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casó con Antonio Borbon, duque de Vandoma, madre de aquel Enrique que casó con madama Margarita, hermana de tres reyes de Francia, Francisco' el Segundo, Cárlos y Enrique; y por ser el pariente mas cercano por línea de varon y por faltar todos sus cuñados sin sucesion, quedó por sucesor de aquella corona, sin embargo que abrazó desde su tierna edad las nuevas herejías, desamparada la religion verdadera de sus antepasados, y que los señores y pueblos de Francia pretendian no podia poseer aquella corona persona manchada con opiniones semejantes, y que en su lugar se debia nombrar otro sucesor, pleito que ya el Papa le ha determinado. Nos, llegados al puerto y puesto fin á este trabajo, calarémos las velas, y harémos fin á esta escritura en este lugar. Concluyo con decir que con la entrada de los reyes en Granada y quedar apoderados de aquella ciudad, los moros por voluntad de Dios dichosamente y para siempre se sujetaron en aquella parte de España al señorío de los cristianos, que fué el año de nuestra salvacion de 1492, á 6 de enero, dia viérnes; conforme á la cuenta de los árabes el año 897 de la egira, á 8 del mes que ellos llaman rahib haraba. El cual dia, como quier que para todos los cristianos por costumbre antigua es muy alegre y solemne por ser fiesta de los Reyes y de la Epifanía, así bien por esta nueva victoria no menos fué saludable, dichoso y alegre para toda España, que para los moros aciago; pues con desarraigar en él y derribar la impiedad, la mengua pasada de nuestra nacion y sus daños se repararon, y no pequeña parte de España se allegó á lo demás del pueblo cristia

no, y recibió el gobierno y leyes que le fueron dadas, alegría grande de que participaron asimismo las demás naciones de la cristiandad. En particular se escribieron en esta razon cartas al pontífice Inocencio y á los reyes,' y despacharon embajadores que les diesen aquellas nuevas tan alegres y avisasen que la guerra de los moros quedaba acabada, muertos y sujetados los enemigos de Cristo, puesto el yugo á Granada, ciudad antiguamente edificada y soberbia con los despojos de cristianos. Por conclusion, que toda España con esta victoria quedaba por Cristo nuestro Señor, cuya era antes. Las ciudades y provincias, así las comarcanas como las que caian léjos, festejaban esta nueva con regocijos, fuegos y invenciones. Así hombres como mujeres, de cualquiera edad ó calidad que fuesen, acudian en procesiones á los templos, y postrados delante los altares, daban gracias a Dios por merced tan señalada. Estaba Roma alegre por las paces que tres dias antes se asentaran entre el Pontifice y los reyes de Nápoles, cuando llegó de España, primer dia de febrero, Juan de Estrada, embajador del rey don Fernando, y con la nueva de aquella victoria colmó y aumentó la alegría pasada. Para muestra de contento y para reconocer aquella merced por de quien era, el Papa, cardenales y pueblo romano ordenaron y hicieron una solemne procesion á la iglesia de Santiago de los Españoles. Allí se celebraron los oficios, y en un sermon á propósito del tiempo alabó el predicador y engrandeció, como era justo, á los reyes y toda la nacion de España, sus proezas, su valor y sus victorias notables.

LIBRO VIGÉSIMOSEXTO.

CAPITULO PRIMERO.

Que los judíos fueron echados de España.

CONCLUIDA la guerra de Granada con tanta honra y provecho de toda España y echado por tierra el señorío de los moros á cabo de tantos años que en ella duraba, los reyes don Fernando y doña Isabel volvieron su pensamiento á nuevas empresas, mayores y mas gloriosas que las pasadas. Valerosos príncipes y grandes, pues ni de dia ni de noche sabian reposar, ni pensaban sino cómo pasarian adelante, y por el camino que habian tomado llevarian al cabo sus intentos muy santos, que todos se enderezaban á la gloria de Dios y al ensalzamiento de la religion cristiana; y no era razon que con Ja paz tan deseada de España su valor y grandeza de ánimo reposasen, ni que sus nobles soldados, que por causa de las guerras pasadas teņian muchos y muy señalados, con los deleites y el ocio, fruto muy ordinario de la abundancia y prosperidad, se marchitasen; antes que pues en sus tierras no quedaba en qué mostrar su esfuerzo, los empleasen léjos dellas, y los enviasen á

