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§. 6.

Restauracion de la Santa Iglesia de Granada. — D. Fray Fernando de Talavera.

FUENTES.-Pedro Mártir de Angleria.

TRABAJOS SOBRE LAS FUENTES.- Vida det Ven. D. Fr. Hernando de Talavera, por el Pbro. D. Pedro Alcántara Suarez, un tɔmo en 8.o: 1866.

Tres eminentes repúblicos tenía la Iglesia de España á fines del siglo XVI: D. Pedro Gonzalez de Mendoza, apellidado el Gran Cardenal de España; el Cardenal Cisneros, que le sucedió en la Silla y dignidad primacial, y el venerable D. Fray Fernando de Talavera, primer Arzobispo de Granada. No brilla éste en la historia tanto como como los otros dos, pero quizá fué superior á ellos, y en virtudes valía más. Era confesor de Doña Isabel la Católica; y si á ésta se debe la reforma de costumbres en España, al Arzobispo Talavera se debe la de la Reina. Empeñóse ésta en hacerle Obispo; él en no serlo. ¿Es posible, Padre, le decía la Reina, que no me habeis de obedecer una vez, cuando tanto os obedezco yo?

-Señora, le dijo en chanza Talavera; no he de ser Obispo sino de Granada.

Y lo fué; pues conquistada esta ciudad por gran empeño suyo, la Reina le obligó á cumplir lo prometido. Obispo era ya de Avila, por mandato expreso de Sixto IV, y electo de Granada, cuando en la torre de la Vela enarboló por su mano la cruz de plata (1), poniendo el Conde de Tendilla el pendon Real á la derecha y D. Gutierre de Cárdenas el de Santiago á la izquierda. Al entrar en Granada los Reyes el dia 6 de Enero de 1492, el Gran Cardenal acompañaba al Príncipe D. Juan, vestido de rozagante púrpura: á la izquierda, el Arzobispo vestía manto y muceta de tosco paño pardo.

(1) El testamento del Cardenal Mendoza, dice que se enarboló la Cruz primacial, y al legarla á la Iglesia de Toledo, añade que la había llevado levanta la en todas las diócesis de España. Dúdase mucho de la certeza de este aserto. Illescas dice que se puso la bandera de la Cruz. (Libro VI, S. 1, págs. 219 y 215 de la edicion de 1652.)

Quisieron los Reyes, que, pues Zaragoza y Valencia habian sido erigidas en metropolitanas, como capitales de reinos, lo fuera Granada, pues tenía aquella dignidad. El Papa Alejandro VI, que por muerte de Inocencio VIII ocupaba el sólio pontificio, accedió gustoso á la demanda y envió sus bulas, sometiendo la ejecucion al Gran Cardenal Mendoza. El palio lo recibió Talavera de mano del Obispo de Jaen. El Cardenal le subdelegó para los grandes trabajos que era preciso llevar á cabo en la ereccion de su nueva provincia, diócesis y parroquias, convirtiendo en iglesia y provincia de Cristo un vasto reino musulman.

Como los recursos no sobraban, el Arzobispo, desapegado completamente de riquezas y dinero, y eso que manejaba el tesoro de Castilla y residenciaba á todos los contadores, ideó vivir con su cabildo en vida comun, y llevó consigo á los prebendados de la naciente catedral, con los cuales vivía al estilo del antiguo cónclave episcopal, asistiendo con ellos á maitines á media noche y comiendo humildemente en refectorio. Con eso no necesitó pedir riquezas ni beneficios pingües, dejando al tiempo que los trajera, si la Providencia queria otorgarlos. Ésta los prodigaba en tales términos, que solía tener á la mesa más de doscientas personas, mientras que ayudaba con larga mano á la obra de la catedral, pues los Reyes moros de Granada, ménos fervorosos muslimes que los de Córdoba, no tenían una mezquita como la de aquesta ciudad.

