Imágenes de páginas
PDF
EPUB

semejantes ocasiones se hiciese la gente holgazana. Quién, al contrario, decia que debian pasar adelante, pues ni hasta entonces tenian de qué arrepentirse de lo hecho, como lo daba á entender el aumento de las rentas reales por el trato de Africa; que siempre las cosas grandes tienen al principio dificultades, que las vence el generoso corazon, y el pusilánime queda en ellas atollado; el temor y recato demasiado nunca hicieron cosa honrosa; á los valientes ayuda Dios, á los cobardes todo se les deshace entre las manos. Algunos eran de parecer que se continuase la conquista y descubrimiento de Africa y que no pasasen adelante, pues lo razonable tiene término; la codicia desordenada con ninguna cosa se harta hasta tanto que despeña en su perdicion al que le da lugar y por ella se gobierna ; que para las fuerzas de Portugal bastaban algunos millares de leguas que tenian las costas de Africa. Entre esta diversidad de pareceres prevaleció el que era de mas honra y reputacion. Resuelto pues el Rey de seguir aquella empresa, mandó aprestar cuatro naves, y por general nombró á Vasco de Gama, hombre de gran corazon; y bien le fué menester para abrir el viaje mas largo y mas dificultoso que jamás se intentó en el mundo. Iban en su compañía su hermano Paulo de Gama y Nicolás Coello, sin otros hombres de cuenta. Entre marineros y soldados todos no pasaban de ciento y sesenta. Bendijeron el estandarte real en una iglesia de nuestra Señora que estaba á la marina, fundacion del infante don Enrique, donde despues edificó el rey don Manuel el monasterio muy nombrado de Belen. Desde allí con acompañamiento muy grande de gente, que los lloraban no de otra manera que si los llevaran á enterrar, se hicieron á la vela este año á los 9 de julio. Tomaron la derrota de las Canarias, y de allí pasaron á las islas de Cabo Verde, que los antiguos llamaron Hespérides. Pasadas estas islas y la de Santiago, que es la principal dellas, volvieron las proas á levante por un golfo muy grande, en que por las grandes tormentas y altos mares pasaron tres meses antes que descubriesen tierra, hasta que diez grados de la otra parte de la equinoccial descubrieron un rio muy fresco y de grandes arboledas, do surgieron para hacer agua y tomar refresco. La gente era negra, el cabello corto y encrespado. Contrataron con ella por señas, porque nadie entendia su lengua, y con cosillas de rescate que les dieron proveyeron sus naves de fruta de la tierra y de carne, que lo traian los naturales. Pusieron al golfo nombre de Santa Elena, y el rio llamaron de Santiago. Pasaron adelante con intento de doblar el cabo de Buena Esperanza, pero cargó tanto el tiempo, que diversas veces se tuvieron por perdidos. Aquí fué bien menester el valor del Capitan, porque le protestaron sus compañeros volviese atrás y no quisiese locamente pelear con el cielo y con el mar ni llevallos á que todos se perdiesen; no bastaron ruegos ni lágrimas para doblegalle. Concertáronse de dalle la muerte; avisóle su hermano; prendió á los maestres, y él mismo tomó cargo de gobernar su navío. Con esta porfía llegó á lo postrero del Cabo, que comenzaron á doblar á 20 de noviembre, cuando en aquellas partes era primavera. Como cincuenta leguas mas adelante está

