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»una firma de mano y letra de San Cecilio, en lengua ára>>be (1), que en romana dice:-Cecilio, Obispo de Granada.

<< Por principio de Marzo de 1595, en un cerro de un mon>>te, media legua de la ciudad de Granada, en una caverna »dél hallaron unos hombres una lámina de plomo con letras >>dificultosas de leer. Trajéronla al Arzobispo; dice: - Corpus »ustum Divi Mesitonis; passus est sub Neronis Imperatoris po»tentatu. - Envió sus Provisores al dicho monte. Abrieron en »él algunas cavernas, y barrieron la tierra y piedras de que >>estaban llenas. Y en diferentes lugares y dias de Marzo y >>Abril, hallaron tres láminas de plomo muy betunadas éscri>>tas en lengua latina, con las letras y caractéres, que la dicha >>de Mesiton. Dicen estas láminas, que en aquel monte, que >>ellas llaman sagrado Ilipulitano (2) en las cavernas dél en el >>año segundo del imperio de Neron, padecieron matirio que>>mados vivos, tres discípulos de Santiago el Apóstol, San Ce>>cilio, San Hisicio, San Thesiphon y los discípulos de ellos.>>

«En tres dias de Abril los dichos Provisores descubrieron >>una caverna como calera, y en ella hallaron entre tierra, ce>>nizas, carbones y escorias de fuego, y en lo más dentro de >>ella hallaron cenizas y una masa blanca como cal, muy li>>viana, mezclada con carbones. Parece pedazos de cal. Y lo >>dice la lámina de San Hisicio: Tamquam lapides in calcem con»versi. Juntó luego el Arzobispo plateros; hicieron experiencia >>de su arte, y todos de conformidad dixeron, que la masa eran >>unos huesos quemados, y que así se via por las experien>>cias. >>

<< Hallaron en la misma caverna varios libros en planchas >de plomo; uno tenía por epígrafe: Liber fundamenti ecclesiæ >>Salomonis characteribus scriptus; otro que tenía por título: Li>>ber de essentia Dei; y hasta doce libros más en hojas de plo>>mo, con caractéres antiquísimos en letra árabe subtilísima

(1)¡Oh ignorancia supina! San Cecilio contemporáneo de San Pedro y en el siglo I de la Iglesia, escribiendo en árabe! ¡Y que tan estúpida patraña tuviera crédito y sorprendiera á las autoridades eclesiásticas!

(2) Los falsarios creyeron que Granada era Illipula, por haberlo visto así en el Paralipomenon del Gerundense, que incurrió en muchisimos errores geográficos respecto de España, y este fué uno de ellos,

»y menuda, muy galana en gran manera de diestrísimos y >>grandes escribanos de dos manos de diferentes escritores, por >> mano de San Cecilio y de San Thesiphon, discípulos de Jacob >>el Apóstol, excepto uno, que éste no se sabe ni conoce hasta »agora, qué letra sea. »

Tal es la relacion literal de este suceso, impresa en Granada (1) en la época misma de la invencion. A primera vista se conoce el disparate de hacer escribir en arábigo al griego San Tesifon, lengua y caractéres que no se conocían en Grecia, Roma ni en España en aquella época. Los caractéres salomónicos eran una supersticion inventada por los nigrománticos de aquella época; cosa ridícula y absurda. El decir que padecieron en el año segundo de Neron es un error cronológico torpísimo, y que indica los escasos conocimientos de los falsarios, pues entónces aún no habían principiado las persecuciones. En fin, los desatinos contenidos en aquellas planchas son tantos y tales, que admira aún más que el descaro de los embaidores, la alucinacion de los Prelados y autoridades que anduvieron en ello. Es tanto más reprensible cuanto que los sábios de aquella época conocieron al punto la superchería y la denunciaron como una supersticion. El Obispo de Segorbe D. Juan Bautista Perez, gran crítico, tan sábio como piadoso, conoció al punto el fraude, y lo probó en una preciosa disertacion de quince párrafos, en que probaba hasta la evidencia la grosería del engaño, concluyendo que aquellos objetos no eran dignos de veneracion (2). Por desgracia no se querían pareceres de sábios, sino el ruido de la ignorancia; de modo que el sábio Prelado, viendo cuán adelante iba el ne

(1) Relacion breve de las reliquias que se hallaron en la ciudad de Granada, en una torre antiquísima y en las cavernas del monte Ilipulitano de Valparaíso, cerca de la ciudad, sacado del proceso y averiguaciones, que acerca de ello se hicieron, impreso por Bartolomé Lorenzana con permiso del Provisor del Arzobispado y excomunion mayor a quien lo reimprima: en Granada, año 1608. Es hasta donde puede llegar el lujo de las excomuniones, que era una de las muchas flaquezas de la época, y contra lo mandado en el Concilio de Trento.

