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sus tiempos juntas de las cabezas de la república. Los buenos reyes y emperadores han favorecido siempre este gobierno, así bien como los no tales han echado por diferente camino. Yo no sé que jamás haya habido ciudad ni reino que se haya tenido por bien gobernado sin que en él haya concejo y ayuntamiento público de las cabezas, sus concejos ordinarios y sus Cortes á sus tiempos. Esto depende de la trabazon que tiene la monarquía con la aristocracia, que es el ayuda y consejo de los principales.

132. Seria largo querer dilatar este punto con ejemplos. Bastará por muchos el de Tarquino Superbo en el primero libro de Tito Libio, que para enseñorearse de todo y que nadie le fuese á la mano puso gran cuidado en enflaquecer el Senado de Roma en número de senadores y autoridad á propósito de determinar él por sí mesmo ó con pocos todo lo que ocurria en el gobierno. Y si este gobierno pareciere á alguno profano y no muy á propósito del nuestro, pase á la segunda razon.

133. Es cierto que de todo tiempo se ha tenido por saludable que en la Iglesia se junten concilios, sin embargo que haya obispos, metropolitanos y Papa. Bien se ve lo que el de Trento, despues de otro gran número de concilios, mandó en este propósito de juntar concilios provinciales. El mismo remedió mas daños que en cien años pudieran los papas y obispos remediar, cada cual en su distrito. Dirá uno que no se guarda lo que mandó de estas juntas. Respondo que no por eso mejor.

134. Dirá otro que solo señala tiempo para sínodos y concilios provinciales, mas no para los generales. Respondo que nuestras congregaciones generales, aunque se llaman así, no es empero razon que entren en la cuenta de los concilios generales que se juntan de toda la Iglesia. Nuestras congregaciones de una sola suerte de gente son, que si bien cuanto á los lugares está muy derramada, cuanto al número y autoridad será harto que las ajustemos con una provincia ó diócesis. Lo segundo que si en el concilio de Trento no se señaló tiempo para tener concilios generales, señalóse en otros concilios. Y en diversos conclaves es cierto se juramentaron los cardenales que el que saliese papa juntaria á sus tiempos perpetuamente los concilios generales. Y es averiguado que por faltar en esto resultó primero una cisma muy grande, y poco despues, por la misma causa, se levantaron las herejías que tienen á la Iglesia tan trabajada. Que si á alguno le pareciere esta razon general, pase á la tercera, que se toma de las demás religiones, que todavía es bien aprender de los mas ancianos.

135. Digo mas; que todas ellas, las religiones, sin faltar ninguna, á lo menos las reformadas, juntan ŝus capítulos generales á sus tiempos determinados, y aun en sus principios los juntaron mas á menudo. La religion de Santo Domingo por mas de ducientos años celebró estos capítulos, primero cada un año, y despues cada dos, y ahora cada tres años; y á la de San Agustin aconteció en los principios, dentro de un año, juntar dos capitulos generales, como se ve todo esto en las crónicas de estas órdenes; demás que todas las veces que alguna religion

ó parte de ella trató de reformarse, como la de San Benito, ó San Bernardo, lo primero en que pusieron sus ojos fué en ordenar sus capítulos generales y dar órden de que se juntasen á ciertos tiempos. Que si esta razon no pareciere concluyente por el instituto de la Compañía, que es diferente de las demás religiones, pasemos á las razones mas proprias.

136. En la Compañía es cierto que el general tiene mas autoridad y poder que en ninguna otra religion. Este poder, cuanto es mayor, tanto mas fácilmente puede desdecir y usar mal de él el que le tiene, si no se acude al remedio. Que á la verdad la monarquía, bien que es la mejor manera de gobierno, pero corre peligro de estragarse, y para que no degenere, conviene enfrenarla. Lo primero con leyes, y de estas hartas tiene la Compañía, si bien casi en todas puede el general dispensar. Lo segundo con consejos, que ya los tiene para cosas ordinarias, aunque de pocos, en que podrian suplir y ayudar las congregaciones generales. Lo tercero con visitas del superior.

