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2. No hay que admirarse de tan enorme abuso, pues semejantes censores están acostumbrados á ejercer en secreto una potestad que nadie les contradecia. Pero gracias á Dios, la España llegó á mas feliz estado. Cesó el secreto de los tribunales y por consiguiente de los censores; los juicios son públicos, y las censuras sujetas á ser censuradas. El caso lo prueba, y voy á demostrarlo.

presente

3. Ante todas cosas conviene tener presente que el autor del Proyecto de Constitucion religiosa no escribió este para disminuir el número de los artículos de fe, ni el de los preceptos de nuestra santa madre la Iglesia,. sino solamente para persuadir que el gobierno civil de una nacion puede desentenderse prácticamente de obligar y compeler á sus gobernados á creer mas artículos de fe, y observar mas preceptos eclesiásticos, que los recorocidos en los dos primeros siglos de la Iglesia.

4. Este objeto está manifestado con bastante claridad en el título de la obra, supuesto decirse que la Constitucion religiosa de que se trata, es considerada como parte de la Consti❤ tucion civil nacional; lo que se confirma cerca del fin, cap. 1.o pág. 12, diciendo: He aquí, » pues, las bases sobre las cuales pienso yo » proponer una constitucion eclesiástica como » parte de la civil de una nacion que, ha»biendo seguido siempre la religion romana, quiere proseguir con ella, sin los daños pecuniarios y políticos que sufren España, » Francia, Nápoles, Austria, Italia y Pore

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tugal, para que no sea necesario apelar á » la separacion de las otras naciones antes » indicadas. El sumo Pontífice (por evitar este peligro) consentirá lo que no consin» tieron Leon décimo y sucesores, pues el » escarmiento hace cautos «.

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5. De aquí se sigue que si a'guna proposicion del autor admitiere dos sentidos; uno de oponerse á las definiciones de la Iglesia congregada en concilio general ecuménico consideradas en sí mismas; otro de persuadir únicamente que el gobierno de la nacion puede desentenderse de adoptar, o no, aqueilas definiciones, consideradas como parte de la Constitucion civil, se debe preferir este segundo sentido, pues él es el único del autor á quien no interesaba para su objeto el examen de la parte intrínseca esencial de las proposiciones definidas.

6. Yo he sido editor de la obra, y como tal soy obligado á defender la intencion del autor, procediendo con la buena fe que se requiere en materia tan interesante; y haciéndolo así, debo añadir que cuando adopté su escrito con propósito de publicarlo, formé un concepto, (del cual no he podido separarme despues de leida la censura) reducido á que el autor del Proyecto es tan buen católico apostólico romano como el que mas; que su intencion no solo dista de querer hacer daño á nuestra santa religion católica apostólica romana, sino que por el contrario prueba un deseo sincero de su conservacion у ргораgacion,

7. Este fue mi concepto ciertamente, y For eso escribí yo en mi prólogo

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El autor

no se mezcla en examinar intrínsecamente cada uno de los puntos. ÉI se contenta con >> hacer ver que no deben ser considerados » como preceptos de tal gravedad que su in» fraccion sea pecado mortal. La diferencia » entre uno y otro es enorme. El autor ad» mite la parte dogmática y solo se opone á la » calidad que se atribuye al quebrantamiento. » Jesucristo pudo poner preceptos bajo la » pena de pecado grave; pero no lo quiso » hacer : de lo que se infiere que no convenia, » porque si hubiese convenido, lo hubiera » hecho.

8. » Tranquilicen pues su interior los bue» nos católicos: crean que tanto mas favor se » hace á la religion cristiana, cuanto mas se » le haga retroceder al estado en que Jesu» cristo la fundó (1). Mientras la filosofía no >> habia generalizado sus luces, podian sopor, >>tarse los aumentos hechos por los hombres. Desde que la ilustracion, auxiliada por la imprenta, ve claro, comenzó la religion á » tener nueva casta de enemigos. Estos ob» servaron la parte por donde la religion se » hacia gravosa y la combatieron con dife>> rentes armas, ya sérias, ya burlescas, hasta » el estremo de haber logrado que unos se

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(1) Así lo escribió S. Bernardo en el siglo doce en que aun no se habian introducido muchas cosas de hoy, como hemos visto en el testo del epígrafe de esta respuesta.

burlen de la religion, otros la abandonen » como infundada. La filosofía multiplica sus » triunfos á medida de lo que crece la luz » entre los hombres.

9. «¿Cual será pues el medio de favorecer » la religion cristiana? ¿Será el de continuar >> las máximas que dieron orígen, hace mas de »dos siglos, á la separacion de mas de la mitad » de la Europa? Si los ajesuitados prosiguen » como ahora, se multiplicará el número de >> incrédulos hasta lo infinito en medio siglo, » por que diariamente la religion es convertida » en farsa cómico-ridícula , y en pretesto de » sacar dinero

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10. »> Cérrese á los filósofos anticristianos » la puerta de sus ironías, haciendo que nadie pueda tener materia de murmuracion » contra el cristianismo; esto es, absteniéndose la Iglesia de mezclarse para nada en el gobierno civil, y volviéndose á colocar los obispos y los presbíteros en la situacion en » que los pusieron Jesucristo y los Apóstoles. » Los incrédulos mismos cesarán de tomar á » la religion por objeto de sus sátiras.

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11. » Este sistema desinteresado, fortale»cido por continuos ejemplos de caridad » para con el prójimo, hizo tan amable la religion, que, habiendo esta comenzado » con el corto número de cien personas ó poco mas, creció en tres siglos hasta contar » millones de cristianos cuando Constantino » se declaró su protector. ¿Porque no espe »raremos iguales resultas si restauramos aquel » sistema? Bien conocen esta verdad los aje

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suitados; pero no les acomoda, porque sus » ideas se reducen á ligar con sus intereses » los de la religion. Así no hacen mas que imputar heregías donde no las hay como si » el mundo estuviera ya para darles crédito » sin ver pruebas,

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12. Eso fuera bueno cuando los primeros jesuitas gritaban contra Lutero, Calvino, y » otros reformadores del siglo décimo sesto. » Entonces era muy corto el número de sa>> bios queveian claro: ahora es ya muy con» siderable. La autoridad no impone como imponia la razon ha reconquistado su >> imperio.

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13. » Por eso, si hay verdadero amor á la religion, es forzoso trabajar en su favor por >> el sistema de los Apóstoles, como lo ha procurado el autor del Proyecto».

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14. Reproduzco todas estas especies porque bastan ellas por sí solas á demonstrar que ni el autor ni el editor han tenido intencion de resolver dogmáticamente como teólogos, los puntos de que trata la obra ; sino solo afirmar políticamente aquello que parece pender del gobierno civil de la nacion para que los legisladores manden, ó dejen de mandar, sobre los mismos puntos, lo que consideren mas útil al bien comun.

15. El autor y el editor han podido errar como hombres, pero aun cuando efectivamente hubiesen errado hasta el estremo de haber escrito alguna proposicion herética, se deberia interpretar por flaqueza y debilidad del entendimiento humano, y jamas por in

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