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DISCURSO

DE LAS

COSAS DE
DE LA
LA COMPAÑÍA.

Quem librum, qui legat, et hodiernum Hispaniae statum non ignoret, abesse haud quamquam possit quin MARIANAM divinum hominem fuisse agnoscat (qui, ea quae hodie Hispania experitur, tanto ante ut vales cecinerit), vel certè prudentiam genus divinationis esse intelligat. (BERN. GIRAL. in Apol. pro Senat. Venet. Edita an. 1634.)

ARGUMENTO.

1. Mi intento es, con la gracia de Dios, nuestro señor, poner por escrito en este papel, lo primero la manera de gobierno que tiene esta nuestra congregacion, lo segundo los yerros muchos y graves que en él intervienen, lo tercero los inconvenientes que de ellos resultan, lo cuarto los medios que se podrian tomar para repararlos y para atajarlos. Bien veo la dificultad y riesgo á que me pongo y que no todos aprobarán este asunto. Donde quiera á la verdad la mayor parte de la gente es vulgo, que como tal pone los ojos en lo presente sin cuidar mucho de lo de adelante.

2. Además de que en toda congregacion tiene gran fuerza la costumbre. Todos quieren ir por el camino trillado sin reparar en otros inconvenientes; si hay pantanos, procuran pasarlos como pueden; si cuestas, subiIlas aunque sea con sudor y fatiga; de pocos es mirar si se podria echar por otro camino mejor. Sin embargo, confio hay personas deseosas de acertar, que comienzan á barruntar y aun á entender claramente no es oro todo lo que reluce y parece tal, y que en nuestro gobierno hay cosas y puntos en que se puede reparar y de que resultan daños y inconvenientes, los cuales procuraré yo poner con tanta claridad, que ninguna persona de juicio sosegado y capaz deje de confesar la verdad.

3. No será necesario encargar al que leyere estos papeles se deje de juzgar de las intenciones, que es reservado á solo Dios, y que mire las cosas por sí mismas para hacer juicio acertado. Si todavía quisiere pasar mas adelante, puede pensar que el que esto escribe es

una de las personas mas antiguas de esta religion y que mas sin tropezar ha pasado su edad, cosa semejante á milagro entre tantos alborotos como entre nosotros han pasado, y que no querrá al cabo de su vida mancillarla con hacer cosa que no deba y por donde Dios sea ofendido y que cause perjuicio á su misma religion.

4. Item, que este negocio y avisos los tiene pensados y aun tratado de muchos años atrás con las personas mas graves de la Compañía, en particular y en juntas y congregaciones, y que si de presente no fuere el fruto el que se desea, podria ser que en ocasion aproveche saber las causas por dónde se encaminaron los daños que resultaron y lo que una persona por quien tantas cosas pasaron y que tantas provincias y libros vió, sintió de la manera y traza con que al presente nos gobernamos.

CAPITULO PRIMERO

Que puede haber yerros.

5. Nadie se puede maravillar confesemos que hay yerros y faltas en nuestro gobierno, ni escandalizarse por ellos; tal es la condicion de nuestra fragilidad, que va á ciegas en muchas cosas. Extienda quien quisiere los ojos por todo el mundo y verá que donde quiera y en todas partes de él hay faltas y quejas. Esta comun falta tiene mas fuerza en los principios, en que todos los que comienzan á ejercitarse en algun arte siempre hacen borrones; el que aprende á escribir, pintar ó tañer ó cualquiera otro ejercicio. Homero dijo que siempre los mozos, es á saber, los que comienzan, son necios, y en particular de las artes dijo Columela que casi son las pri

meras de su obra: Usus et experientia dominantur in artibus, neque est ulla disciplina in qua non peccando discatur.

