Imágenes de páginas
PDF
EPUB

postura de moda y lucrativa, de haber sido, como otros españoles dignisimos, enemigo del altar y del trono?, En vano fueron afrentados estos ridiculos calumniadores demostrándoseles á la faz del mundo que quien de veras sirve á la religion y á la sociedad, es el que separa de ambas los abusos con que las ha tiznado la ambicion y la sed de oro. La evidencia de la razon y la justicia de la causa fue para estos ciegos voluntarios un nuevo estimulo que redobló su encono contra la luz, y su apego á las tinieblas. De los que miraban á la verdad como á un á un fiscal que los acrimina, que i podian prometerse los defensores de ella, sino odio, ojeriza, furor y otros tales desahogos, ó mas, bien erupciones de aquel volcan?

Del desengaño, de estos miserables no trato, ni fuera cordura prometérmele: una triste experiencia me ha hecho ver que los que se juegan hasta el pudor humano, hollando la honradez, la lealtad, y la piedad conocida; tenian perdido antes el temor de Dios, y encallecida la conciencia. Muchos de estos han muerto á mis ojos en su pecado, esto es, sin restituir la honra robada á la verdad y á la virtud, contentos con haber satisfecho por un momento su venganza, ó disfrutado aqui el premio pasagero de sus calumnias. Por lo mismo, á los colaboradores de estos que aun viven, desconfio que los convierta la sinceridad con que vindico en este libro mis opiniones ecle

[ocr errors]

siásticas y politicas. No soy tan insensato, que espere justicia y crédito de los que estan mil leguas de abrir los ojos á la luz, porque la detestan.

Mas no son ellos para quien escribo. Solo trato de cumplir con la sagrada obligacion que me impone el amor de la iglesia y de la patria, ultrajadas en mi persona. Respeto de mi doctrina y de mi conducta, como estudioso y como hombre público, presento hechos calificados, para

que los juzguen con imparcialidad los que ni me son amigos ni enemigos. Y aunque este juicio libre de afectos debe esperarse mas de la futura edad que de la presente, todavia me lisongeo de que algunos coetáneos serán indulgentes con mis defectos personales, si llegan á persuadirse del buen espiritu y de la firmeza con que, á pesar de ellos, por una especial proteccion de Dios, he sostenido la causa de la religion y de la nacion, aun cuando esta defensa ha ido acompañada de humillaciones y oprobrios.

Cuento pues como parte de mi vida literaria la manifestacion de mi modo de pensar, asi en varias materias politicas, como en las eclesiásticas sobre puntos opinables. Venero, como es debido, la censura de los prudentes; qué del que no lo es, ningun hombre cuerdo hace caso. Por lo mismo manifiesto mis opiniones, para que á la faz de la iglesia y de las sociedades politicas aparezcan tales cuales son, y no como las ha pintado mas de una vez la maledicencia; y consten los

[ocr errors]

sanos principios en que he procurado siempre apoyarlas. Por donde aparecerá que las equivocaciones en que como hombre pueda haber incurrido, no son errores de voluntad, sino efectos de ignorancia, que estoy pronto á corregir, como lo he estado siempre, con el aviso de un niño.

Al que estrañáre le claridad con que hablo de los abusos y desórdenes de la corte romana, ruego dos cosas. Primera que considere si hay palabras en el lenguage dolorido de la religion que alcancen á lamentar dignamente el estrago que ha hecho y esta haciendo la curia á la iglesia católica con sus nuevas doctrinas y con la abierta infraccion de los cánones. Segunda: que combine mis expresiones con las de san Bernardo, Juan Gerson, Alvario Pelagio, los arzobispos de Granada Guerrero y Albanell, los obispos de Cordoba Pimentel y Solis, y otros inumerables prelados y varones piadosisimos que han tenido pecho para dar á los atentados y horrores de aquella corte el nombre que se merecen. Duéleme muy intimamente la obstinacion de ella, manifestada en la condenacion de ciertas verdades de que debiera aprovecharse para su enmienda. Desdicha grande es que merezca ser comparada al frenético que se enfurece con el que trata de darle la salud. Diga el buen juicio si aun ahora es cierto lo que tres siglos ha escribió el sabio obispo Cano: mal conoce á Roma quien pretende sanarla. No será pues

[ocr errors]

temeridad en mi desconfiar que de mi mano le venga la curacion, y á los remedios procurados en este libro anunciarles la suerte que le han merecido los de otros médicos de la santa iglesia. Mas no deja de consolarme la esperanza de que acaso sanen con ellos los que de buena fe, por pura seduccion de intereses agenos, confunden con la venerable causa de la religion las nuevas máximas y las injustas y exorbitantes pretensiones de la curia.

Me he visto precisado, á poner de manifiesto ciertos defectos de algunos individuos, unas veces por las reglas de la historia, y otras para vindicar las leyes fundamentales de España y los cánones de la iglesia, y tambien la inocencia perseguida. La verdad no conoce contemplaciones individuales, prescinde de quejas parciales, indica las fuentes del mal cuando puede esto contribuir á la salud de todos. Desventura es de España que se cumpla en ella ahora lo que de su tiempo decia Cervantes en boca de su héroe: "Unos van por el ancho campo de la ambicion soberbia: otros por el de la adulacion servil y baja: otros por el de la hipocresia engañosa: y algunos por el de la verdadera religion." A los que tienen la dicha de haber emprendido esta última vereda, y concitádose por ello la saña de los lisongeros, de los ambiciosos y de los hipócritas; los autoriza la caridad para que quiten la máscara á los que encubriendo el origen vicioso de su falso zelo, se

presentan en el campo como defensores del altar que deshonran, y del trono que vilipendian.

Véome ya por mi edad próximo al juicio de Dios: antes de mi han llegado á él algunos de los actores de esta escena: otros vienen en pos de mi, ó llegarémos juntos. Nada de esto he perdido de vista, por la misericordia de Dios, al escribir mi historia. Hállome al mismo tiempo abandonado de mi patria sin crimen, odiado del fanatismo y de la tirania por causa de mi fidelidad y de mi piedad, y expuesto á las calamidades de un espontáneo estrañamiento, dictado por la cordura no contando, segun el orden de la providenciasino con la generosidad de un gobierno y de un pueblo benéfico, á quien debe la lealtad y la probidad favorable acogida. A qué puedo ya aspirar sino á dejar consignado en la posteridad el buen nombre á que me ha hecho acreedor mi patriotismo y mi religiosa doctrina?

[ocr errors]
« AnteriorContinuar »