un golfo, que llaman de San Blas, y en medio dél una isla pequeña, que hallaron llena de lobos marinos. Abordaron á ella para hacer agua. Los moradores de aquella parte eran semejantes á los de la otra costa de Africa que mira al poniente; andan desnudos, traen sus miembros en unas vainas de palo. La tierra tiene elefantes y bueyes, de que se sirven como de bestias de carga; ciertas aves, que llaman sotilicarios, grandes como gansos, sin plumas y con las alas como de murciégalo, de que no se sirven para volar, sino para correr con gran velocidad. Pasaron adelante, y aunque despacio por las corrientes contrarias, llegaron á una tierra, que se llama Zanguebar, y ellos por el dia en que allí abordaron llamaron aquel golfo de Navidad; y á un rio grande que por aquellas riberas descarga en el mar llamaron rio de los Reyes porque tal dia salieron á tomar en él agua. Continuaban las corrientes y las maretas del mar; por esto se engolfaron tanto, que sin tocar á Zofala, que es el lugar de mas consideracion de aquellas riberas por las minas de oro que tiene, de la otra parte descubrieron una tierra donde los moradores no eran tan negros como los pasados, y andaban mas arreados, y en su trato mostraban ser mas humanos y mansos; en los brazos traian ajorcas de cobre, y los varones puñales con las empuñaduras de estaño. La lengua no se entendia, mas de que entre los demás vino uno que en arábigo les dijo que no léjos de allí habia naves semejantes á las que traian los nuestros, y en ellas negociaban hombres blancos. Entendieron por esto que la India caia cerca; dieron gracias a Dios, y en memoria de nueva tan alegre al rio que por allí se mete en el mar llamaron el rio de Buenas Señales. Levantaron en aquella ribera una columna con título del arcángel San Rafael, que dió nombre á aquellas riberas, y de diez hombres condenados á muerte, que llevaban de Portugal para este efecto, dejaron allí dos para que aprendiesen la lengua y tomasen noticia de aquella gente, de sus costumbres y riquezas. Fué grande el contento que todos recibieron por entender cuán al cabo tenian su viaje, dado que el alegría se aguó con los muchos que cayeron enfermos; hinchábanseles las encías, de que no pocos murieron. Unos atribuian esto á ser la tierra malsana; otros á los manjares salados, de que tanto tiempo se sustentaron. Un mes se detuvieron en aquella costa con harto peligro y trabajo. Desde allí pasaron á Mozambique, que es una ciudad asentada en una de cuatro islas muy pegadas á la tierra firme, quince grados de la otra parte de la equinoccial, y veinte mas adelante de la punta postrera del cabo de Buena Esperanza; es tierra de mucho trato por el buen puerto que tiene. Los moradores eran moros, de color bazo, vestidos ricamente de seda y oro; en las cabezas turbantes de lienzo muy grandes; de los hombros colgaban sus cimitarras, y en los brazos sus escudos. Con este traje vinieron en sus barcas á reconocer nuestras naves. Fueron bien recebidos y tratados; supieron dellos que aquella ciudad era sujeta al rey de Quiloa, por nombre Abrahem, que está mas adelante en aquel paraje, y que allí tenia puesto un gobernador, que en arábigo llaman jeque, y él se decia Zacoeya; con el cual con presentes que le

