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quilos (si los hay para la Iglesia, pues 5113 combates nunca se acaban) estar prevenidos contra los ataques de la seduccion y mala doctrina, asi como la fuerza militar, con sus arsenales, se previene en tiempo de paz para la guerra. Necesitan tanto, en una palabra, que no es dado á ninguno abarcarlo todo sin un don de Dios extraordinario; y por lo mismo es indispensable la abundancia de sugetos de ciencia Y estudio continuo que se perfeccionen en diversos ramos, segun los talentos el Señor se digna repartir.

que

Ello es una verdad que nos confunde, Señor, y nos aterra, pero que salió de la boca de nuestro Salvador: que somos la luz del mundo y sal de la tierra, para alumbrar con la doctrina y disipar las tinieblas del error, y para condimentar las almas y preservarlas de corrupcion. Y otra vez, y otras mu chas: que los labios de los Sacerdotes guardarán la ciencia, y que en su boca se buscará la ley.

La Religion, pues, necesita que el Clero posea un caudal de instruccion y conocimientos mas que comunes; y el Clero no puede adquirirlos sino á costa de una carrera de estudios y tareas, que son de toda la vida; que aunque no en todos sean menester iguales, pues en la casa del Señor hay muchas moradas, son muchos muchos los que

y

necesita los tengan á fondo y en alto grado, porque unos han de ser Apóstoles, otros Pastores, otros Doctores, unos que gobiernen, otros que ayuden, otros que ministren. Es una carrera laboriosa en que cuanto mas se adelanta, mayores son los cuidados y angustias de espíritu, que cercan y devoran en secreto, por mas que el mundo lo conozca poco, porque el mundo no conoce ni sabe apreciar sino lo que hiere los sentidos.

Asi el estado Eclesiástico, por este respeto solo de ser un estado científico y consagrado á los demas, necesita ciertamente de muchos estímulos, y de ser grandemente auxiliado y fomentado, lejos de que por ningun modo se le deprima. Y si se tiene en consideracion las otras circunstancias que le son peculiares, como una vida mas sujeta, mas ajustada, condenada á privaciones de diversos géneros, y á coartaciones de libertad, se podrá discurrir si necesita mas de premios y atractivos que de abyeccion y desaliento.

Y adónde encontrarémos los hombres de las calidades referidas, si se les quita hasta la esperanza del premio y distinciones temporales; que aun san Pablo dijo, que los Sacerdotes que trabajan bien, maxime in verbo et doctrina, son acreedores á duplicado honor. ¿Dónde se encontrarán, si es

despojada la Iglesia de sus bienes, fueros y beneficios; si el decoro y las obligaciones de su estado se confunden en ellos con la humillacion y el menosprecio que es consiguien→ te á la obscuridad de la pobreza, al eclipsamiento del culto, y á la desestimacion de una clase, que nada cuenta ya seguro, ni aun puede contar con los derechos que se respetan en el último de los ciudadanos?

Los Obispos no entendemos que haya otro medio de tenerlos que el que enseña la experiencia de las edades pasadas, y que dicta la razon y el buen juicio; y está en el órden de la Providencia. Dios es el único que usando de su infinito poder puede hacer de repente sábios de ignorantes, y convertir en sábios y pastores de su Iglesia á los hombres mas rudos y groseros. Así lo hizo con sus Apóstoles y Discípulos, comunicándoles milagrosamente la plenitud de sus dones, supliendo su Omnipotencia lo que en el curso ordinario no podia hallarse en ningun hombre para la mision que les daba. Los santos Padres Y Doctores fueron igualmente iluminados con la sabiduría de Dios, para transmitirla en sus escritos á las edades futuras, y los dotó de otras gracias y dones sobrenaturales para mayor recomendacion de su doc trina. Por cuyos medios, y por otros, proveyó el Señor á la Iglesia de todo el fondo ne

cesario para que pudiesen formarse sus ministros en todos tiempos.

Mas éstos ahora y desde entonces no pue→ den formarse como aquéllos: ni el Señor necesita de hacer mas milagros que los que tiene hechos. El Clero no puede hacerlos, ni puede hacer respetable su ministerio sino por los medios análogos para ganar el mundo, y conciliar la estimacion que piden los objetos religiosos, y las funciones sublimes y divinas del Sacerdocio. No puede adquirir el caudal de instruccion y ciencia necesaria si se quitan los estímulos á su carrera, y si la Iglesia degradada y envilecida no ofrece á la vista de los hombres sino una condicion obscura, pobre y mercenaria. ¿Cómo, pues, podrémos los Obispos desentendernos de esta estrechísima obligacion que nos incumbe, á procurar á la Iglesia ministros dignos, un Clero ilustrado que pueda llenar los altos ministerios á que es llamado; un Clero en quien, cuanto sea posible, se asegure perpetuamente el decoro y explendor de la Esposa de Jesucristo?

Esto, y no algun interes mundano (que todos ellos no equivalen á las angustias y amarguras que estos conflictos nos hacen devorar) es lo que ha dirigido la conducta perpétua y constante de la Iglesia sobre la defensa é indemnidad de su patrimonio tempo

»por

ral, haciendo de esta obligacion una ley inviolable para todos sus Prelados y ministros. Cada uno de nosotros puede decir con san Agustin: "Dios me es testigo que esta »administracion, de que se me juzga tan ce>>loso, la sostengo mas que por deseo, por la >>obligacion de socorrer á mis hermanos, y el temor de Dios; de suerte, que si sal»vas las cargas de mi oficio pudiera, quisie"ra no tenerla." Sabemos como este y los demas Padres, que nos está encomendada la guarda de la casa del Señor y el cuidado de sus pobres que lejos de abandonar sus derechos, debemos mantenerlos en cuanto esté de nuestra parte: que la Iglesia en la presente providencia, no puede subsistir sin sus derechos, aun temporales. Sabemos, y lo que es mas, sentimos y experimentamos con el mas profundo dolor, el resfriamiento de la piedad, el predominio de los vicios, la li cencia y desenfreno de las doctrinas, y la decadencia de la Religion, y todo nos hace te-mer, lo que Dios no permita, una ruina total, y cuando menos, consecuencias muy fatales, que debemos procurar evitar ocurriendo á la Superioridad, que puede remediarlas y aplicar un remedio, cual conviene á los daños expuestos, y sea bastante no solamente para repararlos, sino para precaver otros en adelante.

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