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do pudiesen acudir á tomar refresco y en cualquiera ocasion acogerse. Cuán acertado haya sido este parecer, el tiempo, que es juez abonado, lo ha bastantemente mostrado. Nunca se casó Alonso de Alburquerque, solo dejó un hijo que tuvo en una criada, en cuyo favor, poco antes que espirase, escribió al rey dor. Manuel estas palabras: «Esta será la postrera que escribo con >>muchos gemidos y muy ciertas señales de mi fin. Un »hijo solo dejo, al cual suplico que, atento á mis gran»des servicios, se le haga toda merced. De mis trabajos »no diré nada mas de remitirme á las obras.» Sepulta ron su cuerpo en la ciudad de Goa, en una capilla que él fundó con advocacion de nuestra Señora. El enterramiento fué sumptuoso, las houras reales, las lágrimas de todos los que se hallaron presentes muy de corazon, y muy verdaderos los gemidos. El Rey, cuando llegó esta nueva á Portugal, sintió su muerte tiernamente. Mandó llamar á su hijo; llamábase Blas; quiso que en memoria de su padre, de allí adelante se llamase Alonso de Alburquerque. Heredóle, como era razon y debido, y casóle muy honradamente; vivió muchos años, y poco tiempo ha era vivo, y á su costa hizo ensanchar y adornar la iglesia en que á su padre enterraron. En Africa intentó el rey don Manuel de edificar un castillo á la boca del rio Mamora, que otro tiempo se llamó Subur, y junto á un estero que por allí hace el mar y está cien millas distante de Arzilla. Juntó una armada de docientas velas, en que iban ocho mil soldados, y por general Antonio Noroña. Partieron de Lisboa á los 13 de junio, y llegaron á la boca del rio á los 23. Comenzaron á levantar el castillo. Cargó tanta morisma, que ⚫ fueron forzados á dejar la empresa y dar la vuelta á Portugal con vergüenza y pérdida de cuatro mil hombres y de la artillería que dejaron en aquella fortaleza comenzada.

CAPITULO XXVI.

Que el rey de Francia pasó á Milan.

Luego que el nuevo rey de Francia Francisco, primero deste nombre, se vió en pacífica posesion de aquel rico y poderoso reino, juntó un grueso ejército, resuelto de pasar en persona á la empresa de Lombardía. Acudieron á la defensa del duque de Milan quince mil suizos. Próspero Colona con la gente de armas que tenia acordó de atajar cierto paso á los franceses. Estaba en Villafranca descuidado y cenando, cuando fué preso por la gente que sobrevino del señor de la Paliza. El Virey tenia su campo junto al rio Abdua; con la gente del Papa alojaba en Placencia Lorenzo de Médicis, hijo de Pedro de Médicis, el que se ahogó en el Garellano. Importaba mucho para asegurar la victoria que los unos y los otros se juntasen con los suizos; así lo entendia el duque de Milan, y hacia grande instancia sobre ello, tanto con mayor ansia, que las cosas comenzaban á suceder prósperamente al Francés, ca Alejandría se le dió, y tomó á Novara, y su castillo se ganó por industria del conde Pedro Navarro, que atediado del descuido que se tenia en rescatalle, se concertó con el rey de Francia, que pagó veinte mil ducados de su rescate. Envió el rey Católico á convidalle con grandes partidos; llegó tarde el recado; el Conde se hallaba ya tan pren