6. Esto que se halla en los particulares pasa lo mismo en las congregaciones, que cuando están en su niñez y como en pañales cometen yerros que el tiempo y la experiencia deben corregir y quitar; porque dado caso que el instituto y manera de vivir en comun sea bueno é inspirado de Dios, como quiera que las leyes particulares queden por la mayor parte á la prudencia del fundador y de los que le succedieren, y esta de ordinario sea muy corta, como lo dice la sagrada Escritura, puede faltar y falta mas á los principios. Esto tiene aun mas fuerza en nuestras leyes; porque, como se dirá en su lugar, mas salieron de la especulacion que de la práctica, fuente caudalosa de yerros y cegueras. Sobre todo, que las demás religiones siempre tuvieron otras que imitar, casi todas, y á que arrimarse con su manera de vivir y por cuya huella se encaminaron para llegar al fin que pretendian sin temor de errar; mas los nuestros siguieron un camino, aunque bueno y aprobado de la Iglesia y muy agradable á Dios, como lo muestran los maravillosos frutos que de esta planta se han cogido, pero muy nuevo y extraordinario; traza muy sujeta á tropiezos, á la manera que los que caminan por arenales y por desiertos, donde no se ven pisadas ni camino, corren gran peligro de perderse y de no llegar al fin y paradero de su jornada.

7. Esto sospecho yo fué la causa por que casi todas las demás religiones en sus principios se arrimaron á alguna de las reglas antiguas de San Agustin, San Benito, etc.; tiene esta dificultad mayor fuerza en nuestra congregacion, por cuanto de propósito muchos de los nuestros, por no parecer frailes, se han apartado del todo de las costumbres, reglas, ceremonias y hasta de los vocablos que usan todas las demás religiones, de que por ventura, salvo su instituto, se pudieran aprovechar con humildad y ayudar.

8. No pretendo en este papel revelare oculta dedecoris; pues está claro que las faltas de mi madre forzosamente me han de causar vergüenza y pena, pero será el daño doblado si por excusalla no se descubriesen al médico las llagas para que se ponga el remedio antes que se encanceren y se hagan del todo incurables.

CAPITULO II.

De las dificultades que hay en remediar estas faltas. 9. Si es cosa fácil caer en yerros y faltas, en especial á los principios por las razones que quedan apuntadas, muy mayor es la dificultad que se halla en reparallas. Yo tengo por cierto género de ventura acertar en la fundacion de una congregacion y comunidad; porque lo que al principio parece bueno, la experiencia suele mostrar que es dañoso para adelante y que es forzoso retirarse por una parte, y por otra muy dificultoso el hacerlo, por no decir imposible, mayormente cuando el gobierno se reduce de todo punto á una cabeza, como se hace en nuestra religion.

10. Declaro esto: Las cosas del gobierno son escuras y varias, y de cualquiera camino que se tome resultan convenientes y inconvenientes. La prudencia pide que se abrace lo que tuviere menores daños y que se mire adelante, que los tiempos no son todos unos y lo que hoy reluce mañana desluce; pero como todo esto es tan difícil de averiguar si el que tiene el gobierno tan independiente y absoluto como nuestro general escoge un camino por el mas acertado, será muy dificultoso hacérsele dejar, aunque de verdad vaya errado; la causa es que cada cual favorece su opinion y la tiene por mas acertada.

11. Además de esto, arrímansele otros muchos y los mas; unos por ser del mismo parecer, otros por agradarle, muchos por no tener ánimo para contradecir y contrastar á lo que su superior se inclina, sea por vivir con ellos en paz, sea por no señalarse y desabrir á quien sobre ellos tiene tanto poder y mando. Dejo las pretensiones de conservarse en los oficios los que los tienen y de alcanzarlos los que los desean: contra escuadron tan grande y tan cerrado como este ¿quién se atreverá? Quién se adelantará? Si bien fuere un san Pablo, siempre le tendrán por extravagante, por inquieto y perturbador de la paz.

