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Vigilio su antecesor; de lo que se sigue que no todos los ecuménicos son iguales en autoridad.

ADICION

A LA

RESPUESTA DE LA CENSURA VIII.

Sobre las dudas acerca de la fe de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristia.

I.

La sospecha que los censores imputan al

autor diciendo ser muy dudoso si este admite como cierta, y como una de las verdades dogmáticas, la presencia real, merece juntarse con las que otros teólogos escolásticos ultramontanos imputaron á don Pedro Guerrero, arzobispo de Granada, don Melchor de Vozmediano, obispo de Guadix, y don Martin Perez de Ayala, obispo de Segovia, los tres prelados del concilio tridentino.

2. El papa y los cardenales legados presi'dentes habian procurado y conseguido que hubiera en el concilio muchos mas obispos italianos que de todas las otras naciones juntas para vencer con seguridad en las votaciones; y con efecto cuantas veces se hablaba de los puntos de potestad del papa y de los obispos, sujetos á controversia entre católicos, solian unirse a favor de la potestad episcopal los. obispos españoles, franceses y alemanes, pero en vano, porque, ó bien los legados huian de poner á votacion la controversia, ó bien lo

hacian únicamente cuando desde Roma se les aseguraba la victoria.

3. Una de tales disputas ocurrió sobre la necesidad de ser confirmados por el papa los obispos para ser verdaderos sucesores de los Apóstoles con jurisdiccion eclesiástica episcopal. Nuestro Vozmediano se opuso con vigor á doctrina tan infundada; y mostró que aun en la disciplina moderna de aquel tiempo habia verdaderos obispos no confirmados por el papa, cuales eran los cuatro sufragáneos del arzobispo de Salsburgo y algunos primados. Esto bastó para que varios obispos italianos lo maltratasen, diciendo á gritos en la congregacion de primero de diciembre de 1562, que Vozmediano debia ser espelido del coneilio como herege y cismático. Acaso hubiera prevalecido esta iniquidad si el cardenal de Lorena no hubiera tomado la palabra para defender al obispo de Guadix, con lo que se animaron los obispos españoles (1).

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4. Don Pedro Guerrero sostuvo con el mayor vigor que los obispos eran instituidos por Jesucristo, contra la opinion de los Romanos y del jesuita Lainez, quienes sostenian que la Iglesia era una monarquía fundada sobre la persona de san Pedro, único á quien Jesucristo habia dado el poder jurisdiccional para gobernar la Iglesia; que san Pedro habia ordenado de obispos á los otros Apóstoles; y

(1) Sarpi : Hist. del concilio trid. lib. 7, n. 36.Balavicino,lib. 19, cap. 5.

que en su consecuencia solo el papa era de institucion divina, y los obispos únicamente lo eran de fundacion pontifical. Siguieron la opinion de Guerrero los obispos Españoles, los Franceses y algunos Italianos. Los legados vieron el asunto en gran peligro de perder la votacion procuraron suspenderla; consiguiéronlo á fuerza de intrigas; y como avisaban de todo á Roma, el papa Pio IV se quejó al marques de Pescara, embajador de España, diciendo que las doctrinas del arzobispo de Granada propendian á la independencia de los cismáticos y producirian el cisma de la Iglesia española. El marques escribió á todos los prelados españoles reconviniéndoles : dijo que bien sabian ser voluntad del rey que no diesen pesadumbres al papa, ni se esplicasen jamas de suerte que se disminuyera el respeto que se le debia. Guerrero respondió que su doctrina era católica muy pura, sin propension al cisma, y la contraria producia consecuencias heréticas contra la autoridad de los concilios ecuménicos, la cual no podia ser divina si los obispos eran de institucion humana: que él era viejo, y sin embargo estaba pronto a morir por la defensa de esta verdad á católica; que el rey habia encargado votar lo que sintieran en sus conciencias ? y así lo habia hecho que su intencion no habia sido desagradar al papa; pero que tampoco tenia por licito adularle faltando á la obligacion de decir la verdad, y que lo único que podria hacer seria retirarse del concilio. Tuvo, pues, que sufrir aquel venerable octogenario la nota

de cismático, solo porque dijo verdades amargas á la corte de Roma (1).

5. El caso de don Martin Perez de Ayala, obispo de Segovia no quedó en palabras. Él habia sido uno de los mas fuertes sostenedores de la doctrina del arzobispo de Granada; y como tal, designado en particular con su nombre por el papa en su queja, y despues en las cartas del marques de Pescara; pero los Romanos no se contentaron con esto; les llegó luego una ocasion y se vengaron le ocurrió cierto proceso eclesiástico en el cual hizo recurso al tribunal pontificio de la Rota, y los auditores apostólicos lo repelieron, diciendo al procurador que no podian admitir el proceso, porque el obispo de Segovia era sospechoso de la heregía de no reconocer la primacía del papa. Se supo en Trento la noticia; y aun los ob spos italianos murmuraron de que la corte de Roma llevara sus intrigas hasta el horrible grado de levantar calumnias y falsos rumores contra los prelados que no votaban en el concilio á gusto de los Curiales (2).

6. Se conoce bien que los teólogos escolásticos adictos á la curia pontifical y á la inquisicion tienen lógica muy particular, por ejemplo Antonio dice que los obispos, como sucesores de los Apóstoles distintos de San Pedro), existen por institucion divina

:

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(1) Sarpi Hist. del conc. trid., lib. 3, núm. 23.— Pallavicino, lib. 18, c. 13.

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(2) Sarpi, lib. 3, n. 69. - Visconti, Cartas relati vas al concilio tridentino, carta de 4 de Marzo de 1563.

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