137. Ya sabemos que los mas graves padres de la Compañía han tenido por necesario que á los superiores inmediatos se tome residencia, y en virtud de esto salió aquel mandato del Papa, en lo que toca á los provinciales, que todavía no sé si se cumple con ello. El general no puede tener visita, ni es razon; mas á lo menos á ciertos tiempos parece debia ser visitado de la Compañía, que es superior, y él mismo debia desear se le tomase cuenta, pues dice la Escritura: Gaudium justo est facere judicium. Cierto que á los particulares no les seria bien contado, si no quisiesen jamás ver por sus puertas visitador ni provincial. De suerte que de parte del general conviene haya congregaciones, que esto seria lo que se dijo al principio, ayudar la monarquía con la aristocracia. Aquella, cuanto á la fuerza y ejecucion, sobrepuja; los principales, por ser muchos, tienen mas prudencia y saber. Júntese lo uno y lo otro por el camino ya dicho y resultará de esta junta un gobierno perfecto de parte de los súbditos.

138. Otrosí, es muy conveniente, porque no es posible que en tan grande número de gente y gobierno tan absoluto y ejercitado desde tan léjos no haya algunos agraviados que lo sean ó se lo imaginen, que todo es una cuenta.

139. Estos han menester algun respiradero, como el fuego chimenea. Si entienden que dentro de poco tiempo la congregacion los oirá y los desagraviará, entretendránlos con esta esperanza, si no todos, muchos de ellos. Mas si se persuaden que en la Compañía no tienen remedio, acudirán á los de fuera, que ya sabemos cuántas veces lo han hecho y en cuánto aprieto han tenido y hoy tienen á la Compañía. Tampoco debemos pretender que el derecho de la defensa en palabras y obras está quitado á los religiosos, por ser natural; á lo menos no será fácil cosa persuadirlo á los particulares.

140. Demás de esto, que es la sexta razon, en la Compañía pueden resultar daños, que se remedian mejor por la via de la congregacion que del general, por mu

cha autoridad y mando que tenga. Veráse esto si consideramos que los daños que hay, ó son personales ó reales. Si personales, el general no se atreve por no se desabrir y hacerse odioso; en que se podria decir mucho de lo que cada dia se traga y disimula y lo poco con que los superiores salen. La congregacion puede resolver y remediarlo, porque no tiene necesidad de ganar las voluntades de los súbditos, que como son tantos los congregados, de ninguno se puede en particular quejar. Sin duda que a veces hay tales monstruos, que, como dice Séneca á otro propósito, no bastan para acometellos las fuerzas de nadie si no se juntan contra los tales legiones enteras de soldados.

141. Si los daños son reales, yo quiero probar que el general no los remediará. Claro está que en lo que ordena piensa acertar. A este su parecer se llegan algunos porque sienten lo mismo, otros por no tener pecho para decir lo que sienten, y aun otros para adularle, que es una mala dolencia y se entiende anda muy dentro de este gobierno. Todos estos por fuerza harán mayor número y cuerpo que los que se atrevieron á contradecirlo. Pues ¿cómo querrá el general volver atrás de lo que juzgare por bueno si ve que se le arriman los mas? Antes á los otros los tendrá por inquietos y perturbantes y los tratará como á tales. Así que los males no tendrán remedio si no se acude al de la congregacion.

142. La séptima razon sea que la congregacion tiene poder para muchas cosas, para que no le tiene el general, como para mudar constituciones si fuere conveniente. Que no es buen lenguaje ni decir que se han de mudar fácilmente, ni tampoco decir ó porfiar que no se debe mudar ninguna. Y tan nuevo lenguaje es el uno como el otro. ¡Y cuántas están ya alteradas! Lo peor que es sin autoridad. Mudar los asistentes, deshacer los colegios pertenece asimismo á la congregacion. Este poder es bien que le haya á ciertos tiempos en la Compañía; porque tales cosas se pueden ofrecer, que fuercen á usar de él en tal caso, ó padecerá la Compañía, ó será forzoso hacer recurso á su Santidad, cosa que siempre se ha tenido por dañosa, por la consecuencia de que los particulares tambien acudan, camino por donde se podian alterar puntos muy substanciales.

