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dianamente idóneas para esos puestos, pues de los doce i mas clérigos que allí habia "no se hallaba uno capaz de quien poder echar mano." "Qué será, añadia Alcedo, en las demas ciudades donde no hai sino dos, y en muchos lugares uno? Al fin, sin embargo, se acordó nombrar al doctor Urquizu, dean de Los Charcas, para el distrito de La Plata, para el Cuzco al bachiller Gonzalo Niño, i para Panamá al dean Rodrigo Fernandez. Algun tiempo despues se designó para Quito i su obispado a Jácome Freile de Andrade, a quien el Presidente i Obispo, para facilitarle el desempeño de sus funciones, nombraron ad nutum para un curato de la capital.

Otro tanto sucedia con los consultores. Habia gran abundancia de letrados, pero se tenia poca seguridad de su limpieza, "porque es tierra ésta que facilmente me parece, decia Alcedo, hace a uno judío, y para averiguar la verdad, y lo contrario, hay mal aparejo.

Los empeños que asediaban al Inquisidor para el puesto de receptor i notario de secuestros eran tales que el Virei, con quien se entendia en estas cosas, sin noticia de los demas ministros i con gran disgusto de éstos, ocurrió al partido de enviar a los pretendientes, en su mayor parte militares que alegaban servicios i de quienes se susurraba que no eran limpios de parte de sus mujeres, a que se arreglasen con su camarero i maestresala, habiendo

5. Carta de 12 de junio de 1570.

6. Carta de Fr. Pedro de la Peña al Rei, de 2 de abril de 1579, Archivo de Indias. Freile habia sido encomendero en Los Quijos, casado i con hijos; despues se hizo escribano, actuando como tal en la visita de la tierra. Entre sus méritos alegaba, mas tarde, haber adquirido, valiéndose de los apremios de su oficio, la paila en que hacian pólvora los rebeldes de su tiempo. Se hizo eco de ciertas acusaciones al Obispo i murió mui anciano por los comienzos del siglo XVII.

7. Carta de Alcedo de 11 junio de 1570. Cerezuela referia, con este motivo, que el doctor Cuenca, oidor mas antiguo de la Audiencia, hallándose en la iglesia de San Agustin el dia de pascua florida, le pidió que le admitiese como consultor, a lo que le contestó que habia oido decir que era confeso; i, en efecto, «él me dijo que era verdad que lo habian dicho, y que era falsedad y mentira, y que por purgar aquí el mal nombre, lo pretendia, ofreciendo ciertos medios de que traeria hecha la probanza de España, y depositaba diez mill pesos para el Santo Oficio, si no lo tragese.»

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andado sobre ello en grandes competencias." "Tengo lástima, esclamaba Arrieta, indignado, que semejantes provisiones se hagan por intercesion i medios de camareros i maestresalas de ajeno dueño, y con tan poco recato y secreto, y que pidan por justicia lo que es a proveer de gracia. Lo cierto fué que Cerezuela se vió al fin tan vacilante que tomó el arbitrio de depositar la vara de alguacil en Diego de Carvajal3.

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No dejaba tampoco de sentirse alarmado con lo que comenzaba a ocurrir en las cárceles del Santo Oficio, "pues se ha visto, escribia a España, que las personas que en él se prenden, por cabsa de la tierra ser tan dexativa, o por otras que no se pueden alcanzar, no obstante que las cárceles son buenas e airosas, caen luego enfermos de melancolías i de otras enfermedades, que si no se diesen en fiado o se buscase otra manera de cárcel, se moririan: e con un mestizo llamado Alonso Rodriguez Meco, aunque le saqué de la cárcel y se llevó a curar a un hospital, se murió: por lo cual entiendo ser cosa mui dificultosa poderse allegar jente para hacer auto público de fe."

Ya sea por las meticulosidades de Cerezuela, o por la demasiada entrada que iba dando al Virei en los asuntos del Tribunal, sin ser poca la que concedia a su secretario, haciendo todo lo que éste queria, segun Alcedo; Arrieta se quejaba al Inquisidor jeneral de su falta de esperiencia i de los pocos bríos que tenia para guardar sus preeminencias, e insistia en que el nuevo inquisidor que se nombrase fuese hombre de entereza i práctica, "porque certifico a U. S., concluia, que a el Fiscal no le dañaria tener mas.