Como la iglesia era del Real Patronato, por razon de la conquista y privilegios apostólicos, los beneficios quedaron todos de presentacion del Rey, y en muchas cosas obró Don Fernando el Católico en virtud de la bula de Urbano II, que daba tan ámplios derechos á los Reyes de Aragon, interviniendo hasta en las elecciones de los prebendados de oficio.

La afabilidad del Arzobispo contrastaba con la dureza de Cisneros los mismos mudejáres y moriscos le tenian no solamente respeto sino estima; y él solo bastó con ésta para poner termino á la sublevacion promovida por la rigidez desabrida de Cisneros y sus familiares, quienes propendian á obtener conversiones á la fuerza, segun el genio español, pero no conforme al espíritu del Evangelio y de la Iglesia.

La casa de Fray Fernando de Talavera, á la vez que de

convento, servia de academia y de hospicio : recogía á cuantos huérfanos había en Granada, hasta que lograba colocarlos en oficio, pues era enemigo declarado de la holganza (1). De sobremesa, y en otros casos, hacía que discutiesen sus prebendados puntos de teologia y derecho canónico. Diez Obispos salieron de su casa (2). Fundó además de eso el colegio de San Cecilio, que compite con el de Tarragona la antigüedad entre los seminarios de España. Vió además casi concluida la obra de su catedral, sobre cuya puerta, llamada del Perdon, se lee la inscripcion siguiente:

Post septingentos, mauris dominantibus, annos,
Catholicis dedimus populos hos regibus ambæ :
Corpora condidimus hoc templo, animasque locamus
In cœlis, quia justitiam coluere fidemque.

Pontificem dedimus Ferdinandum nomine primum
Doctrinæ morum, viteque exemplar honeste (3).

Aquí yacen, en efecto, los Reyes Católicos en magnífico mausoleo, y Talavera en modesto sepulcro de piedra, que le construyó su buen amigo, y colaborador en el bienestar de Granada, el Conde de Tendilla, D. Íñigo Lope de Mendoza.

§. 7.

Descubrimiento del Nuevo Mundo.

Despreciado Colon en las cortes extranjeras; hecho objeto de burla para los cortesanos y mentecatos, sólo halló acogida en España y entre los frailes, y proteccion en una Reina alta

(1) Ni áun á los ciegos dejaba holgar, pues de acuerdo con el Conde de Tendilla, mandó que en todas las fraguas se prefiriese a los ciegos para tirar del fuelle y otras ocupaciones análogas que no exigen vista.

(2) Los enumeran el P. Sigüenza y otros biógrafos suyos: Fonseca de Búrgos, Toledo de Plasencia, García de Guadix, Ramirez Villaescusa de Cuenca, Gomez Toledo de Plasencia, Rivera de Lugo, Toledo de Málaga, Ortega de Almería, Alba de Granada, Avalos de Guadix y Granada.

(3) Dímosle á D. Fernando Talavera
Primero de este nombre por Prelado.
Digno arzobispo en dignidad cual esta
Columna firme de virtud entera.

(Traduccion por Bermudez de Pedraza.)

mente religiosa. El dominico Fr. Diego Deza, catedrático de Salamanca y maestro del Príncipe D. Juan, fué el principal apoyo de Colon al lado de la Reina; y á no ser por él, quizá no fuera Colon, ni fuera España quienes descubrieran el Nuevo Mundo. Para discutir su teoría y hacerla aprobar de la corte, determinó Colon ir á la universidad de Salamanca, como á la madre de todas las ciencias en esta monarquía. Halló allí grande amparo en el insigne convento de San Esteban de Padres Dominicos, en que florecían á la sazon todas las buenas letras, que no solamente había maestros y catedráticos de teología y artes, pero áun de las demas facultades y artes liberales. Comenzaron á oirie y á inquirir los grandes fundamentos que tenía, y á pocos dias aprobaron su demostracion (1), apoyándole con el M. Fr. Diego Deza, catedrático de prima de teología y maestro del Príncipe D. Juan. Casi todos los escritores más notables de aquella época, y no pocos cronistas de Indias, convienen acerca del hecho indisputable de que el descubrimiento del Nuevo Mundo por Colon se debió en gran parte á la influencia del dominicano Deza.