143. La octava razon se toma de parte de las mismas congregaciones, para lo cual presupongo que así como las congregaciones sosegadas serán, á lo que sospecho, de provecho, así las encontradas son muy perjudiciales, que como monstruosas, paren monstruos, como, mal pecado, se ha visto y no se puede negar. Presupongo otrosí que las congregaciones se hacen, ó para eleccion de general, ó para otros negocios y ocurrencias. Si para la eleccion, en ellas de ordinario se encuentran los votos sobre la eleccion, como se vió en las congregaciones tercera y cuarta. Si para negocios, y no hay tiempo determinado por ley, acudirán á la fuerza, como en la congregacion pasada, que por voluntad del general nunca parece se juntará. Y así, forzosamente siempre parece habrá encuentros, si no es que estén señalados sus tiempos, y que con suavidad, cuando llegaren los plazos,

se junte la Compañía de suerte, que para paz y sosiego de las mismas congregaciones es forzoso que de una vez se tengan sus tiempos determinados en que se junten y hagan.

144. La nona, en la Compañía hay quejas de ordinario; que todas las cosas de una provincia las gobierna el general por tres ó cuatro confidentes que tiene, que de los otros no hace caso. Yo no veo tanto como en tiempo pasado se ha visto; pero no se puede negar sino que tales monipodios son muy odiosos en toda comunidad, ni tampoco que el gobierno, como va, no sea ocasion á semejantes sospechas, porque el general conoce á pocos, el asistente no á muchos; mas del provincial se dice tiene sus aficiones y quiere dejar sus criaturas, que los que no entran en este número por fuerza quedan y han de quedar arrinconados, si no viene una congregacion general que lo ponga todo en razon y avise al general de lo que debe hacer, y con efecto haga que el agua no vaya siempre por un reguero ni riegue siempre unos mismos tableros. Cierto si se ponen los ojos en las partes de algunos que han tenido mano en el gobierno, se podrá sospechar haya sido esta la causa y no otra.

145. Pues si uno cae en desgracia del provincial y por su medio del general, quéjanse que en la tierra no queda remedio ni traza para que haya satisfaccion. Dejo que el gobierno va muy escuro en elecciones, castigos y gastos, como quiera que la claridad en todo gobierno es buena y aun para la satisfaccion de todo punto es necesaria.

146. Concluyo, y es la postrera razon, con decir que este punto ya la Compañía le tiene decretado, porque en la segunda congregacion se hizo este decreto y se puso que las tales congregaciones se ayuntasen á tales tiempos. Intercedió cierto padre, de lo cual dicen se arrepintió despues de este hecho, porque salió de Roma y vió y tocó lo que las provincias pasaban, y que el general ni sabia ni era bastante para reparar los daños; admitióse la intercesion y tomóse por medio que los procuradores cada tres años se ayuntasen para suplir la falta de las congregaciones generales y convocarlas cuando fuese necesario. Engañólos su esperanza, pues ni por este medio se remedian los daños ni jamás se concertarán en que haya congregacion general por no romper con el general, que está siempre con sus asistentes armado contra ello; que si esto es así, como no se puede en ello poner duda, justo es que se vuelva á la primera traza; pues si aquellos padres entendieran que la de los procuradores era de ningun efecto, claro está que dijeran era su voluntad se guardase el primer decreto y no quedarse las cosas á sola la voluntad y prudencia de los generales. Esto hace por esta parte que conviene se junten á sus tiempos las congregaciones generales. Y finalmente, que esta falta de congregacion y de consejo y beneplácito comun en lo que se establece y hace es un perpetuo manantial de opiniones encontradas y de disgustos, porque los mas se ven no tener parte en nada, que si se juntasen por lo menos darian sus razones; satisfarianlos cuando no la tuviesen, y pasarian los menos

por los mas, como es justo, y no acudirian, como acuden, á otros tribunales.

147. Las razones que militan en contrario son las siguientes: La primera, que las constituciones no quieren haya tiempo determinado en la part. 8.", cap. 2.o; pero aquella palabra in presentiarum suelta la dificultad; yes averiguado que nuestro padre Ignacio nunca imaginó la Compañía como hoy se halla, ni en ella tan gran número de gente como se ha juntado. Mudadas las cosas y los tiempos, forzoso será acomodar las leyes, que así se hace en las universales de la Iglesia, que se hicieron con mas acuerdo que las nuestras, que se mudan y se alteran conforme á las ocurrencias.

