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justo enojo de la regencia empeñada en castigarle con pérdida de su empleo, el ministro de estado, que era don Pedro Labrador, el cual le queria mal, pero le estimaba.

En 1813 fué promovido á secretario de legacion en Suecia. Despues de haber pasado una grave enfermedad en Londres, fué á su destino, de donde regresó á España con licencia, aportando á Cádiz, á fines de 1814.

La situacion en que encontró su patria le irritó á punto de resolverse á no servir al despotismo, entonces triunfante y perseguidor, y aun de trabajar en derribarle. Grandes desgracias domésticas le asaltaron. Buscó á ellas distraccion en una vida alegre y licenciosa, dando márgen á justas censuras entonces, y despues á injustísimas calumnias que abultaron los estravios pasados en época en que ya estaban correjidos.

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Tomó parte por entonces en varias inútiles tentativas para derribar el gobierno y ya estaba á punto de embarcarse en Gibraltar para ir á ocupar su destino de secretario de legacion en el Brasil cuando noticioso de los grandes acontecimientos políticos que se preparaban, se volvió de Gibraltar, llegó oculto á Cádiz, se vió allí encerrado por haberse incomunicado la ciudad, donde hacia estragos la fiebre amarilla, se mantuvo escondido cerca de cuatro meses, de secreto pasó al ejército á verse con sus compañeros de planes, y tras de mucho afan y peligros consiguió contribuir en gran manera al levantamiento del ejército espedicionario que proclamó la constitucion en 1820. Se juntó con dicho ejército en la Isla, escribió proclamas de su general, se encargó con don Evaristo San Miguel de redactar una gaceta que al cabo trabajó Galiano solo, aunque ambos tuvieron el atrevimiento de poner al frente del primer número de aquel periódico que eran responsables de él, responsabilidad que, sitiados como estaban, y solos y constituidos en rebelion, no habria sido menos que la de la vida.

Triunfó la causa constitucional, y Galiano obtuvo un ascenso de escala en su carrera, entrando de último oficial de la secretaría de estado. Habia entonces empezado á hablar en público en la sociedad llamada patriótica de la Isla, y llegado á Madrid habló en la fundada en la Fontana de Oro con el título de Amigos del órden, que si bien establecida en sus principios para los fines que su título declaraba, pronto fué de violenta oposicion al gobierno.

Desavenido el ministerio con el ejército de la Isla y el general Riego, vino este á la corte donde hizo oposicion al ministerio y la sociedad de la Fontana le apoyó con discursos.

Por esto se le mandó á Riego con otros militares salir de Madrid, y á Galiano le intimó el oficial mayor de la secretaría de estado que cesase de ser de la sociedad de la Fontana, de la cual el mismo oficial mayor se retiraba con otros dos de sus colegas que eran socios. Se resistió Galiano; pero declarando que conocia ser incompatible su calidad de socio con la de oficial de secretaría, se mostró

pronto á renunciar su empleo. Le renunció en seguida, y no pretestando enfermedad sino dando por motivo que siendo opuesto á la política del gobierno, no podia servirle ni aun como empleado subalterno. Se quedó pues reducido á mero particular, lo cual se nota porque han supuesto sus enemigos que sacrificó la Fontana á un empleo cuando al revés sacrificó uno de los empleos mas codiciados á la Fontana.

Posteriormente vueltos Riego y los demas á la gracia del gobierno y á destinos análogos á los que habian perdido ó mejores, se ofreció á Galiano por sus servicios así antiguos como hechos á la revolucion, un empleo, considerado salida de oficial de secretaría como era entonces una intendencia. La aceptó por haber cesado ya lo que le movió á renunciar.

Partió á Córdoba y sirvió aquella intendencia desde principios hasta fines de 1821 é interinamente el gobierno político de la misma en dos ocasiones. En una de ellas anuló las elecciones de ayuntamiento hechas en Lucena y en una providencia dada para dictar como habian de hacerse elecciones nuevas, se escedió faltando á la ley, Por eso se le mandó encausar : pero cuando llegó la órden de suspenderle y procesarle acababa de ser elegido diputado á Córtes por Cádiz en la eleccion general hecha en diciembre de 1821 para las Córtes de 1822 y 23.

Fué á Cádiz, que estaba entonces casi en rebelion contra el gobierno, y aunque muy querido del partido llamado exaltado y elegido por él, se opuso á la continuacion del estado de resistencia y aconsejó la sumision que se logró no sin peligro del consejero ni sin que por entonces perdiese el favor de la gente de opiniones estre.madas.

En las Córtes se declaró uno de los corifeos de los exaltados cuyo afecto recobró, haciendo oposicion al ministerio de que era cabeza el señor Martinez de la Rosa. Se unió entonces muy estrechamente con Isturiz, su, cólega por Cádiz, union que siguió muy estrecha largos años, y tambien con don Angel Saavedra, hoy duque de Rivas, amistad que igualmente subsiste.