12. Dirá alguno que siempre la razon tendrá su vez y su lugar; eso seria si las cosas del gobierno fuesen tan claras como las demostraciones. Todas ellas, ó las mas, son escuras y que sobre ellas se puede disputar. Pues en las tales bien se echa de ver si uno ó pocos que salen de través podrán prevalecer y convencer á tan gran número de contrarios, armados del poder y asistencia del general y de los demás que están puestos en los cargos, por donde me persuado será milagro atajar los daños hasta tanto que la agua llegue á la boca y que no se pueda pasar adelante, ni aun por ventura volver atrás, por estar todo desquiciado y estragado.

13. Es cosa averiguada que pocos hombres se gobiernan por providencia y los mas por pura necesidad; esto tiene mas fuerza en las comunidades, por ser tantas las cabezas y andar apoderados del gobierno, no los mas capaces, sino los mas entremetidos. Pongo ejemplo: Todos los profesos se debian hallar en las congregaciones provinciales; vieron graves inconvenientes, mudóse de parecer. Item, los profesos no estaban á obediencia de los rectores no profesos; comenzaron los profesos á no ser tan pacíficos ni el rector tan respetado; fué forzoso alterar esta constitucion. Lo tercero, los coadjutores espirituales debian de ser los rectores; experimentóse que los hombres doctos no llevaban bien ser gobernados por los indoctos; la costumbre, en contrario, tiene mudado del todo este punto. Lo cuarto, los coadjutores temporales, conforme al instituto, debian andar en hábito seglar de legos; comenzáronse ellos á amotinar; por ser muchos fué forzoso condescender. De suerque todo lo que del instituto vemos alterado, que no es poco, todo ha sido por no poder pasar adelante y no por providencia.

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14. Sospecho yo que como estos puntos se han alte

rado por ser claros y palpables los inconvenientes y no poder llevar adelante lo que las constituciones mandan, así puede haber otros que acarreen no menos daños, y por no ser tan claros, aunque mas hondos, se lleven adelante, y en los tales entiendo que es muy dificultoso el remediarse, repararse y atajallos; y así, que es mancra de ventura acertar al principio á dar en el blanco y echar por el buen camino, que si una vez se yerra, con gran dificultad el yerro se repara, á la manera que una casa al principio mal trazada ó mal cimentada, por mas que despues la muden y desenvuelvan, nunca del todo se repara el primer daño. Peligro que obliga á los que fundan de nuevo á ir con mucho tíento y arrimarse, en cuanto ser pudiere, á los antiguos, á lo menos llevar siempre la sonda en la mano para no dar en alguna roca ciega ó en algun bajío donde se rompa el navío y todo se pierda.

15. Para entender mejor esto considero yo que muchas religiones se han levantado en la Iglesia en diversos tiempos, todas con grande fervor y no menor que la nuestra; de estas, unas se han conservado largo tiempo, otras se estragaron breve; creo yo que la causa de esta diferencia fué acertar las unas en su gobierno y echar por buen camino, y las otras por otros senderos en que se perdieron. Añado que entre las religiones que han seguido diverso camino del nuestro, que han sido todas de las que noticia se tiene, algunas se han conservado y aun muchas; mas no veo que tengamos noticia alguna siquiera de una que haya acertado por el camino tan particular como nosotros seguimos; que si alguna lo probó, como pudo ser y de ello tenemos rastros, todas, sin faltar alguna, lo dejaron y tomaron otro diferente, lo cual no se dice para poner dolencia en esta manera de vida, sino para advertir que debemos proceder con recato, sin arrojarnos á pensar ni á decir que en todo acertamos y que en ningun punto de buen gobierno hemos errado.

CAPITULO III.

De los disgustos que hay en la Compañia.