dieron pusieron su amistad, y él les dió dos pilotos que los encaminasen á la India. Al principio los naturales entendieron que los nuestros eran moros de poniente, que fué la causa del buen tratamiento que les hicieron. Despues, sabido que eran cristianos, pretendieron hacelles el mal que pudiesen; los mismos pilotos se les huyeron á nado. Descargaron ellos su artillería contra la ciudad, con que mataron algunos de los que en la ribera andaban. El miedo de la gente fué grande por no estar acostumbrados á aquellos truenos y relámpagos. Humillóse el Gobernador, y ofreció toda satisfaccion. Contentáronse ellos y su Capitan con que les diese un piloto. Este con la misma deslealtad que los otros pretendió entregar á los nuestros en poder del rey de Quiloa. Decíales que los moradores de aquella ciudad eran cristianos de los abisinos, y que en ella se podrian proveer de todo lo necesario. Ayudóles Dios, porque cargó el tiempo y no pudieron tomalla, que á ser de otra suerte, corrieran peligro por ser aquella ciudad poderosa y estar aquel Rey indignado por las nuevas que tenia de lo que pasó en Mozambique. El piloto moro, sin embargo, no desistió de su intento, antes les persuadió fuesen á Mombaza, ciudad puesta en un peñasco, rodeada casi por todas partes de un seno de mar que forma un puerto muy bueno. Saliéronles al encuentro gentes de la ciudad, con las cuales trató el piloto la traicion que traia pensada. Saliera con su intento, si no fuera que al entrar en el puerto, Vasco de Gama, por temor no diese su nao en ciertos bajíos que hay allí cerca, mandó de repente calar las velas y echar áncoras. El piloto por su mala conciencia temió que era descubierto; echóse en el mar para salvarse, y lo mismo hicieron algunos de la tierra que todavía quedaban en las naves, que en esta sazon eran tres, ca la cuarta, que traia los bastimentos, por estar ya consumidos y faltar marineros, la habian antes desto pegado fuego. Dieron los nuestros gracias a Dios por les haber librado de un peligro tan manifiesto; proveyóles su Majestad de guia en esta manera. Partidos de allí tomaron dos bajeles de moros, y en ellos trece cautivos, que los demás se echaron al mar. Destos supieron que caia cerca Melinde, ciudad casi puesta debajo de la equinoccial, cuyo rey era muy humano y muy cortés con los extranjeros. Determinaron ir allá, y hallaron ser verdad lo que los cautivos dijeron. Holgó mucho el Rey con su venida ; no pudo por su vejez y enfermedad ir á las naves en persona; envió á su hijo, que hizo á los portugueses gran fiesta, y dellos fué festejado. Dióles guia para la India, y el Capitan le hizo presente de los trece cautivos moros; cosa que dió á aquel Príncipe mucho contento. Proveyéronse de lo necesario, Y despidiéronse con promesa de volver por allí, porque queria enviar sus embajadores para trabar amistad con el rey don Manuel. Era ya pasada la pascua de Resurrecion; tomaron la derrota de Calicut, que dista de Melinde casi setecientas leguas, que navegaron en veinte y un dias. Descubrieron la tierra deseada á 20 de mayo, y poco despues echiaron anclas á media legua de Calicut. No tiene aquella ciudad puerto, y el tiempo no era nada á propósito, porque en aquella sazon comenzaba en aquellas partes el invierno, que es una de las

grandes maravillas del mundo, y en que el entendimiento humano se agota. Dividen la provincia de Malavar, do está Calicut, unos montes muy empinados, que se rematan en el cabo de Comorin, dicho antiguamente el promontorio Cori. La una y la otra parte están en la misma altura, y entrambas hácia nuestro polo; y sin embargo, desta parte de los montes por el mes de mayo comienzan las lluvias y el invierno, cuando de la otra parte se abrasan con los calores del verano y del estío; cosa maravillosa y grande. ¿Quién podrá dar razon desta diversidad? Quién apear el abismo de la sabiduría divina? Todos los entendimientos quedarán cortos en este punto y en esta dificultad.

CAPITULO XVIII.

De lo que Vasco de Gama hizo en Calicut,

Antes que declaremos lo que á Vasco de Gama pasó en Calicut, será bien poner delante los ojos la grandeza de aquellas provincias y tierras tan extendidas de Asia. La India tiene por aledaños por la parte del poniente las provincias de Aracosia y Gedrosia con las Paropomisadas. Hácia el levante llega hasta los confines del gran reino de la China. Al septentrion tiene el monte Imao, que es parte del monte Cáucaso. Por la parte de mediodía la bañan las aguas del Océano. Divídelas en dos partes, en la de aquende y allende, el muy nombrado rio Ganges. Verdad es que los nuestros llaman India sola la tierra que abrazan por una parte el rio Indo, y por otra el rio Ganges. Los naturales llaman toda esta tierra Indestan. En medio destos dos rios corren unas cordilleras de montes, que se rematan en el cabo de Comorin. Muchas naciones son las que están derramadas por estas marinas; las principales Cambaya, que se extiende desde la boca del rio Indo; y tras ella hasta el dicho cabo de Comorin se tienden por muchas leguas los malabares. En medio destas dos naciones está en una isleta la famosa ciudad de Goa, en el reino de Decan. Cércanla por frente el mar, por los dos lados y por las espaldas el rio con sus dos brazos. Hay entre los malabares cuatro calidades ó grados de gente: los nobles, que llaman caimales; los sacerdotes, que son los bracmanes, y tienen grande autoridad; los soldados llaman naides; y el pueblo, que son los labradores y oficiales. Los mercaderes comunmente son extranjeros. De la cintura arriba andan desnudos, lo demás cubren con paños de seda ó algodon, y sus cimitarras, que traen afiadas del hombro derecho y colgadas. Los ritos y costumbres de esta gente son extrañas. Basta decir para conocer lo demás que las mujeres se casan con cuantos hombres quieren; por esto los hijos no heredan á los padres por no tener certidumbre cuyos son, sino los hijos de las hermanas. Están divididos los malabares en muchos reyes; el principal, y á quien los demás reconocen como á señor, y por esta causa le llaman zamorin, que es tanto como emperador, es el rey de Calicut, ciudad rica y grande, y que está casi en medio de aquella nacion, no léjos del mar. Las casas no están continuas, sino muy apartadas, con huertas y arboledas que cada cual tiene; solas las casas del Rey y los templos son de piedra; las demás de madera, bajas y cu