Concluida la legislatura ordinaria de 1822 y pasado el suceso del 7 de julio, subió al poder un ministerio exaltado al cual sostuvo Galiano con sus amigos, con empeño sumo. Pero contra este ministerio peleaban no solo los moderados sino la parcialidad llamada comunera, que en exaltacion le escedia. Galiano hubo pues de desamparar las sociedades patrióticas, siendo ya silbado en la conocida con el título de Landaburiana.

En tanto en las Córtes él fué quien propuso el famoso mensaje á S. M., con motivo de las notas de los ministros de las grandes potencias, despues del congreso de Verona, y de la respuesta que dió el ministerio español. Apoyó la proposicion de Galiano, Argüelles, que le abr zó y desde entonces vivió en grande amistad política así como privada con él hasta 1836.

En el dia 11 de enero de 1823, en que se discutió y aprobó el mensaje, Galiano fué llevado en triunfo con Argüelles por la plaza del Congreso.

A este triunfo siguieron desgracias. Invadida España, retirados el rey y el congreso á Sevilla y adelantándose hácia aquella ciudad los franceses, Galiano dirigió la sesion en que fué suspendido de su autoridad don Fernando VII y llevado á Cádiz, y de él fué la proposicion para la suspension, así como otras anteriores sobre el mismo negocio.

rey

Por eso rendida Cádiz, vencedores los franceses y restablecido el en su poder, huyó Galiano con otros y fué condenado en rebeldia á muerte y confiscacion de bienes en dos sentencias distintas, una por la proposicion de Sevilla y otra por la parte que tuvo en la revolucion de 1820.

Pasó á Inglaterra donde residió siete años trabajando ya en dar lecciones de lengua y literatura española, ya en escribir sobre asuntos políticos y literarios en las Revistas y Almacenes, y de las primeras en la tituladas de Westminster, y Foreign Quarterley. Debió mucho á los ingleses, favoreciéndole el poseer su lengua para escribirla mas aun que para hablarla. Creada á la sazon una grande universidad en Londres, se pensó establecer en ella cátedras de literaturas de varias naciones, y entrando en estas la española, la nueva cátedra fué dada á Galiano prefiriéndole á otros varios que la pretendieron. La sirvió dos años, pero ocurriendo la revolucion francesa pasó á Francia, viage que volvió los pensamientos de Galiano á la política. Creyó probable que siguiese á la caida de Cárlos X y su dinastia la del despotismo español, pero pronto se desengañó. Se estableció en Paris, donde pasó año y medio, y de allí fué á establecerse á Tours, donde vivió dos años muy estimado de aquellos habitantes y pagándoles el afecto que les debia. Quien le conoce, siempre le oye hablar de Tours con predileccion singular.

En 1832 hubo una amnistia en España de que fué escluido Galiano, con los diputados á Córtes votantes de la suspension del rey en Sevilla. Muerto Fernando VII, salió segunda amnistia para treinta y un diputados, pero escluyendo tambien á Galiano con otros veinte y siete; en fin, siendo ministro Martinez de la Rosa, una tercera amnistia permitió á Galiano volver a su patria.

Entrando en ella en junio de 1834 llegó á Madrid el 18 de julio, y desde luego empezó á escribir en el Observador y el Mensagero de las Cortes, quedando solo en este último, que despues se unió con la Revista Española con el título de Revista Mensagero. Poco despues de empezar su carrera de escritor volvió á la de diputado, habiéndole elegido la provincia de Cádiz á últimos de setiembre de 1834, procurador á Córtes. En el estamento hizo lo que en el periódico en que siguió escribiendo : su oposicion al ministerio fué vehemente, aunque en varias cuestiones indicó ser de doctrinas diferentes de las sustentadas por la oposicion. Terminada la legislatura

de 1834 á 35, Galiano no desamparó la Revista Mensagero. Cuando el conde de Toreno se puso al frente del ministerio, succediendo á Martinez de la Rosa, Galiano casi se inclinó á darle apoyo, pero pronto desistió, volviendo á hacer oposicion, si bien con mas templanza que antes.

Ocurrió en aquel verano el levantamiento de la milicia urbana de Madrid el 15 de agosto, coincidiendo esta sedicion con otras parecidas en las provincias. Galiano no solo no tomó parte en el acto de los milicianos, no solo no fué siquiera á la Plaza mayor, lugar donde la sedicion tenia su asiento y real, como fueron otros mil, algunos por curiosidad, y no pocos para unirse con los levantados, sino que claro y en alta voz desaprobó aquel levantamiento; sin embargo, vencidos los sublevados, Galiano con otros diputados, menos inocentes que él, fué sorprendido en su casa y cama por la madrugada y encerrado en la cárcel de corte en un calabozo é incomunicado. Parece imposible que no hubiese para ello el mas leve motivo sino el considerar que el preso era de la oposicion como procurador á Córtes y como periodista. Pero así fué, pues nada aparecia contra él. Tan mal tratamiento le encendio en ira contra el ministerio mas de lo debido con todo nunca aprobó las juntas, Caido Toreno, se unió Galiano con su succesor Mendizabal, y como las juntas anduviesen reacias en someterse al gobierno bajo el nuevo ministro, escribió contra ellas, aunque opinando que debian disolverse las Córtes.