dado, que se excusó. Entonces envió la renunciacion del condado de Olivito, que tenia en el reino de Nápoles. El Virey ni se aseguraba de los suizos por ser gente muy fiera y tener entendido traian inteligencias con Francia, ni tampoco hacia mucha confianza de la gente del Papa á causa que por no perder á Parma y Placencia, que los suizos les querian quitar, sospechaba se concertarian con los contrarios. Acordó dejar en Verona á Marco Antonio Colona, y en Bresa á Luis Icart con buen número de gente, y él con lo demás del campo pasar de la otra parte del Po por una puente que hizo de barcas y fortificarse junto á Placencia y al rio Trebia. Los suizos que se hallaban con el Duque en Milan llevaban mal aquellas trazas y tardanza, que sin duda iban erradas, y fueron la total causa de perderse la empresa, Acordaron de salir solos con unos pocos italianos á dar la batalla á los franceses, que tenian sus reales muy fortificados junto á San Donato y á Mariñano. Pretendian prevenir la venida de Albiano, que se apresuraba para juntarse con el campo francés con novecientos hombres de armas, mil y cuatrocientos caballos ligeros y nueve mil infantes. Salieron los suizos de la ciudad muy en órden. Los franceses para recebillos ordenaron sus haces. En la avanguardia iba Carlos de Borbon; en la retaguardia monsieur de la Paliza; el Rey tomó á su cargo el cuerpo de la batalla. La artillería francesa, que era mucha y muy buena, hacia grande daño en los suizos. Cerraron ellos con intento de tomalla. Combatieron con tal coraje y furia,. que rompieron el fuerte de los enemigos y se apoderaron de parte de la artillería. Sobrevino la noche, y no cesó la pelea por todo el tiempo que la claridad de la luna dió lugar, que fué hasta entre las once y las doce. El Rey se adelantó tanto, que le convino hacer la guarda, sin dormir mas de cuanto como estaba armado se recostó un poco en un carro; no se quitó el almete, ni comió bocado en veinte y siete horas, grande ánimo y teson. Entendió que los suizos querian acometer otra vez la artillería. Encomendó la guarda della á los alemanes. Al reir del alba volvieron al combate con no menos fiereza que antes. Jenolaco Galeoto asestó la artillería de tal suerte, que de través hacia gran riza en los contrarios. Con esto y con la llegada de Albiano, que sobrevino con algunas compañías de á caballo, los suizos, por entender que era llegado todo su campo, desmayaron, y en buen órden se recogieron á Milan. Desde allí se partieron luego la via del lago de Como. Dióse esta famosa batalla á los 13 y 14 de setiembre. Los milaueses rindieron luego al vencedor la ciudad. Sobre el castillo, á que se retiró el Duque con la gente que pudo, se puso cerco muy apretado. Combatianlo con la artillería y con minas que el conde Pedro Navarro hacia sacar. Rindióse el Duque á los treinta dias del cerco, y fué llevado á Francia. Concertaron le darian cada un año para su sustento treinta y seis mil escudos á tal que no pudiese salir ni ausentarse de aquel reino. ¡Cuán cortos son los plazos del contento! Cuán poco gozó este Príncipe de su prosperidad, si tal nombre merecen los cuidados y miedos de que estuvo combatido todo el tiempo que poseyó aquel estado! Tras esto todas las ciudades y fuerzas de aquel ducado se