conquistar gentes y reinos extraños, como sucedió al presente; camino y traza por donde el nombre y valor de España, conocido de pocos, y apretado dentro de los angostos términos de España, en breve pasó tan adelante, que con gran gloria suya se derramó, no solo por Italia y por Francia y Berbería, sino llegó hasta los últimos fines de la tierra; de manera que de levante á poniente no quedó parte alguna do no hayan puesto los trofeos y blasones de sus victorias y esfuerzo. Grande balumba de cosas se nos pone delante, y mayor peso que tan pequeñas fuerzas puedan llevar; inmenso piélago y hondura, que con dificultad podrán apear aun los grandes ingenios. Por lo cual estaba resuelto, como se dijo en la prefacion latina desta obra, de hacer punto en la guerra de Granada y no pasar adelante, pues es justo que cada uno se mida con el trabajo que emprende y haga balanzo de sus fuerzas, fuera de otras dificultades que se ofrecian y en el mismo lugar se apuntaron. Pero deste parecer me hicieron apartar algun tanto personas doctas y graves, las cuales pretendian que esta obra sin lo de adelante quedaba imperfecta y

asiento con el Francés, que soltó los presos, aunque no en un mismo tiempo ni por la misma ocasion, y el Breton se obligó de no casar sus hijas sin su consentimiento, condicion que él cumplió porque sin disponer dellas falleció luego el año siguiente. Dejó por tutor de sus hijas y gobernador de aquel estado al mariscal de Bretaña, persona aficionada al casamiento de monsieur de Labrit, como lo tenian concertado aun antes del asiento que se tomó con Francia. Pero el conde de Dunois y el chanciller de Bretaña le eran de todo punto contrarios, y mas el príncipe de Oranges, que como deudo tan cercano, se apoderó de la Duquesa y su hermana. Acudieron por socorros, el mariscal á Inglaterra, y el de Oranges al Rey de romanos y á España. Vinieron gentes de todas partes, y en particular de España por mar envió el rey don Fernando mil hombres de armas y

falta de lo que naturalmente mas se desea saber, que son las cosas modernas, sin hacer mucho caso de las antiguas. Además que las cosas que sucedieron poco adelante por ser tan gloriosas y grandes, y la puerta que se abrió para la grandeza y imperio de que hoy goza España darian á esta obra el mas noble remate que se pudiese desear; lustre de muy grande importancia, que á imitacion de los que escriben y representan comedias, el acto postrero se aventaje á lo demás, para que el lector con aquel postre y dejo quede con mayor gusto y agrado, y toda la obra mas hermosa. Razones eran estas de mucho peso. ¿Qué era justo que yo hiciese? O¿qué partido debia seguir y qué traza? Resolvime en condescender algun tanto y para acudir á todo continuar esta historia algunos pocos años adelante, en que acontecieron las cosas mas grandes y dignas de memoria que jamás los españoles acometieron y aca-jinetes de socorro debajo la conducta y gobierno de don

