arellano, el de Zaragoza don Tomas Saenz de Buruaga, el obispo de Tarazona don Josef de la Plana y Castellon, el de Orihuela don Josef Tormo, y el de Albarracin do Miguel de Molina. Notados estaban ya en los registros de aquel osado tribunal como sospechosos de jansenismo, al lado del sabio obispo de Barcelona Climent que habia incurrido en el odio inquisitorial, igualmente que en el de la curia, por haber elogiado á la iglesia de Utrecht. Consultado el consejo extraordinario sobre la queja dada por Clemente XIII. contra este prelado, informó no haber tenido razon el papa para ella, dejando en el debido lugar el justo procedimiento del obispo. Por estos méritos aumentaron aquellos prelados el irrisible catalogo de los jansenistas que ocupaba un distinguido lugar en los registros de la inquisicion. Porque como decian los fiscales

Cámpomanes y Moñino, los inquisidores de su tiempo eran creaturas de los jesuitas por adopcion, y coligados con ellos.

Mas no era esta sola la nota con que los tiznó el santo oficio. Colgóles tambien el milagro de sospechosos de falsa filosofia y sectarios de doctrinas impias sobre principios maquiabélicos; pero esto con gran benignidad, porque no lo atribuian á perversidad de ánimo, sino á adulacion á la corte. Todo esto en el lenguage inquisitorial no queria decir sino que cuando llegó el caso de tratarse del santo oficio, mostraron las nulidades capitales de su plan y de su sistema. ¿ Si entraria en cuenta el dictamen que dieron al rey sobre la obra de fray Manuel Santos Berrocosa, intitulada: Ensayo del teatro de Roma? obra por la cual fue preso su autor en la inquisicion de Toledo, sin mas razon que haber hablado en ella de la curia romana con la franqueza católica que incomodaba á los jesuitas y á los inquisidores. En este proceso que hallado fuera del tribunal, se envió de orden del rey al consejo extraordinario, apareció la escandalosa arbitrariedad de no haberse calificado el libro hasta despues de estar en plenario la causa de Berrocosa. Acuérdome ahora de la enmienda que hizo la inquisicion á la obra del sabio frayle descalzo Fray Juan de Santa Maria, intitulada Republica y Policia Cristiana. Habiendo referido en ella que el papa Zacarias destronó al rey de Francia Chilperico y coronó á Pipino; añadio: Aqui tubo origen y se tomaron la mano los papas de quitar y poner reyes. Por esta clausula le reprendió la inquisicion, mandándole poner en vez de ella: Aqui tubo uso la facultad y autoridad que tienen los papas de quitar y poner reyes. A este propósito hace tambien la memoria del digno obispo Bosuet á Luis XIV. contra el inquisidor-general Fray

Tomas de Rocaberti por un edicto que publicó la inquisicion de Toledo condenando como errónea y cismática la doctrina que niega al papa la potestad directa ó indirecta de despojar á los reyes de sus estados. Yo he visto en la libreria Vaticana, (decia á Carlos III. don Manuel de Roda en un informe de 16 Mayo, de 1768,) un edicto de la inquisicion de España de 1693, que se guarda impreso, en que se condenan dos autores, llama los los Barclayos, diciendo que por contener dos proposiciones hereticas: una decir que el papa no tiene autoridad sobre lo temporal de los reyes, ni puede deponerlos, ni libertar á los vasallos de la obligacion del juramento de fidelidad y homenage: y la otra, que la autoridad del concilio general es superior á la del papa. Por estos y otros tales sintomas aparece que el delirio habitual de la inquisicion eran el curialismo y el jesuitismo. Vuelvo al consejo extraordinario. Siendo del partido jesuitico hasta el mismo inquisidor general don Manuel Quintano Bonifaz, no es estraño que se hubiesen presentado delaciones contra aquellos prelados, no menos desafectos á la inquisicion que á los jesuitas. Bien sabian los inquisidores que para la curia es como un dogma que deben ir allá las causas de los obispos: mas esto no los ha arredrado jamas de recibir contra ellos informaciones sumarias, dando cuenta al papa de sus resultas, y pidiéndole comision para los ulteriores procedimientos: y aun cuando Roma avoca á si los procesos y las personas, toma en ello parte el consejo de la suprema por medio de su fiscal para vindicar su conducta, como sucedio en la causa horrorosa del digno arzobispo de Toledo don Fray Bartolome de Carranza.*

*V. Llorente Hist. Crit. de la Inquisicion de España, cap. xlii.

art. 1.

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No llegaron á tal punto las delaciones contra estos cinco obispos, por que no designaban proposiciones singulares contrarias al dogma, sino expresiones vagas y genéricas, cuyo conjunto decian indicar jansenismo y espiritu filosófico, próximo á la impiedad, y favorable á los enemigos de la iglesia. Con este furor los mordia á escondidas el zelo fanático: mas guardóse de mostrar los dientes al gobierno que tantas pruebas tenia dadas de vigor contra los atentados curialisticos. Aunque este temor retrajo á la inquisicion de proceder contra aquellos prelados; sabiendo ellos cuan denigrados eran de los clérigos, frayles y seglares del jesuitismo, tubieron la debilidad de exponer al P. Eleta que no eran de su aprobacion muchas proposiciones del Juicio imparcial sobre el Monitorio de Parma, creyéndolas muy avanzadas contra los derechos de la iglesia. Intentaron ademas, y lo consiguieron, que recogidos los egemplares impresos, se hiciese una segunda edicion en que se suprimiesen algunas clausulas. Esto bastó para que súbito desapareciese el jansenismo y el maquiabelismo y la impiedad, y por consiguiente la persecucion inquisitorial de los cinco obispos. Gran dia fue este para el inquisidor Bonifax y su comparsa. Pero ¿quien no admira la debilidad de los que influyeron en que diese el rey este paso retrógado, contrario á su autoridad y al decoro del trono ?

Mas esto no hizo variar el plan ilustrado del gobierno. Por que á poco tiempo habiendo intentado don Miguel Ochoa (que despues fue conmigo capellan de honor) defender en la universidad de Alcalá ciertas conclusiones favorables al curialismo, al tenor de las decretales; le mandó bajo graves penas el consejo de Castilla, á peticion de los mismos fiscales, que defendiese las doctrinas contrarias: con este motivo se dispuso

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