con

entregaron al Francés. El virey don Ramon de Cardona dió luego la vuelta á Nápoles por asegurar las cosas de aquel reino y enfrenar á los naturales, alborotados deseo de novedades. Tenia órden para entretener la gente de guerra de emprender la conquista de los Gelves. El Pontifice fácilmente se acomodó con el tiempo. Resuelto de temporizar, se vió con el Rey vencedor en Boloña. Concedióle todo lo que supo pedir. Alcanzó asimismo dél que abrogase la pregmática sanction en gran ofensa del clero de Francia. En España al rey Católico no faltaban otros cuidados. Publicóse que el Gran Capitan queria pasar á Flándes, y en su compañía los condes de Cabra y Ureña y el marqués de Priego. Indignóse desto de suerte, que envió á Manjarres para prendelle con órden que le impidiese el pasaje, y si menester fuese, le echase la mano. Proveyó Dios para evitar un caso de tan mala sonada que el Gran Capitan adoleció de cuartanas por el mes de octubre en Loja, donde residia. No creian que la enfermedad fuese verdadera, sino fingida para asegurar. La indignacion del rey de Inglaterra pasaba adelante. Importaba mucho aplacalle, y mas en esta sazon. Envióle el Rey con el comendador Luis Gilabert un rico presente de joyas y caballos. Llegó en sazon que se confirmó estar la Reina preñada; grande alegría de aquel reino; y á Tomás Volseo llegó el capelo, que fué muy festejado. Subió este Prelado de muy bajo lugar á tan alto grado por la grande privanza que alcanzó con aquel Rey; despeñóle su vanidad y ambicion, que fué adelante muy perjudicial á aquel reino. Este Cardenal y el embajador del rey Católico se juntaron, y asentaron á 18 de octubre una muy estrecha confederacion y amistad entre sus príncipes. Antes desto, Luis de Requesens con nueve galeras que tenia á su cargo venció junto á la isla Pantalarea trece fustas, que hicieran mucho daño en las costas de Sicilia y por todo aquel mar. Otro capitan Turco, por nombre Omich, y vulgarmente llamado Barbaroja, con la armada que llevaba se puso sobre Bugia. Acudiéronle muchos moros de la tierra; apretóse el cerco, que duró algunos meses. Don Ramon Carroz, capitan de aquella fuerza, la defendió con gran valor; vino en su socorro don Miguel de Gurrea, visorey de Mallorca; y sin embargo, el cerco se continuaba y llevaba adelante. Padecian los cercados gran falta de vituallas. Llególes á tiempo que se querian rendir una nave cargada de bastimentos que les envió el virey de Cerdeña, socorro con que se entretuvieron hasta tanto que el Turco, perdida la esperanza de apoderarse de aquella plaza, alzó el cerco por fin deste año.

CAPITULO XXVII.'

De la muerte del rey don Fernando.

La hidropesía del rey Católico y las cuartanas del Gran Capitan iban adelante, dolencias la una y la otra mortales. Salió el Gran Capitan de Loja con las bascas de la muerte. Lleváronle en andas á Granada, donde dió el espíritu á los 2 de diciembre; varon admirable, el mas valeroso y venturoso caudillo que de muchos años atrás salió de España. La ingratitud que con él