16. Cosa averiguada es que los hombres no conocemos las cosas por sí mismas de ordinario, antes por los efectos que de ellas proceden; gobernámonos por los sentidos, y por lo que á ellos es manifiesto pasamos al conocimiento de sus causas. Cuando la campana del reloj no da á sus tiempos las horas ó la mano no las señala conforme á lo que el sol pide, luego entendemos que hay daño en lo que no se ve ni se oye, que son las ruedas del reloj. Lo mismo digo del pulso del doliente, del color y de otros malos accidentes, que por estos se entiende y conjetura hay humores malos y crudos en el estómago. Es así, que muchas veces me he puesto á considerar de dónde han procedido y proceden tantos disgustos como de algunos años á esta parte se han visto en la Compañía, en quien se veia tanto gusto y union entre todos, que parecia, y lo era, un paraíso en la tierra. Y tengo por cierto que este daño tan notable no viene de los superiores, que antes son siervos de Dios y tan sua

ves, que antes se peca por esta parte que por rigor. No creo tampoco que sea la causa de esto la imperfeccion de los súbditos, porque dado que donde quiera hay gente imperfecta y puede ser haya pretensiones y ambiciones secretas que desasosieguen; pero considero que al principio habia tambien imperfectos y no menos en su tanto que al presente, y que estos disgustos no los tiene quien quiera, sino algunos de los mas virtuosos, y que por lo que se puede ver no pretenden ni desean cosa alguna.

17. ¡Válame Dios! ¿De dónde pues proceden estos disgustos? No de falta de lo necesario, que en salud y enfermedad se acude á todos con mucha caridad; los trabajos son mas medidos que al principio por ser mas la gente; las comodidades en todo mayores que nunca; y el fin principal que pretendemos cuando tomamos esta manera de vida, que es vacar á Dios y salvar nuestras ánimas, á ninguno por cierto esta comodidad falta. Pues entre tantos bienes y regalos de Dios ¿qué es lo que punza y duele?

18. Ofréceseme que como la Compañía todavía es tierna, nos acontece à los que en ella estamos lo que á los niños cuando adolecen, que preguntados por sus madres qué les duele, si la cabeza, si el estómago, no saben mas que quejarse y llorar, sin declarar ni responder otra cosa. Así, entre nosotros vemos y sentimos el dolor, mas no lo sabemos entender ni declarar qué es ni de qué procede. Yo gran sospecha tengo que efectos tan malos proceden de algunos yerros secreios que se cometen en el gobierno y que esta es la razon y raíz de las amarguras que experimentamos, que en nuestras trazas hay algunos paralogismos, de que resultan tan malas consecuencias.

19. Mírese si por ventura es falta de justicia por no repartirse los cargos á los mejores, sino á los mas confidentes, aunque tengan mil alifafes y pocas partes ó ningunas. Si falta castigo para los malos y disolutos, de que se podia decir mucho. Si haber perseguido y maltratado algunos hombres de bien, algunos, digo, y no muchos. Si falta de premios, que no los hay para los buenos, como se dirá adelante. Si en el gobierno fundado en sindicaciones, que es una hiel derramada por todo el cuerpo, que le atiricia, porque nadie se puede fiar de su hermano que no haga oficio de malsin y quiera á costa ajena ganar gracias con sus superiores y mas con el general.

20. Mirese si procede este dolor de alzarse el general y tres ó cuatro en cada provincia con el gobierno, sin dar parte á los otros, aunque sean personas de las mas graves y doctas que haya en la Iglesia; mírese si nuestro fundador y los primeros generales siguieron este estilo, ó si puede dar contento tratamiento semejante; mírese si nuestro padre general que hoy es se quiso autorizar demasiadamente, y mas al principio, con desdeñar á los mas antiguos, escribiéndoles cartas con estilo seco y con desden, que fué grande impropriedad por muchas

razones.

21. Menudencias son estas, ya lo veo; pero de pequeños arroyos y aun de gotas se hacen las crecientes de los rios, y de pequeños disgustos, que son ordinarios,

resultan mares de amargura. No digo mas particulares, porque así de los dichos como de los que quedan por decir se tratará adelante mas por menudo. Solo pretendo probar que en el gobierno puede haber causas de la desunion que vemos y de los disgustos que se experiInentan.

CAPITULO IV.

De las revueltas entre los nuestros.