biertas de hojas de palma, que no se permite á los particulares, quier sean nobles, quier plebeyos, levantar edificios mas sumptuosos. En este estado se hallaban las cosas de Calicut, tales eran sus costumbres, cuando Vasco de Gama aportó á aquellas partes; acudieron luego muchas barcas por ver gente tan extraña. Gama echó en tierra uno de los desterrados que levaba. Fué grande el concurso de la gente que le cercó por todas partes. Habia entre los demás dos mercaderes moros de Túnez; estos por el traje como entendiesen que era español, el uno, por nombre Monzaida, en lengua española le preguntó de qué parte de España fuese; respondió de Portugal. Llevóle á su casa, y informado de todo, se fué á ver con el Capitan. Allí le declaró cómo en el tiempo que el rey don Juan de Portugal enviaba á Túnez para proveerse de armas, él le sirvió con mucha lealtad. Juntamente le dijo lo que quiso saber de aquella tierra, y le ofreció serviria de buena gana en lo que se le ofreciese. El dia siguiente envió Gama con Monzaida dos embajadores para avisar al Rey de su venida, que sin su licencia no queria desembarcar; si se la daba, le llevaria las letras que le traia de su Rey y cosas de importancia que comunicalle. Estaba el Rey á la sazon en Pandarane, un pueblo á dos millas de la ciudad. Allí recibió muy bien á los embajadores; respondió que oiria de buena gana á su Capitan; que entre tanto por cuanto el lugar do surgió era en aquella sazon poco seguro, llegase las naves al abrigo de Pandarane. Hízose así, y pasados algunos dias, le envió el Gobernador de la ciudad, que es como alcalde y le llaman catual, para que le hiciese compañía hasta su palacio. Dejó Gama en su lugar á su hermano, al cual y á Nicolás Coello avisó que pues no podia excusar de verse con aquel Rey, dado que el riesgo era grande, si sucediese algun desman á su persona, pospuesto todo lo demás, alzadas las velas se volviesen á Portugal para dar aviso al Rey de su viaje; y sin embargo, para todo lo que pudiese suceder, le tuviesen siempre á la marina los esquifes aprestados. Llevó consigo doce compañeros lo mas en órden que pudo. No usaban en aquella sazon en la India de caballos ni jumentos; lleváronle desde la ribera en hombros gente señalada para esto hasta la casa real. Luego que llegó, le recibieron algunos de los caimales para honralle mas, y con ellos el principal de los bracmanes, vestido de lienzo blanco. Este tomó á Gama por la mano, y le metió por gran número de salas; la puerta cada una dellas tenia diez guardas. Llegaron á un aposento muy grande, que tenia el suelo cubierto de alhombras de seda verde, y en las paredes colgaduras de seda y oro labradas; al rededor tenia ciertas gradas á manera de teatro, que era el asiento de los grandes. El Rey en un estrado, vestido de una ropa de algodon blanca, sembrada de rosas de oro, en la cabeza un bonete de tela de oro á manera de mitra, los brazos y piernas desnudos á la costumbre de la tierra, pero con ajorcas de oro. En los dedos de piés y manos muchos anillos, y en todo sembradas y engastadas piedras y perlas de gran valor. El color del Rey era bazo, el cuerpo grande, y el semblante que representaba majestad. Gama, luego que saludó al Rey y le mandó asentar á él y á sus compañeros, le habló en esta manerra: «El rey de Portugal don Manuel,

