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en la navegación costanera, si se tiene en cuenta la ausencia de fuertes temporales en el Pacífico.

Todavía en plena conquista española, encontramos noticias del uso de estas balsas aprovechadas por los conquistadores para sus traspartes, y hasta para combates navales, sostenidos en pleno lago Titicaca. En éste, desde el tiempo de los incas, se principió a navegar también en balsas de la madera de cañaleja, que al ser conocida por los emperadores peruanos,fué trasportada en cantidades a las orillas del lago para la fabricación de embarcaciones más cómodas y amplias, tan necesarias para sus viajes a las sagradas islas del lago (21).

En una curiosa relación, de principios del siglo XVI, leemos: «Y llegando Hernando Pizarro al Desaguadero, mandó hacer balsas, y acaso halló allí una madera liviana que es apropiada para aquello, la cual Guainacaba, antecesor de los Incas, la había hecho traer allí en hombros de indios, de más de trecientas leguas, para hacer las balsas en que él entraba a se holgar en aquella laguna en sus fiestas; y de aquella madera se hizo una grande, en que se metió Hernando Pizarro con hasta quince o veinte hombres y en las otras de enea se repartieron hasta otros tantos y mandó que toda la gente demás quedase a caballo, porque se temía de cinco mil indios amigos que llevaba y que se le habían juntado en Atumcollao, y de aquellos pueblos que iba pacificando, porque no tuviesen lugar de hacer algún engaño». Y más adelanto se lee, asimismo: «Mandó luego (Hernando Pizarro) esa tarde traer más palos de aquella madera liviana que allí había mandado el Guaynacaba, como dicho tengo, y trajéronselos por la mañana e hizo hacer dos balsas grandes y meterlas en la laguna, que estaba allí junto la boca della, por donde desagua, porque la furia del agua no las tornase a llevar y mandó que los indios hiciesen balsas para sí».

Metióse Hernando Pizarro con cuatro españoles a pie en la balsa de las grandes y en la otra se metió Gonzalo Pi

(21) Relación del sitio del Cuzco y principios de las guerras civiles del Perú. — 1535-1539, autor anónimo. Col. de Libros Españoles Raros o Curiosos. T. XII, p, 179 y sigs.

zarro y Alonso de Toro con sus caballos, y díjoles que se viniesen en pos de él, y que en ninguna manera saltasen en tierra hasta que él la tuviese ganada porque no le matasen los caballos. Mandó Hernando Pizarro que los indios desde que le viesen en tierra se echasen al río en sus balsas, porque no cargasen los indios a la parte donde él desembarcase, sino que se repartiesen por todas partes, y a Gonzalo Pizarro, porque no le flechasen los caballos, se quedase atrás hasta que él hubiese tomado tierra,como ya les había dicho» Y más adelante, siguiendo la descripción de la batalla, agrega: «Los indios amigos echaron al río tantas balsas que repartidos los enemigos a defender por todas partes la tierra, no pudieron resistirles que no ganasen la ribera y les hicieron volver huyendo. Las balsas de madera volvieron a gran furia a pasar caballos» (22).

Estas mismas balsas de madera liviana, como dice el cronista, se usaban también para el trasporte y viaje en los ríos de la Montaña, en el Amaru Mayo, en el Urubamba, Ucayali y Marañón en la región de los Mojos; y es seguro que cuando los Incas penetraron a las altas regiones de los bosques amazónicos y conocieron la ligera canoa usada por los indios de los ríos amazónicos, utilizaron esta embarcación para sus expediciones en los países fluviales de la región de los Chunchos y los Mojos; no otra cosa se colije de la descripción que el padre Felipe de Alcaya hace del viaje y expedición militar del capitán Mango Inga, sobrino del Inca Manco (Manco II?) a la región de los Mojos (23).

Pero fué en el lago Titicaca donde el barco peruano adotó su tipo originalísimo, si cabe, formándolo de series de

(22) Relación del sitio del Cusco, etc., Col. cit.. T. XIII. págs. 181 183.

(23) Relación del padre Felipe de Alcaya, cura de Mataca, sobre el descubrimiento y conquista de Moso Llacta o Mojos. Véase Exposición de títulos que consagra el derecho de Bolivia sobre la zona de Pilcomayo, Paraguay, presentada por el ministro Ricardo Mujía T. I., pág. 143.

Véase, asimismo, para el uso de balsas de totora en el lago Titicaca y la construcción de puentes de balsas de totora, la Descripción de expedi

haces de totora reunidas hasta hacer algo así como un semiesferoide oblongado, al que se dejaba una cavidad inte rior, que hacía la cavidad del barco, y atravesado por dos maderos cruzados de popa a proa y de babor a estribor, servían de base para el palo mayor de la vela, que se ataba en el punto de cruce, así como también para el amarre de los cables. La carga y pasajeros se introducen en la cavidad y se guarecen de la intemperie únicamente cubriéndose con mantas. Este barco es típico del lago y lo usan todos los indios de los pueblos de la ribera. (Véase el grabado número 5).

