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1881–92), es fácil persuadirse de que el manuscrito es del siglo XIV, como ya lo había dicho SÁNCHEZ, y aun sería posible, como insinúa BAIST, que aquella fecha tan discutida de 1307 no fuese siquiera la del manuscrito actual, sino de otro anterior sobre el cual fué copiado aquél.

Por la composición hay un terminus a quo en el v. 3008, donde se trata á Alfonso VII de Emperador, tratamiento que tomó en 1135, y un terminus ad quem en los versos 2926 y 2978, según los cuales Portugal estaba bajo el dominio del rey de España, mientras que aquella provincia fué erigida en reino ya en 1139. Podría venírsenos con que el poeta hubiese muy deliberadamente presentado las cosas como estaban en tiempo del Cid, y sin embargo no nos hace gran fuerza ese reparo, siendo tal exactitud del todo insólita y muy incompatible con la ingenuidad medieval. Así es que VOLLMÖLLER no duda de que el poema fué compuesto poco después de 1135, y con él concuerdan generalmente los otros críticos, de los cuales D. GASTON PARIS (Romania 1882, p. 419, nota) añade que le parece casi cierto que los versos tantas veces citados) de la Chronica Alfonsi VII (cerca de 1158) se refieren á nuestros Cantares.

La crítica del texto se ha hecho de dos maneras. Unas veces se han propuesto emendaciones fundadas en los criterios del sentido y de los asonantes; fueron en su mayor parte atinadísimas y tales que desde luego se pudieron considerar como ganancia duradera. Se encuentran en los referidos tomos y artículos de la Romania, la Zeitschrift y la Litteraturblatt, y, como se verá más adelante, en esta edición se les ha dado toda la atención debida. Otras veces se ha tratado de ver si en la aparente irregularidad de la versificación se podrían descubrir ciertos apoyos para establecer en los Cantares un sistema métrico que permitiese reducir á su pauta los versos rebeldes. El primer ensayo en esta dirección lo hizo el Sr. RESTORI en sus interesantes Osservazioni, que por cierto merecen la mayor consideración aun de los que no creen poder aceptar las conclusiones del autor. Señalaré especialmente el pasaje que sigue: «Precisamente la intencion del que cantaba es la que se debe indagar y adivinar, siendo ella la que en verdad constituye el metro. Si un verso de nueve sílabas ó de siete se acomoda en el canto á la medida de un octosílabo, ya prolongando una sílaba sobre dos notas ó contrayendo dos sílabas en una nota, para nosotros el tal verso no es ni más ni menos que un octosílabo. Porque evidentemente no se trata de saber cuántas sílabas tiene ahora un verso de la Rimada ó del Poema; para esto bastan, á quien no tiene oído, los diez dedos de las manos; se trata de saber si aquellos versos, irregulares para nosotros, parecían tales también entonces, ó si antes el canto ó, mejor dicho, la nenia épica suplía á la irregularidad silábica.» (p. 16, 17). Y más adelante al mismo tenor: «Un verso puede parecernos á nosotros no contado ó no medido y ser con todo verdadero y propio endecasílabo ú octosílabo ó heptasílabo, según el caso, y proceder esto no de las palabras y sí de la música». Dice en resumen: «Además de los correcciones pedidas por el sentido, muchas hay que lo son por el metro. Para establecer cuál fuese el metro fundamental del Poema del Cid no hacen al caso las

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......

poesías religiosas (Misterio, Reyes, S María), diversas de él por índole y procedencia. Tampoco es tan buena ayuda, como á otros pareció, la Crónica Rimada, ya que es fácil observar que su metro fundamental es el octosílabo doblado, verso que se encuentra raras veces en el Poema. Llegados hasta aquí, hemos tenido en consideración el concepto que debemos formarnos de un verso cantado .... y hemos dado gran importancia á la acción niveladora de la música. El octosílabo español es silábicamente vacilante en la Rimada y el Poema, pero no nos parece demostrado que tal vacilación viniera de la dificultad del paso de un hemistiquio no medido al verso regular. Se examinaron después las vacilaciones ó irregularidades que sufre con mayor frecuencia el alejandrino del Poema, descendiendo hasta el senario doblado. Al otro lado de éste se encuentra un tipo que es el del endecasílabo francés. Difícil es decidir si este tipo fué tomado propiamente de Francia ó si era indígena. Nos pareció atenernos á un justo medio, diciendo que había imitación de los cantares franceses no sólo en el verso sino también en ciertas relaciones de las series y los modales épicos; pero que aquella imitación, producida por vicio, debía de ser casi inconsciente y libre. De esta manera nos explicábamos las irregularidades de las series y versos, descendiendo del tipo endecasílabo al verso más corto. Rechazamos la idea de que éste fuese un hemistiquio ó pudiese compararse con el heptasílabo que termina muchas veces las series francesas. El hallar tanta variedad de versos en un solo poema no nos pareció cosa inadmisible. Advirtiendo la gran eficacia de la música, se puede con razón suponer que esa variedad es mucho más aparente que real, y que se reducía á dos ó tres tipos fundamentales, sobre los cuales el canto modelaba las palabras, .....»