148. La segunda razon, que si la Compañía se juntase, por ventura el Papa nos mudaria algunas cosas de su instituto. Este es el coco con que nos espantan muchos años ha. Yo digo que esto no es cierto, y cuando lo fuese, que es menos inconveniente mudarnos alguna cosa que por este miedo privarnos de un medio tan saludable y que acarrea comodidades tan grandes, como queda dicho.

149. La tercera razon se toma de los gastos que se se harán y del desasosiego de los nuestros, que es lo que toca nuestro padre en el lugar citado. Yo digo lo primero, que la gente de la Compañía es tan amiga de gastar, los grandes y los pequeños, que no sé cómo en esto no se repara. Lo segundo, que si el estruendo es tan grande como suele, seria grande el gasto; pero si se introduce que se tomen cuentas, como se hace en otras religiones y se señale un viático moderado y que no gasten á boca de talegon, sobre todo si escogen personas humildes y amigos de pobreza, digo que el gasto podria ser muy moderado y aun por ventura se gastaria menos que en las congregaciones de los procuradores, si se mira que en las provinciales ya se hace; y en seiscientos ducados que se dice gasta el procurador, hay dinero para ir á Roma tres y mas; y el plazo podria ser mas largo, mayormente que la Compañía, si esto le pareciese, podria señalar para sus congregaciones lugares mas acomodados y que estuviesen mas en medio de las otras naciones que Roma, como seria Lombardía, Francia y Cataluña en España, en que se hallarian, demás del gasto, otras comodidades de consideracion, como en otras religiones se hace, para que entre todas las naciones se reparta el trabajo y los gastos; y no como hasta aquí, que los italianos se están en sus casas, y las demás naciones son forzadas á pasar muchos trabajos y hacer grandes gastos para juntarse en congregacion.

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creto se hizo en la quinta, cierto número de profesos con los rectores y provincial; á las veces personas tan graves, que sin duda en algunas, ni en el número de congregados ni en las partes aventajadas que tienen, deben nada á ninguna de las generales. Toda esta gente y padres tan graves no tienen autoridad de hincar un clavo en una pared; solo pueden elegir una persona que vaya á Roma á dar cuenta de la provincia, ú dos en caso de congregacion general. Pueden otrosí proponer al general ó á la congregacion general, si la hay, lo que les pareciere ó juzgan ser conveniente para el buen gobierno de la provincia, y aun esta libertad se la limitan y estrechan cada dia mas.

151. Lo que mas se siente es que en Roma no se hace caso ó muy poco de lo que se propone de la parte de las dichas congregaciones, antes dicen que hacen burla de ello. Mal se puede, al cierto, llevar que se haga en Roma mas caso de lo que propone un particular, en especial si es de los confidentes, que de lo que juzga toda una congregacion. Podriase decir mucho de este desórden y abuso. Bastará advertir que la causa de donde procede es el celo grande de llevar adelante su monarquía los de Roma, por donde temen estas congregaciones, por ver que las demás religiones se gobiernan por ellas. Recélanse no se les entren en el gobierno y por eso pretenden desautorizarlas y abatirlas, sin reparar en los malos humores que por esta causa se crian en los estómagos, de que resultan los accidentes y fiebres pestilenciales que vemos.

152. Hay otro inconveniente, que se hacen grandes gastos en juntar las tales congregaciones. Yo aseguro que en esta provincia, en ida y en vuelta de los congregados, en el tiempo y lugar de la congregacion y en la ida del procurador á Roma, que se gastan pasados de dos mil ducados. El efecto es de poca consideracion. Lo mas ordinario es nombrar un procurador que hace antes daño que provecho. Así lo dicen, que pone á sus amigos en los oficios, y no se puede negar, sino que su informacion tiene gran voz en las elecciones, por lo cual los mas juzgan que estas congregaciones se debrian dejar y que no se habian de enviar procuradores á Roma. Lo que yo entiendo es que seria expediente dar mas mano á las dichas congregaciones y mas autoridad por estas ra

Zones.

