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lizmente supo usar en el siglo XVI el jesuita Mariana.

En el XVII el amor á la antigüedad fué una verdadera pasion entre los españoles. Frai Prudencio de Sandoval dió á luz los cronicones de Idacio, Isidoro Pacense, Sebastian de Salamanca, Sampiro y Pelayo de Oviedo, y publicó ademas de la Historia de Cárlos V la de Alonso VII. Nuñez de Castro escribió desaliñadamente la de Sancho el Deseado, Alonso VIII y Enrique I. Ganaron tambien reputacion en esta carrera Don Pedro Salazar y Don José Pellicer; pero hicieron sobre todo servicios importantes á la literatura y á la historia el cardenal Aguirre, D. Juan Lucas Cortés, Don Nicolás Antonio y el marqués de Mondéjar. Obra fué del primero la coleccion general de los Concílios de España y del nuevo mundo, que considero uno de los libros mas importantes para conocer nuestra civilizacion, en que tanta influencia ha tenido el principio teocrático ó religioso. Immensos fueron los trabajos del segundo por reunir códices, manuscritos y libros antiguos para escribir una historia, del

orígen, progreso y variaciones de nuestra legis lacion y jurisprudencia; pero su muerte en 1701 y la venta en pública subasta de su preciosa biblioteca, comprada en gran parte por estrangeros causaron una pérdida irreparable á nuestra literatura, al paso que dieron lugar á que el Dina marqués Gerardo Ernesto de Franckenau pus blicase como própia la obra Sacra Themidis Hispano arcana, que pertenecia al infatigable erudito español. El nombre de Don Nicolás An+ tonio debe ser el primero entre los Anticuarios, que han dado á conocer nuestras riquezas literarias. Su biblioteca antigüa y núeva es un monumento de gloria para el génio español, al paso que acusa nuestra posterior negligencia, pues nos falta todavía una historia de nuestra fecunda y original literatura para la cual se hallan escelentes indicaciones en el libro de aquel. Las memorias históricas de Alfonso VIII, las de Alfonso el Sábio, las obras cronológicas y juicio crítico de los historiadores de España del marqués de Mondéjar son obras apreciables que demuestran los profundos conocimien

el

tos de éste en la historia de nuestro país.

Mas no solo amó nuestra nacion saber los hechos de sus antepasados, si que mostró siempre singular simpatía á todo lo romanceseo y maravilloso y el mismo espíritu que tan señalada parte tuvo en nuestros libros de caballerías novelas, romances y comedias, ejerció no pequeña influencia sobre los escritores de Historia. Ya la crónica jeneral y el arzobispo Don Rodrigo habian contado las espediciones y poblaciones hechas por Hércules en España; Lucas de Tui elogiado las hazañas de Bernardo del Carpio y escritose la crónica y el poema del Cid, cuando posteriormente Fr. Anio de Viterbo y el jesuita Roman de la Higuera publicaron respectivamente el falso Beroso, y los cronicones de Dextro, Máximo, Luitprando Julian, en que se tejió una larga série de reyes desde Tubal, y de Santos y Escritores Eclesiásticos de que jamás se habia tenido noticia. Increible es el aplauso que siguió á la impresion de los croni cones del Jesuita en 1619, y las fábulas de Vitérbo se habían admitido en la crónica de Ocampo, en el compendio historial de Garibai y en la Hist

tória de Mariana. La crítica era una necesidad y por desgracia fué llevada hasta la ecsajeracion por Don José Pellicer. Mas intelijente en la história de Francia que en la de España, atacó no solo la falsedad de las fábulas de Vitérbo y de Roman de la Higuera, si que otros hechos importantes recibidos por Lucas de Tui y el arzobispo Don Rodrigo, y sin cuya suposicion, aunque no se halle confirmada por escritores contemporáneos, no es posible comprender ni esplicar la historia de España en sus primeros tiempos; y tan falto de crítica anduvo el désaliñado cronista de Cárlos II, que en sus anales y en el aparato à la monarquía de España sostuvo las opiniones mas estravagantes sobre el orijen de esta. Servicios mas importantes hicieron en ésta materia la censura de historias fubulósas, obra póstuma de Don Nicolás Antonio, y la apreciable sinopsis histórica cronolójica del erudito Bibliotecario Don Juan Ferreras, publicada desde 1700 á 1726, que nada deja que desear como compendio y que purgó nuestra historia de las fábulas que la deslucian. Pero era tan fuerte la conviccion sobre la necesidad de

crítica, que convertida en 1738 por Felipe V, en Académia de la Historia la reunion de literatos que habia tenido principio en 1735 en casa del Abogado de esta Córte Hermosilla, se propuso como el principal objeto de aquella purgar la historia de las fábulas que la deslucian y se proyectó la formacion de un diccionario histórico crítico universal que debia comprender tratados importantes. No se realizó este; pero los trabajos presentados dieron orijen al diccionario Geográfico de España. Numerosas memorias se escribieron por los académicos, entre las cuales merecen elojio por su interés y crítica las de Tragia, Martinez Marina, Ulloa, Navarrete, Don Vicente de los Rios, Campomanes y Jovellanos. Pero la institucion de la Académia fué mas útil aun que por las obras publicadas, por el impulso que dió á los estudios históricos. Fundáronse en este siglo las Academias de Valencia, (1742) las de Barcelona y Sevilla (1752) hízose de órden Real un viaje importantë para reconocer los archivos del Reino por Burriel, Velazquez y otros, que dió por resultado las colecciones diplomáticas inéditas, que se

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