baron; ni aun sé yo que alguna otra nacion en el mundo en tan breve espacio pasase tan adelante ni ensanchase tanto los términos de su imperio. Pero antes que pongamos la mano á cosas tan grandes es bien que el lector se acuerde de lo que arriba queda apuntado, es á saber, que Francisco, duque de Bretaña, casó con Margarita, hija de doña Leonor, reina que fué de Navarra, y por el mismo caso sobrina del rey don Fernando. Deste matrimonio quedaron dos hijas; sus nombres, de la mayor Ana, y de la menor Isabel, y ningun hijo varon. Por esta causa muchos príncipes pretendian casar con estas doncellas, mayormente con la mayor. Entre los demás, Cárlos VIII, rey de Francia, se aventajaba por tener mas fuerzas y caer mas cerca de Bretaña, fuera de otras alianzas y correspondencia que con aquel estado tenia como moviente de su corona, sin embargo que de años antes se concertara con Margarita, hija del rey de romanos, y que el mismo Maximiliano, por estar viudo de María, su primera mujer, pretendia para sí este casamiento y aun le tuvo concertado. Al Francés ni faltaban manas ni fuerzas, y con ocasion que algunos señores de su reino, en particular Luis, duque de Orliens, su cuñado, casado con Juana, su hermana menor, por ciertos disgustos se recogió á Bretaña por ser aquel Duque, su primo hermano, hijo de Margarita, hermana de Cárlos, padre del de Orliens, determinó tomar las armas contra el Duque, y por medio de aquel torcedor traelle á lo que deseaba. El Breton en este aprieto acudió á Inglaterra y Alemania para que le valiesen, y en particular hizo recurso á España; para esto Alano de Labrit, padre del rey de Navarra, con intencion que se le dió de aquel casamiento tan pretendido, los años pasados se vió en Valencia con el rey don Fernando, y dél alcanzó envíase en su compañía una buena armada, que se juntó en San Sebastian, y por su capitan á Miguel Juan Gralla, su maestresala. Hobo diversos encuentros, que noson de nuestro propósito; finalmente, junto á San Albin se vino á batalla, en que los bretones quedaron vencidos, y presos el general de la armada española y el duque de Orliens y Juan Chalon, príncipe de Oranges, que asistia al duque de Bretaña por ser su sobrino, hijo de Catarina, su hermana. Dióse esta batalla, que fué en aquel tiempo muy famosa, por el mes de agosto del año que se contaba 1488. Despues se tomó

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Pedro Gomez Sarmiento, conde de Salinas, que desembarcó con su gente en Bretaña al principio del año 1490. Este socorro fué de poco efecto, por sospechas que nacieron entre los naturales y los españoles, demás que la Duquesa se inclinaba á casar con el Rey de romanos, y aun se trató y concertó el casamiento. Por esto el mismo Labrit, perdida la esperanza de casar con aquella señora, ó de que un hijo suyo, 'que tambien lo pretendia, casase con la hermana menor, que falleció por este mismo tiempo, y con promesa que le hicieron de nombralle por condestable de Francia, resuelto de mudar partido entregó á Nantes, cabeza de aquel ducado, plaza que tenia en su poder, al Francés. El rey don Fernando otrosí hizo salir su gente de Bretaña por lo poco que allí hacian y con esperanza que se le dió de restituille lo de Ruisellon y Cerdania, conforme á lo que el rey Luis XI de Francia dejó dispuesto en su testamento, movido de su conciencia y á persuasion de fray Francisco de Paula, fundador de los Mínimos, al cual hiciera venir desde lo postrero de Italia, de do era natural, con esperanza que por su medio recobraría la salud, que le faltó mucho tiempo, á lo postrero de su vida; y persuadido de sus razones antes de su muerte enviara al obispo de Lombes y al conde de Dunois para que hiciesen la entrega de Perpiñan. Mas como el Rey falleciese & la sazon, los que gobernaban el reino les mandaron dar la vuelta sin efectuar el órden que llevabau. Con la salida de los españoles el Francés tuvo comodidad de apoderarse de la mayor parte de aquel estado, y Ana, madama de Borbon, su hermana mayor, que todo lo gobernaba á su voluntad, tuvo órden y se dió tan buena maña, que el Rey, su hermano, dejada Margarita, su esposa, con color de su poca edad, finalmente casó con la duquesa de Bretaña. Con este matrimonio las fuerzas y poder de Francia se adelantaron, y sosegadas las alteraciones de aquel reino, los franceses tuvieron comodidad de acometer lo de Italia. En España los reyes don Fernando y doña Isabel, luego que se vieron desembarazados de la guerra de los moros, acordaron de echar de todo su reino á los judíos. Con esta resolucion en Granada, do estaban, por el mes de marzo del año 1492 hicieron pregonar un edicto en que se mandaba á todos los de aquella nacion que dentro de cuatro meses desembarazasen y saliesen de todos sus

