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El progreso del hombre sudamericano en general, arrancó su origen de un estado muy primitivo, que se conserva hasta el presente entre ciertas tribus, como las de los Fueguinos y de ios Botucudos.

Penetraron después en el continente algunos de tipos más avanzados, y otros se levantaron por su propio esfuerzo. Algunas familias de distintas tribus se extendieron por una gran parte del interior, como los Gez-Gren que llevaron de este modo la palabra co, agua, desde el Este hasta el Noroeste del Brasil (betoi), y de ahí a los Uros de Bolivia y hasta el país de los Araucanos, en el mediodía de Chile. Por fin, se esparcieren las tribus de la familia Aruac, en el Noreste, introduciendo en el continente el uso de arcos bien formados, quizás el cultivo del tabaco, mejores modos de explotación agrícola ei uso de tubos para absorber rapé y los pronombres de la primera y segunda persona nu y pi, que se observan hasta ahora en numerosas lenguas de la altiplanicie y de la falda occidental de los Andes. Mejoraron ellos, además, por mezclas contínuas, el tipo antropológico de muchas de las tribus existentes. En este estado se encontraba el continente al entrar las primeras civilizaciones peruanas. Hubo sólo cierta diferencia entre las tribus del Sur y Norte, siendo aquéllas, que llegaron primero, afectadas menos por las emigraciones posteriores.

En 1915 llegaron a Santiago los primeros instrumentos tallados, de aparente tipo peleolítico, de Taltal. Fueron descubiertos por el señor Augusto Capdeville en un yacimiento antiguo, cerca de aquella ciudad, y siendo interesantes y pareciéndome merecer un estudio más cuidadoso, visité esos lugares el año pasado. Reconocí el yacimiento como capas inferiores de un conchal, que, además de numerosas piedras talladas de sílice negro y cuarzo, contenía, como instrumentos más típicos, hachas de mano, puñales bien labrados una infinidad de raspadores altos (formones), todos de sílice y de forma idéntica a los productos de la industria interglacial de Chelles en Francia. No permitía hacerlos remontar a la misma época de aquellos instrumentos de Europa la ausencia de restos de ani

males extinguídos y la presencia simultánea de algunas puntas de flecha mediocremente labradas. Por consiguiente, el yacimiento hubo de atribuírse a la época neolítica y, una vez apartada la idea de su origen diluviano, poco importaba a qué época, más o menos moderna, dentro de esos límites, se le clasificaba. Había, pues, en esta costa un hombre neolítico, continuador en parte de una industria que en Europa había desaparecido temprano en el período diluviano. A este hombre neolítico tan primitivo podemos ahora considerar como el primer antecesor de las civilizaciones peruanas. (1)

El hombre primitivo de Arica ocupa el segundo lugar en el orden de estos antecedentes. Hay varios cementerios en los alrededores de la ciudad: en las faldas del Morro, en la Licera, al frente del mar, cerca de la boca del río San José y en otros lugares. Muchos de ellos contienen sepulturas con momias en cuclillas, vasos pintados, tejidos y otros numerosos objetos de tipo adelantado. Estos son representantes de períodos más nuevos, generalmente en poco anteriores al tiempo de la Conquista. Pero en la falda Este del Morro se han encontrado a veces momias de un tipo diferente, y tendidas. Representan éstas el período más antiguo y se acompañan de un ajuar pequeño, diverso de los cementerios posteriores. Por su tipo, este hombre perteneció al período primitivo. Es el primero de este carácter representado en cementerios tan extensos y tan instructivos como los de los últimos tiempos precolombinos de la costa peruana. Estudiándolos podemos darnos cuenta del modo de ser del hombre en esta costa desde los primeros tiempos. (2)

(1) El hombre primitivo, encontrado por Ricardo A. Latcham en algunos conchales de Cantera Alta, cerca de Coquimbo, estaba enterrado horizontalmente, con las piernas dobladas a la manera del Perú, circunstancia que hace difícil considerarlo como anterior a las influencias peruanas en aquella región.

(2) Tuve la oportunidad, cuando inicié estos estudios, de ser presentado al señor Capellán Castrense de Arica, quien entusiasmado por la idea, me dió el mejor rumbo para proseguir las excavaciones. Me enseñó al mismo tiempo varios objetos antiguos por él recogidos, y entre ellos una momia de un párvulo, de la que

Cronológicamente, este hombre no es anterior al principio de las civilizaciones peruanas (1) porque en su tiempo comenzó el uso de la lana de las auchenias (en Arica, casi sin excepción, de vicuñas) (2) en forma de hilos y cordones, lo cual sólo puede haberse aprendido de naciones más adelantadas. También los canastos de construcción espiral, raros todavía en estos cementerios, pueden pareuna invención precedente a la alfarería en regiones donde su introducción encontró dificultades, como en toda la costa de Mollendo al sur (3). En una de las sepulturas de Chinchorro se encontró un saquito tejido de lana con una provisión de quinoa (4) importada sin duda de la sierra vecina, donde había ya, por consiguiente, una civilización más adelantada en ese mismo tiempo. Las únicas piedras pulidas que se han encontrado y llevan amarradas en uno de sus extremos puntas grandes de anzuelos, se parecen a las que se hallan en las sepulturas peruanas del tiempo de Tiahuanaco. Los esqueletos dejan notar otras influencias peruanas. Muy común es en los cráhablaré más adelante. Me ayudó también de muchas maneras para este trabajo, por lo que le estoy sumamente agradecido, así como también al señor Gobernador don Luis Arteaga, al primer Alcalde don Juan Manuel Valle y a los señores Laneri y Becerra, en cuyos terrenos hice interesantes hallazgos.