153. La experiencia muestra que desde Roma no se puede acertar y que las informaciones de los particulares no van buenas. Remitirlo al provincial ó visitador tiene peligro de poca satisfaccion por las aficiones particulares ó sospechas de ellas. Parece pues que seria mejor traza que las cosas de la provincia se hagan con consejo y beneplácito de las dichas congregaciones, en que el acierto seria mayor; por lo menos si se errase, no tendrian de qué quejarse como al presente se quejan. Demás de esto, en una comunidad, sea la que se fuere, hay muchas cosas odiosas, como castigos, mudanzas de oficios, depuestos, privacion de púlpitos, de cátedras, por falta de talentos. De estas, si se encargan los superiores, sea el general, sean los demás, quedan desabridos

los súbditos; no los pueden bien gobernar, y aun en ocasion mueven revueltas. El remedio seria que se hiciese todo esto por medio de la congregacion, que ni el particular tendria que quejarse de los superiores, ni la congregacion, por no continuar en el gobierno, tiene necesidad de que los súbditos queden con ella sabrosos.

154. Allégase que el gobierno de la Compañía es muy flaco y sin nervios, como queda dicho otras veces, porque el superior es uno solo y no puede contrastar á tanta gente. Pues ¿por qué no se ayudará de la congregacion, que es como su batallon y puede contrastar á cualquier dificultad por grande que sea? Los de dentro y los de fuera se rinden cuando les dicen que un negocio pasó por toda una congregacion y que los superiores no pueden dejar de ejecutar lo que en ella se estableció.

155. Añado que los pleitos ordinarios son entre el superior, si manda bien, y los súbditos, si obedecen. Para determinar estos pleitos el superior no es á propósito, porque le tienen por interesado. Determinelos la congregacion, que se compone de los mas principales y de las cabezas de la provincia.

156. Por conclusion, á lo que parece será forzoso venir con el tiempo á hacerlo por causa de la muchedumbre, y será gran prudencia prevenirlo y hacerlo antes que se use de fuerza, como creo por cierto que se hará. Que pues todas las religiones van por este camino y en él se hallan bien, parece está puesto en razon que de los muchos senderos particulares que hemos seguido, á lo menos dejemos aquellos que vemos parar entre males y despeñaderos, y que, á guisa de caminante que dejó el camino trillado, volvamos atrás y le tomemos y sigamos, como mas seguro y de menos afan y mas des

canso.

157. Deséase otrosi comunmente que los provinciales tengan mas mano que tienen al presente en cosas particulares, y que si excedieren ó agraviaren sean con rigor castigados por los visitadores para que no sea menester acudir con cada cosa á Roma; y aun, si para las cosas muy graves pareciese, criar un comisario en estas partes que conozca la gente y le conozcan y acuda con brevedad á las ocurrencias que de si dan los negocios con tanta dilacion, y los de Roma con tantos negocios forzosamente se confunden. Que esto no es desunir la Compañía de su cabeza, sino buscar traza y órden como en todo se proceda con satisfaccion y acierto y como en grave enfermedad que cada dia mas se empeora mostrar y aun probar diversos medios.

CAPITULO XVII.

De la eleccion de los superiores.

158. Diversas veces se ha tratado que es importante en toda comunidad huir cosas odiosas: Nequa radix amaritudinis sursum germinet, et per eam coinquinentur multi; porque á largo andar los desabrimientos continuados paran en motines y en revueltas, conforme aquello: Concepit dolorem, et peperit iniquitatem. Al contrario de esto hallo yo que en la Compañía hay otras

raíces de amargura: para las personas graves la provision de oficios, que no se hacen con la satisfaccion que han menester; para gente moza las profesiones, piedra en que muchos tropiezan. Tratarémos primero de los oficios, en que hallo yo muy notable daño, que se comenzó en tiempo del padre Everardo y se continúa en tiempo del general presente.