se usó acrecentó su gloria, y aun le preservó que en lo último de su edad no tropezase, como sea cosa dificultosa y rara navegar muchas veces sin padecer alguna borrasca. A muchos grandes personajes con el discurso del tiempo se les escureció la claridad y fama que primero ganaron. El tiempo le cortó la vida; su renombre competirá con lo que el mundo durare. Por su muerte vacó el oficio de condestable de Nápoles; dióse á Fabricio Colona, y hoy le poseen los de su casa. Los demás estados quedaron á doña Elvira, hija mayor y heredera de la casa de su padre. El rey Católico, desde Madrid, con intento de pasar á Sevilla por ser el aire muy templado, era ido á Plasencia. Allí, si bien muy agravado de su mal, fué muy festejado y se detuvo algunos dias. Mandó al infante don Fernando se fuese á Guadalupe, do pensaba volver. Iban en su compañía Pero Nuñez de Guzman, clavero de Calatrava, su ayo, y su maestro don fray Alvaro Osorio, fraile dominico, obispo de Astorga. El rey pasó á la Serena por gozar de los vuelos de garzas, que los hay por aquella comarca muy buenos, recreacion á que era mas aficionado que á otros géneros de cazas y de altanería. Hacíanle compañía el Almirante, el duque de Alba, el obispo de Búrgos, tres de su Consejo, es á saber, el doctor Lorenzo Galindez de Carvajal, que escribió un breve comentario de lo que pasó estos años, los licenciados Zapata y Francisco de Vargas, su contador, cuyo hijo y de doña Inés de Carvajal, el obispo de Plasencia don Gutierre de Carvajal falleció no ha muchos años. Allí por las fiestas de Navidad llegó Adriano, dean de Lovaina y maestro del Principe, que venia enviado de Flandes. Con su llegada se asentó que el Príncipe fuese ayudado para sus gastos con cincuenta mil ducados por año, y que el Rey por todos, los dias de su vida, aunque muriese la reina doña Juana, tuviese el gobierno de Castilla. Mostrábanse liberales con quien muy presto por las señales que daba la enfermedad habia de partir mano de todo. Dió vuelta á Madrigalejo, aldea de Trujillo. Agravósele el mal de manera, que se entendió viviria pocos dias. Acudió el dean de Lovaina, de que el Rey recibió enojo, y mandó volviese á Guadalupe, donde era ido á verse con el infante don Fernando, y allí le aguardase. Ordenó su testamento. Confesóse con fray Tomás de Matienzo, de la órden de Santo Domingo, su confesor. La Reina en Lérida, do estaba, tuvo aviso de lo que pasaba. Partióse luego, y llegó un dia antes que se otorgase el testamento. Otro dia, miércoles, entre la una y las dos de la noche, á 23 de enero, entrante el año de 1516, dió su alma á Dios; Príncipe el mas señalado en valor y justicia y prudencia que en muchos siglos España tuvo. Tachas á nadie pueden faltar, sea por la fragilidad propia ó por la malicia y envidia ajena, que combate principalmente los altos lugares. Espejo sin duda por sus grandes virtudes en que todos los príncipes de España se deben mirar. Tres testamentos hizo: uno en Búrgos, tres años antes de su muerte; el segundo en Aranda de Duero, el año pasado; el postrero cuando murió. En todos nombra por su heredera á la reina doña Juana, y por gobernador á su hijo el príncipe don Cárlos. En caso que el Príncipe estuviese ausente, mandaba en el

primer testamento que en su lugar gobernase el infante don Fernando, su hermano; pero en los otros dos, mudada esta cláusula, ordenó que entre tanto que el Príncipe no pasase en estas partes, tuviese el gobierno de Aragon el arzobispo de Zaragoza, y el de Castilla el cardenal de España. Esto se guardó bien así como lo dejó mandado. Verdad es que el dean de Lovaina por poderes que mostró del Príncipe fué admitido al gobierno junto con el Cardenal. Al infante don Fernando mandó en el reino de Nápoles el principado de Taranto y las ciudades de Cotron, Tropea, la Amantia y Gallipoli, demás de cincuenta mil ducados que de las rentas de aquel reino ordenó le diesen cada un año que corriesen hasta tanto que el Príncipe, su hermano, en algun estado le consignase otra tanta renta. Mandó otrosí que el duque de Calabria, sin embargo que su ofensa fué muy calificada, le pusiesen en libertad, y encargaba al Príncipe le diese estado con que se pudiese sustentar. Pero esta cláusula no se cumplió de todo punto y enteramente hasta el año de 1533 por diversos respetos y ocasiones, que contra los caidos nunca faltan. Del vicecanciller Antonio Augustin no bizo mencion alguna, si por estar olvidado de su delito, ó querer que otro le castigase, no se puede averiguar. Basta que el cardenal de España poco adelante le remitió y envió á Flandes, donde fué dado por libre.

Pronuncióse la sentencia en Bruselas á los 23 de setiembre deste mismo año. Nombró por sus testamentarios á la Reina, su mujer, y al Príncipe y al arzobispo de Zaragoza, á la duquesa de Cardona, al duque de Alba, al visorey de Nápoles, á fray Tomás de Matienzo, su confesor, y á su protonotario Miguel Velazquez Clemente. Su cuerpo llevaron á enterrar á la su capilla real de Granada, donde le pusieron junto con el de la reina doña Isabel, que tenian depositado en el Alliambra. De los que se hallaron á su muerte le acompañaron solos don Hernando de Aragon ỳ el marqués de Denia don Bernardo de Sandoval y Rojas y algunos otros caballeros de su casa. Por el camino los pueblos le salian á recebir con cruces y lutos. En Córdoba particularmente, cuando por allí pasó el cuerpo, se señalaron el marqués de Priego y conde de Cabra con los demás caballeros de aquella ciudad. Los desgustos pasados y la severidad de que en vida usó con ellos, á sus nobles ánimos sirvieron mas aína de espuelas para señalarse con el muerto y con su memoria en todo género de cortesía y de humanidad. En Granada el clero, ciudad y chancillería á porfía se esmeraron en el recibi- . miento, enterramiento y exequias, que hicieron con toda solemnidad, como era razon, al conquistador y único fundador del bien y felicidad de aquella ciudad y de todo aquel reino de Granada.