príncipe muy excelente y de pensamientos muy altos, con el deseo que tiene de saber muchas y grandes cosas y trabar amistad con los príncipes que en valor y grandeza se aventajan, movido por la fama que de la grandeza deste reino, y en particular de vuestra majestad, vuela por todas partes, desde lo último de las tierras do el sol se pone me ha enviado para saludaros de su parte y asentar entre los dos amistad. No hay cosa mas eficaz para unir las voluntades que la semejanza en el valor, mayormente en los reyes cuya dignidad mucho se allega á la grandeza de Dios, y cuanto ellos son mayores, tanto deben extender sus voluntades á mas partes. Séanos de provecho haber sido los primeros á pretender esta alianza, pues es cosa muy natural y mas de los nobles corazones no dejarse vencer en amor y cortesía, y responder á la voluntad de los que se adelantaron en mostralla. Lo cual yo no dudo sino que será de mucho provecho para todos, por la comunicacion de dos naciones tan distantes. Por lo menos será cosa muy honrosa cuando en todo el mundo se sepa que de tierras tan extrañas venimos á pretender con la vuestra tener comunicacion y trato.» Esto dicho, presentó las cartas que traia escritas en las lenguas arábiga y portuguesa, junto con los presentes que llevaba. Holgó mucho aquel Rey con esta embajada. Dijo que le placia tener trato y alianza con su hermano el rey don Manuel. Preguntó muchas cosas de la navegacion que habian traido y de las cosas de Portugal. Con esto mandó aposentar muy bien al Capitan y á todos sus compañeros. Los mercaderes moros, sabido lo que pasaba, se juntaron, y con el temor grande no les quitasen los portugueses sus ganancias, además del odio que tiene aquella gente á todos los cristianos, acudieron al Rey y á sus cortesanos para con mentiras y invenciones ponellos mal con los portugueses; decian que eran cosarios, enemigos del género humano; que si aquella gente tuviese entrada en Calicut, á ellos seria forzoso ir á buscar otras partes donde vivir y contratar. Que mirasen si les estaba á cuenta por unos pocos ladrones perder amigos tan antiguos como ellos eran, y que les traian con sus tratos tangrandes intereses. Son los malabares gente fácil, de poca constancia y verdad. Persuadidos por los moros, acordaron de buscar traza para dar la muerte á los portugueses. Avisó Monzaida al Capitan de lo que se tramaba. Recogióse lo mas ocultamente que pudo, aunque no sin dificultad y peligro, á las naves. Alargóse al mar, desde allí con un indio escribió al Rey grandes quejas, principalmente contra el Catual, que con falsas muestras de amor sabia que trataba de hacelle todo el mal que pudiese. Juntamente le suplicó le mandase restituir ciertos portugueses y mercadurías que quedaban en tierra. Respondió el Rey con buenas palabras sin cumplir lo que se le pedia. Gama, determinado de usar de fuerza, tomó la primera nave que por allí llegaba, y en ella cautivó seis hombres principales con algunos criados. Envió el Rey por habellos los portugueses y mercadurías con sus cartas en respuesta de las que Gama le trajo, y sin embargo, el Capitan no quiso restituir los malabares, porque le parecian muy á propósito para llevallos por muestra á Portugal para que mas en particular informasen de las cosas de aquellas partes.

Y

CAPITULO XIX.

Cómo Vasco de Gama volvió á Portugal.