de

159. Fiados en que la obediencia ha de ser ciega y que se debe obedecer á cualquier superior por estar en lugar de Dios y por respetos que ya quedan apuntados, han encaminado el gobierno de suerte, que, sin embargo que la naturaleza enseña que el docto debe gobernar al que es ignorante, el viejo al mozo, y el hombre grave al que tiene pocas partes, el noble al que no lo es, de ordinario han seguido lo contrario, que han puesto en el gobierno gente moza, de muy pocas letras ó ningunas y de partes en todo muy medianas. Este desórden no puede llevarse adelante por ser violento, ni el aceite puede estar debajo del agua, ni puede dejar de dar pena y llevarse mal que el que es menos se anteponga á los que son mas, en que hay otro inconveniente; que como quiera que las letras son lo principal que hay que gobernar fuera de la virtud, andan por fuerza á tienta paredes, haciendo las cosas al revés ó por informacion de otros, que no haya miedo que la tomen de los mas doctos, que antes los temen y se apartan de ellos.

160. Es cosa miserable lo que en esto pasa y los inconvenientes en que en estos años se ha tropezado por estar lo mas alto y lo mas bajo, por la mayor parte, en poder de esta gente. Digo pues que es forzoso poner en razon todo esto y para acertar hacer al revés de lo que en estos años en esta parte se ha platicado. Suelo yo decir que la Compañía está al presente como mercader sin crédito, porque han desacreditado, parece de propósito, á los hombres graves, y los que han querido honrar no son capaces por sus pocas partes, y bien se echa esto de ver en ocasiones y aprietos que se ofrecen. Diferentemente procedió nuestro padre Ignacio, que todos los honraba, y por contentar inventaba nuevos oficios, que si bien se mira, la Compañía no tiene otra autoridad que la de los particulares, ni tenerla ellos la quita al superior, que es un yerro muy grave y muy perjudicial. Si no, mírese entre los soldados si la valentía de los particulares quita el crédito al capitan.

161. Hasta aquí todo este ministerio se reduce al general, y al provincial en cada provincia; porque aunque muestran alguna manera de consulta y de informacion, siempre se quejan que se gobiernan por aficiones y que proveen á sus amigos, sea que el amor hace tenerlos por los mas dignos, sea por tenerlos mas de su mano, y que los otros, bien que de partes aventajadas, quedan olvidados. ¡Fuente caudalosa de desabrimientos y disgustos!

162. Dirá alguno, pues ¿qué otro corte se puede dar? ¿Será bien que esto se ponga por votos como en las demás religiones ? Respondo que yo no soy capaz para dar traza en cosa tan grave. Solo diré que en semejantes elecciones se debe poner la mira en tres cosas. La pri

tendrian parte en las elecciones, que es á lo que forzosamente se ha de venir.

mera, que haya acierto, quiero decir, que se elijan los mejores y los mas dignos. La segunda, que haya satisfaccion de parte de los súbditos. La tercera, union, quiero decir, que se haga sin alborotos ni sobornos.

163. Como hoy se hacen las elecciones, no parece que hay el acierto que se desea por la falta de informaciones verdaderas y porque no se pone tanto la mira en las partes aventajadas que uno tiene como en que esté unido con el general y provincial, y así de ordinario se da en gente menuda, que se deja menear al beneplácito de los superiores ó mayores. De donde se ve no puede haber ni hay satisfaccion, sino murmuraciones ordinarias y quejas. La union, que es el tercero requisito, bien se halla en lo exterior, porque se reduce todo á uno, pero los ánimos quedan desunidos ya y con poca satisfaccion.

164. Si las elecciones se hiciesen por votos como en otras religiones, el acierto no seria mucho mayor, porque siempre en las comunidades los imperfectos son mas en número; y como no se pueden pesar ni calificar los votos, á veces salen las elecciones torcidas. La satisfaccion todavía es mayor, porque al fin no tienen de qué quejarse, porque ellos por sus votos eligieron el que les pareció. En la union hay mayor falta por ser ocasionadas estas juntas y manera de elegir á parcialidades, negociaciones y sobornos.