Que los antiguos egipcios usaron de una materia parecida a la totora para la construcción de sus navíos que recorrían el Nilo, y tuvieron un tipo idéntico de embarcaciones a las de los antiguos collas, es ya cosa bien sabida. Castelnau fué el primero en descubrir la semejanza entre los barcos de totora de los indios del Collao y los rápidos navíos egipcios usados en el antiguo imperio de los faraones, tal como se mostraban en el sepulcro de Ramses III, en Tebas. Reproduzco aquí uno de estos navías usados en el Egisto durante las primeraz dinastías. Se trata de un relieve que decora una tumba próxima a las Pirámides y en el que se puede ver no sólo la identidad con la barca de totora de los aimarás, sino también la manera de construírla empleando el tallo del papirus. (Véase el grabado número 6). En otro bajo relieve se observa un combate naval con barcos del mismo tipo. (Véase grabado número 7). Esto, si no es una filiación étnica, prueba, por lo menos, la unidad de tendencias en el hombre, cuando impulsado por la necesidad, tiene, para satisfacerla, iguales medios,

Entre los antiguos peruanos fué muy poco usado el barco de madera de una pieza, tal como se le observa entre los indios de la región de los bosques. Aquí la abundancia de madera adecuada para embarcaciones y la facilidad de ad

ciones indígenas, por don Baltasar Ramírez, dirigida al Viso Rey don Gaspar Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey. Exposición de títulos que consagran el derecho de Bolivia a las zonas Pilcomayo-Paraguay, T. İ., pág. 451-453.

quirirla, obligó al salvaje a emplearla en sus ligeras piraguas, como se observa hasta hoy. «Es de admirar ver que entre tanta infinidad de indios, que cada uno necesita, por lo menos, para su familia, de uno o dos palos, de que labran una o dos canoas, como de hecho las tienen; a ninguno le cuesta más trabajo que, saliendo a la orilla, echarle un lazo cuando va pasando y amarrarle a los mismos umbrales de sus puertas, donde queda preso, hasta que habiendo ya bajado las aguas y aplicando cada uno su industria y trabajo, labra la embarcación de que tiene necesidad». Así nos cuenta el padre Cristólal de Acuña, que lo observó en 1639, durante su viaje de exploración por el río de las Amazonas (24).

En estas lijeras embarcaciones se aventuraban hasta las cabeceras de los ríos, y visitaban grandes extensiones del territorio, obligados por el pillaje o por la guerra. Los incas usaron la canoa muy poco; las tradiciones nos hablan siempre del empleo de balsas en las expediciones marítimas y fluviales, y si alguna vez llegó a emplearse la piragua del salvaje (que, por otro lado, era difícil para trasportar a muchas personas), sería, como lo cree Beuchat, después que los Incas tuvieron en contacto con los pueblos salvajes del Amazonas (25).

Otro género típico de embarcaciones del indio yunga de la Costa peruana, era el llamado por los españoles caballito de totora. Consiste en un haz de estos tallos de totora (matara), recogidos fuertemente en forma de cigarro puro, pero con uno de sus extremos levantado. Su parte gruesa semeja, efectivamente, al lomo del caballo, y allí monta el pescador, que se lanza al mar en busca de pesca. Para dirigír este flotador, que no merece el nombre de barco, usa de unas paletas de madera que lleva colgadas en la parte delantera. Por lo demás, el piloto tiene las piernas introducidas en el agua y debe soportar todos los embates de las ondas con una gran agilidad y destreza, para no zozobrar. (Véase las grabados numeros 9 y 10).

(24) Cristóbal de Acuña, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas. Número XXXVIII. Col de Libros Españoles que tratan de, América. raros o curioosos, T. II.

(25) H. Bouchet, Manual d'Archeologie Americaine. Lib. II c. X.

En las vasijas de los antiguos yungas encontramos muy bien representados los diferentes tipos de embarcación, tales como nos los describen los cronistas. La balsa de enea, la de plataforma, impulsada y dirigida por nadadores en el paso de los ríos; nadadores que llevan boyas o flotadores de calabazo para auxiliarse, tal como nos las describe el padre Cobo. (Véase grabado número 11). Asimismo, la barca de totora de las usadas en el lago Titicaca y que también se asemejan a las del antiguo Egipto. (Véase los grabados números 12, 13, 9 y 10).

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No. 15-Canoas usadas por los indios caucheros en los ríos del Oriente del Perú.

Nada más curioso que el cantarito que se muestra en el grabado número 15, sacado de una tumba de Pachacámac. En el anverso se ve un relieve en que se halla en plena mar un pescador montado en su caballito de totora. El alfarero ha querido representar el mar pleno, y ha vencido su ignorancia de la perspectiva, dibujando al rededor del navegante pescados y gaviotas, que caen de lo alto sobre las ondas para coger a los peces. En el reverso se ven, sobre el caballito de totora, no ya uno, sino dos pescadores. Aquí, como

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