Antes que Vasco de Gama alzase las velas para dar la vuelta á Portugal, Monzaida se recogió á sus naves por miedo no le costase la vida la conversacion que con los portugueses tuvo. Dejó su hacienda en Calicut, ca por la priesa no la pudo recoger, y en Portugal se bautizó y pasó la vida como buen cristiano. No pudo el Rey satisfacerse de Gama á causa que por ser invierno tenia su armada sacada á tierra. Verdad es que con setenta barcas que pudieron varar y arenar acometieron las naves; pero con un recio temporal que cargó las barcas se desbarataron y los nuestros, que por faltalles viento iban muy despacio, tuvieron lugar de alejarse hasta perder de vista á Calicut y llegar á unas islas pequeñas que por allí están. Encontraron con ocho fustas de un cosario, llamado Timoya, tomaron una y desbarataron las demás. De allí pasaron á otra isla, que se llama Anchediva, para rehacer las naves y reparallas lo mejor que pudiesen. Dista esta isla como setenta leguas de Calicut, y de tierra firme no dista mas de una legua; que fué ocasion para que muchos de la tierra pasasen á ver las naves. Entre los demás vino uno que saludó á Gama en italiano. Este les avisó que allí cerca caia la ciudad de Goa, y que el señor della que se llamaba Zabaio, con quien él tenia mucha cabida, holgaria de conocellos y les haria toda amistad. Preguntóle Gama de dónde era; dijo que era italiano, y que navegando la vuelta de Grecia, cayó en poder de cosarios, y de mano en mano le fué forzoso servir aquel príncipe Moro. Gama, por el semblante y porque las respuestas todas veces no concertaban, con sospecha que era espía, le puso á cuestion de tormento. Entonces confesó la verdad, que era judío y natural de Polonia, y que el Zabaio, su señor, le envió para espiar aquella armada; que con la suya pretendia acometellos. Gama con este aviso, lo mas presto que pudo, partió de allí para seguir su viaje. Llevó consigo el judío, que en Portugal se bautizó, y se llamó Gaspar, y sirvió al rey don Manuel en cosas de importancia. La navegacion iba despacio por falta de viento; en fin, hicieron tanto, que pudieron doblar el primer cabo de Africa, que se llama de Guardasuy, no léjos de la boca del mar Bermejo. Llegaron á la ciudad de Magadajo, que está allí cerca; por saber que los moradores eran moros, no quisieron allí parar mas de cuanto con la artillería maltrataron los edificios, y echaron á fondo algunos bajeles que vieron en aquel puerto. Pasados de allí, encontraron con ocho velas de moros, que desbarataron con mucha facilidad. En Melinde fueron de aquel Rey recebidos con mucho amor. Proveyéronse de lo necesario, y como tenian tratado, llevaron consigo un embajador, que aquel Príncipe envió á Portugal para asentar amistad con el rey don Manuel. La nave en que Paulo de Gama iba por capitan, por estar muy maltratada, fuera de que tenian falta de marineros y jarcias, acordaron de pegalle fuego ,'y que Paulo de Gama se pasase á la capitana. Siguieron su viaje. Descubrieron la isla de Zanzibar, de muchas frescuras y arboledas de todo género de drogas, distante de la costa de Africa seis le

guas, y que cae entre Melinde y Quiloa cerca de Mombaza. En Mozambique levantaron una columna de las que para este efecto llevaban. Tocaron en la bahía de San Blas para hacer agua y leña. Doblaron el cabo de Buena Esperanza á los 26 de abril. Finalmente, pasaron las islas de Cabo Verde, y de allí con un gran rodeo á las Terceras, donde falleció Paulo de Gama de una enfermedad que de muchos dias atrás le traia trabajado. Llegaron á Lisboa por el mes de setiembre, pasados dos años despues que de allí partieron. Grande fué el alegría que recibió el Rey con su venida, grande el contento de toda la ciudad. No se hartaban de oir cosas tan nuevas, peligros y tempestades tan grandes como pasaron, ni de ver las muestras que traian de las mercadurías y riquezas de levante. Los hombres otrosi que venian con ellos de aquellas partes causaban no menos maravilla por sus gestos, lengua y trajes tan extraños. Parecian Gama y sus compañeros como venidos del cielo y mayores que los demás hombres, dado que de cuatro naves que partieron, volvieron solas las dos, y de la gente que en ellas fué poco mas de la tercera parte. Todo no bastó para que muchos no deseasen continuar aquel viaje, y con la esperanza de honra y provecho poner el pecho á todas aquellas dificultades. que en empresa tan larga y trabajosa se representaban.

CAPITULO XX.

De la navegacion que hoy se hace á la India Oriental.

