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de los hombres como las buenas, estas para la imitacion, aquellas para escarmiento y provecho de les que quieran conservar buena fama despues de la muerte.

4. Los concilios, acordando cánones y providencias contra los clérigos que cometan tal y tal crímen, dejan testimonio eterno de que se habian verificado estos casos, y que por eso establecian, renovaban, ó aumentaban penas.

5. El estado eclesiástico no pierde por eso los derechos que tiene al respeto; pues el crímen del individuo no infama jamas al cuerpo moral. En todos los estados, y en todas las corporaciones, hubo siempre, hay ahora, y habrá en adelante, algunos individuos malos porque nuestra naturaleza humana lleva consigo el peligro contagioso de las pasiones que no todos doman cual convenia; pero al mismo tiempo muchos otros individuos dan honor con sus virtudes á la corporacion, la cual no debe perder nada de su estimacion por los delitos de los individuos. criminales.

6. Esta es la razon porque el tribunal de la inquisicion celebraba autos particulares contra los solicitantes sin que por eso se injuriase al clero en general, ni á las corporaciones eclesiásticas de que fuesen miembros los penitenciados.

CENSURA XI.

Sobre la sana moral.

1.

Los censores dicen que la obra contiene proposiciones contrarias á la sana moral.

:

2. Respuesta. Esta censura dice lo que no es cierto los censores han padecido equivocacion. Se conoce que todo el contenido de la obra les ha disgustado por no ser conforme á las ideas que han procurado persuadir durante el imperio inquisitorial: y la preocupacion nacida de este disgusto les ha hecho leer el libro con anteojos de mala calidad.

3. Si hubiesen designado las proposiciones que pensaban ser contrarias á la sana moral, yo veria si debia ceder ó combatir; pero como han huido de hacerlo, me han autorizado para negar el hecho, pues yo he releido ahora mismo la obra, y aseguro de buena fe que no he hallado ninguna; presumo que hablan los censores por la rutina de calificadores pues así como han señalado las proposiciones dogmáticas, habrian hecho lo mismo en las morales que les chocasen.

CENSURA XII.

Sobre la disciplina Eclesiástica en general.

i.

Los censores dicen que la obra contiene proposiciones destructivas de la disciplina universal de la Iglesia.

2. Respuesta. Esta censura es inexacta, hija de la preocupacion con que los censores han leido la obra. Es mucho error el de llamar destruccion de la disciplina la restauracion de Ja que los Apóstoles introdujeron, predicaron y practicaron. San Bernardo esclamó suspirando por esta restauracion en el siglo duodécimo. Los padres de los concilios de Constanza y Basilea manifestaron los mismos deseos en el décimo quinto: algunos del de Trento hicieron otro tanto en el décimo sesto. Si no lo consiguieron, consta con evidencia histórica que fue porque Roma no quiso renunciar sus intereses pecuniarios, nilos de la autoridad, ya por algunos siglos poseida. Muchos santos varones han escrito en todos tiempos desde que se descubrió la heregía de los Valdenses en dicho siglo duodécimo que el único medio de cortar por la raiz el mal, era volver la corte de Roma y todo el clero á la disciplina del siglo apostólico. Y ahora

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Los censores dicen: La obra contieneproposiciones destructivas de los preceptos deconfesar y comulgar una vez al año, oir misa; no trabajar en los domingos y demas dias festivos, ayunar, y abstenerse de carnes y lac

ticinios.

2. Respuesta. Los censores hubiesen hablado: con mayor exactitud, si la mala disposicion del entendimiento ( no dijo de la voluntad ) por efecto de preocupaciones envejecidas, les hubiese permitido decir sencillamente la verdad, conforme la saben por el confesonario, por algunos libros, y por el trato en la sociedad humana. En tal caso hubieran vistola obra no trata de destruir los preceptos. que eclesiásticos, sino de arrancar la raiz de los continuos pecados que les consta se cometen por la transgresion de aquellos. Léase denuevo, con atencion y buena fe, lo escrito acerca de tales asuntos en los capítulos segundo, tercero y cuarto; y dígase despues si el autor piensa destruir preceptos, o evitar pecados.

3. El autor quiere que nadie peque por conciencia errónea, ni por flaqueza humana, en cuanto sea posible precaverlo. El autor

que

riensa (como se ha dicho antes) que la disciplina de los Apóstoles y sucesores inmediatos es mas conforme á la voluntad del divino maestro, la cual ellos conocieron originalmente; y que las novedades (aunque sean nacidas de un deseo religioso), no merecerán el concepto de perfeccion de la obra; porque, si esto fuera cierto, lo hubiesen establecido Jesucristo y los Apóstoles: si no lo hicieron, fue porque previeron los inconvenientes que resultarian atendida la miseria humana. 4. La esperiencia lo ha confirmado para con los no habian hecho antes estas reflexiones. El curso de los tiempos hizo persuadir á ciertas gentes que debia reputarse como precepto aquello, cuya omision escandalizase á las personas devotas y timoratas : la costumbre de opinar así prevaleció; y desde aquella época los obispos y los concilios han hablado sobre el supuesto de ser objetos religiosos de precepto eclesiástico. Hicieron todo con buen zelo, y de buena fe; pero no bastó para que los efectos hayan correspondido á sus deseos. Los cristianos, que no llenaban antes aquellos objetos por devocion, rara vez los han satisfecho despues por via de cumplimiento de ley, antes bien se hallaron con un impulso mas hacia lo contrario, por la fatalidad de la naturaleza humana que nos inclina frecuentemente á practicar lo que se nos prohibe. Desea un hombre pasearse por el campo; y si se lo mandan, se le quitan los deseos. Como le quiera precisar el padre, superior ó maestro, ya lo hace disgustado,

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