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les de la Iglesia de España por sus grandes atribuciones. El Comisario general por la jurisdiccion espiritual delegada de Su Santidad, y mediante la Bula, podía componer sobre lo mal ganado y adquirido por logros, usuras y demás modos ilícitos, no constando de los dueños y habiendo solicitado buscarlos para restituirles; y asimismo de los legados hechos en descargo de lo referido sobre los frutos de beneficios y otras rentas eclesiásticas mal llevadas por defecto de no haber rezado el oficio divino. Tenía facultad de dispensar cualquier irregularidad contraida, como fuese homicidio voluntario, simonía, apostasía, herejía y órdenes mal recibidas, con retencion de beneficios y frutos y ejecucion de órdenes bien recibidas. Dispensaba igualmente en los matrimonios los impedimentos en primero y segundo grado de ilícita afinidad, siendo ocultos y habiendo guardado las formalidades que previene el Concilio Tridentino, despues de ellos, como uno de los contrayentes hubiese sido ignorante al tiempo del contrato, y en el impedimento que sobreviniera despues de contraido.

Habiendo entredicho en los lugares á donde se fuese á publicar la Bula, el dia que entrase y ocho dias siguientes podía suspenderlo, aunque con sólo la entrada de la Bula y su publicacion queda suspendido por dicho término. Si acerca de la ejecucion de lo contenido en la Bula y sobre las cláusulas ó palabras de ella ocurriese alguna duda, tenía facultad el Comisario para interpretarla y declararla, habiéndose de estar á lo que dijese por cualesquier Jueces y Auditores de la Cámara apostólica y Cardenales de la Santa Iglesia, á todos los cuales inhibió lo hagan de otra manera, con cláusula irritante, Et non obstantibus. Tambien podia traducirla en romance y en el idioma de cada reino, con tal que no se alterase la sustancia del texto latino, y asimismo tasar su limosna.

Sólo el Comisario general tenía facultad de absolver á los que impidiesen la publicacion y ejecucion de la Bula, á los que embarazasen á los fieles que quisieran ir al ejército contra moros y enemigos de la Santa Iglesia, y á los que apartáran algo de los aprovechamientos de esta expedicion; lo que podía hacer una vez en la vida y otra en la muerte; y asimismo suspender y revalidar las gracias é indulgencias concedidas á cualesquier iglesias, monasterios, cofradías y otras personas.

En Breve de 12 de Octubre de 1560 el Pontifice Pio IV le concedió otras muchas facultades, entre ellas poder componer con los ilegítimos para órdenes menores y mayores y presbiterato por dos trienios, y en los mismos el cuarto grado de consanguinidad ó afinidad, aunque fuese doblado y multiplicado; y en tercer grado á veinticinco personas de estos reinos.

§. 58.

Terminacion de las guerras con Clemente VII.

La historia eclesiástica puede prescindir muy bien de las noticias militares, pero cuando las guerras son de religion no puede omitirlas por completo. La historia particular de nuestra Iglesia puede tambien prescindir de los sucesos que afectan á la historia general, más bien que á la particular de España, siquiera en estos tomasen los españoles una grande, ó quizá la mayor parte.

Continuaba preso el Papa Clemente VII por no haber aprontado los 400,000 ducados que ofreciera por su rescate. Al cabo. de siete meses de encierro logró escapar disfrazado, y llegar al campamento francés (Diciembre de 1527). Diezmados por la peste y por los vicios, salieron de Roma los españoles logrando llegar á Nápoles, donde poco despues se vieron sitiados por los franceses y la escuadra genovesa. Derrotada la española por esta, y presos los principales jefes, se miraron tantos reveses como un castigo de las impiedades cometidas en la Ciudad santa. Parecia perdida la causa española si el valeroso almirante Doria, agraviado del frívolo Francisco I, no hubiese hecho cambiar la suerte de las armas, poniéndose del lado de España. El Emperador y su hijo se mostraron siempre reconocidos á los Dorias, que durante el siglo XVI figuran ventajosamente en varias Iglesias y asuntos eclesiásticos de España.

Aniquilado á su vez el ejercito frances por el hambre y la peste, las derrotas y la indisciplina, vióse abandonado á su mala suerte el Papa Clemente, y hubo de reconciliarse con el Emperador y hacer las paces. Logró así el Emperador tranquilizar su conciencia, y hechas las paces con Francisco I, quedó en disposicion de combatir á los enemigos de la Iglesia los protestantes y los Turcos, segun vamos á ver.

CAPITULO XI.

PERIODO HEROICO DE CARLOS V.-GRAN LUCHA EN
ESPAÑA EN PRO DEL CATOLICISMO.

§. 59.

Las miras de la Providencia destinando á España á ser el baluarte político del catolicismo.

Oviedo, Leon, Leire, San Juan de la Peña y Nájera son los panteones históricos de las primitivas monarquías de España. La catedral de Toledo es el grande y digno panteon de los reyes de los últimos tiempos de la Edad Media, y lo era Poblet de los de Aragon. La capilla de los Reyes Católicos es el panteon de estos y sus hijos. El Escorial lo es de los Reyes de las dos ramas de Austria y Borbon de que se va á tratar.