De la manera que queda dicho hizo esta navegacion Vasco de Gama, que fué la mas señalada del mundo, sea por su largura, sea por las dificultades y peligros que en ella hobo, tanto mayores, que por no saber entonces ni la derrota que debian tomar ni el tiempo de las mociones de aquellos anchísimos mares, fueron casi á ciegas y á tiento. El tiempo y la experiencia ha facilitado mucho aquella navegacion, de suerte que cuanto á la sazon para comenzalla y cuanto á la derrota que siguen, se han mudado muchas cosas, que quiero en suma poner aquí para que el curioso letor tenga alguna noticia de cosa tan grande. Ante todas cosas será bien poner delante los ojos y pintar todas aquellas marinas muy extendidas y grandes. Pasada la boca del estrecho de Cádiz á mano izquierda corre la costa de Africa por gran número de leguas desta parte y de la otra de la línea equinoccial. Lo primero el monte Atlas muy famoso con sus cordilleras muy altas corta de levante á poniente gran parte de Africa, y hace su primera punta y cabo en el mar Océano. Mas adelante está el cabo, que los portugueses llamaron Non, por estar antiguamente persuadidos que el que le pasaba no volvia. Luego el cabo del Boyador, en altura de veinte y ocho grados, en frente de la isla de Palma, que es una de las Canarias. Son todos estos tres cabos puntas del ya dicho monte Atlas. Síguese en la misma costa el cabo Blanco, en altura de veinte y un grados; tras él está la isla pequeña de Argin, que da nombre á todo aquel golfo, ca le llaman golfo de Argin. Desde allí se pasa á cabo Verde y á sus islas, que son diez en número, la principal tiene nombre de Santiago; los antiguos las llamaron Hespérides, si bien algunos pretenden que debajo des

te nombre antiguamente se comprehendian todas las islas que se han nuevamente descubierto y están á la banda de poniente. Está cabo Verde en altura de diez y seis grados, y antes dél entra en el mar el rio Sanaga, y pasado el cabo, otro, al cual por sus muchas aguas llamaron el rio Grande. Sospechan, lo cierto no se sabe, que son dos brazos de un mismo rio, y añaden que es el rio Nigir, celebrado de los antiguos porque nace de las mismas fuentes del Nilo. Por lo menos tienen estos rios sus crecientes al mismo tiempo que el Nilo, y como él crian crocodilos y caballos marinos. Pasado el rio Grande, que tiene de altura once grados, se empina en ocho grados la sierra Leona, así dicha por los muchos truenos, relámpagos y fuegos que en ella se ven por su altura; y porque los naturales salen á sus labores de noche con luces, como se toca en otra parte, parece que todo arde en vivas llamas. Quieren que este monte sea el que Ptolemeo llamó Carro de los Dioses, dado que él le demarca en elevacion de cinco grados solamente. Debajo de la equinoccial está la isla de Santo Tomé, no léjos de la ribera de tierra firme, y de Portugal algo mas de mil leguas; los aires son malsanos, el provecho, por los azúcares que en ella se dan, mucho. A seis grados de la otra parte de la línea cae la Mina, así dicha por el oro muy acendrado que della se saca. Mas adelante está el rio Santiago y el golfo de Santa Elena, donde Gama abordó para hacer agua. Otros particulares rios y cabos y islas hay, como es forzoso en tan grande distancia; pero los susodichos son los de mas cuenta y mas nombre. El cabo de Buena Esperanza, que es la postrera punta de Africa, y está distante de Portugal como dos mil leguas, se mete hácia el otro polo por espacio de treinta y cinco grados. Este cabo doblado, corren aquellas riberas muy extendidas con cabos que hacen y rios diferentes que tienen. El de San Blas y el de Navidad y el rio de Buenas Señales son los principales hasta dar en Zofalu, que es una de las mas notables poblaciones de aquellas marinas por las minas de oro que tiene. Algunos se persuaden que Zofala sea Tarsis, donde, como lo dice la divina Escritura, Salomon por el mar Rojo enviaba sus flotas para traer oro y otras riquezas; y aun los naturales afirman que así lo tienen en sus libros y memorias ; otros quieren que sea el promontorio Prasio de Ptolemeo, que él pone quince grados pasada la línea; Zofala está mas de veinte. Adelante de Zofala á mano derecha cae la gran isla de San Lorenzo, que los naturales llaman Madagascar, y á mano izquierda está Mozambique, puerto de gran trato en quince grados de altura; el cual pasado, casi en iguales distancias están Quiloa y Mombaza con la isla de Zanzibar y Melinde casi debajo la línea. Magadajo está desta parte cinco grados, y en diez grados el cabo postrero de Africa hácia la boca del mar Rojo, al cual hoy llaman Guardafuy, y Ptolemeo le llama Aromata; junto al cual está la isla de Zocotora, que se halló poblada de cristianos, aunque muy estéril y falta de toda comodidad. Algunos piensan que es la que Ptolemeo llama Dioscoridis. Poco distante está la boca del mar Rojo ó sino Arábico; dentro della por la parte de Africa cae el puerto de Ercoco, del reino de Barnagaso, y sujeto al Preste Juan. Fuera en la costa

