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en ella algunos otros Institutos religiosos, desconocidos hasta esta época en nuestro país, los Minimos que principiaron á propagarse á fines del siglo XV y principios del XVI.

Estando los Reyes Católicos sitiando á Málaga, llegó el P. Fray Bernardo Boil con once compañeros enviados por San Francisco de Paula, de parte del cual exhortaron al Rey á que no desistiera del asedio, pues á los tres dias tomaría la ciudad. Así fue el Rey erigió una capilla en el sitio donde había estado el pabellon real: puso en ella una efigie de la Vírgen, bajo la advocacion de la Victoria, y despues les fundó allí un convento. De ahí vino el llamar Victorios ó frailes de la Victoria en España á los Mínimos de San Francisco de Paula.

Los Basilios se introdujeron el año 1540 (1), no sin alguna contradiccion del Consejo de Castilla y de algunos otros Institutos monásticos, que alegaban decisiones en contrario, por las cuales se mandaba que los monjes orientales se atuviesen á la regla de San Basilio, y los occidentales á la de San Benito. Mas esta decision debía tomarse en otro sentido, puesto que la Santa Sede toleraba monasterios de las reglas de San Basilio y San Jerónimo en muchos países de Occidente. Su origen en España se debió á un Obispo de Jaen, el cual dió la regla de San Basilio á unos solitarios que vivían en su diócesi. Agregáronse despues á los Basilios de Italia, y llegaron á tener tres provincias en España.

Los Capuchinos entraron en España algun tiempo despues, á cuyo efecto vino de Nápoles el P. Fray Angel Alarcon con otros cinco religiosos (1578). Estableciéronse primero en Cataluña (2), donde había ménos dificultad para nuevas fundaciones, pues las disposiciones restrictivas del Consejo de Castilla no regían en la Corona de Aragon. Mas una vez que sentaron el pié en este país, en breve pasaron á Castilla (1606). Uno de los que abrazaron esta estrecha observancia fué el beato Nicolás Factor, que huyendo de las honras que se le hacían en Valencia, marchó al convento de Capuchinos de Barcelona, si bien al cabo vino á morir al convento de su observancia en Valencia.

(1) Garma: Teatro histórico de España, tít. 2.o, pág. 191. (2) Camargo: Historia de la Iglesia militante, fól. 311.

Los Clérigos reglares menores de San Francisco Caracciolo sufrieron grandes contradicciones ántes de establecerse en España. Su santo fundador vino á Madrid (1594) en compañía del P. Aponte (Lorenzo) para conseguir la fundacion. Al principio les sirvió mucho el caballero Jacobo de Gratis (el caballero de Gracia) que les dió una casa; pero habiendo parecido á San Francisco Caracciolo excesiva su ingerencia, hubo de separarse de él y pasó á fundar su casa en el paraje donde modernamente se ha construido el palacio del Congreso (1).

Posteriormente logró fundar casa de estudios en Alcalá tambien en Valladolid (1601) con favor de Felipe III.

(1) Aquella casa era de mujeres públicas, segun refiere el P. Eusebio Quintana en la Vida de San Francisco Caracciolo, cap. 23.

No debe darse asenso á lo que dice este buen Padre, contra la buena memoria del caballero Jacobo de Gratis. La hermandad del Santísimo, fundada por éste, demandó al P. Quintana ante el Consejo de Castilla por injurias contra aquel, y el Consejo falló contra el escritor..

CAPITULO XVI.

GRANDES REFORMAS EN LAS IGLESIAS DE ESPAÑA DESPUES DEL CONCILIO DE TRENTO.

§. 104.

Idea general de las reformas llevadas á cabo en los cinco últimos lustros del siglo XVI.

No fué solamente en la reforma de Institutos religiosos en lo que influyó saludable y poderosamente el Santo Concilio de Trento, sino que tambien se dejó sentir su influencia en muchas disposiciones trascendentales á las iglesias seculares y otros establecimientos dependientes de la Iglesia. Tales fueron la celebracion de Concilios provinciales, el aumento de diócesis, la reduccion de hospitales, la creacion de seminarios, la uniformidad de la litúrgia por la aceptacion del Misal y Breviario de San Pio V, la formacion del compendio de catecismo y su mayor divulgacion y la provision de curatos por concurso, mejorando con esto la educacion del Clero secular. La excelente eleccion de Prelados por Felipe II, y el celo de estos en la visita episcopal y reforma de costumbres, contribuyeron poderosamente á la gran reforma que entonces se hizo.