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estados y señoríos, con licencia que se les daba de vender en aquel medio tiempo sus bienes 6 Hevallos consigo. Luego el mes siguiente de abril, fray Tomás de Torquemada, primer inquisidor general, por otro edicto y mandato vedó á todos los fieles, pasado aquel tiempo, el trato y conversacion con los judíos, sin que á ninguno fuese lícito de allí adelante dalles mantenimiento ni otra cosa necesaria, so graves penas al que hiciese lo contrario; que fué causa de que una muchedumbre innumerable deşta nacion se embarcase en diversos puertos. Unos pasaron á Africa, otros á Italia, y muchos tambien á las provincias de levante, do sus descendientes hasta el dia de hoy conservan el lenguaje castellano, y usan dél en el trato comun. Gran número desta gente se quedó en Portugal con licencia del rey don Juan el Segundo, que les dió con condicion que cada uno dellos pagase ocho escudos de oro por el hospedaje, y que dentro de cierto tiempo que se les señaló saliesen de aquel reino, con apercebimiento que pasado el dicho término serian dados por esclavos, como muchos dellos lo fueron dados adelante, y despues por el rey don Manuel les fué restituida su libertad luego al principio de su reinado. El número de los judíos que salieron de Castilla y Aragon no se sabe; los mas autores dicen que fueron hasta en número de ciento y setenta mil casas, y no falta quien diga que llegaron á ochocientas mil almas; gran muchedumbre sin duda, y que dió ocasion á muchos de reprehender esta resolucion que tomó el rey don Fernando en echar de sus tierras gente tan provechosa y hacendada y que sabe todas las veredas de llegar dinero; por lo menos el provecho de las provincias adonde pasaron fué grande, por llevar consigo gran parte de las riquezas de España, como oro, pedrería y otras preseas de mucho valor y estima. Verdad es que muchos dellos por no privarse de la patria y por no vender en aquella ocasion sus bienes á menosprecio, se bautizaron algunos con llaneza, otros por acomodarse con el tiempo y valerse de la máscara de la religion cristiana, los cuales en breve descubrieron lo que eran y volvieron á sus mañas, como gente que son compuesta de falsedad y de engaño.

CAPITULO II.

De la eleccion del papa Alejandro VI.

En este medio falleció en Roma el papa Inocencio VIII á 25 de julio. Juntáronse luego el dia siguiente los cardenales para nombrar sucesor divididos en dos parcialidades: la una seguia al cardenal de Sau Pedro Julian de la Rovere, sobrino de Sixto IV, el cual se inclinaba á acudir con sus votos á don Jorge de Costa, cardenal de Portugal; de la otra parte eran cabezas los cardenales Ascanio Esforcia, hermano del duque de Milan, y don Rodrigo de Borgia, vicecanciller, personas poderosas y ricas, aunque el de Borgia tenia mas que dar, y finalmente, sea con buenos medios, sea con malos, salió con el pontificado y en él se llamó Alejandro VI. Ayudóle mucho el cardenal Ascanio; así en recompensa, segun se entendió, de lo mucho que trabajó en granjear las voluntades del conclave, le dió luego el oficio de vicecancelario, y en el primer consistorio que tuvo dió

