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CAPÍTULO QUINTO

Representación del Virrey del Perú, Caballero de Croix, para la extinción del Virreinato de Buenos Aires, y, en su defecto, para una nueva división territorial.-Importantes actos y declaraciones oficiales que definen con mayor precisión los límites de ambos Virreinatos.

I

La creación del Virreinato de Buenos Aires, y muy especialmente la incorporación á esta nueva entidad colonial del distrito de la Audiencia de Charcas, nunca fué del agrado de los Virreyes del Perú ni de los altos funcionarios residentes en Lima. Apenas se tuvo noticia de esta erección, se produjo corriente adversa, y el Virrey Guirior, encargado de practicar la separación de las Provincias, no vaciló en hacer oposición á las primeras medidas del Virrey Cevallos.

Con rara perseverancia y argumentos especiosos se gestionó la supresión y extensión del nuevo Virreinato ó, no siendo esto posible, por lo menos la rectificación de la división, adjudicándose al Perú desde Jujuy al Norte ó desde la Intendencia de La Paz inclusive y en el caso más extremo, desde las Provincias,

del Collao inclusive. Esta obsesión se desplegó vigorosa, hasta producir la segregación de las últimas Provincias y se ha mantenido tenaz después de la independencia, á tal punto, que no es aventurado asegurar que la presente controversia no es más que una de sus manifestaciones.

El nuevo proceso, si bien trajo por consecuencia la desmembración, en beneficio del Perú, de una de las zonas más ricas y pobladas de Charcas, como haremos conocer más adelante, originó, en cambio, una serie de actos que definieron con más precisión la línea divisoria de ambos Virreinatos, por confesiones y declaraciones oficiales de los Virreyes del Perú, que, como hemos dicho más atrás, fueron los encargados de hacer practicar la separación material de las Provincias componentes de uno y otro virreinato.

Efectivamente, en 16 de Mayo de 1789 el Virrey Caballero de Croix elevó á la Corona una extensa representación exponiendo los graves inconvenientes que había ocasionado a erección del Virreinato de Buenos Aires, y los que todavía ocasionaría «si no se reformaba rectificándose la división del Reino del Perú con la extensión de éste de Lima hasta la ciudad de Jujuy ó cuando menos hasta la de La Paz y sus Provincias inclusive y esto cuando no sea más conveniente su extensión».

Las principales objeciones que propuso para fundar esta representación, fueron:

Que habiendo comprendido el Virreinato de Buenos Aires, todos los corregimientos, pueblos y territorios á que extendía su jurisdicción la Audiencia de Charcas, las Provincias de La Paz, Chucuito y Puno, quedaban muy distantes de la Capital, estando relativamente más próximas al Virreinato de Lima, de donde podían ser mejor atendidas.

Que estos inconvenientes eran mayores con las Provincias de Lampa, Azangaro y Carabaya, de la Intendencia de Puno, que en lo espiritual pertenecían al Obispado del Cuzco, y en lo judicial á la Audiencia del mismo nombre, creada en 1787; pero que en materias de guerra, policía y hacienda, dependían del Virreinato de Buenos Aires, lo que originaba verdadera confusión.

Que para conservar el orden público en las Provincias y defender las costas del mar del Sur, era más eficaz la acción desplegada del Callao y Lima, como se había hecho en tantos años por intermedio de la Audiencia de Charcas, sin necesidad de emplear grandes gastos, ni mantener un ejército considerable. << Fuera de estos inconvenientes, dice el Virrey, presenta otra de mayor bulto la ac«tual división del Virreinato. Es incontesta<ble la dificultad de impedir el contrabando

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de Buenos Aires con las colonias portugue< sas confinantes. Aunque les falte la Colonia

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del Sacramento que era un almacén inagotable, tienen el río Grande, el de La Plata, « el Paraná, Itenez, Mamoré y otros con la laguna Minique, les franquean muchas proporciones para introducir géneros en la Pro<< vincia de la Sierra. Con su separación de << este Virreinato y decadencia de su comercio interior con esta Capital, se conducen los géneros y caudales por la vía de Buenos Aires, etc., etc».

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« Por el río Beni y el Mamoré, les es fácil á << los portugueses la internación á las misio<< nes de Apolobamba, confinantes con la Pro<< vincia de Carabaya que dista de la Capital << de Buenos Aires 800 leguas. ¿Qué provi<< dencia y con qué oportunidad podrán darse « desde allí á tanta distancia, que no sean << ineficaces para la introducción? Con cuán« ta mayor proporción y mejor suceso se po<< drán comunicar las Provincias desde esta Capital y mucho más desde la Audiencia << del Cuzco, cercana á dichas misiones en « más de la mitad de leguas que distan de << Buenos Aires»?

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« A la verdad que este Virreinato (del Pe

rú) no admite más división que las que pa« rece que le dió la naturaleza, designándole << por límites á Jujuy. Cuando sin embargo de

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esto, se considere necesaria la subsistencia del Virreinato de Buenos Aires, y no se ten« ga por más beneficiosa su extinción dejando una Audiencia Pretorial, dependiente ó < independiente del Superior Gobierno de Li« ma, no tendrá poco que atender con los millares de leguas que comprende su extensión « que sólo desde Buenos Aires á Jujuy; situa« da al Oeste Este se contienen 407 leguas; « siendo muchísimas las que contienen al Sur por su confinación con las tierras Maga« llánicas; al Norte con el río de las Amazo« nas; y al Este con el Brasil».

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Muchas otras razones expone el Virrey, todas ellas en favor de la causa de Lima, y no encontrando más argumento, concluye así: I por último, Lima, que á sido populosa y « opulenta por las singulares circunstancias que han hecho fructuoso su comercio por ⚫ más de dos siglos y medio, que han pasado « desde su gloriosa conquista, es digna á la « verdad de la mayor consideración y de que siempre se la conserve en su antigua grandeza y esplendor sin exponerla á su dete« rioro y ruina por causa de la división de su Virreinato y consecuencias originadas de ellas (1)».

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(1) Anexo N.° 83.

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