22. Otro indicio de que el gobierno no está bien templado son las muchas revueltas que, mal pecado, estos años se han visto en la Compañía y que juntamente han sido ocasion en gran parte de grandes y largos disgustos. No diré cosas secretas, que son muchas, y seria contra la caridad y aun contra la prudencia publicallas á quien las ignora, ni trataré otras menudas, que las llamo así, no por ser ellas en sí pequeñas, sino por ser las personas de no mucha cuenta. Tampoco pretendo hacer registro de todas las provincias, que ni sé lo que allí ha pasado, ni aunque lo supiera me embarazara en escritura tan larga; por lo que aquí se dijere se podrá entender lo demás y por la uña, como dice el refran, se conocerá al leon.

23. La primera ocasion de revueltas fué la eleccion del primer provincial de Andalucía, que envió nuestro padre general desde Roma luego al principio de su generalato; era persona muy impropria, y siempre los que le conocimos temimos los daños que resultaron. Este inconveniente tienen las elecciones que se hacen sin informacion, ó por la de uno, 6 por la de pocos; debióle de aprobar el asistente, á quien succedia en el provincialato y con quien tenia amistad, manera ocasionada á ficciones y engaños. Resultó que los padres mas graves de la provincia no debieron de aprobar sus cosas; acusólos al general y hízolos desterrar á todos, entre ellos á algunos de los provinciales pasados, y todos á una mano los mas buenos y mejores de la provincia.

24. No es buen gobierno que se tenga por inquieto el que no aprueba todo lo que el superior hace y que se tenga por desunion el no decir que es blanco lo que es negro, porque la verdad y virtud han de andar sobre todo. Bien se puede entender el disgusto que esta resoJucion causó en todos los que lo supieron. Poco adelante sucedió en Salamanca cierta diferencia entre el rector y un padre que habia sido provincial y por su persona y canas muy grave; llegó la pesadumbre á que aquel padre escribió al rector una carta sin firma con alguna libertad y que parece tocaba algo en el linaje, lenguaje muy fuera de nuestra profesion y de gente espiritual. De la ocasion que el rector dió no se sabe mas que de muchos años hubo gran mano en aquella provincia, que es persona muy conocida por de no mucha prudencia y que á título de espiritual tiene dictámenes extravagantes. Paréceles á esta gente que todo lo que conciben se puede y debe ejecutar, sin mirar la diferencia que hay entre la especulacion y la práctica.

25. Resultó que nuestro padre general hizo prender aquel padre y le tuvo preso por mas de un año. Esta resolucion hinchó de amargura el pecho de muchos, en

especial de aquella provincia y de esta, porque le tenian en buena figura y tenia muchos amigos, y la resolucion de Roma se tuvo por rigurosa, daño que hasta hoy no está reparado, antes las revueltas de aquella provincia han siempre crecido.

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26. Animado nuestro padre general con que se ejecutó en las dos provincias lo que ordenó en los dos casos ya dichos y ayudado de su natural y del favor de Gregorio XIII, que se entiende que hizo mucho daño, determinó de chocar con los padres antiguos de esta provincia de Toledo, y comenzó por dos padres de esta casa profesa. Toda la ocasion fué que avisaron al general de algunas faltas, que debió ser con alguna libertad ; quiso, á lo que pareció, vengarse por este camino y enviarlos desterrados, al uno de esta provincia, y al otro de esta casa; no le salió bien, porque el cardenal Quiroga defendió al uno, avisado no sé por quién, de lo que pasaba y de la intencion de nuestro padre general. El otro salió á Castilla y ya se sabe lo que pasó en el camino. Allá se juntó con otros disgustados, que pusieron á la Compañía en harto aprieto, tanto que para aplacarle fué necesario hacerle rector de Segovia por todo el tiempo que él lo quiso ser y restituirle á esta provincia y á esta casa, adonde murió, sin reconocer jamás en vida ni en muerte su yerro, cre por entender habia procedido debidamente.'

