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7. Convirtió á la Samaritana, mostrando que sabia los pecados de haber tenido cinco amantes como maridos y que aun tenia el sesto. Pero el evangelista san Juan no indica que la muger confesara con palabras ninguna culpa, sino antes bien que procuraba cohonestar su conducta (1).

8. El paralítico de la piscina pidió á Nuestro Señor la salud, y la consiguió sin confesar pecados; Jesucristo le dijo: « Mira, ya estás » sano: no peques mas en adelante, no sea » que te resulten mayores males (2).

9.

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Otro tanto sucedió con la muger adúltera que fue absuelta de la pena de ser apedreada sin que confesara sus pecados, contentándose Jesus con escribir en la tierra ciertas palabras y decirle : «¿ Nadie te ha condenado ? pues ≫ yo tampoco te condenaré: vete y no peques » mas en adelante. (3)

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10. Cuando Jesucristo prometió á san Pedro que fundaria la Iglesia sobre la piedra de la confesion de la divinidad del mismo Señor que acababa de hacer aquel Apostol, contra la cual no prevalecerian las puertas del infierno, y que le daria las llaves del reino de los cielos (esto es de la santa Iglesia católica), añadió que cuando llegara este caso, cuanto san Pedro ligase sobre la tierra, seria ligado en los cielos, y cuanto desatase sobre la tierra, seria desatado en los cielos; pero no

(1) S. Juan: Evangelio, cap. 4.

(2) S. Juan : cáp. 5.

(3) S. Juan: cap. 8.

le

le dijo cuales circunstancias habian de concurrir para que san Pedro atase ó desatase, cuando hubiera de usar de aquella potestad (1).

11. Llegó el caso prometido, pues, habiendo resucitado de entre los muertos nuestro divino Redentor, y estando ya cerca del dia de su ascension á los cielos, instituyó el sacramento de Penitencia, estableciendo por ministros á los Apóstoles, para lo cual inspiró sobre ellos les dijo: Recibid el Espíritu Santo: los pecados que vosotros perdonareis, serán perdonados, y los que retuviereis serán retenidos (2): pero tampoco esplicó en cual manera ni con cuales circunstancias deberian los Apóstoles usar de la potestad de perdonar los pecados, ó de negar ó suspender el perdon.

y

12. Los Apóstoles predicaron exhortando á la penitencia de no haber dado fe á la doctrina de Jesus y de haberle crucificado: procuraban persuadir la divinidad de este Señor, y bautizar y confirmar á los que se convertian; pero con respecto á los ya convertidos y bautizados, que posteriormente pecaban quebrantando alguno de los preceptos morales del decálago, no consta en los Hechos Apos tólicos ni en las epístolas canónicas, como administraban el sacramento de la Penitencia. Parece por el contrario que san Pedro usó del poder sobrenatural, cuando Ananias y Safira perdieron la vida por haber mentido

(1) S. Mateo: Evangelio, cap. 16.
(2) S. Juan: Evangelio, cap. 30.

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aparentando desinteres y virtud, y reteniendo parte del precio de un campo vendido para ofrecerlo á los pies de los Apóstoles (1).

13. Entre los que pasaban plaza de convertidos fue Simon el mágico: este incurrió en el error de creer que los dones del Espíritu Santo, concedidos á los Apóstoles, podian ser adquiridos por dinero; y san Pedro le dijo entre otras cosas: » Haz penitencia de tu pecado y pide á Dios que te perdone tan mal pensamiento como has admitido en tu corazon, pues yo veo que te hallas anegado en el amargo mar de tu iniquidad. Simon respondió entonces: Rogad vosotros al Señor para que no se verifique lo que me habeis anunciado (2). « Parecia muy propia esta ocasion para que Simon pidiese á los Apóstoles absolucion de su pecado, y para que estos usasen de su potestad reteniendo, ú absolviendo; pero el contesto de la narracion del sagrado libro no permite discurrir que sucediera, pues san Pedro solo encargó á Simon arrepentirse por si acaso Dios le perdonaba, y simon solo pidió él.

que orase por

14. San Pablo, escribiendo á los de Corinto su primera carta, les reprendió el modo con que solian celebrar la Eucaristía; les hizo presente la gravedad del pecado de recibirla indignamente; y prosiguió diciendo : « Prués bese á sí mismo el hombre (esto es examine su conciencia viendo si la tiene, ó no, pura)

(1) Hechos apostólicos, cap. 5. (2) Hechos apostólicos, cap. 8.

y no coma el pan Eucarístico, ni beba el cáliz sin este examen; pues el que come, y bebe indignamente, se come y se bebe su condenacion, no respetando el cuerpo del Señor; por lo cual hay entre vosotros muchos enfermos y débiles, , y aun muchos muertos. Si nosotros nos juzgásemos á nosotros mismos, no seríamos juzgados; en fin cuando es el señor quien nos juzga, es para corregirnos, porque no seamos condenados como los del mundo (1).

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15. Parece que la ocasion era oportuna para que san Pablo hubiera encargado la confesion específica y numérica de los pecados en el sacramento de la Penitencia, si examinándose á sí propio el cristiano antes de comulgar, hallaba su alma indigna de recibir el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo pero la verdad de la historia nos manda reconocer de buena fe que san Pablo nada dijo de tal cosa, sin embargo del ardor de su zelo; y que guardó el mismo silencio en las muchas cartas que escribió á los Romanos, Hebreos, Efesios, Philipenses, Tesalonicenses, Timoteo, Tito y Filemon aunque trató en ellas de casi todos los puntos de gobierno y disciplina de la Iglesia.

16. El Apostol san Yago parece haber hablado del asunto cuando dijo en su epístola católica : « Confesad unos á otros vuestros pecados, y orad mutuamente por vuestra salvacion, pues la oracion continua del justo es muy poderosa. Elias era hombre mortal como nosotros, oró para que no lloviese y no llovió

(1) S. Pablo, I Epíst. á los de Corinto, cap. II.

en el espacio de tres años y seis meses; volvió á orar y el cielo envió la lluvia, y la tierra dió su fruto. (1)

17. Pero meditando con cuidado el testo, parece que san Yago no habló aquí de la confesion sacramental; pues no exhortó á confesar los pecados al obispo ni al presbítero, pidiendo absolucion, sino á otros hermanos espirituales implorando el socorro de sus oraciones. Parece haber hablado el santo Apostol de la que se llama confesion de humildad, que se usó mucho por el fervor de los cristianos en los tres primeros siglos de persecucion cuando se pedia imposicion de penitencia pública, la cual práctica tuvo su verdadero principio en la exhortacion de san Yago, y despues se perpetuó parcialmente por que los monges del siglo 4.0, los canónigos regla res del 8.o, los frailes del 12.o y siguientes, y por último todas las comunidades religiosas de ambos sexos, adoptaron la costumbre de confesar cada individuo sus culpas en presencia del prelado y de los otros miembros de la comunidad, concluyendo con pedir perdon, penitencia y oraciones; á lo que contesta el prelado en nombre de la misma comunidad.

18. En fin, si nos hemos de atener á la resultancia literal de los libros del nuevo testamento, no he visto ni aun un solo testo en que conste que Jesucristo ú los Apóstoles, impusieran precepto alguno de la confesion específica y numérica de los pecados en el

(1) S. Yago, Epist. católica, cap. 5.

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