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»>para Jesucristo. Murió en 1579. Vicente de Valverde, reli>>gioso dominico, Obispo de Panamá, y despues de Cuzco en »>el Perú, vino á España para representar á Cárlos V la injusta >>dureza con que algunos gobernadores trataban á los indios, »y logró providencias muy útiles. Despues de haber logrado >>un sinnúmero de conversiones, al tiempo que decía misa le >>asaltaron una cuadrilla de salvajes, le mataron y se lo co>>mieron. De la misma Órden de Santo Domingo eran Cristó>>bal de Torres, Arzobispo de Santa Fe, cuya universidad fun>>dó con quince cátedras, y Tomás de Torres, que fué primer >>Obispo de la Asuncion ó del Paraguay, y despues de Tucu>>man. En ambas diócesis acometió este varon apostólico gra>>vísimos trabajos, y se expuso á los más inminentes peligros >>para impedir en los gobernadores y en sus ministros toda >>violencia capaz de hacer odioso á los indios el nombre cris>>tiano, y para ir en busca de los salvajes; pero Dios le con>>solaba y alentaba con la conversion de éstos y con la mejora >>de costumbres de muchísimos españoles. Otro religioso do>>minico, llamado Fr. Francisco de la Cruz, fué á buscar entre >>las escarpadas peñas de los Andes de Acamba á una multi»>tud de familias que huían de los europeos. Estableció misio>>nes en lugares inaccesibles, y consiguió numerosísimas con>> versiones. Fué hecho Obispo de Santa Marta, y allí trabajó >>con igual fervor hasta la muerte. Entre los religiosos de >>Santo Domingo y los Obispos que más trabajaron en plantar >>la cristiandad en América merece particular memoria Fr. Je>>rónimo de Loaisa. Nombrado primer Obispo de Nueva Carta»gena, se procuró un buen número de activos cooperadores, >>especialmente de su Órden; y en ménos de cinco años formó »>una feligresia numerosísima y bien arreglada. Era de gran >>prudencia y activo celo, infatigable en los trabajos de su mi>>nisterio, y muy hábil y experimentado en las costumbres, »>génio y lengua de los indios. Brillaron más estas prendas >>cuando fué trasladado para establecer y arreglar el nuevo >>obispado de Lima, que en su mismo tiempo fué erigido en >>metrópoli. En pocos años edificó la catedral, formó un lucido >>y ejemplar clero, fundó varios conventos, colegios, hospita>>les para indios y para españoles, para hombres y para muje>>res. Fundó la universidad, y celebró dos Concilios provincia

>>les para enmienda de costumbres de clero y de pueblo, y >>para acordar un método uniforme de instruir á los indios y >>procurar su conversion. Murió este ejemplar Arzobispo en >>1575, y seis años despues le sucedió Santo Toribio Alfonso >>de Mogrovejo. Este Santo, que lo era desde niño, fué cole»>gial en el de San Salvador de Oviedo, donde vivió vida de >>monje. De allí salió para inquisidor de Granada, en cual ofi>>cio se portó siempre con mansedumbre y verdadera caridad. >>Cuando fué nombrado Arzobispo de Lima renunció con gran>>de eficacia; pero al cabo de tres meses, vencido con razones >>poderosísimas, cedió á la voluntad del Rey; admitió, y llegó >>á Lima el año de 1581. Su vida desde entónces fué austerísi>>ma y contínuamente empleada en la oracion, en dar audien»cia, porque á nadie la negaba, en el estudio y en las demas >>tareas de su oficio. Dos veces visitó aquella dilatadísima dió>>>cesi con increibles fatigas y trabajos: no le espantaron las >>sierras ágrias, ni los caminos intransitables, ni la nieve y >>los hielos, ni los calores extremados de tan destempladas re>>giones: las aldeas de los indios, los cortijos, y hasta las caba»ñas de los pastores llamaban eficazmente su atencion. Se apli»caba con gran gusto y por muchas horas á enseñar el catecis>>mo, exhortar, corregir y precaver toda suerte de abusos y >>malas costumbres: iba por los montes en busca de los indios >>bravos, y con celestial elocuencia atrajo muchísimos al rebaño >>de Cristo: proveía con singular vigilancia las parroquias de »>curas sábios, ejemplares y celosos. Celebró un grande nú>>mero de Sínodos provinciales, con los que hizo al clero y >>pueblo de aquellas provincias bienes incalculables. Y des>>pues de veinte y cinco años de tan laborioso pontificado, á >>los sesenta y ocho de tan santa vida, murió en el Señor en >>el de 1606. El Concilio primero de Santo Toribio, que suele >> llamarse el I Limano, aunque hubo ántes otros dos, se co>>menzó en Agosto de 1582, y duró más de un año. En él se >>trató muy de propósito del gran cuidado que se ha de tener »>en instruir á los indios, y del método con que debe hacerse. >>Se compuso é imprimió un nuevo catecismo, traducido en la >>lengua más comun de aquellos países; y se encargó á los >>Obispos que procurasen nuevas traducciones, cada uno en >>las lenguas que tuviese en su diócesi; declarando que el in