No es ménos caballerosa tambien la acogida que prestó á Colon el guardian del convento de la Rávida, el P. Perez de Marchena, y de esta manera dos hijos de Santo Domingo y San Francisco vinieron á ser los dos más sinceros favorecedo

(1) Las juntas se tuvieron no en la Universidad, sino en el convento de San Esteban, donde Colon estaba albergado: á dos leguas de Salamanca hay una casa de campo llamada de Valcuebo, que fué del convento de San Esteban; en ella se ve un cerrito que aún se designa con el nombre de Teso de Colon.

Se ha dicho que los catedráticos de Salamanca se opusieron al proyecto de Colon fundándose en textos de Escritura, y añadiendo que en el caso de que fuese no podría volver. Un pintor francés, llamado Mr. Colin, ha representado esto en un cuadro disparatado sin conocimiento de trajes, ni costumbres, en que se ve á Colon ante el claustro de Salamanca, presidido por cinco Obispos vestidos de pontifical (risum teneatis), y unos que quieren ser frailes ó doctores. Uno de los frailes se lleva el dedo á la frente en actitud de decir á otro, que Colon está tocado de la cabeza. El tal cuadro, reproducido en España, es un desatino completo; y lo que se dice del dictámen del claustro de Salamanca, un despropósito. Los ingleses fueron los primeros que despreciaron á Colon.

Los dinamarqueses pretenden ahora ser ellos los que descubrieron el nuevo mundo. Bien callado lo tenían hasta que habló Colon.

res de Colon en sus pretensiones, apoyándole, cuando sin recursos, y abandonado de todo el mundo, era objeto de escarnio para la corte. Favorecióle tambien Fr. Hernando Talavera, de cuya mano recibió el dinero que adelantó Santangel.

Sabidas son las reyertas que la codicia y la ambicion excitaron luégo que las Indias fueron descubiertas: los deseos de la Reina Isabel no podían ser más piadosos; pero no eran iguales los deseos de los que iban á las Indias. Vistas las extorsiones que Bobadilla había causado á Colon, á quien ma· lamente se atrevió á prender, consultado Cisneros por los Reyes Católicos acerca del remedio de tantos males, manifestó con santa energía, que el mal estaba en que se habia querido ganar los cuerpos de los indios, pero no sus almas; de cuyas resultas, y por los atropellos cometidos con aquellos infelices se habian hecho suspicaces y áun enemigos de los españoles, Así es que Cisneros puede considerarse como el jefe de todos los que posteriormente han declamado con mayor ó menor acrimonía acerca de las extorsiones causadas por la codicia en aquellos países (1).

En virtud de estas exhortaciones fueron enviados con calidad de misioneros el P. Fr. Francisco Ruiz, sobrino del Cardenal y despues Obispo de Avila, Fr. Juan de Trasierra y Fr. Juan de Robles; todos tres frailes franciscos. Cisneros les surtió de todo lo necesario. Llevaban encargo no sólo de convertir á los indios, sino tambien de residenciar á Bobadilla, por sus atropellos contra Colon, para lo cual el Gobernador Ovando tenía órden de auxiliar á Fr. Francisco Ruiz en caso necesario. Este prendió á Bobadilla y le envió á España, adonde no llegó por haber naufragado en el camino. Los religiosos franciscanos bautizaron gran número de indios, á creer las biografías de Cisneros (2).

(1) A principios del siglo XVI aún no se habían bautizado mas indios que los siete que trajo Colon á Barcelona en 1493, y la cacique doña Catalina, que casó tres años despues con el Miguel Diaz. Estos salvajes fueron catequizados por Cisneros. (Quintanilla, pág. 132.)

(2) Quintanilla, archetypo de virtudes: Vida del Cardenal Cisneros libro III, cap. 9, dice que hubo dias en que bautizó el P. Ruiz mas de 1.200 indios.

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