SUMARIO

DE LO QUE ACONTECIÓ LOS AÑOS ADELANTE.

AÑO 1515.

El nuevo rey de Francia Francisco, luego que dió órden en las cosas de aquel reino, como era mozo y de condicion ardiente, con intento de hacer guerra en Italia, juntadas todas sus fuerzas, pasó los Alpes, venció y prendió al principio á Próspero Colona, que con la caballería pretendia impedirle el pasar adelante. Despues se apoderó de Novara con su castillo por industria principalmente del conde Pedro Navarro', que enfadado de la larga prision y que no le rescataban, se habia pasado á la parte de Francia. Movió el rey Francés con sus gentes la vuelta de Milan; estaban con el duque Maximiliano los esguízaros, Ramon de Cardona, ausente en Verona, en Plasencia Lorenzo de Médicis, caudillo que era de las gentes del Papa; pero como no acudiesen á tiempo, lo que en todas maneras debieran hacer, los esguízaros salieron al Rey al encuentro, y dado que la batalla fué tan porfiada y tan dudosa, que duró todo el dia y parte de la noche, al amanecer, por cierto miedo que sobrevino á los esguízaros de que venian nuevas gentes á los enemigos, fueron vencidos y desbaratados. El Duque dentro del castillo, donde se recogió, vino en poder de los enemigos, y enviado á Francia, á ejemplo de su padre, estuvo allí todos los dias de su vida. Dióse esta memorable batalla á 13 de setiembre.

Grande era el daño que con esto se recibió en Italia, tanto, que los españoles, poco antes vencedores, perdida la Lombardía y estado de Milan, comenzaban á dudar del reino de Nápoles. El mismo rey Católico de todas partes se apercebia de gentes y de ayuda, dado que á la misma sazon quiso prender á Gonzalo Hernandez, gran capitan, porque con otros señores pretendia pasarse á Flandes.

AÑO 1516.

Siguióse la muerte del mismo rey Católico don Fernando, que falleció en Madrigalejo, cerca de Trujillo, camino que iba de Sevilla, á 23 de enero, de enfermedad de hidropesía, la cual le habia trabajado no pocos meses. Dicese que la famosa campana de Vililla habia dado señal deste fallecimiento, mensajera de cosas

grandes y de muertes de reyes, como se tiene en Aragon comunmente. Nombró por su heredero á don Cárlos de Austria, su nieto; á don Fernando, su hermano, mandó la ciudad de Taranto y algunas otras tierras en el reino de Nápoles. Dejó por gobernadores hasta que don Carlos viniese, en Castilla al cardenal de España, arzobispo de Toledo; en Aragon á su hijo el arzobispo de Zaragoza. Ordenó que el duque de Calabria don Fernando fuese puesto en libertad y le señalasen rentas con que sustentase su casa y estado. Los cuerpos suyo y de la Reina fueron enterrados en Granada en la iglesia mayor como tambien lo dejó el mismo Rey en su testamento mandado. Verdad es que por letras y patentes secretas del nuevo rey don Cárlos la gobernacion de Castilla se encargó hasta su venida al cardenal de España, y junto con él á Adriano, dean de Lovaina y maestro que fué del dicho Principe, el cual, no obstante que su madre era viva, en las provisiones y cartas se comenzó desde luego á llamar rey, sin que en ello viniesen las cabezas del reino; traza que se continuó por ser cosa peligrosa hacer resistencia á la voluntad del Príncipe y contrastar con su deseo.