Mas por desgracia, esta ni fué completa ni duradera. El afan de privilegios y exenciones, no solamente no se logró dominar por las disposiciones del tercer período del Concilio de Trento, sino que se aumentó y exacerbó haciendo ilusorias muchas de sus disposiciones. Concluyeron de secularizarse las Catedrales, los Cabildos siguieron oponiéndose á las visitas, las Órdenes militares ya reducidas á mero nombre y sin un átomo de autoridad ni vida religiosa, siguieron suscitando contínuas competencias; el Rey logró robustecer áun más su autoridad con la incorporacion del Maestrazgo de Montesa: con la creacion del Consejo y de la Junta Apostólica, tuvo un

HISTORIA ECLESIASTICA DE ESPAÑA.

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medio de supeditar á los Obispos en todas las cuestiones de jurisdiccion con las Órdenes, y él mismo se eximió de la jurisdiccion del Arzobispo de Toledo, su párroco propio, por medio de las jurisdicciones de la Real Capilla dada al Arzobispo de Santiago y al Patriarca de las Indias, que fué otro semillero de pleitos. Finalmente, las exacciones de los espolios para la Cámara Apostólica y del Excusado, y otros muchos subsidios y gabelas para el Rey y su tesoro, privaron á las iglesias mayores de muchos recursos y atrasaron la conclusion de sus fábricas, dando lugar á que llegase la época de la perversion del buen gusto, que vino á afear no pocas de ellas. Así es que lo ganado con las saludables reformas del Concilio de Trento, se perdió por otros lados, y á la muerte de Felipe II y fines del siglo XVI se entraba ya en el período de la decadencia y se había vuelto á la corrupcion, la indisciplina y el orgullo reprimidos pasajeramente por aquel.

§. 105.

Ereccion de metropolitana en Búrgos.

La iglesia de Auca había dependido de la Tarraconense, pero al trasladarse á Búrgos pareció conveniente que fuera exenta y dependiente directamente de la Santa Sede para que no hubiera de estar sometida á una metrópoli remota y de nacionalidad distinta. Por otra parte las rivalidades entre Burgos y Toledo sobre cuestiones de capitalidad, hacían que tampoco aquella quisiera depender de esta otra. Así es que habiendo entrado el Arzobispo Carranza con cruz alzada en territorio de Burgos (1558), se le requirió de parte del Cardenal Mendoza, Arzobispo de Búrgos, tuviera á bien mandar retirarla, como lo hizo despues de algunas protestas.

Muerto el Cardenal Mendoza, fué elegido para Obispo de Burgos el Cardenal D. Francisco Pacheco de Toledo (1567), el cual estaba en Roma y se titulaba Protector de España, pues gestionaba en el Consistorio á nombre del Rey. Los tres Obispos anteriores habían sido tambien Cardenales, y la Iglesia se hallaba en este concepto tan realzada que se creyó conveniente erigirla en metropolitana, como se hizo en 22 de Octubre de

1574, por Bula del Papa Gregorio XIII, dándole por sufragáneas las iglesias de Pamplona y Calahorra con Santo Domingo de la Calzada. Más adelante (1597) se le unió la de Palencia, y en el siglo pasado las de Santander y Tudela (1754 y 1783) esta última con escaso acierto, estando lindante con Zaragoza.

Por entonces tambien se acabó la gran obra del cimborrio y crucero de la Catedral, cosa difícil en la arquitectura llamada gótica. No solían tenerlos las antiguas Catedrales góticas. En Zaragoza lo había construido el antipapa Luna en forma de tiara y quizá perjudicó á la solidez de aquella Iglesia, Lo mismo sucedió en Burgos, donde lo construyó muy alto y muy airoso el Sr. Acuña á fines del siglo XV (in auras evexit), pero perjudicando tambien al edificio, pues á poco tiempo se vió que éste amenazaba ruina, la cual por desgracia se verificó á los cincuenta años de su construccion (1539). Concluyóse de nuevo, y no mal, en 1567 y es sumamente gracioso y bello en su género, no gótico, sino plateresco.

que

Erigida la Iglesia en metropolitana, vino el Sr. Pacheco á residir al año siguiente (1575). Lo primero que hizo fué presentar el Misal y Breviario de San Pio V la Catedral aceptó desde luego. En seguida celebró Sinodo y sinodales que todavía rigen, y dió estatutos á su Iglesia. Por desgracia murió poco despues (1573), pero ya había dejado arregladą toda la parte formal de su iglesia metropolitana y de la provincia.

§. 106.

Nuevas diócesis y arreglos en Castilla.

A la ereccion de metropolitana en Burgos siguió la del obispado en Valladolid. Felipe II había nacido en esta ciudad, y profesó siempre mucho cariño á su pueblo natal, Elevó á Valladolid al rango de ciudad, la reedificó en gran parte despues de su terrible incendio, y consiguió que su iglesia colegial, fundada por D. Pedro Ansúrez, se erigiera en Catedral. Desmembróse su territorio de los obispados inmediatos, y quedó sujeto a la metrópoli de Toledo (1595). El territorio de Valladolid era entonces el más poblado y rico de Castilla la Vie

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