de Arabia está Aden, fuerza muy grande y casi la llave de aquel golfo. Entre el seno Arábico y Pérsico Arabia la feliz, y en medio del lomo por donde la baña el mar Océano tiene el promontorio Siagro, que hoy llaman el cabo de Escafallat 6 Fartaque; y la postrera punta hácia la boca del sino Pérsico es el cabo Rosalgate, que fué antiguamente el promontorio Corodamo. A la boca del sino Pérsico por la parte de dentro está la isla de Ormuz, pequeña y de suyo estéril, pero por el trato, que es grande, muy rica; tiene veinte y seis grados de altura. Casi en la misma elevacion mas hacia levante á la boca del rio Indo está la isla y fortaleza de Diu, muy conocida por el valor con que los portugueses la han defendido, primero de los soldanes de Egipto, y despues de las fuerzas del gran Turco. Pasado Diu y Bazain que cae allí cerca, las riberas revuelven muy hacia mediodía hasta que se rematan en el cabo de Comorin ó promontorio Cori, en cuyo lado occidental están la ciudad de Goa, en altura de diez y seis grados, y en doce Calicut. Entre las dos cae la ciudad de Cananor, y junto al cabo Cochin y Coulan, ciudades todas del Malabar, y do está el trato mas principal de toda la especería. Desde el cabo de Buena Esperanza hasta Goa cuentan los que navegan mil y docientas y cuarenta leguas. En frente del Malabar están las islas de Maldivar, así dichas del nombre de la principal dellas, que así se llama; son en número pasadas de mil, pequeñas, y á las veces tan pegadas entre sí, que apenas se puede navegar por aquellas estrechuras. La cosa mas principal que tienen es la palma que lleva los cocos, árbol tan provechoso, que dél se sustentan y visten. Por el lado de levante tiene el cabo de Comorin casi pegada la rica isla de Zeilan, de do viene el golpe mayor de la canela. Síguense los reinos de Narsinga y del Pegu, y en medio dellos el de Bengala, que da nombre á aquella ensenada de mar y golfo, que es muy grande. Remátase en la ciudad de Malaca, que tiene muy cerca la isla de Somatra, puesta debajo la equinoccial. Los mas entre gente docta tienen que Somatra es la Trapobana de Ptolemeo y Malaca la Aurea Quersoneso del mismo, sin faltar quien tenga por cierto que Malaca es la antigua Ofir, donde Salomon enviaba sus armadas para traer oro y plata, y aun los del reino del Pegu, que cae por aquellas partes, se tienen por decendientes de los judíos que Salomon envió condenados para beneficiar las minas de Ofir. Que si hoy allí no se hallan estos metales, hallábanse antiguaniente, como lo dan á entender el nombre de Aurea Quersonesus. Gastaban tres años las naves de Salomon en ida y vuelta, como lo dice la Escritura, en particular de la navegacion de Tarsis, á causa de ir tierra á tierra sin engolfarse por no estar aun descubierto el uso del aguja del marear, con que los navegantes se alargan mucho al mar y las navegaciones se han facilitado mucho. Desde Malaca á manderecha, la vuelta de levante se navega á las islas Ma lucas, que las principales son cinco, y dellas se traen los clavos, cosa de grande ganancia; en lo demás son estériles y faltas de todo lo necesario para la vida; así repartió sus bienes la naturaleza. A mano izquierda bácia nuestro polo van al grande y rico reino de la China y á la isla de Macan, estancia que tienen los portu

« AnteriorContinuar »