Lo de Navarra tenia á los nuestros puestos en cuidado no se revolviese aquella provincia, y en aquella ocasion de la mudanza del Príncipe muchos se declarasen por los reyes antiguos. Por esta causa nombraron por capitan y gobernador de aquel reino á don Antonio Manrique, duque de Najara, persona muy á propósito para todo lo que sucediese, por los muchos aliados que tenia entre aquella gente y estar su estado muy cerca; sin embargo, don Pedro de Navarra, mariscal de aquel reino y marqués de Cortes, levantó algunos bullicios; pero no fueron de mucho momento, porque fué preso y enviado á Simancas, donde pasó lo que de vida le quedaba privado de libertad. Demás desto, todos estos intentos se desbarataron por la muerte del rey don Juan de Labrit, que falleció en su estado de Bearne dia mártes á 19 de junio.

AÑO 1517.

Siguióse ocho meses adelante la muerte de la Reina, su mujer; los cuerpos del uno y del otro sepultaron en

Lescar, ciudad de Bearne, en la iglesia de Santa María, dado que ellos en sus testamentos se mandaron enterrar en Pamplona como reyes de Navarra y como en continuacion de su derecho, que era pequeño alivio del estado que les quitaban. Enrique de Labrit, hijo y heredero destos príncipes, así en sus estados como tambien en la pretension de recobrar por las armas aquel reino, les sucedió.

En Lisboa por el mes de marzo falleció doña María, reina de Portugal, en la flor de su edad; su muerte fué de parto; el cuerpo sepultaron en el monasterio de la Madre de Dios de aquella ciudad. Dejó estos hijos: don❘ Juan, el mayor, doña Isabel, doña Beatriz, don Luis, don Fernando, don Alonso, que fué cardenal, don Enrique, cardenal y rey, don Duarte, sin otros dos que

murieron niños.

Adriano Florencio, natural de Utrech, ciudad en los estados de Flandes, dean que era de Lovaina y obispo de Tortosa en España, fué en Roma criado cardenal á los 27 de junio.

El nuevo rey don Cárlos de Austria aportó, á 19 de setiembre, con la armada en que venia á Villaviciosa, pueblo de las Astúrias. Salióle al encuentro el cardenal de España; pero llegado que hubo á Roa, pasó desta vida veinte y nueve dias adelante. Su cuerpo fué sepultado en el colegio de San Ilefonso de Alcalá de Henares, el cual edificó á su costa desde los cimientos, y dotó de gruesas rentas como albergo de las letras y de toda suerte de erudicion; la traza fué la de la Universidad de Paris; sea lícito comparar las cosas medianas á las muy grandes; el provecho á lo menos ha sido muy colmado por la mucha juventud que á aquella escuela concurre y por las personas señaladas que de ella siempre han salido. Fué arzobispo veinte y dos años. Sucedióle en el arzobispado el cardenal Guillelmo de Croy, flamenco.

Pero este año fué señalado, y no menos desgraciado, especial por dos cosas que en el sucedieron. Estas fueron haberse acabado el imperio de los soldanes de Egipto, y levantado la herejía perjudicial de Martin Lutero. Estuvo Egipto sujeto al imperio de los romanos hasta el emperador Heraclio, en cuyo tiempo el falso profeta Mahoma sujeto aquella provincia por las armas, despues de cuya muerte tuvieron el señorío los califas, que, como él lo dejó ordenado, juntamente gobernaban las cosas sagradas y la república. Duró esto hasta la guerra de la Tierra-Santa cuando el rey de Jerusalem Amalarico, apoderado de la ciudad de Damiata, que antiguamente llamaron Pelusio, puso en tanta apretura al Califa, que le fué necesario pedir gente de ayuda al soldan de Siria. Fué por capitan destos socorros y por caudillo un hombre llamado Saracon. Este en premio de su trabajo se apoderó del imperio de Egipto con dejar á los califas solamente el cuidado de las cosas sagradas. Hijo de Saraçon fué Saladino, soldan de Egipto y de Siria, el cual con las muchas victorias que ganó y con apoderarse de Jerusalem, redujo en Siria las cosas de los cristianos á grande apretura. No mucho despues Melechsala, que sucedió en aquel imperio, por hallarse falto de fuerzas para resistir á los nuestros y á sus intentos, se ayudó de muchos esclavos