165. Sospecho yo que si se tomase del uno y del otro modo lo mejor y se ayudase, como queda dicho de suso, la monarquía de la aristocracia, se podria acudir á todo, quiero decir, que en cada congregacion provincial se nombrasen cuatro ó seis de los mas graves y antiguos, que como consultores del provincial ó como difinidores junto con él nombrasen los superiores y el general los confirmase, sin embargo que alguna vez por causas urgentes podria alterar algunos de los nombrados.

166. Dije como consultores del provincial, porque no seria muy fuera de propósito que, como toda la Compañía da al general sus asistentes, así cada provincia señalase los consultores al provincial. De lo cual se seguiria por lo menos que el acierto seria mayor. Porque los padres graves tendrian mas noticia de todo y de todos y darian sus votos mas libremente como menos dependientes del provincial. La satisfaccion seria todo cuanto se pudiera desear, pues la misma provincia y los congregados de ella, por medio de aquellos pocos padres, nombrarian todos los superiores. En la union no se sentiria falta por ser pocos los señalados y los mas graves de la provincia, en que á mi ver se hallaria otra comodidad mayor, que se excusaria una infinidad de memoriales y de informaciones que van á Roma y que forzosamente allá se confunden, por no decir de los gastos.

167. Item, que mudados estos padres en cada congregacion, el gobierno se extenderia mas que al presente se hace y no estaria entre tres ó cuatro, como de ordinario se quejan. Que esta traza sé yo que ordinariamente se desea y se ha deseado muchos años atrás por personas de mucha virtud y prudencia. Con que las provincias

CAPITULO XVIII.

De las profesiones.

168. La otra raíz de amargura para la gente moza son las profesiones, que no parece sino que el demonio ha derramado por los corazones, en lugar de la dulzura que teniamos, un acíbar muy amargo. Porque lo primero hay muchos grados en la Compañía, cosa que no hay en religion alguna: unos son profesos de cuatro votos, otros de tres, otros coadjutores espirituales, otros temporales, que es el cuarto grado. Estas diferencias tan grandes podíanse llevar entre pocos cuando la Compañía era toda como una casa y el superior gobernaba como padre y los conocia á todos y todos se fiaban, así de esto, como de que los amaba, que claro está que el padre á un hijo viste de verde, á otro de rojo, y todos callan y los acalla con facilidad. Mas en tanta muchedumbre como han entrado en la Compañía por consiguiente el gobierno no puede ser tan paterno, ni sé si tanta diferencia de grados se podrá llevar adelante.

169. Nuestro Padre ordenó sus cosas como para po→ ca gente, como ve claro en sus bulas y constituciones, y para hombres perfectos. Si lo uno y lo otro se muda, forzoso será templar las leyes, que no podrán servir las mismas para todos tiempos, y tanta diversidad en el número y las costumbres como puede haber.

170. Demás de esto, el tiempo de la profesion no está determinado por ley, sino mas o menos, como el superior se contente, costumbre que no es de sola nuestra Compañía, sino de las demás religiones en sus principios, en especial de la de Santo Domingo, como se refiere en la crónica de esta órden; lo cual continuó hasta los tiempos de Inocencio IV, que mandó no se alargase el tiempo de la profesion mas del primer año de la probacion y noviciado. Debrian de hallar algunos inconvenientes en que la profesion fuese vaga, nosotros experimentamos en gran parte.

cuales

171. Uno es que, como la puerta está abierta tantos años, muchos se vuelven atrás, que si se vieran atados, no pensaran en cosa semejante. Otro, que muchos sugetos y muy buenos por este camino se hacen inútiles, que ni son buenos para religiosos, ni para seglares por la infamia que toda la vida los sigue por haber faltado en su vocacion. Otro, que por este camino se hinche el mundo de clérigos mendicantes, queja de muchos prelados. Si los proveen de beneficios, desasosiegan con el ejemplo á los de dentro; si no los proveen, mueren de hambre. El cuarto, de engaños, que algunos entran en la religion para comer, estudiar y salirse al mejor tiempo á pretensiones seglares: daño que cada dia se aumentará mas. El quinto, de quejas ordinarias, que se procede en esto con aficion y que hay aceptacion de personas. Cada dia este punto se hace mas áspero.

172. Al principio con pocos años se daba la profesion y aun rogaban con ella. Al presente acaece estar

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