su capelo á don Juan de Borgia, su sobrino, arzobispo de Monreal. Muchas cosas siniestras se dijeron deste Pontífice; puédese sospechar que algunas fueron verdaderas, otras impuestas; y que por el odio que como á extranjero le tenian, por lo menos que sus faltas no fueron tan graves como las encarecen. Lo cierto es que fué natural de Valencia; sus padres se llamaron Jofre Lenzo y Isabel Borgia. Luego que se supo la eleccion de su tio el papa Calixto, se partió á toda priesa para Roma con cierta esperanza que llevaba del capelo. Hecho cardenal, en una moza romana, llamada Zanozia ó Vanocia, hobo cuatro hijos, á Pedro Luis, el mayor, á César, á Juan y á Jofre, y una hija, por nombre Lucrecia. Era tan rico; que compró el ducado de Gandía, y le puso en cabeza de Pedro Luis, su hijo mayor, que falleció antes que su padre subiese al pontificado, y en su lugar puso á Juan, su tercero hijo, al cual dió por mujer á doña María Enriquez, hija de don Enrique Enriquez, mayordomo mayor de los Reyes Católicos, y de doña María de Luna, su mujer, de quien nació el duque don Juan, padre de don Francisco de Borgia, varon santo, pues renunciado el estado que heredó de su padre y abuelo, le vimos primero religioso, y despues prepósito general de nuestra compañía; que fué una de las cosas notables de nuestra edad. La creacion de Alejandro se hizo á 11 dias de agosto, y á los 27 del mismo se coronó. En el mismo dia confirmó la ereccion hecha pocos dias antes de la iglesia de Valencia en metrópoli, y juntamente nombró por arzobispo de aquella iglesia á don César, su hijo segundo, que ya era obispo de Pamplona, y el año siguiente en las témporas de setiembre salió nombrado cardenal, con probanza de muchos testigos que juraron no era hijo del Papa, sino de Dominico Ariñano, marido que era de Zanozia; probanza que pasó por Rota y por el consistorio, sin que casi persona se atreviese á hacer contradiccion: tal era el poco miramiento de aquel tiempo. El hijo menor de todos se llamó Jofre, á quien por ciertos conciertos que el Papa tuvo con don Alonso el Segundo, rey de Nápoles, en lo postrero de Calabria hicieron príncipe de Esquilache. Lucrecia casó primero con el señor de Pesaro, por nombre Juan Esforcia; despues con Luis Alonso de Aragon, hijo bastardo del dicho don Alonso, rey de Nápoles; y muerto este á manos de César, su cuñado, que renunciado el capelo se llamaba el duque Valentin, últimamente casó con Alonso de Este, hijo mayor de Hércules, duque de Ferrara. En el pontificado de Alejandro se dió el capelo á catorce españoles; entre los demás fué uno don Bernardino de Carvajal, obispo que fué de diversas iglesias de Castilla, como se dijo de suso sucesivamente, y á la sazon embajador de Roma por don Fernando, rey de España. Su promocion fué agradable, así por sus buenas partes de ingenio asaz despierto como por la memoria del cardenal de Santangel, su tio, don Juan de Carvajal, que fué notable prelado. Destos principios ¿cuán grandes inconvenientes se seguirán? Lo de Navarra andaba muy alterado por dos causas: la primera que Juan, vizconde de Narbona, tio de la reina de Navarra, pretendia tener derecho á aquella corona, fundado en que su hermano mayor Gaston de Fox falleció en vida de su madre

doña Leonor, reina que era propietaria de Navarra ; decia que por su muerte debia él ser antepuesto á los nietos, que era grado mas apartado, pleito tantas veces ventilado. Por otra parte, el conde de Lerin, condestable de Navarra, con los de su valía traia desasosegado aquel reino, en que estaba apoderado de la ciudad de Pamplona, y poco adelante tomó la villa de Olite, sin otras plazas que tenia á su mano. Acudieron de todas partes al rey don Fernando, como á príncipe á quien tanto tocaban las cosas de aquel reino, para alegar cada cual de las partes de su derecho y valerse de las fuerzas del rey de España. En lo del Vizconde el Rey declaró que asistiria á aquellos reyes, y no permitiria se les hiciese fuerza ni agravio, como á los que tenian su derecho mas fundado. Con esta respuesta el de Narbona acudió por una parte á las armas, y en el condado de Fox se apoderó de algunos lugares; por otra seguia su pleito en el parlamento de Paris; pero finalmente se vino á concierto, y desistió por algun tiempo de aquella demanda. Cuanto á lo del conde de Lerin, el mismo rey don Fernando interpuso su autoridad, y en cierto asiento que se tomó con aquellos reyes, entre otras condiciones se puso una que el Conde restituyese las plazas que tenia usurpadas, y nombradamente la villa de Olite, y juntamente saliese de Navarra desterrado por toda su vida, junto con don Luis y don Fernando, sus hijos. Para facilitar este acuerdo se le dió en recompensa la villa de Huéscar en el reino de Granada con título de marqués, sin otras ventajas y vasallos que para adelante le prometieron; concierto que se trató el año siguiente, y se ejecutó tres años adelante. Volvamos á lo que queda

atrás.

