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como la potestad civil lo hace para el suyo? Los objetos de la administracion civil, que dirigen la prudencia de su gobierno para la demarcacion de los empleos civiles, ¿son los mismos que los de la administracion espiritual para que puedan sujetarse á unos mismos cálculos y medidas, y para que el que juzga del número y extension que convenga á los unos, juzgue tambien del número y extension que conviene á los otros?

Estas máximas fueron ya sancionadas por el Concilio general de Calcedonia en el siglo V para refrenar la ambicion de algunos Obispos, que aspiraban á hacerse metropoli→ tanos por el hecho de dividirse una provincia en lo político; y el Emperador Marciano, remitiendo este asunto al Concilio, é instruido por sus ministros asistentes en él, declaró que de ningun modo era su intencion que estos puntos se rigiesen por sus ordenamientos, sino por los santos cánones: los cua les leidos y examinados á presencia de los mismos ministros, se reconoció la fuerza de ellos, y se acordó que no tenian alguna en su perjuicio las pragmáticas ó disposiciones imperiales, y que se estuviesen á las reglas canónicas: Contra Regulas nihil pragmaticum valebit; Regula Patrum teneant,

ya

Y anteriormente la Silla Apostólica habia

declarado que la division y constitucion

de las diócesis tenian sus leyes peculiares, y no estaba sujeta á las alteraciones y mudanzas que los Emperadores estimasen convenientes para su gobierno político, como asi se lee en una Decretal del Papa Inocencio I. de fines del siglo IV. Con arreglo á lo cual y á la constante universal disciplina de la Igle sia, condenó últimamente el Papa Pio VI los excesos cometidos en esta materia por la asamblea francesa, , por el Breve que á esta misma dirigió en ro de marzo de 1791.

Todo el mundo sabe que los Apóstoles partieron entre sí todas las naciones para establecer sus Iglesias, por una mision expresa de Jesucristo; dando la idea de lo que despues se habia de cgecutar y egecutó por sus succesores en la division y demarcacion de las diócesis. ¿A qué autoridad política dió el Señor la que hoy se pretende para tales arreglos, ni de cual de ellas necesitaron, ni pidieron intervencion? Los Emperadores Romanos, ni los Príncipes que les succedieron, ¿perdieron algo de su autoridad porque aquellos fundasen Iglesias y repartiesen la suya, designando las diócesis y los términos á. que habia de circunscribirse cada uno? ¿Por qué nuevo Evangelio, y por qué género de transformacion ha venido á suceder que lo que entonces y siempre fue propio y peculiar de su autoridad sin necesidad de la secular, se

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quiera hoy hacer propio y peculiar de la potestad secular con exclusion de la eclesiástica?; No eran tan soberanos territoriales los primeros como los postreros? Pero es que los que no entienden de Religion, no entienden, ó no quieren entender, que toda la tierra es de Dios, y que todas las criaturas son de Dios, y que Dios no ha criado la tierra

y

á sus criaturas tan solamente para constituir un estado temporal, sino para fundar un Reino espiritual, y un Real sacerdocio, subordinando á cada potestad, en su línea, á la tierra, y á los hombres, y aun subordinando todo lo temporal á los fines altos y primarios de la salud eterna, que es el primero y máximo en los designios de la creacion.

Si los políticos pretendidos dieran algun lugar á las luces de la fe, y considerasen el plan y economía de la Religion, encontrarian aqui la solucion á tantos argumentos aparentes, y á tantas máximas erróneas de que estan preocupados en esta materia, y son las mismas á que se acogen los enemigos de toda potestad; aquellos para quienes la fe es una quimera, que buscan en su corruptible miseria el origen y fuerza de las leyes, ó para quienes no hay ninguna ley, y para quienes la tierra que pisan es el último fin, lo mismo que para los animales del campo.

Todo lo dicho en este punto es por lo que toca al derecho, y á lo que exige el órden de las cosas; pues por lo demas la Iglesia nunca se aparta, y antes bien tiene declarado muchas veces su intencion de acomodarse en la division y demarcacion de sus diócesis y parroquias á las demarcaciones políticas, en cuanto sea posible y lo comporte el servicio necesario de ellas, como que en ello versa un interes recíproco, y el de proceder con la armonía y acuerdo correspondiente de ambas potestades: y es el modo de asegurar el posible acierto para el mejor servicio espiritual y temporal de los fieles, ak que ambas atienden respectivamente.

Número de Eclesiásticos.

Pero sería mas doloroso si esto sirviese para escasear los ministros del santuario, que es el fin á que por lo comun se dirigen los proyectos de esta clase: proyectos con que no puede ser sorprendida la religiosa prevision del Gobierno ni de las Córtes. Es necesario cerrar los ojos á la evidencia para creer que en España sea excesivo el número de diócesis, ni de parroquias, ni del Clero en general. Al contrario, la escasez que se toca en este punto, es extrema, de modo que no hay con que reemplazar las vacantes aun de los

curatos por falta de sugetos, y estaria el servicio abandonado del todo si no fuera por algun escaso socorro de los Regulares, lo que por otra parte no carece de graves inconvenientes. Los que lo palpan y experimentan por su oficio, son los únicos que pueden graduar este género de necesidades, y esto mismo persuade por razon natural que los Pastores de la Iglesia deben ser y son por su institucion los jueces de los arreglos convenientes en esta materia.

El número de eclesiásticos no se ha de medir por el número de beneficios de efectivo servicio que haya de todas clases, sino por el que requiere una profesion y estado que tiene ocupaciones de muchos géneros, en el cual deben probarse y proporcionarse detenidamente los sugetos, para destinarlos segun la aptitud y talentos de cada uno. Decir que sean pocos y buenos, se dice fácilmente; pero tambien se entiende fácilmente que en la práctica no hay cosa mas errada y mas inconsideradamente dicha. Cuando sean pocos y no haya en que escoger, ni méritos que discernir, es indispensable destinar á buenos y malos, á cualquiera que se presente; y este es el modo de que en lo general sean malos: porque los hombres propenden á la flogedad cuando saben que no necesitan trabajar mucho para acomodarse, y que han de

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