27. Demás de esto, la eleccion del padre Antonio Marcen en provincial de esta provincia fué uno de los mayores yerros que jamás en la Compañía se hicieron; era provincial de Castilla y estaba á la sazon denunciado á la Inquisicion por haberse entremetido en cosas que tocaban á aquel santo tribunal. No fué esto tan secreto que no se supiese; para reparar el riesgo determinaron mudalle y honralle; mas bien se mostró que sabian poco de los humores de acá y que confiaban demasiado en el favor de allá, que no les valió; hiciéronlo con tanta resolucion y secreto, que nadie lo supo hasta que le vimos entrar por nuestras puertas; temian que aquella resolucion pareciera mal y que si daban lugar replicarian; resultó que prendió la Inquisicion al dicho padre provincial y á jotros tres, uno de los cuales fué aquel padre rector de Salamanca, en que se entendió quisieron los hombres ó Dios vengar el rigor de que usó contra aquel padre su encontrado. Fué esta prision muy nueva y muy grave, tanto mas de sentir, que se encaminó, á lo que se dijo, por los mismos de la Compañía y que entraron á la parte los dos padres desabridos, el preso de Salamanca y el echado de Toledo.

28. Lo que mas lay aquí que advertir es que aquella eleccion tan errada del padre Marcen siempre los de Roma la quisieron apoyar, y si algnno los contradecia, se volvian contra él como leones. Como se ven cerca del general, en son de volver por su autoridad, atrévense á todos, aunque sean unos gusanos salidos de la tierra; todo es cebo de disgustos y echar leña al fuego que ardia y arde y privarse de la lástima que les tuvieran si se conocieran.

29. De aquí resultó otra revuelta, la mayor de todas. Los descontentos, demás de lo hecho, por vengar mas

su saña, acudieron al Rey y al Papa con sus memoriales y dieron tal informacion del desórden que decian andaba en nuestro gobierno, que se resolvieron en hacer visita á la Compañía por personas de afuera; tuvieron sacada bula y llamaron á Madrid el visitador: la mayor befa que se pudiera hacer y que fué menester grande ayuda de Dios y de la gente para atajar los daños; que forzosamente aquella traza traia consigo grandes inconvenientes, y el mayor de todos tener la gente desabrida, que el poder del general es muy flaco, y si le pierden el respeto, le pueden contaminar en muchas maneras.

30. ¿Qué diré de las revueltas del padre Abreu, ocasionadas de su mala condicion y del no dalle la profesion, pero que se pudieron atajar con tiempo? Mas el gobierno desde tan léjos tiene este inconveniente, que en dos ó tres réplicas se pasan años, y el mal olor se continúa, cual fué de esta persona que, entre otras cosas, por largo tiempo, estando en la Compañía, abogó en la corte y otros lugares á mas caro precio y salarios que los abogados cosarios, y al fin salió con cuanto quiso y aun dicen dejó robada la Compañía.

31. La revuelta del padre Enriquez se armó sobre cosa bien ligera de no sé qué palabras que dijo en una profesion de dos de los nuestros, que ni ellos se debieran sentir tanto, ni el general hacer caso de ello. Sobre esta niñería se armó el pelotero que vimos, y puso en necesidad á la Compañía de hacer lo que con él se hizo y del ruido que intervino tantos años en el Consejo Real con la Inquisicion y con el Papa. Sospecho que si se procediera con mas caridad y con mas tiento, que el escándalo no fuera tan adelante; mas los yerros pasados mal se pueden remediar.

32. ¿Qué es lo que hizo el padre Bartolomé de Sicilia y por qué tantos años trajo al retortero á la Compañía, ya en hábito de seglar, ya de clérigo, ya con estruendo de criados para buscar dineros para el Rey, ya fuera de la Compañía, ya dentro? Hombre era de buena ley y honesto; pero sus cosas y ocupaciones muy fuera de nuestro instituto. Creo se pudiera todo atajar al principio si la codicia de algunos no le hiciera espaldas con informaciones en su favor.