CAPITULO III.

Del descubrimiento de las Indias Occidentales:

La empresa mas memorable, de mayor honra y prɔvecho que jamás sucedió en España fué el descubrimiento de las Indias Occidentales, las cuales con razon por su grandeza llaman el Nuevo Mundo; cosa maravillosa y que de tantos siglos estaba reservada para esta edad. La ocasion y principio desta nueva navegacion y descubrimiento fué en esta manera. Cierta nave desde la costa de Africa, do andaba ocupada en los tratos de aquellas partes, arrebatada con un recio temporal aportó á ciertas tierras no conocidas. Pasados algunos dias y sosegala la tempestad, como diese la vuelta, muertos de hambre y mal pasar casi todos los pasajeros y marineros, el Maestre con tres ó cuatro compañeros últimamente llegó á la isla de la Madera. Hallábase acaso en aquella isla Cristóbal Colon, ginovés de nacion, que estaba casado en Portugal y era muy ejercitado en el arte de navegar, persona de gran corazon y altos pensamientos. Este albergó en su posada al maestre de aquel navío, y como falleciese en breve, dejó en poder de Colon los memoriales y avisos que traia de toda aquella navegacion. Con esta ocasion, ora haya sido la verdadera, ó sea por la astrología, en que era ejercitado, ó como otros dicen, por aviso que le dió un cierto Marco Polo, médico florentin, él se resolvió en que de la otra parte del mundo descubierto y de sus términos hácia do se pone el sol habia tierras muy grandes y espa

ciosas. Este pensamiento suyo comunicó primero con el rey de Portugal, despues con Enrique VII, rey de Inglaterra; pero como al uno y al otro pareciesen sueños lo que decia, con todo esto no desistió de su empresa; antes se fué á la corte del rey de España don Fernando. Allí como no le diesen mas oidos que los demás, con sufrimiento que tuvo de siete años, últimamente alcanzó al mismo tiempo que el reino de Granada se acababa de conquistar que á costa del Rey le armasen tres navíos con que hiciese prueba si salia verdadero lo que prometia. Escosa notable que con solos diez y siete mil ducados, que por estar los reyes tan gastados tomaron prestados, se emprendió una cosa tan grande y que habia de ser de tanto interés. Hízose pues Colon á la vela á 3 de agosto de Palos de Moguer, do se aprestaron las naves, y vencidas las olas del mar Atlántico, primero aportó á las islas Canarias; desde allí, tomando la derrota del poniente, á cabo de muchos dias y de grandes dificultades que pasó, descubrió ciertas islas, que llamó las islas del Príncipe. Reparó por aquellas partes algunos dias, y dejados en un castillo que hizo allí algunos compañeros de los suyos, y por capitan á Diego de Arana, dió la vuelta con las nuevas y muestras de las riquezas que dejaba descubiertas, y fué muy bien recebido en España. Prosiguió en descubrir con nuevas navegaciones que hizo los años siguientes otras muchas islas; entre las otras, las mas principales y mayores fueron la Española y la Cuba. Demás desto costeó gran parte de la tierra firme que corre el polo Antártico y el polo Artico desde el estrecho de Magallanes hasta el cabo de Bacallao, con marinas y riberas que se extienden por espacio de mas de cinco mil leguas. Verdad es que las dichas marinas con una grande ensenada que hacen, como á la mitad de todas ellas se ciñen de tal manera, que desde el puerto del Nombre de Dios, que está en nuestro mar, hasta Panamá, puerto del mar opuesto, que llaman del Sur, apenas hay distancia y camino de diez y ocho leguas, y bien que las riberas del uno y del otro mar hacia la parte del septentrion por grande espacio con diligencia increible de los nuestros han sido descubiertas, hasta ahora no se ha podido entender bastantemente si la India Occidental se continúa con la Oriental, ó si mas arriba del Catayo, puerto de la China, y mas arriba del Japon, isla que algunos llamaron Cipangri, haya algun estrecho de mar con que se aparten la una de la otra. Falleció Colon el año de nuestra salvacion 1506; varon digno de inmortal renombre. Fué hecho almirante de las Indias y duque de Veraguas, merced debida á sus grandes méritos y servicios. Continuaron otros estas navegaciones, así en vida de Colon como principalmente despues dél muerto, y á su ejemplo descubrieron al poniente diversas islas y riberas. Entre estos Americo Vespucio, de nacion florentin, por mandado del rey de Portugal don Manuel, el año de 1500, primeramente descubrió todo el Brasil, parte sin duda del Nuevo Mundo y de aquella tierra firme. Despues de corridas casi todas las riberas fácia nuestro mar del Norte con diversas navegaciones que se emprendieron por personas diferentes, entre ellas Vasco Nuñez Balboa, natural de Badajoz, varon de gran corazon, fué el primero que descubrió el estrecho que hay de