>>dio debía rezar y decir el catecismo en su propio idioma, »>nunca en latin; y en español sólo aquellos que le entienden >>bien. Se arreglaron varios puntos importantes de disciplina. >>necesarios en aquellas iglesias; y se dieron muy oportunas >>providencias para lograr que en todas las diócesis se funda>>sen seminarios tridentinos, especialmente necesarios en >>aquellas regiones para criar párrocos de los indios. En fin, se >>hicieron saludables decretos sobre santidad de costumbres >>del clero y de las religiosas, y para cortar varios abusos. El >>Concilio II Limano le celebró Santo Toribio el año de 1591. >>Declaró varias dudas sobre la obediencia que deben á los >>Obispos aquellas regiones, que sirven las parroquias ó doc>>trinas de los indios; y se tomaron algunas providencias para >>el buen arreglo de estas doctrinas y de otras iglesias. Se pu>>blicó en el mismo Concilio una regla ó decreto del Santo en »>que se prescribe el órden de las funciones de las iglesias ca>>tedrales. El III Concilio provincial del Santo se celebró el año >>de 1601. En él se manda que en todas las diócesis haya Sí-»nodo cada año, y se nombren jueces y testigos sinodales. >>Se extiende el interrogatorio, que debe hacerse para el in>>forme de los promovidos á aquellos obispados y remitirse al »Papa: y á más de las preguntas regulares hay esta: Si sa>>ben que el nombrado es práctico de las cosas de los indios: >>cuánto tiempo ha estado entre ellos, y si entiende la lengua >>de los naturales de la diócesis, de modo que pueda predicar>>les, instruirlos en el catecismo y administrarles los Sacra>>mentos. En el mismo Concilio se encarga con mucha efica>>cia la observancia de los decretos de los Concilios anteriores >>sobre la instruccion de los indios y reforma del clero. Tam>>bien la provincia de México celebró desde el principio impor>>tantes Concilios. Luego que Cárlos V tuvo noticia de la con>>quista, fué enviando gran número de misioneros apostólicos >>para desarraigar la idolatría y esparcir la semilla del Evan»gelio en aquella dilatada region. De los primeros que llega>>ron era el principal el V. Fr. Martin de Valencia, del Órden »de San Francisco, que iba como delegado de Su Santidad, >>con otros once religiosos de la misma Órden. A fines del año >>de 1524 y principios del siguiente, diez y nueve religiosos >>franciscanos, siete clérigos y cinco letrados celebraron, con

>>asistencia de Hernan Cortés, una solemne congregacion ó »>junta apostólica, para acordar el mejor método de propagar >>la fe, y de ocurrir á las gravísimas dificultades que por en>>tónces se presentaban. Despues, en el año de 1555, siendo >>Arzobispo Fr. Alonso de Montufar, del Órden de Santo Do>>mingo, Prelado de grande espíritu para promover el bien es>>piritual y levantar las fábricas materiales de la Iglesia, se >>celebró el primer Concilio mexicano, que se imprimió el año >>siguiente en la misma ciudad de México, ó Tenoxtitlan. Con>>tiene noventa y tres capítulos de admirable doctrina y opor>>tunísimas providencias. El mismo señor Montufar celebró >>diez años despues otro Concilio provincial, que es el Mexi>>cano II. El principal objeto de este Concilio fué recibir el de >>Trento; pero con este motivo se formaron veinte y ocho de>>cretos particulares. El mismo sábio y celoso Prelado publicó >>un edicto muy atinado y juicioso sobre las obligaciones de >>los que residen en el coro de la catedral, para que los Divi>>nos Oficios se celebren con el decoro y devocion correspon>>diente. Con presencia de lo dispuesto en los dos Concilios del >>señor Montufar y en el de Trento, y de lo que la experiencia >>de algunos años más había enseñado, se celebró el III Con>>cilio de México en el de 1585. Convocóle el señor Arzobispo." >>D. Pedro Moya y Contreras, varon celosísimo y prudentísi>>mo. Asistieron seis de los sufragáneos; y el de Chiapa no pu>>do llegar por habérsele quebrado una pierna cuando iba. El >>Concilio formó en cinco libros, divididos en varios titulos, un >>cuerpo de leyes muy oportuno para aquellas iglesias. Formó >>tambien estatutos para el gobierno de la catedral de México, >>que pueden servir de norma para todas las de América, y >>con licencia del Supremo Consejo de Indias fueron presenta>das al Papa Sixto V las actas y decretos del Concilio, y las >>aprobó y confirmó. »

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CAPITULO X.

LUCHAS ENTRE EL EMPERADOR CON LA SANTA SEDE
Y GRANDES CONCESIONES DE ESTA.

§. 54.

Desacuerdos con Clemente VII.

Al virtuoso y austero Adriano VI había sucedido el Papa Clemente VII, tan enemigo del Emperador Cárlos V, como afecto le había sido su antecesor. Era el nuevo Papa de la familia de los Médicis, que se habían alzado con Florencia, y aspiraban á más en son de emancipar á Italia. El Emperador tenía á punto de honra continuar la dominacion de España en Italia, funesto legado de su abuelo y del ingerimiento de la casa de Aragon en las contínuas rivalidades de aquel pais. Por otra parte, cuando se trataba de abandonar aquel campo de continuas guerras y aventuras, venían á suplicar que se les librase de los franceses, y si vencían los españoles suplicaban á los franceses les librasen de la tiranía española.

Ahora el Emperador representaba no solamente los derechos de España, sino tambien las antiguas aspiraciones de los tudescos. La narracion de aquellas campañas y de las matanzas, derrotas, triunfos y conquistas que llaman glorias, ni es, afortunadamente, objeto de la historia eclesiástica, ni ménos de la particular de España. A la general de la Iglesia corresponderían en todo caso.

Las tropas españolas habían arrojado de Milan al Duque Francisco Esforzia, por su deslealtad contra el Emperador. El Papa había entrado en la confederacion que contra éste se había formado, á la cual se llamaba Liga santa, aunque nada tenia de tal. Tomaban parte en ella los Príncipes de Italia y los venecianos contra el Emperador, contando con el apoyo de Francia é Inglaterra, donde el Cardenal Wolsey se mostraba tambien resentido de él, diciendo que le había engañado ofre

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