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unos hombres sin desagradar á otros, debe preferir la utilidad comun á la particular. La sana moral no pende del capricho ni del interes de una clase de hombres, sino de las reglas infalibles de verdad, justicia y caridad.

4. El autor del Proyecto de Constitucion religiosa no se ha desviado jamas de estos principios; ni ha escrito proposicion alguna capaz de ser interpretada en sentido contrario.

5. Ha manifestado sus deseos de que no se graduen de pecados mortales, ó graves, las infracciones de ciertos preceptos eclesiásticos: pero esto no pertenece á la moral sino por derivacion de principios incontrovertibles que dictan considerar á los hombres, tales cuales son, y no como quisiéramos que fuesen.

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6. Las leyes deben ser fundadas sobre la base de que serán obedecidas por la mayor parte de los súbditos, pues en caso de preveer un éxito contrario, el establecimiento sera únicamente lazo en que caiga la mayoría de los individuos para sufrir una pena.

7. Mientras el fervor de los cristianos preferia en los primeros tiempos la práctica de cosas devotas á los intereses de la comodidad y del placer, la mayoría estaba en proporcion de tener por escandalosa la tibieza de los que opinaban de otro modo: pero aquel fervor no era perpetuo por su naturaleza; debia preveerse que cesaria cuando, creciendo el número de los creyentes, se viera que los intereses comunes de la mayoría de cristianos ocuparian á los hombres en objetos que no

erán fáciles de conciliar con la frecuencia y larga duracion de actos devotos.

8. Llegada esta época, se pensó en el establecimiento de leyes eclesiásticas cuya ejecucion conciliase un estremo con otro. Yo me guardaré muy bien de reprobar aquella idea ni los medios adoptados á fin de conseguirla: para criticar la resolucion era necesario remontarse á los tiempos indicados, reconocer todas las circunstancias concurrentes, y decidir conforme dictase la prudencia.

9. Pero sin censurar el hecho antiguo > puedo examinar si su continuacion es, ó no, conveniente al estado de los hombres en los siglos modernos. Desde el décimo quinto, en que la invencion de la imprenta dió nuevo ser intelectual al mundo, los hombres han ido mudando de ideas á medida que sè aumentan los libros; y desde el siglo décimo octavo corren con tal rapidez que no hay en la tierra fuerza capaz de apartar ya los hombres de la senda descubierta.

10. Si los legisladores proceden sobre tan indisputable supuesto, huirán de promulgar leyes que choquen con el interes del mayor número de súbditos, porque solo así podrán asegurar la sumision exacta y la ejecucion completa.

11. Por este principio se condujo el autor del Proyecto de Constitucion religiosa para manifestar sus deseos relativos á que se declare por no conveniente al estado actual de la sociedad humana la pena de pecado mortal en los casos de infraccion de preceptos eclesiás

ticos. Omito hablar de otros asuntos porque no puedo discurrir que la imputacion de proposiciones opuestas á la sana moral pueda recaer sobre distinta materia.

ADICION

I.

A LA

RESPUESTA DE LA CENSURA XII.

Sobre la disciplina eclesiástica en general.

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EL doctor san Bernardo dijo en el siglo doce á su discípulo, el papa Eugenio tercero, que deseaba ver la iglesia de Dios reducida á su primitivo estado, segun hemos escrito; y en su sermon 33 sobre el cántico de los cántiescribió tambien ; » Todo el cuerpo de la iglesia está infecto de una peste de fiebres pútridas, con tanto menor esperanza de remedio cuanto mas se ha estendido el mal, tanto mas peligroso cuanto mas interior? Si un herege acometiese á la iglesia, se le arrojaria de su gremio; si un enemigo violento la persiguiese, podria la iglesia esconderse huyendo de su presencia; pero ahora¿ quien es aquel á quien ella deba espeler, ó de quien ha de procurar huir? Todos son amigos en un sentido, enemigos en otro; todos son parientes y al mismo tiempo adversarios; todos domésticos y ninguno pacífico; todos próximos, pero buscando sus intereses. Son ministros de Cristo y sirven al Antecristo. Viven honrados con los bienes del Señor, y no dan al Señor los honores debi

dos

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dos: En otro tiempo se anunció ( y ahora vemos cumplido) aquel vaticinio que decia en nombre de la iglesia: Ay! en la paz se ha hecho amarguísima mi amargura! amarga por la muerte de los mártires; mas amarga con los ataques de los hereges; ahora muy amarga con las costumbres de mis domésticos. La iglesia no puede ahuyentarlos ni huir de ellos; prevalecieron y se han multiplicado innumerablemente. La llaga de la iglesia es interior é incurable. Por eso es amarguísima su amargura en medio de la paz. Pero ¿ que paz es esta? No es distinta de aquella sobre la cual está escrito : Paz, Paz y no habia paz. Paz con los paganos y hereges, pero no con los hijos. Así puede sonar la voz de quien llora en estos tiempos, diciendo: Yo he alimentado y elevado mis hijos, pero ellos me han escarnecido: me despreciaron é infamaron con su vida torpe, con su torpe codicia, con su torpe comercio, en fin con sus negociaciones, proprias de los que caminan á oscuras «.

2. El cardenal Pedro de Ally copió esta sentencia de san Bernardo en un Tratado de la reformacion de la Iglesia que presentó al concilio ecuménico de Constanza y prosiguió diciendo: » Si san Bernardo habló así en el siglo doce. ¿Cuanto mas podemos decirlo en el nuestro ? Desde aquella época todo ha ido de mal en peor, pues abandonando la virtud los laicos y los clérigos, ha prevalecido el vicio totalmente. Algunos lo previeron y nos anunciaron la persecucion del actual cisma, la sustraccion de obediencia á la Iglesia romana,

L

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