comanos, que compró de los scitas, y con su ayuda acabó así muchas otras cosas, como tambien prendió dentro de Damiata al rey Luis santo de Francia. Estos esclavos, dado que hubieron la muerte á Melechsala, su señor, se apoderaron del reino, y nombraron de entre ellos mismos por rey uno, llamado Turquemenio, con condicion que ni él dejase el imperio á sus decendientes, ni los demás esclavos el oficio de soldados á sus hijos, sino que fuesen soldados los que, siendo hijos de padres cristianos, hubiesen renegado de nuestra santa fe, que llamaron mamelucos, y que estos de entre si eligiesen el que hubiese de ser rey. Continuóse esta manera de gobierno por espacio de muchos años hasta tanto que Caietbeio, esclarecido por muchas victorias que ganó de los turcos, gobernó aquel imperio en tiempo del rey católico don Fernando. Campson, sucesor suyo, despues que los turcos vencieron á los persianos cerca de la ciudad de Tarvisio, por recelo que tenia no acometiesen lo de Siria, el año pasado, como hiciese guerra en la Asia, en una batalla que se dió cerca de Damasco, fué vencido y muerto por el gran turco Selin. Pusieron en su lugar los soldados á Tomumbeio, el cual junto al Cairo en una nueva batalla que se dió fué vencido; y tomada la ciudad por los turcos, le pusieron en un palo; con esto el gran Turco, quedando vencedor sin resistencia, acabadas cosas tan grandes, se apoderó de las provincias de Siria y Egipto, y acrecentó con esto en gran manera el poder de su nacion y su estado.

La ocasion que Lutero tuvo para su malvado intento fué esta el pontífice Julio comenzó la fábrica nobilísima del templo Vaticano. Leon X, que le sucedió, para llevar adelante lo comenzado, hizo publicar por todo el mundo un jubileo para todos los que acudiesen con cierta limosua para aquella fábrica. Alberto, arzobispo de Maguncia, que tenia á su cargo el publicalle en Alemaña, dió este cuidado á Tezelio, fraile do Santo Domingo. Fué así, que en Witemberga, ciudad de Sajonia, el duque Federico poco antes fundó una universidad. Martin Lutero, fraile de San Agustin, á la sazon catedrático allí de escritura, desde el púlpito amonestó al pueblo no se dejasen burlar de los engaños do los bulderos; que la mercadería de Roma no era de tanto valor que no se pudiesen los dineros emplear en otra cosa con mas ganancia. Destos principios, como muchos le oyesen de buena gana, su locura se aumentó de tal suerte, que por su medio se emprendió casi en todo el mundo tal fuego, que en muchos años no se podrá apagar. El acudir muchos al remedio, por ventura no con tanta prudencia, fué ocasion que el mal sc enconase; que si le despreciaran, por ventura se cayera y no pasara adelante; pero las cosas pasadas mas fácilmente se reprehenden que se mudan. De años atrás estaba aquella gente preñada por los abusos y vicios que se vian donde y en quien menos fuera razon. Brotó el mal humor con esta ocasion y por medio deste fraile. La virtud todo lo asegura, el vicio lo desbarata. No prestan armas ni repuesto cuando el pueblo se le

vanta.

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