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tud y de la moral, solo le condujeron á decir en una de sus numerosas epístolas, que los esclavos debian ser tratados con familiaridad y consideracion. ¿Y qué dijo al múndo la religion y la moral de J. Cristo? Eesiste un solo Dios, accesible al póbre y al rico, que solo pide fé púra y corazon humilde. Tódos los hombres son hermanos. Los delitos, las pasiones egoistas separan al hómbre de la virtud y del reino de Dios: el reino de Dios no es de este mundo. La antigüedad se halla, pues, con estas doctrinas acusada y convencida de injusticia; el error desaparece, los ídolos cáen, las pasiones immorales no tienen divinidades á quienes incensar; las mas altas especulaciones filosóficas están escedidas; la dignidad moral del hombre y la lucha de su naturaleza se ha revelado, y la verdad religiosa y moral pervertida y obscurecida ántes, se hace ahora el patrimonio del mas débily miserable de los hombres. Pero es necesario decirlo; la religion de JesuCristo que contenia no solo la verdad religiosa, si que era el hecho mas fecundo para regenerar el envilecimiento romano, unir á los hombres y

salvar el sentimiento moral, sin el que ninguna sociedad puede vivir lárgo tiempo, se hizo el asilo del corazón del póbre, del desvalido, del hómbre virtuoso. Los opulentos y los sábios paganos la desdeñaron; la córte de Neron, de Calígula y de Eliogábalo ofreció al mundo el espectáculo de una depravacion, de que la immoralidad de los tiempos de la Liga y del reinado de Luis XV en Francia, presentan una débil idea ; y los Gerónimos, los Paúlos, los Pacomios se retiraron del mundo y creyeron no poder salvarla, sino entregándose en el desierto á las prácticas mas ascéticas Ꭹ á los cilicios mas espantosos.

Despues de larga y trabajosa persecucion, la iglesia respira con la conversion de Constantino: la verdad ha sido sellada con la sangre de los mártires; el cristianismo se organiza popularmente, y no pide á sus adeptos para llegar á los mas encumbrados puestos, sino el bautismo y un corazon púro y sin mancha. La benéfica sabiduría de la religion cristiana penetra no solo en la familia, si que en las leyes de los emperadores, y pretende atajar la profunda desmoralizacion

del imperio. Mas los severos edictos de Constantino dirigidos contra la corrupcion de sus gobernadores, é inspirados por el ascetismo religioso, son impotentes á detener la corrupcion y el desenfreno; el Múndo Romano está condenado á desaparecer de una tierra que mancha con sus crímenes, y un núevo diluvio debe sumergir á la raza envilecida y degradada. Esta mision se cumple por la irrupcion de los Bárbaros, segundo hecho que con el cristianismo constituye la civilizacion moderna.

Filósofos un poco paganos por el cúlto de las ciências y de las ártes, han agotado las palabras mas odiosas para pintar con ennegrecidas tintas los hombres de quienes Tácito, amante solitario de la libertad y de la virtud, habia hecho el mas cumplido y lisongero elogio. Mucho se puede decir sobre su barbarie, sobre sus devastaciones y el pillage á que se entregaron, sóbre el cáos y la ignorancia en que la Europa quedó sumergida. Pero debe responderse que el impe-. rio romano en el siglo V no tenia ciencia, ártes, filósofos ni poetas; sosteníase con recuerdos y

con las ruinas de un antiguo edificio: toda la vída se hallaba concentrada en la iglesia, y no ecsistian en aquel sino vicios, crímenes, y una administracion mas tiránica y desoladora que la actual del imperio Otomano. La Europa pues, hubiera sido bárbara sin los Alaricos y los Atilas, y habria ademas carecido de la energía, de la dignidad Ꭹ de las virtudes, que supo comunicarle la vigorosa sábia del Scita y del Scandinavo. Faltaban, es verdad, en los pueblos del norte, todas las instituciones que márcan un estado adelantado de la sociedad; pero el Germano elegia sus reyes, trataba en asambleas públicas todas las cuestiones mas importantes, era dueño absoluto de su persona, conocia la amistad y el honor hásta el heroismo, confiaba la verdad de las cosas al juramento de sus compañeros, y respetaba á los Bardos, á los Sacerdotes, y á la muger hasta la idolatría y el delirio. ¿No se entrevée pues, que éste era el pueblo destinado por sus costumbres á inocularse el cristianismo, á hacer fecundos y populares sus principios, á renovar la humanidad y á abrir una época y una civilizacion nueva? Sin

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ERSIDAD

embargo, los Bárbaros que venian á dar á la iglesia una influencia poderosa, á señalarla un destino propio de la superioridad de los principios que defendia, fueron mirados con espanto por sus obispos y prelados. Empero, no es por eso menos cierto, que las doctrinas del cristiauismo y la fuerza material del Bárbaro se unieron para dar el último gólpe al desmoronado edificio de la antigüedad; y este edificio no pudo sostenerse contra tan poderosos adversarios; cayó; y de entre sus ruinas salió la civilizacion moderna, vária, ríca de colores y de pasion, de grándes hechos y de sublimes acciones, y á la que debemos, señores, toda la elevacion y dignidad de que hacemos alarde.

¿Y cuáles son los hechos que constituyen la civilizacion moderna; cuál el carácter diferencial que la separa de las antigüas? En mi concepto, solos dos hechos bastan á esplicarla : el cristianismo y las costumbres de los pueblos del Norte. El gobierno representativo, cuya institucion se crée con razon tan moderna, el amor de la libertad que distingue la raza Europea, la dignidad moral del

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