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por ser gente nueva y aún no bien instruida en las cosas de nuestra santa fé30. Mas tarde, con todo, los indios dieron bastante que hacer a la Inquisicion, por las supersticiones que infundian a la jente de baja esfera, haciéndoles creer en las maravillas que era capaz de producir en los hechizos la coca, cuyo uso desde aquel entónces el Virei Toledo habia tratado de desarraigar. I tanto Cerezuela como Arrieta, a poco de llegar, denunciaban el hecho de que especialmente en la provincia de Guamanga algunos indios bautizados, públicamente enseñaban a otros

"que lo que que les predican los sacerdotes cristianos, de

las cosas de nuestra santa fé católica es falso y que no puede ser verdad, y que llamen a los sacerdotes cristianos, que ellos les haran conocer que es falso lo que les enseñan." Arrieta añade que aun se azotaba a los indios que daban señales de creyentes, por lo cual aconsejó al Inquisidor que, apartándose de sus instrucciones, procediese desde luego a encausarlos, aduciéndole que en Sevilla habia visto a muchos esclavos moros, que dogmatizaban a otros esclavos cristianos, que por pervertidores de los fieles cristianos los prendian i castigaban, "y he visto quemar algunos, termina, no obstante que son moros y no baptizados. Cerezuela, apesar de eso, solo se limitó a consultar el caso al Consejo.

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Con todo, bien pronto habian de hallar materia para entrar de lleno en el ejercicio de sus funciones.

30. Carta de 24 de enero de 1572.

CAPÍTULO II

Estado del Vireinato del Perú a la fecha de la fundacion del Tribunal del Santo Oficio.-Instancias hechas al Rei i al Consejo de Inquisicion para el establecimiento del Tribunal en el Perú.-Los Obispos inquisidores ordinarios..

El padre agustino Fr. Juan de Bivero, que mereció particular consideracion a Felipe II, en carta que le dirijia desde el Cuzco a principios de 1568, le decia: "Lo espiritual ha estado y está muy caido en estos reynos, y así hecho poco provecho en la doctrina de los naturales: cáusalo los muchos malos exemplos que en esta tierra se han dado y dan y el descuido de los Perlados. 1

Los jenerales i prelados de las relijiones no enviaban, en efecto, de España, mui de ordinario, sino frailes inquietos, apóstatas e insufribles, "y aunque hai y ha habido muchos buenos, certifico a V. M., añadia Bivero, que hay y ha habido en muchos gran disolucion y malos exemplos. 11

El obispado del Cuzco, el mayor i el mas rico de los que se contaban en Indias, hacia diez años a que estaba sin pastor, i el que antes lo habia gobernado i su administrador "no hicieron sinó allegar barras, y a sí y a ellas pa

1. Sobre este personaje, véase el Cap. XXX del libro II de la Corónica de Calancha, intitulado: De la vida, gran talento y letras del Padre fray Juan de Bibero, Obispo que fué electo de Cartagena y de Chuquisaca; y lo que a Dios sirvió en la visita general del Perú, acompañando al Virey don Francisco de Toledo, por cuyo parecer se izieron las ordenanzas que oy son leyes municipales en cada comarca, pueblo o provincia. Este padre era natural de Valladolid, i mas tarde se volvió a España, muriendo en Toledo.-Alcedo, Diccionario.

sallas a esos reynos, dejando hartas personas bien necesitadas de limosnas. "I

No pocas dignidades i canonicatos estaban vacos, repartiéndose entre sí los que servian esos puestos las rentas, sin aplicarlas a iglesias ni hospitales, i "holgándose, por el contrario, de ser ménos para que así les quepa mas, y así no se sirve la iglesia como es razon, y ponen obstáculos y pleitos ymortales a las nuevas provisiones que muy tarde acá llegan."

"En cuanto al gobierno de aquel reyno, añade por su parte el virei don Francisco de Toledo, hallé cuando llegué a él que los clérigos y frailes, obispos y prelados de las Ordenes eran señores de todo lo espiritual, y en lo temporal casi no conocian ni tenian superior; y-V. M. tenia un contínuo gasto en vuestra real hacienda, con pasar a costa de ella cada flota mucha cantidad de clérigos y frailes, con nombre de que iban a predicar, enseñar y doctrinar a los indios, y en realidad de verdad, pasaban muchos de ellos a enriquecerse con ellos, pelándoles lo que podian para volverse ricos... Los dichos sacerdotes tenian cárceles, alguaciles y cepos donde los prendian y castigaban cómo y por qué se les antojaba, sin que hubiera quien les fuese a las manos. !!

"Los Obispos de las Indias, agrega mas adelante, han ido y van pretendiendo licencias de V. M. para venir a estos reynos (España) cargados de la plata que no habian enviado ellos, lo cual ha hecho algun escándalo en aquella tierra y alguna nota digna de advertir de ella a V. M.: lo mismo ha pasado por los religiosos.