Celebró demasiado á Mendizabal, de quien creyó podia hacerse un instrumento: el mismo Mendizabal le hizo ministro del consejo real en la seccion de marina, siendo entonces intendente de provincia cesante y secretario del rey, empleos que tenia desde 1820 y 21 con cesantia crecida. Nombrado vocal de una junta para preparar un proyecto de ley electoral que el gobierno presentase á las Córtes, Galiano estendió con dos de sus colegas un plan de eleccion directa por el cual entre capacidades y mayores contribuyentes, el derecho de elejir estaba conferido á unas cincuenta ó sesenta mil personas, repugnando este plan los señores Calatrava y Ortigosa, que eran los otros vocales de la citada junta, quienes opinaron por el método electoral de la constitucion de 1812, con la variacion de convertir el voto universal en poco menos, y pidiendo condiciones de propiedad. Aquí se ve que Galiano no queria la constitucion de 12, como creian muchos.

Abiertas las Córtes, Galiano defendió á Mendizabal con calor, recibiendo poco apoyo del ministro á quien tanto daba. Enzarzado en reñidos debates con la mayoria, picado é imprudente, tuvo gran parte en decidir á Mendizabal, que no queria, á dar el funesto paso de disolver aquellas Córtes en enero de 1836.

No bien fueron disueltas, cuando Mendizabal se separó de Galiano. Hubo nueva eleccion en que este fué reeligido entre una mayoria que le asustó y disgustó, por parecerle revolucionaria por

demas y algo ignorante. Así que unido con su amigo Isturiz apareció en las nuevas Córtes contrario al ministro á quien habia dado tan fuerte apoyo. Esto dió un gran golpe á su popularidad, si bien le ganó mucha entre el partido moderado que se unió con él, cediéndose de ambas partes sobre lo pasado y lo que se pensaba para lo futuro.

En 15 de mayo, caído por renuncia el ministerio de Mendizabal, se formó uno presidido por Isturiz en que tocó á Galiano la secretaría del despacho de marina. Este ministerio fué desgraciado. Terminado con la revolucion de la Granja, Galiano, objeto del furor de los exaltados dominantes, tuvo que huir á Francia, en donde apareció refugiado de nuevo como poco constitucional, á los dos años y tres meses de haber salido de allí para España, uno de los últimos amnistiados por demasiado adicto á la constitucion!

Galiano pasó á Paris, en donde residió algun tiempo.

El gobierno de Madrid, aunque constitucional, por un decreto, sin procedimiento judicial, le condenó á pérdida de sus empleos y secuestro de bienes, juntamente con los señores conde de Toreno, duque de Osuna, marques de Miraflores y otras dos ó tres perso

nas mas.

No quiso Galiano jurar la constitucion de 12, pero juró la de 1837 luego que la aceptó S. M.

En noviembre del mismo año de 1837, Galiano, trasladado de Paris á Pau en aquel verano, viendo ya su patria tranquila y sabiendo que estaba otra vez elegido diputado á Córtes por Cádiz, se trasladó á España con su segunda esposa y un hijo recien nacido, fruto de este su segundo matrimonio. Llegado á Madrid, pronto tomó asiento en las Córtes, donde habló y votó con la mayoria y en muy estrecha union con Martinez de la Rosa y Toreno, sosteniendo con calor el ministerio del conde de Ofalia. Ningun empleo, ni condecoracion ha ganado por ello, siendo muy de notar que cuando en España se han hecho tan comunes las condecoraciones, Galiano despues de algunos servicios en la carrera diplomática, en la cual á nadie falta una cruz, está en el caso de haber blasonado ante los electores de Cádiz de que tiene tan limpio el ojal de la casaca como el bolsillo y la conciencia.

La aficion á escribir sigue en Galiano, aunque acaso la falta de recursos le lleva á no soltar la pluma, pues es pobre ahora habiendo sido en su juventud bastante rico, y estándole detenida aun por deudores morosos parte de la herencia que tuvo de su padre. Sea por lo que fuere, Galiano, en junio de 1838, empezó á escribir en el Correo nacional, y cuando este periódico hizo guerra al partido moderado, en octubre, se pasó á la España. En marzo último fundó el Piloto con su amigo, y á la sazon cólega en las Cortes y diputacion por Cádiz, don Juan Donoso Córtes.

Tambien regenta Galiano la cátedra de derecho político constitucional en el Ateneo, reunion la mejor entre algunas buenas que

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