(1) Según cálculos cuidadosos, cuyos fundamentos expongo en otra parte, las civilizaciones peruanas evolucionaron entre el principio de nuestra éra y 1530 años D. de J., aun aceptando los límites más estrechos para estas edades, en la forma siguiente:

mu.

150 650 de nuestra éra: períodos de Protonazca y Protochi

500-1000 de nuestra éra: período de Tiahuanaco.

1000-1530 de nuestra éra: períodos intermedio e incaico hasta la invasión española.

Los aborígenes de Arica, cuyos restos encontramos en estas sepulturas, habrían vivido, según esto, a principios de nuestra era. (2) Una sepultura contenía un pedacito de la piel de una al

paca.

(3) Los canastos de paja tiliahua vendidos hasta hoy día en Copacabana, Bolivia, a los peregrinos, son de este tipo. Los Araucanos usan también canastos de forma idéntica a los de los cementerios antiguos.

(4) Semilla de Chenopodium quinoa.

neos la deformación frontal y occipital, probablemente introducida del Perú, donde se usaba en el período de Protonazca. Y hay esqueletos de estatura extraordinaria, hasta 175 centímetros de alto, con cráneos angostos, dolicocéfalos, y bien formados, que permiten llegar a la conclusión de haberse mezclado esos aborígenes con individuos de razas más adelantadas.

Un arco de un metro de largo y de corte transversai rectangular, como los usados hoy en el Huallaga, es el más antiguo de los encontrados hasta ahora en toda esta costa, y es anterior al período de Tiahuanacu, con el que empezó a generalizarse desde Mollendo al Sur. Da la prueba de que las influencias de las últimas emigraciones Aruacas se hacían sentir entre esta antigua gente. (1)

Todos estos detalles no alteran el resultado general de que este hombre antiguo es representante de un tipo com

(1) Según la teoría del Padre Guillermo Schmidt, de Viera, hay dos tipos de arcos sudamericanos de origen diferente: uno corto, de corte transversal redondo, propiedad de las primeras tribus que entraron al continente; y el otro largo, bien formado, introducido por los Aruacos, últimos emigrados. La presencia en los cementerios más antiguos de dos clases de arcos: uro largo y fuerte, de corte transversal rectangular y otro débil de corte transversal redondo, no habla en favor de esta teoría. El arma de los primeros cementerios de la costa del Pacífico es generalmente la estólica, así también en Arica. Por eso, todos los arcos se han importado en tiempo más reciente. Las condiciones en que se han encontrado en Arica los diferentes tipos juntos, parecen indicar su introducción simultánea y en el mismo período posterior a las inmigraciones Aruacas. En este caso es poco probable la existencia anterior, en las regiones trasandinas, de un arco primitivo que habría esperado la llegada del arco para entrar juntos con él a la costa del Pacífico. El Padre Guillermo Schmidt parece considerar el arco como una arma extraña a los habitantes de la Sierra, y que entró a Bolivia sólo como por una casualidad en tiempo reciente, deducier do de eso que un arco primitivo puede haber existido en el Este sin haber sido usado por las poblaciones andinas. Pero, sucede lo contrario. El arco era arma común de los Aimaráes en el período de la conquista (comp. Jiménez de la Espada, Relaciones Geográficas del Perú, tomo II) y parece haber reemplazdo a al estólica, que era el arma predecesora para el mismo uso, en el período de Tiahuanaco. El arco está representado en un tapiz de este origen (comp. A. Stubel und M. Uhle. Die Rui

pletamente primitivo, porque aun sus costumbres de apariencia más moderna están en las sepulturas ampliamente representadas por otras de origen antiguo.

No conocía la alfarería, ni los metales, ni la agricultura, ni ejercía el arte de tejer. Sus tejidos, que no son tales, muestran una estructura de red de malla estrecha, imitando productos textiles, pero que propiamente no lo son. Algunas pizarras en que se machacaban substancias colorantes, reemplazaban los morteros. Una piedra de moler, pequeña y de superficie convexa, de una de las sepulturas, no se podría comparar ni en forma ni en significado con ias que vinieron después. La ornamentación de los utensilios, que es rara, consiste, cuando tiene lugar, en líneas y cuadrados pequeños.

En el tipo del hombre estaban insuficientemente borrados los vestigios de su origen primitivo. Su estatura, exceptuando a unos pocos individuos de alguna mayor, y aparentemente de otro origen, variaba de 132 a más o menos 160 centímetros, formando 150 su término medio. Los cráneos, no deformados, eran generalmente redondos, pesados y gruesos, hasta de un centímetro y más de espesor, Varios tenían un carácter escafaloide por la unión de los huesos parietales en forma de cresta. Las mandíbulas son a veces anchas y gruesas, algo cóncavas hacia abajo, sus

nenstatte von Tiahuanaco, pl. 31). Lo tiene en la mano una figura humana que parece cazador y está acompañada de un perro. Una figura opuesta, de carácter mitológico, por ser antropomorfa, sólo en parte, tiene en la mano otro instrumento, evidentemente la estólica que es aquí el arma de los dieses, porque desaparce del uso ordinario. Asimismo las figuras mitológicas del relieve de la gran portada de Tiahuanaco están caracterizadas por el arma más antigua. Resulta de esto que el arco llegó a la altiplnicie boliviana después de terminar las inmigraciones Aruacas. Su uso no era tampo co desconocido entre los Atacameños, sino, al contrario, común según los ejemplares numerosos conservados en el Museo de Etnología y Antropología de Santiago. Estos Atacameños lo recibieron de Tiahuanaco en reemplazo de la estólica, su arma anterior, de que se ha encontrado un ejemplar en la provincia de Jujuy (véase R. Lehmann Nitsche, Catálogo de antigüedades de Jujuy, donde está re presentado sin uso determinado).

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