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No era ménos triste lo que acontecia en cosas temporales, pues lo que yo podré decir de cierto, espresaba Bivero,. es que en ninguna cosa tiene asiento este reyno, ni veo dar traza, ques peor, en que lo tenga, y así temo en breve su perdicion en lo espiritual y temporal."

El nombre real era en aquella tierra mal mirado, pues se estaba en la persuacion de que "a ella solo se pretende pelalla y descañonarla, sacando los fructos y rentas della, sin inquirir y proveer que cosas son en pró y utilidad deste reyno."

Los conquistadores i beneméritos estaban i sin premio,

i a esta causa, agrega Bivero, "siento malas voluntades y que habiendo voluntad y ocasion, muchos se perderian, y otros no acudirian al servicio de Dios i de V. M."

El virei Toledo quejábase a este respecto de la poca paz i mucha inquietud que en casi todas partes i lugares habia encontrado cuando llegó al país: desasosegada la ciudad de la Paz con las alteraciones que causaron Gomez de Tordoya, Jimenez i Osorio; en la provincia de Vilcabamba alzado el inca Cusi Titu Yupangui; el camino del Cuzco completamente inseguro con los robos i salteos que en él ejecutaban los indios; intranquilas las provincias de Tucuman i Santa Cruz; en Los Charcas, los chiriguanes salian a dar sus asaltos casi cada luna; i el reino de Chile, por fin, tan apretado, que la Audiencia enviaba en busca de socorros porque los indios iban a cercar a los españoles en sus propias ciudades.

La justicia real pocos la respetaban o temian: el rico creia que a él no le alcanzaba, ni se queria dar al pobre cuando topaba con alguno de esos que podian obtenerla; ni los jueces sentian entereza suficiente para ejecutarla, temerosos de levantar unos pueblos acostumbrados a la mala libertad i al desenfreno. Así, como aseguraba el Virei, dando cuenta de este estado de cosas a su soberano, era necesario echarla con hisopo, como agua bendita.

I era cabalmente en este órden, por lo que los sucesos de aquellas partes venian mostrando, donde a todas luces se necesitaba de mas rigor "para reprimir males y castigar malos, inquietos, amotinadores, hombres facinerosos y de malas lenguas, y mayormente a los que procuraran e intentan la perdicion comun en gran deservicio de Dios y su fe y de la lealtad a V. M. debida. Dígolo, concluia Toledo, porque cada dia se trata de alzamientos en este reyno y en cada lugar y plazas se osa hablar de ello y algunos motines se prueban y comprueban y no he visto ninguno castigado por esto, donde los pensamientos debian de ser gravemente punidos.

Los hijos de los conquistadores, que comenzaban ya a poblar las ciudades, no tenian, en rigor, donde educarse, pues aun la mas tarde tan célebre Universidad de San Marcos propiamente no estaba fundada, i solo los domínicos man

tenian abiertas algunas aulas, con tan corta subvencion que no era posible esperar de allí adelantos ni estímulo. Los hombres timoratos pensaban ya tambien en que se labrase alguna casa para recojer mujeres, "que por no tener con que se sustentar, y acá aplicarse mal a servir, andan gran copia dellas perdidas."

Las obras públicas "estaban sin dueño i desbaratadas;|| los hospitales, sin órden, pobres i en pésimos edificios, a escepcion del de Lima, que habia fundado el Arzobispo don Frai Jerónimo de Loaiza; las cárceles por fin, en estado lamentable.

El secreto de este cuadro poco lisonjero era, con todo, fácil de esplicar. El Perú desde el rescate de Atahualpa llevaba la fama de ser un pais cuajado de oro, atrayendo con sus mirajes a los aventureros deseosos de enriquecerse no importaba cómo, a trueque de llegar mas tarde o mas temprano, a gozar en el hogar primero de los deleites que podia proporcionarles la riqueza. Pelar i descañonar la tierra, segun la espresiva frase que acabamos de consignar, era el solo lema que debia guiar los pasos de los que llegaban a sus playas, ya fuesen jóvenes o viejos, militares o letrados, frailes o clérigos.

Para atajo de tales males, los políticos de aquella época solicitaban del monarca dos remedios: "una persona de gran cristianidad y prudencia, y pecho y valor y confianza a quien diese todo su poder, poniéndole este reyno en sus manos; e inquisidores, "que son grandemente menester hombres cuales convengan al oficio, celosos de la fe y honra de Dios, y hombres de pecho, que así remediarán que asi reme Dios muchas cosas que se hacen bien en deservicio de Dios nuestro señor y de su honra, y la hacienda de V. M. no perderá, sino en gran cantidad se aumentará2.

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Don Frai Pedro de la Peña, obispo de Quito, decia, por su parte, al licenciado Espinosa, presidente del Real Consejo e inquisidor jeneral: "estando en Corte, clamé al Rey munchas veces y a su Real Consejo que se proveyesen estos reynos de Inquisicion mas que ordinaria, porque de la ispirencia que tenia de Nueva España entendia ser nes

2. Carta citada de Fr. Juan de Bivero.

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