Pero entre aquellos y el Escorial hay un panteon pobre, sombrío, apénas visitado, que está entre Granada y el Escorial: Santo Tomas de Avila. Allí está enterrado el malogrado Principe D. Juan, hijo de los Reyes Católicos, el que estaba destinado á continuar las glorias de sus padres y de nuestros antiguos Reyes, jóven, galan, discreto, literato, valiente, generoso... hasta filósofo, segun dicen.

Pocos edificios hay que hieran como él la mente del hombre pensador. En medio de una campiña mustia y silenciosa, se alza aquel convento de apariencia escasa, sombrío, de poco ornato. Allí la gran iglesia de proporciones severas, el sepulcro de D. Juan, el de sus ayos que parecen aún velar su sueño, reposando en otro magnifico sepulcro; el de Torquemada, reducido á una gran lápida negra en la Sacristia, objeto de atrasadas iras; la forma incorrupta profanada por los asesinos del Santo Niño de la Guardia; los recuerdos de Santa Teresa que recibiera grandes favores y revelaciones en aquella iglesia, donde yacen tambien algunos de sus directores espiritua

les en ignoradas tumbas; las pobres habitaciones de los Reyes Católicos en el claustro; sus hermosas sillas en el coro; las aulas de su antigua Universidad, que aún tienen sus rotulos, invitando á la juventud á recibir allí una instruccion poco extensa pero muy profunda, todo, todo allí inspira recogimiento, devocion, seriedad y silencio.

Y al estar alli al lado del maltratado sepulcro del jóven Príncipe, parece que se halla uno animado del espíritu de los amigos imprudentes de Job, para levantar los ojos al cielo y preguntar á Dios-¿Por qué os llevásteis tan pronto á este jóven? ¿Por qué, Señor, dísteis lugar á que en vez de él reinara una pobre loca, y con esa loca viniera á España un hijo, que principió tan mal para España y que trajo á ella y con su extranjera dinastía una série de aventuras en que despues de prender dos veces al Papa, saquear dos veces á Roma, como Atila y los piratas de Guiscardo, hubo de derramar en Flandes y Alemania arroyos de oro y sangre española?

Y parece que la palabra de Dios saliendo del sagrario responde:-Quis est iste involvens sententias sermonibus imperitis?.... Numquid apertæ sunt tibi portæ mortis, et ostia tenebrosa vidisti? (Job, 38.) Yo quise probar la fe de España y que no decayese el país que por espacio de siete siglos luchó por su fe y por su independencia. Si perdió intereses con la expulsion de los judios, le di los tesoros incalculables de América é hice de sus pequeños estados y coronillas una nacion compacta, y de su corona formé un Imperio. Al frente de Francia un Rey sensual y lascivo, indigno de ser llamado hijo primogénito de la Iglesia, más galan que caballero y amigo de infieles y de impíos, no valía para defender el catolicismo, pues hacía infames alianzas con ellos y los Turcos. Yo le humillé y le hice venir prisionero á España y tambien consentí la humillacion de los Papas que, como señores temporales, hicieron con él indignas alianzas. Yo hice de un pobre fraile un buen Regente y de un soldado valeroso el fundador de una Compañía, disciplinada exprofeso, no para el retiro y la contemplacion, sino para la lucha, para pelear las batallas del Señor, no para ir al desierto, sino para los grandes centros de cultura y poblacion. Hice fundar grandes escuelas de donde salían vuestros grandes prelados y vuestros grandes teólogos y lite

ratos, para lucir en Trento, para sostener allí con energía las doctrinas más austeras y para enviar al Nuevo Mundo colonias y colonias de santos y de sábios que en breve dieran á la Iglesia tantas y más almas, tantos y más templos, cuantos perdía en Alemania, Francia, Hungría, Suiza, Inglaterra, Prusia y Dinamarca. Al lado del monarca más sensual, impuro y asesino de mártires en Europa, puse una santa mártir hermana de ese jóven Príncipe, mujer sublime, heróica y admirable, que diera su vida por ese pueblo extraño y en gran parte ingrato para ella.

Si ese Príncipe que yace en esa tumba hubiera vivido, hubiéseis tenido quizá guerras intestinas, ó bien enervados por larga paz y muchas riquezas os hubiérais contagiado con el protestantismo, ó por lo ménos hubiérais permanecido inactivos mientras padecía la Iglesia y el catolicismo apénas tenía en Europa un Príncipe que lo combatiera. Por eso os dí un Príncipe extranjero que os llevase á pelear en remotas regiones para vosotros desconocidas, y que sacrificáseis en obsequio de la Religion, lo que en otro caso se hubiera sacrificado al orgullo y la vanidad.

¡Respetad las miras de la Providencia en la muerte de ese jóven Príncipe!

§. 60.

Victorias contra los Turcos.

Hechas las paces con Francia (1529), en el tratado que se llamó de Cambray ó de las Damas, el Emperador pasó á Génova con una gran escuadra en la que iban 8.000 españoles y la flor de la grandeza. Dia de San Matías recibió en Bolonia como Rey de Romanos y de manos del Papa la corona de hierro, que al efecto se trajo de Milán.

Habíase firmado en 1.o de Enero de 1530 un tratado de paz general, en que no quisieron entrar los protestantes. Los Turcos se habían apoderado de gran parte de Turquía, y estaban á las puertas de Viena. Francisco I, el Rey caballero de entónces, era aliado de Soliman. No solamente no ayudó á combatirle, sino que le favoreció con avisos y por cuantos me

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