tierra, á causa de aquella grande ensenada que hace el mar desde el puerto del Nombre de Dios hasta Panamá, y halló el mar del Sur el año de 1513 para grande honra y provecho de nuestra España. Resultó de las navegaciones de Colon y de Americo cierta diferencia entre Castilla y Portugal, á causa que el Portugués pretendia pertenecelle por concesion de los pontifices, y en particular de Eugenio IV, todo el descubrimiento del Nuevo Mundo. El rey de Castilla en contra alegaba una bula de Alejandro VI, en que el año de 1493 le concedió que tirada con la imaginacion una línea de polo á polo, cien leguas mas adelante de las islas Hespérides, que hoy se llaman del Cabo Verde, todo lo que desde aquella línea se descubriese lácia el poniente fuese suyo, y que al Portugués quedase todo lo demás. La cual concesion poco despues modificó con otra nueva bula, en que mandó que la dicha línea de la demarcacion se señalase otras trescientas y setenta leguas mas adelante hacia el poniente, y esto para efecto que el Brasil de nuevo descubierto se comprehendiese dentro de la conquista de Portugal. Jerónimo Osorio, obispo de Silves, en la vida del rey don Manuel afirma que la dicha línea se señaló por la imaginacion treinta y seis grados al poniente mas adelante del meridiano de Lisboa. Lo cierto es que deste asiento que tomaron resultó otra nueva contienda, porque los castellanos pretendian que las islas Malucas, de donde viene la especería, se comprehendian en la mitad del mundo que les fué consignado en aquel repartimiento. Los portugueses niegan todo esto, y por los eclipses de la luna, que es el solo camino que hay para medir la longitud de la tierra, dicen estar observado que la boca del rio Indo dista de Lisboa por espacio de noventa grados y no mas, desde do hasta el meridiano, que se señala con la imaginacion por lo postrero de las Malucas, hay cuarenta y dos grados. A la cual suma, si añadimos los treinta y seis grados mas adelante de Lisboa, principio de la conquista de Portugal, aun no vendrémos á cerrar con los ciento y ochenta grados que tiene la mitad deste grande globo y mundo; cuya longitud se divide en trecientos y sesenta grados. Y consta que Fernando de Magallanes, de nacion portugués, por queja que tuvo de su rey de no le haber recompensado bastante los servicios hechos en la India Oriental en que estuvo largo tiempo, despues de la muerte del rey don Fernando el Católico persuadió al rey don Carlos, su nieto, que siguiendo la derrota entre poniente y mediodía, se podria pasar á las Malucas por diferente camino. Ofreció su industria para ejecutar este aviso, y con cinco naves que le dieron se hizo á la vela desde Sevilla, año de nuestra salvacion de 1519. Aportó primero á las Canarias; desde allí á la vista del Brasil, costeadas todas aquellas riberas, halló un estrecho de mar cincuenta y tres grados mas adelante de la equinoccial, el cual de su nombre llamaron el estrecho de Magallanes. A la entrada de aquel Estrecho una de las naves dió en ciertos riscos y se abrió; otra cansada de aquella tan larga y tan pesada navegacion de noche alzó las velas y dió la vuelta á Sevilla. Con las otras tres naves pasó el Estrecho, y despues de muchos dias en una isla que descubrieron, llamada Zubu, fué muerto alevosamente por los bárbaros con algunos otros