Mas, segun los informes de Alcedo, no quedaba tampoco el secretario mejor parado, pues le acusaba de que queria i procuraba hacerle todo mal i dar todo desabrimiento, "como siempre acostumbró en las Inquisiones adonde ha estado, a sus compañeros.... i porque ha procurado me

8. Por esos dias se nombró de alcaide a Cristóbal Sanchez de Rozas, i por contador a un guipuzcoano llamado Francisco Bucar de Zumaiga. De portero servia uno de los de la casa de Cerezuela, i de nuncio, primero Juan Constantino, que dejó luego el destino, i despues un hijo de Arrieta.

9. Carta de 3 de marzo de 1571.

ter en esta Inquisicion por familiar un Valenzuela, zapatero, gran su amigo, que aquí está casado con una morisca herrada i sellada en el rostro, e yo lo he contradicho, y viniéndome a rogar algunas gentes por el Valenzuela, dicen que dixe que mientras yo fuese fiscal, él no seria familiar, y vino a su noticia del secretario, y dicen que dixo mientras él fuese secretario, yo no me sentaria en silla con los Inquisidores, sino en banco, como él1o.

que

En efecto: habiéndose condenado a algunos a penitencias públicas en la iglesia mayor, Cerezuela juzgó que por ser éstos de los primeros negocios i en tierra tan nueva, convenia que se hallase presente al acto con sus ministros, en forma de audiencia del Santo Oficio. Hizo poner para el caso una silla para él i otra para el Ordinario, pidiendo a Arrieta que jurase cual era el asiento que en semejantes ocasiones se señalaba al Fiscal; i como el secretario espusiese que era un banco comun, con alfombra, en que debian sentarse todos los oficiales, Alcedo declaró entonces que estaba enfermo i que no podia asistir. Pero, llegó la ocasion de una ceremonia semejante en que debian salir dos penitentes, i llamando Cerezuela al Fiscal, le declaró que si no asistia, no entrase mas en el oficio, disposicion que no tuvo efecto, merced a que, en consulta, se acordó informar del asunto al Inquisidor jeneral.

Esta resolucion i la de que el notario de secuestros, se trasladase al Callao, con un familiar que llevase la vara de alguacil, a visitar todas las embarcaciones que llegasen de Tierrafirme i Nueva España, "a causa de los libros e imágenes y de algunas palabras que pueden haber pasado en los navíos durante el viaje, y tambien por si viene alguna gente extrangera, como es inglés, o frances, o flamenco11," fueron de las últimas que dió Cerezuela ántes de la llegada de su colega Gutierrez de Ulloa.

10. Carta de 1 de abril de 1571. Bustamante no se encontraba mejor quisto con Arrieta, «que sin le haber dado para ello ocasion, manifestaba, ha dado en perseguirme, infamarme, tratar mal de mi persona y honor con su perjudicial lengua, y con la cual tiene a todos los oficiales ministros desta Inquisicion y a otras muchas gentes en esta ciudad tan disgustados que desean mucho que se ponga en ello el remedio que mas convenga.» Carta de 18 de abril de 1572.

11. Carta de Bustamante de 18 de abril de 1572.

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CAPÍTULO IV

Llega a Lima el nuevo inquisidor Antonio Gutierrez de Ulloa.-Reos procesados.-Primer auto de fe.-Causa de Mateo Salado.

Salió de San Lúcar el nuevo inquisidor Antonio Gutierrez de Ulloa el 30 de octubre de 1570 i llegó a Lima el último dia de marzo de 1571. Fué su primera dilijencia ocuparse de estudiar la causas falladas por su colega en que se decia haber procedido de mala forma; dando cuenta luego al Consejo de los muchos yerros que el fiscal i secretario le achacaban en este órden.1

Integrado de esta manera el Tribunal, i estando ya en pleno ejercicio los comisarios designados para los diferentes lugares del vireinato, acrecentóse el trabajo i las cárceles se poblaron de reos venidos de todas partes. Así, vemos, que desde la llegada de Gutierrez hasta febrero de 1573, habian sido falladas las causas de los siguientes:

Jerónimo de Ocampo, natural de Zamora, correjidor de las provincias del Collao, preso porque con ocasion de haber mandado decir unas misas ciertos indios por un compañero difunto, sostuvo que no les aprovechaban ni vivos ni muertos; fué absuelto de la instancia por haber probado que sus acusadores eran enemigos capitales suyos.

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Andres Toribio de Alcaraz, quien, habiendo sido cesado por el Ordinario de la Plata por ciertas palabras malsonantes, dió de bofetadas en la plaza pública al corchete encargado de notificarle la sentencia; fué condenado

1. Carta de 20 de abril de 1572.

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