Imágenes de páginas
PDF
EPUB

que se lisonjea aun hoy, de verlas reparadas al tenor de sus reclamaciones.

Finalmente, lleno de confianza en la prudencia y justicia del Gobierno de S. M., no debe ni puede dudar del mas feliz éxito de esta controversia suscitada por la ilegal expulsion del Obispo de Málaga, y al paso que suplica á S. E. el señor Ministro de Estado аро-ye esta Nota con sus poderosos y eficaces oficios, tiene el honor de confirmarle los sen-timientos de su mas alta y distinguida consideracion.

Madrid 27 de octubre de 1822. El Nuncio Apostólico.

VIGÉSIMASEGUNDA.

Sobre el decreto dado por

las Cortes

el 1.o de noviembre de 1822 declarando vacantes las sillas de los Obispos extrañados del Reyno, y que se extrañasen en lo succesivo.

El infrascripto Nuncio Apostólico animado

no menos de la conciencia de sus sagrados deberes, que del deseo de prevenir y disipar-los

funestos males que amenazaban á la Iglesia de España, y que vendrian sobre esta magnánima nacion si no se les oponia un dique, apenas vió los primeros mal aconsejados pasos que el Congreso nacional en 1820, saliendo de los límites de sus temporales atribuciones, se atrevió á dar en las materias eclesiásticas, reclamó desde luego con libertad evangélica, é hizo al Gobierno francas y leales, aunque respetuosas y moderadas representaciones para manifestar la espinosa, deplorable y siempre fatal carrera en que se arrojaba desconcertados y destruidos los saludables lí mites prescriptos por la divina Providencia á -las dos potestades. Por desgracia sus reclamaciones no fueron atendidas, y las heridas hechas ya entonces á la Iglesia se han ido succesivamente encrudeciendo con otras mas profundas y mas graves. En medio del acerbo 'dolor que sentia al ver el triste espectáculo 'de tan repetidas y siempre nuevas desventuras, le queda el consuelo de no haber faltado con un vergonzoso y culpable silencio á la honrosa mision que le habia confiado el supremo visible gefe de la Iglesia; consiguiente á ella, y penetrado de la tremenda responsabilidad que ésta le impone, se cree obligado á renovar sus justas quejas con tanta mayor energía, cuanto mas se embravecen las borrascas que preparan los últimos é irreparables

desastres á esta preciosa parte de la grey ca

tólica.

Despues de los brillantes egemplos de rara y edificante piedad que la España ha dado por el largo curso de tantos siglos, no se puede ciertamente comprender como bajo el imperio de una Constitucion que asegura el libre y exclusivo egercicio de la verdadera Religion, y le promete todo favor y apoyo, haya de ser esta misma Religion tan violentamente combatida y oprimida.

[ocr errors]

Saqueado el patrimonio de la Iglesia; reducidos los templos á un desolante luto, y los ministros del Señor poco menos que á la mendicidad; destruida la mayor parte de los monasterios; echados de ellos los religiosos que se habian consagrado allí á los egercicios de virtud y penitencia; amenazados de igual suerte los otros sagrados retiros que quedan, y que van progresivamense cayendo bajo la misma hoz destructora; dispersas las piedras del santuario, con el destierro de varios Obispos, y con la separacion de infinitos párrocos de su respectiva grey; perseguidos ó despreciados los demas individuos del Clero, y no solo despojados de la consideracion y de las inmunidades que les aseguraban los sagrados cánones y su augusto carácter, y la misma Constitucion, sino tambien puestos casi del todo fuera de las leyes, y dejados al arbitrio

Y

y á los caprichos de los otros; cerrada ya casi la via al sacerdocio en el momento mismo en que hay mas necesidad de solícitos valerosos cooperadores; atada finalmente con durísimos lazos la Iglesia, despreciada, ó por decir mejor, conculcada su autoridad y encadenado por todas partes el egercicio de sus sagradas é inviolables prerrogativas: he aqui un cúmulo de calamidades que ciertamente bastan para dar una idea de las muchas á que se ve condenada y expuesta la Iglesia de España, pero que no son sino precursoras de otras mas desastrosas, si el Gobierno de S. M., conmovido á vista de ellas, no se apresura á repararlas, y á impedir las muchas que ya amenazan,

Dos poderosos enemigos se presentan como en campo de batalla á atacar á la Religion; la corrupcion de costumbres y la incredulidad; y estos enemigos bien lejos de ser refrenados y reprimidos, son abiertamente favorecidos y promovidos no ya por la libertad, sino por la desenfrenada licencia de imprenta, que parece únicamente destinada á descarriar la opinion pública, á seducir á los incautos, y á alucinar á los ignorantes con la falsa luz de pérfidas y desoladoras doctrinas. Los libros mas irreligiosos y obscenos circulan libremente, y se venden en todas partes sin misterio. El genio de la impiedad parece haberse apre4

TOMO II.

surado á ofrecer á la España el mortífero don de cuanto puede haber en este género mas nefando y mas apto para borrar todo ves

tigio de moral y Religion. De aqui es que las monstruosas producciones que en otras partes huyen el dia de hoy la luz pública, y se esfuerzan á envolverse y esconderse en densas é insidiosas tinieblas, roto aqui todo freno, corren con la mas impudente ostentacion reimpresas en varias formas, y traducidas, si los originales son extrangeros, al idioma castellano, preparando asi con la pérdida de la Religion la entera disolucion de los vínculos sociales.

El infrascripto sabe que no faltan sábias leyes que condenan altamente estos perniciosísimos abusos, y sabe igualmente que la Constitucion de la monarquía española proclamando solamente la libertad politica de la imprenta ha prohibido la religiosa, que los legisladores reconocieron no poder recaer sino en perjuicio gravísimo del sagrado é inviolable depósito de la fe; pero ve con dolor que ni son observadas las unas, ni es respetada la otra, y que el mal que llora crece sensiblemente de dia en dia, sin que se piense aplicarle ningun remedio. Observa al contrario con escándalo que á estos medios de seduccion se añaden otros activísimos, como son los teatros, para sustituir á las sagradas

« AnteriorContinuar »