de sus compañeros. Los demás por falta de marineros y jarcias, puesto fuego á la una de las tres naves, con las otras dos últimamente aportaron á las Malucas. Hicieron su carga en la isla de Tidor para muestra de las riquezas que allí ballaron; y porque la una de las dos naves hacia agua, se perdió. La otra sola que quedaba, por diferente camino que habia traido, pasado el cabo de Buena Esperanza, llegó á Sevilla tres años despues que de allí partiera. La nave se llamaba Victoria; el maestre Juan Sebastian Cano, vizcaíno de nacion ó guipuzcoano, natural de un pueblo llamado Guetaria; que por su grande constancia y dicha nunca oida de haber rodeado todo el mundo, merece que su nombre quede inmortalizado. Probaron otros los años siguientes una, segunda y tercera vez á hacer aquella navegacion; pero porque el provecho no era conforme al trabajo, últimamente desistieron della, especial que el rey don Juan de Portugal prestó al emperador don Cárlos trecientos y cincuenta mil ducados con condicion que así él como sus descendientes se apartasen de aquella demanda hasta en tanto que hobiesen restituido aquel empréstido. En este tiempo del todo se ha sosegado esta contienda por haber toda España reducídose debajo del poder y mando de un monarca y señor universal. Pasado aquel estrecho de tierraque dijimos hacia el mar del Sur, á la mano derecha está situada la Nueva España con su ciudad de Méjico, asentada á la sazon en una laguna y cabeza de aquellas provincias. Donde y en las provincias comarcanas era muy poderoso y muy gran señor de muchos y de muy grandes reinos el emperador Motezuma, al cual Hernan Cortés el año de 1520 prendió dentro de su mismo palacio; notable resolucion. Y muerto que fué por los suyos con una piedra que acaso le tiraron á una ventana á que se asomó para apaciguallos, sujetó aquellas muy anchas provincias al emperador don Carlos; para si ganó inmortal renombre, á sus descendientes los marqueses del Valle dejó en aquellas partes de Méjico aquel muy rico estado. A mano izquierda del Estrecho y de Panamá Francisco Pizarro el año 1525 descubrió el Perú, y seis años adelante con prision y muerte que dió á Atabalipa, señor de aquellas tierras, le sujetó, que es la mas rica provincia de minas de oro y de plata de cuantas se han descubierto, en tanto grado, que todo el menaje de las casas hasta las ollas y las calderas eran destos ricos metales. El despojo, que fué muy grande, y la presa dividió Pizarro con Diego de Almagro, su principal compañero en aquella conquista, y con los demás no como fuera razon, y sin embargo, á cada uno de los soldados ordinarios cupieron nueve mil ducados, que fué la mayor presa y botin que jamás se ganó. Los soldados eran como trecientos, que en una batalla vencieron á mas de cien mil indios. De la abundancia nació la soberbia y demasías, ca Hernando Pizarro, hermano de Francisco Pizarro, por entender que Almagro públicamente se quejaba del agravio y trataba de vengarse, le dió la muerte. Un hijo de Almagro, habido fuera de matrimonio en una india, por nombre don Diego, acometió en Lima las casas en que Francisco Pizarro posaba, y dentro dellas le mató en venganza de su padre. Fué este atrevimiento muy grande. Por vengalle se juntaron el gobernador Cristóbal Vaca de Cas

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