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Después de haber registrado con suma diligencia todas las series de asonantes, he aquí el resultado final que nos ofrece el Sr. RESTORI:

En el Poema tal como lo ha publicado VOLLMÖLLER, contó RESTORI:

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De estos grupos, A. B y C pertenecen al sistema octosílabo ó romance, los desde D hasta I inclusive, al sistema alejandrino; K y L, al decasílabo francés. De los 875 versos restantes, 131 tienen uno ú otro hemistiquio ó ambos con más de diez sílabas; los otros se dejan difícilmente calificar por lo dudoso de la pausa

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media. Admitiendo todas las correcciones propuestas por el entendido autor, los alejandrinos puros excederían del número de 1200, y ningún hemistiquio tendría más de ocho ó ménos de cuatro sílabas, salvo los deçasílabos con cesura lírica, que ha dejado intactos.

Tal es lo esencial del sistema RESTORI, cuyos tipos fundamentales no dejan de ofrecer bastante variedad. Mucho más sencillo es el del Sr. CORNU, el cual llegó á persuadirse, y así lo declaró en 1890, de que «el verso de los romances es el del Poema, ya que, si España ha tenido poemas épicos independientes de la epopeya francesa, y no cabe duda de ello, el verso que se imponía á los poetas no pudo ser otro que el de los romances épicos, fragmentos de aquéllos, siendo así que ese verso es la primera y más antigua forma métrica castellana, como se ha dicho con razón desde el siglo XVI, y el mismo de los cantos populares romanos como éste: Mille mille mille mille vivat qui mille occidit,

Tantum vini nemo habet quantum fudit sanguinis

Cualquier metro que se haya empleado, sea de diez, de doce ó de catorce sílabas, creemos que quien hace un verso puede hacer ciento, y sostenemos que quien supo hallar los asonantes para una composición que primitivamente debía de tener al menos 4000 versos, no habría encontrado por cierto dificultad alguna para medir correctamente aquellos mismos versos. y más reuniendo en su persona tantas cualidades de verdadero poeta como el autor del Poema del Cid». Aduce además como pruebas de su opinión: la existencia en dicho poema de 300 versos, poco más ó menos, perfectamente regulares; la circunstancia señalada ya por el marqués de PIDAL de que «la Crónica rimada es casi toda un romance de ocho sílabas imperfecto, y sin grande esfuerzo se pudiera escribir una gran parte de ella en esta forma, con muy pequeñas variaciones», y la otra, que le parece aun más concluyente, de que en la Crónica del Cid es fácil reconocer no solo asonantes, sino hemistiquios y versos enteros en gran número. Pero las mejores pruebas para establecer que el verso de los romances es el empleado por el poeta, las halla en los hemistiquios que contienen nombres propios; habiéndolos reunido y clasificado, los acompaña de las mejoras que le parecen indicar, corrigiendo así nada menos que 821 versos.

En su último ensayo, el de 1893, CORNU prosigue la misma senda y, si cabe, aun con mayor energía, adelantándose hasta sentar que todo el que negare á un poeta que conoce las leyes de la composición poética, muy superiores á las del metro, la capacidad de hacer versos correctamente medidos, se priva eo ipso del derecho de intentar cualesquiera emendaciones. Por otro lado, los que, creyendo en el alejandrino como tipo primitivo del Poema, pretenden restituir ese metro, olvidan que con tal supuesto será preciso corregir muchísimos versos y hemistiquios evidentemente cabales, de 16 y 8 sílabas respectivamente, y debiendo de creer también los tales individuos que la tradición del idioma y del metro merece algún respeto, los remite á hemistiquios como los siguientes:

I

O dizen Bado de rrey

De Castiella la gentil

1

II

antel rrey don Alfonsso

de la casa de Bivar *),

y otros notados en su estudio próximo anterior...... El alejandrino rimado, originario de Francia, aparece en España sólo en el siglo XIII con Gonçalo de Berceo, para en breve desaparecer enteramente; siendo plausible que él haya conocido los cantos de los juglares, sería muy de estrañar que se pusiera en tal oposición á ellos como hace en el Libro de Alexandre, si el alejandrino hubiese existido ántes de él en la poesía castellana, á no ser que dispensara demasiada consideración á aquel suyo «fablar curso rimado per la quaderna via». Y aceptando el alejandrino como el verso primitivo del Poema, se viene en la necesidad de cambiar el idioma del poeta, el cual seguramente no vivió en el siglo XIII ó XIV, con formas de una época posterior y aun con algunas que à principios del siglo XIV eran del todo desconocidas. Por medio de los asonantes no sólo se efectúa la conservación de muchos hemistiquios, sino que también se revela el dialecto del poeta, que es deber del crítico restituir. Ahora bien, aquel dialecto es el asturiano, cuyo criterio característico es el de hacer asonar la o descendiente de o breve latina con la otra o que corresponde á la o larga ó la u breve latinas, criterio que se comprueba en el Poema y, según ese raciocinio, trae consigo la obligación de introducir también los otros caracteres de dicho dialecto, particularmente las formas essi (por esse ó es), elli y el, y por los artículos ela ó la, elas ó las, elos ó los, elo ó lo, según las exigencias del verso. Son 410 los versos tratados por ese método, y con los otros 821 llegan á 1231 los que se han dejado reducir al tipo de los romances, número que, como se ve, se aproxima muchísimo al de los alejandrinos restituidos por el Sr. RESTORI.

Por fin, en el Grundriss der Romanischen Philologie dirigido por GRÖBER, II: 2, el señor BAIST está tratando de la historia de la Literatura Española, y en las pág. 389, 390, 395-399 da su dictamen sobre el Poema del Cid; pero debiendo esa excelente enciclopedia estar en manos de todos los interesados, remito mis lectores directamente á ella, y sólo diré que, con la prudencia y tino que le distinguen, el autor habla con bastante reserva respecto á las teorías métricas de los Sres. RESTORI y CORNU, así como de la opinión de este sobre el origen asturiano del Poema.

En cuanto á la presente edición, se ha hecho con el objeto de aprovechar para el texto las mejoras de sentido alcanzadas por la crítica, reuniendo y discutiendo en las notas lo que, en tan diversos lugares como se hallan enumerados en las páginas anteriores, se ha dicho sobre cada pasaje. Sólo se hará caso omiso de los dos postreros estudios del Sr. CORNU, ya que en ellos se establece un sistema. tan sui generis que, de no aceptarlo en su integridad, parece más prudente dejarlo á un lado. Se añadirá alguna cosilla de la propia cosecha, que no haya sido adver

Además de estos cuatro hemistiquios, el autor cita 32 otros, que seria ocioso repetir aquí.

tida por otros, y si con este trabajo las nuevas de mio Cid no adelantan ni mucho ni poco, me consolaré con la esperanza de que no ha de ser del todo inútil á los estudiantes y á los aficionados, ofrecerles, con tanta copia de observaciones y emendaciones, la ocasión de «examinarlo todo y retener lo que fuere bueno».

Este Pero Abad fué descubierto por D. RAFAEL FLORANEZ, el cual, advirtiendo que en el Repartimiento de Sevilla del año de 1253, que publicó Espinosa en la historia de aquella ciudad, se nombraba entre otros Pero Abad, Chantre de la Clerecía Real, llegó á persuadirse de que no fué otro el autor del Poema, atendido el tiempo, el oficio de este sujeto y el buen gusto de D. Alonso IX y del santo Rey Don Fernando su hijo» (Risco, Castilla y el mas famoso Castellano, p. 69). Aun en tiempos más modernos no ha faltado quien se inclinase á esa opinión; véase Il Propugnatore, XVI, 2: 133. - Por lo que hace á la Rimada, su carácter y el tiempo de su composi ción, nadie en mi concepto ha dado en el blanco como BAIST en el Litteraturblatt de 1882, artículo ya citado.

Existe como apéndice á dicha crónica un poema latino sobre la toma de Almería (16 oct. 1147), cuyo autor, enumerando á los héroes que allí se distinguieron y viniendo á hablar de cierto Alvar Rodríguez, nieto del Alvar Fáñez de los Cantares, se expresa en los términos siguientes: Cognitus omnibus est avus Alvarus Arx probitatis

210. Nec minus hostibus extitit impius urbs bonitatis,
Audio sic dici, quod est Alvarus ille Fanici
Hismaelitarum gentes domuit, nec earum
Oppida vel turres potuerunt stare fortes.
Fortia frangebat, sic fortis ille premebat.
215. Tempore Roldani si tertius Alvarus esset
Post Oliverum, fateor sine crimine verum,
Sub juga Francorum fuerat gens Agarenorum,
Nec socii chari jacuissent morte perempti,
Nullaque sub Calo melior fuit hasta sereno.
220. Ipse Rodericus, mio Cid saepe vocatus,

De quo cantatur, quod ab hostibus haud superatur,
Qui domuit Mauros, Comites domuit quoque nostros,
Hunc extollebat, se laude minore ferebat;

Sed fateor verum, quod tollet nulla dierum,

225. Meo Cidi primus fuit, Alvarus atque secundus.

Morte Roderici Valentia plangit amici,

Nec valuit Christi famulus ea plus retinere.

(España Sagrada, XXI: 399–409 con las correcciones críticas dadas posteriormente.)

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