33. ¿Qué diré del libro de Ratione studiorum, con que nuestro padre general, al principio de su generalato, pretendió, no solo dar órden en la policía de nuestras escuelas, sino tambien reglas de doctrina para todos? Veia que la libertad en opinar se entraba mucho entre los nuestros, y parecióle que por este medio se podia atajar este daño; fué bueno el celo, la traza la mas nueva que jamás se haya intentado en congregacion alguna. Es muy dificultoso sujetar los ingenios, especialmente que de los cuatro que para esto se escogieron los tres eran poco á propósito. Lo que resultó fué que las provincias se resintieron, la Inquisicion se interpuso y vedó el libro, y sin embargo, la porfia pasó muy adelante, en que intervinieron cosas muy indignas de personas tan prudentes y que no son para ponerlas por escrito. Todo fué falta de saber y de prudencia para conocer los pechos de los hombres doctos y cuán malos son de domeñar y mas por se

mejantes caminos. Así, la libertad de opinar, sin embargo, se ha quedado y está en su punto, de que han resultado muchas y ordinarias revueltas con los padres dominicos, á quien debiamos antes reconocer por maestros.

34. No dejaré de confesar que aquellos padres pudieran templar su rigor, ni que los nuestros les han dado algunas ocasiones, que todo se pudiera excusar, ni quiero hacer memoria de todas estas diferencias, que han sido muchas y en materias de doctrinas muy graves; solo diré que con ocasion de un libro que imprimió el padre Luis de Molina sobre la Gracia y libre albedrio, aquellos padres se alteraron grandemente, acudieron á la Inquisicion y de allí á Roma, donde todavía anda el pleito y se trata con grande porfia; y cuando se saliese con la victoria, que todavía está en duda, habria costado muchios millares, trabajos y inquietudes de muchos años.

35. Acuérdome que persona que tenia muchas noticias de estas cosas avisó á los nuestros con tiempo no se embarazasen ni empeñasen mucho en este negocio, por temer lo que ha sucedido. No prestó nada, porque el general se hallaba empeñado, prendado digo, de la licencia que dió para imprimir aquel libro, y de acá gente moza lo allanaba todo. Quiso la desgracia que así el asistente en Roma como el provincial acá, por quien todo pasaba, eran personas sin letras ; calzáronselos la gente de humor y brio; ha resultado lo que se ha visto y lo que resultará siempre que por este camino se proceda de gente briosa y superiores sin letras.

36. Dejo lo del padre Alonso Sanchez, que fueron cosas para avergonzarnos, y lo del padre Josef Acosta por no alargar, no porque no fueron las revueltas memorables; solo una diré, que es la última revuelta que tenemos entre manos y es la mas grave de todas.

37. Nuestro padre general quiso descomponer á cierto padre, primero en Nápoles, y despues en España, con informaciones que tuvo. Revolvió aquel padre, y con el favor que tenia en la corte de España y en Roma hizo echar de Valladolid varios padres y aun penitenciar á algunos de ellos gravemente. No paró en esto la tragedia, sino que con color que nuestro padre general no conoce la gente y que le engañan, su Santidad le mandó venir á España á visitar, que es la mayor befa que á todos se nos pudiera hacer. No trato si nos conviene que el general visite, que esto antes parece muy expediente, pero que á contemplacion de uno y porque le mandó salir de Valladolid en trueco le hagan salir de Roma, es traza que hace maravillar y que nos afrenta á todos. Los cuatro provinciales de España con los procuradores que fueron á Roma han acudido á la corte para atajar esto; no sé en qué parará. Dios, nuestro señor, lo encamine todo á su servicio, que sin duda las revueltas de estos años han sido muchas y graves, como se ve de lo dicho, y muestra que el gobierno tiene puntos que reformar.

CAPITULO V.

De la crianza de los novicios.

38. Dice un sabio: Senectus me amariorem facit

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