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INTRODUCCION.*

La vida pública del conde de Toreno no principia con su vida parlamentaria, por más que al tomar asiento en las primeras Córtes españolas modernas no hubiese cumplido la edad que la ley exigia. Su posicion social y política, sus dotes naturales y los extraordinarios acontecimientos acaecidos en España con motivo de la invasion francesa, fueron causa de que, apenas terminada su adolescencia, cumplidos veinte años, tomase Toreno parte eficaz y activa en los negocios públicos.

Único hijo varon que tuvieron sus padres, pertenecientes respectivamente á antiguas y ricas familias de Asturias y de Cuenca, D. José María Queipo de Llano y Ruiz de Saravia recibió desde sus primeros años una educacion muy esmerada. Nacido en Oviedo el 26 de Noviembre de 1786, no habia aún cumplido cinco años cuando sus padres se trasladaron sucesivamente á Madrid, Toledo y Cuenca, fijando por último su residencia en la córte en 1797. Principió entonces Toreno á estudiar con notable aplicacion y provecho las humanidades, base irreemplazable de toda educacion literaria, completándola despues con el estudio de las ciencias exactas y naturales y el de varias lenguas vivas, cuyo conocimiento le fué pronto de suma utilidad. Echábanse de ver ya en el jóven Queipo de Llano, al decir de los que le conocieron, las

prendas de inteligencia y de carácter por las que despues hubo de ser más generalmente estimado, y esto, unido á su posicion y á las facilidades que su permanencia en la córte le ofrecia, hizo que bien pronto le mirasen con especial predileccion y estableciesen con él amistoso comercio las personas más conocidas por su capacidad é ilustracion, cuyo trato, por otra parte, él ansiosamente procuraba.

Dió esto por resultado que pronto se inoculasen en su ánimo las doctrinas y tendencias á la sazon más en boga. Influyeron para ello su primer preceptor de latinidad, D. Juan Valdés, hombre que, siendo muy notable por su capacidad y por su ciencia, lo era tambien por el ardor con que profesaba las nuevas ideas; y además un religioso, el abad de los Benedictinos de Monserrat, que, recien llegado Toreno á Madrid, fué quien puso en sus manos el Contrato social y el Emilio, libros funestos que hicieron, sin embargo, la educacion filosófica y política de la generacion que nos ha precedido.

En las largas temporadas que Toreno pasaba en Madrid, cuando sus padres, en 1803, volvieron á Asturias, sus principales directores y amigos fueron su paisano don Agustin Argüelles, D. Ramon Gil de la Cuadra y otras personas tan conocidas por su ilustracion como por sus principios políticos avanzados.

Hallábase el Conde en Madrid cuando estallaron los terribles acontecimientos de 1808, y la parte activa que una circunstancia casual le hizo tomar en aquellos sucesos vino á aumentar la indignacion ardiente que causaron en su alma.

Cuando podia creerse terminada la heróica pero desgraciada lucha que entre el pueblo de Madrid y las tropas francesas habia tenido lugar en la mañana del dia 2 de Mayo, cuando por parte de Murat se habian hecho ofertas de olvido y de reconciliacion general, en virtud de las cuales los españoles se retiraron á sus casas, apode

rándose inmediatamente y sin resistencia las tropas francesas de las posiciones abandonadas, se supo con dolor y espanto que éstas continuaban prendiendo y arcabuceando á multitud de españoles tranquilos, que, fiados en solemnes promesas, habian vuelto á sus ocupaciones acostumbradas. Hallábase entre los presos D. Antonio Oviedo y Portal, paisano y amigo de Toreno. Sabedor éste del caso, corre á casa de D. Árias Mon, respetable anciano, que, fiado en la religiosidad de la palabra empeñada, descansába tranquilamente en ella; hácele presente el caso, resistese Mon á dar crédito á sus palabras, concluyendo, sin embargo, por dar á Toreno una órden para que su amigo fuese puesto en libertad. Atraviesa el Conde, y no sin peligro, las líneas francesas, y llega á la casa de Correos; pero en vano presenta al general Sesti, que mandaba las fuerzas españolas, la órden del gobernador. Aquel italiano, indiferente é ingrato para con su patria adoptiva, eludió con evasivas el cumplimiento del superior mandato, y Toreno se retiró á su casa á llorar la suerte de su amigo y de su patria, cuando, pálido y despavorido, vió á poco entrar por las puertas de su habitacion á D. Antonio Oviedo, que, atado ya para ser arcabuceado, solo habia debido la vida á la generosidad de un oficial que, movido á compasion por los ruegos y protestas de inocencia que en mal francés le dirigia Oviedo, dió órden para ponerle en libertad.

