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CARTA

DEL SEÑOR MINISTRO DE ESTADO

Á MONSEÑOR NUNCIO.

Excelentísimo

xcelentísimo Señor: Entre los muchos objetos de dolor que ha contemplado la España durante la dominacion del llamado Gobierno constitucional, uno de los mayores ha sido ciertamente la irreligiosidad con que sus orgullosos miembros han manejado los negocios eclesiásticos. Estos excesos llegaron á su colmo cuando produgeron el necesario aunque sensible efecto, de que esta Nacion, que siempre se habia distinguido por su piedad, viese completamente interrumpidas todas sus relaciones políticas y religiosas con el Gefe de la Iglesia, verificada que fue la escandalosa expulsion de V. E. de esta capital.

Apenas instalada la Regencia del Reino recordó con dolor todo lo acaecido en esta desgraciada época; pero tambien experimentó el pronto consuelo de ver aproximarse el feliz momento en que renazcan la hermosa

paz y armonía que habian reinado entre este católico pueblo y el Padre de los fieles; paz Y armonía que V. E. supo mantener y fomentar por tantos años hasta que el torbellino de las pasiones y de las doctrinas innovadoras inutilizaron todos los esfuerzos de sus acreditadas virtudes y prudencia.

S. A. S. desea vivamente que se renueven aquellas venturosas relaciones, y que V. E., restituido á esta Corte, sea el íris de tan suspirada concordia.

Al comunicar á V. E. estos sentimientos de S. A. S. no puedo menos de manifestarle la completa identidad de los mios hacia la respetable persona de V. E., y de asegurarle mis deseos de emplearme en su obsequio. Excmo. Sr. B. L. M. de V. E. su mas atento y seguro servidor. Victor Saez.

El señor Nuncio, conservando siempre aquel bello carácter que le ha distinguido en circunstancias las mas críticas y espinosas, contestó en los términos siguientes:

Burdeos 13 de julio. El infrascripto Nun cio de su Santidad cerca de S. M. C. se apresura á responder á la Nota en extremo lisonjera que S. E. el señor Ministro de Estado de España le ha dirigido con fecha de 8 del corriente en nombre de S. A. S. la Regencia.

Los sentimientos que muestra la Regen

cia, y los nobles votos con que los acompaña son por cierto bien dignos del alto carácter de que se halla revestida hoy dia de resultas de la dura y lastimosa cautividad del legítimo Soberano.

Los votos y sentimientos del Sumo Pontífice y del infrascripto, que tiene el alto honor de representarle en la católica España, en nada se diferencian de los de la Regencia. Asi es que mientras ésta continuará sus generosos esfuerzos para conseguir la tan deseada libertad del infeliz Monarca, y el restablecimiento del trono, el Gefe de la Iglesia hará otro tanto para que la Religion, recobrando su justo y saludable imperio, consolide la tranquilidad del Estado, disipe las discordias interiores, y reuna á todos los valientes y generosos Españoles en una familia que reconozca en su Rey un padre comun, destinado por da Providencia á formar su felicidad, y que esté pronta á sostener y defender los derechos de aquél á costa de cualquiera sacrificio.

El infrascripto para conseguir este fin, y para corresponder no menos á la órden expresa de su Santidad, que á los deseos de la Regencia, saldrá luego para Madrid, Alli se promete ser, segun la expresion de S. E. el señor Ministro de Estado, el íris de paz y concordia con la Iglesia, y con

su supremo Pastor, union feliz que ha de ser precursora de la que no tardará en renovar los vínculos de fraternidad que deben unir inseparablemente entre sí á los pueblos de una misma nacion.

El infrascripto ruega á S. E. el señor Ministro de Estado de poner en conocimiento de S. A. S. esta respuesta, y de recibir al mismo tiempo la seguridad de la mas alta consideracion del Nuncio Apostólico. G. Arzobispo de Tiro.

En su consecuencia se puso en viage, y llegó á esta Córte el dicho señor Nuncio el martes 22 de julio de 1823, fue presentado á la Regencia el 24 con las formalidades de estilo, y permanece habiendo merecido por su entereza y celo la benevolencia de nuestro amado Soberano.

NOTICIA

sobre la Nunciatura de España.

Las varias Notas que hemos publicado de Monseñor Nuncio en nuestra Coleccion, exigen como de justicia el que demos una breve noticia histó~ rica de la Nunciatura de España.

Los Nuncios son los representantes del Sumo Pontífice, y como tales se hallan revestidos de aquella parte del supremo poder espiritual que tiene á bien el delegarles el Vicario de Jesucristo éste, como cabeza de la Iglesia universal y Pastor de los Pastores, tiene derecho, y es un deber en él extender la solicitud de su cuidado pastoral á todas partes, y egercer en todos los Reinos y en todas las diócesis su jurisdiccion y autoridad pontificia; y no siéndole posible hacerlo por sí mismo, ni estar personalmente en todas partes, es preciso para su exacto desempeño, y conviene que elija para los diversos Reinos y Naciones comprendidas en su vasta grey, Nuncios, ó sean legados que le representen y hagan sus veces , y egerzan en su nombre las facultades pontificia y apostólica. De donde se ve que el dere

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