Tales acontecimientos debieron dejar profunda huella en el corazon ardiente de Toreno; y la sentida y elocuente relacion que en su Historia del levantamiento, guerra y revolucion de España (1) hace de estos sucesos lo demuestra bien á las claras. Pronto estos sentimientos tuvieron natural desahogo. Lo ocurrido el 2 de Mayo en Madrid, al par que llenaba de indignacion el ánimo de todos los españoles, no podia dejar duda acerca de las verdaderas in

(1) Tomo I, libro II de la edicion de Madrid, 1848.

tenciones de los franceses, y el fuego de la insurreccion cundió por todas partes. Asturias, cumpliendo noblemente su deber, fué la primera en levantar el grito de independencia, y la junta general del principado, reliquia felizmente conservada en el naufragio de sus antiguos fueros, no vaciló en asumir todos los poderes, tomando la representacion de la provincia enfrente del gobierno usurpador.

Pocos dias despues de los acontecimientos de Madrid salió Toreno para Asturias, donde su presencia contribuyó no poco á enardecer los ánimos y á regularizar el movimiento, pues, como testigo presencial y como parte activa que hasta cierto punto habia sido en los sucesos del 2 de Mayo, todos deseaban oir de su boca el relato de aquellos hechos, cuyos detalles avivaron más y más el ardimiento patrio de la provincia. Desde los primeros dias de su llegada principió Toreno á asistir á las reuniones secretas que se celebraban en casa del canónigo D. Ramon de Llano Ponte, con el fin de organizar el levantamiento, y apenas estalló éste el dia 25 de Mayo, fué nombrado, en union de otras personas notables del pais, individuo de la junta general del principado, á la que ya pertenecia su padre como miembro nato por privilegio de familia. Muy luego le eligió la junta para que, en union con D. Andrés Ángel de la Vega, pasase á Inglaterra con el delicado objeto de entablar negociaciones con aquella nacion.

Este es el primer hecho verdaderamente importante de la vida pública del conde de Toreno, á la sazon vizconde de Matarrosa. Apenas habia cumplido veintidos años y ya se le encomendaba una mision tan importante y delicada como era la de obtener del gobierno inglés el reconocimiento de la junta de Asturias y los auxilios necesarios. para que ésta pudiese perseverar en su empresa. Sin duda, la circunstancia de que Toreno, aficionado al estudio de las lenguas vivas, poseia con bastante perfeccion el inglés, requisito importante para esta mision, y que pocas

personas debian reunir en aquella época, influyó notablemente en el nombramiento del Conde.

Las primeras dificultades comenzaron cuando se trató de hacer el viaje. No habia en aquellos momentos ningun crucero inglés en las costas de Asturias, y era arriesgado embarcarse en un buque español, sometido á la vigilancia del gobierno francés, que fácilmente hubiese podido averiguar el objeto del viaje de los comisionados y frustrar sus propósitos. Por casualidad apareció en aquellos dias en el cabo de Peñas un corsario de Jersey, que, aunque al principio se negaba á entrar en tratos, sospechando algun engaño, accedió al fin, mediante una crecida suma, á trasportar á los comisionados á Inglaterra, dándose á la vela en Gijon el 30 de Mayo y arribando felizmente á Falmouth el 6 de Junio.

Apenas desembarcaron los comisionados cuando, en compañía de un oficial de la marina real inglesa, se dirigieron inmediatamente á Londres. Recibidos primero por el secretario del Almirantazgo, Mr. Wellesly Pool, que apenas, dice Toreno (1), «daba crédito á lo que oia, procuran»do con ansia descubrir en el mapa el casi imperceptible >>punto que osaba declararse contra Napoleon». Poco despues fueron recibidos por el célebre Mr. Canning, á la sazon ministro de Negocios extranjeros, que, en vista de las proclamas, del calor y persuasivo entusiasmo que animaba á los enviados asturianos, comun entonces á todos los españoles, les prometió, en nombre del gobierno inglés, proteger, con el mayor esfuerzo, el glorioso alzamiento de la provincia que representaban. «Su pronta y viva pene>>tracion, añade Toreno, hablando de este ministro, colum»bró el espíritu que debia reinar en toda España cuando »en Asturias se habia levantado el grito de independencia: »previendo igualmente las consecuencias que una insur

(1) Toreno, Historia del levantamiento, guerra y revolucion de España: tono I, pág. 167, edicion de Madrid de 1848.

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