Tengo en mi poder dos impresos, iguales, de aquel tiempo.

(2) Véanse en el tomo III del Viaje literario de Villanueva, apéndice 16, pág. 259.

gocio, se abstuvo de remitir su parecer (1). Arias Montano, que se hallaba enfermo en su retiro, no pudo ó no quiso ir á Granada, pero dió á entender bien á las claras que no lo creía. Principiaron á suceder en las cavernas milagros de los que acontecen en tales casos, fragancias maravillosas, y otras cosas de este jaez. Dióse cuenta al Consejo, y éste mandó al Arzobispo que procediera á la calificacion; y despues de varios reconocimientos y pareceres, la junta reunida por el Arzobispo decidió que los objetos encontrados eran reliquias, y como tales se debian venerar (2).

Causa horror y miedo el ver la multitud de personajes célebres españoles, Inquisidores generales, Cardenales, Arzobispos, Prelados, etc., que durante los reinados de los tres Felipes dieron por auténticas las reliquias y los libros. A no ser por la habitual calma y fino criterio de la Santa Sede, tendríamos que respetar, ó por lo ménos callar, sobre un embrollo manifiesto. Pedro de Valencia, discípulo de Arias Montano, quiso desengañar al Cardenal D. Bernardino de Rojas, pero no pudo lograrlo. Sirva de escarmiento á los que creen con ligereza (3).

El Papa Clemente VIII se había reservado el conocimiento y calificacion de los libros. Lleváronse á Roma, á disgusto de los comprometidos en el éxito de aquella bellaquería, pues conocían que en Roma no les sería tan fácil pasar el embuste como en España. Mas la Santa Sede, con su habitual prudencia, dió largas al negocio, por no fallar mientras durase el calor con que se agitaba aquel negocio; de modo que no se dió

(1) En una carta escrita á 8 de Junio de 1595 dice: «Pero no me parece que han pedido pareceres como era razon en cosa tan grave antes de determinarse; porque me escriben que ya van en procesiones todos al monte como cosa cierta. Y así no hay para qué enviar mi parecer al Arzobispo, porque no volverá atrás si lo ha puesto tan adelante.» (Villanueva, tomo III, pág. 169.)

(2) Véanse sobre esto los §§. 57 y siguiente de la Vida de D. Nicolá Antonio, escrita por Mayans al frente de la Censura de historias fabulosas, y lo que hicieron el licenciado Gonzalo Valcárcel y otros por demostrar la superchería.

(3) Consta la prohibicion de los libros que tratan de ese asunto, en el índice expurgatorio §. 2.° Libri certorum argumentorum prohibiti.

sentencia hasta el tiempo de Inocencio XI, el cual, un siglo despues, dió una bula declarando supuestas y apócrifas las inscripciones y las reliquias, y reprobándolas como imposturas y ficciones.

Dicese que el autor de ellas fué un tal Luis Francisco de Viana Bustos, digno de figurar en la lista de los Higueras, Lupianes y demas embaidores de aquel tiempo.

No escarmentaron con esta declaracion de la Santa Sede los amigos de imposturas. Todaví á mediados del siglo XVIII cometieron igual fraude D. Cristóbal Medina Conde y otros dos compañeros suyos, falsificando muchas láminas de cobre, plomo, lápidas é inscripciones, enterrándolas cerca de la ciudad de Granada; y para hacer más verosímil su ficcion, escribieron ellos mismos la apología de la antigüedad y verdad de estos documentos, dándoles las interpretaciones ya de antemano preparadas. Mas habiéndose examinado de Real órden y formado proceso, se descubrió la impostura: los falsarios, llenos de vergüenza, fueron castigados, y todos los objetos falsificados, juntamente con sus apologías y escritos en defensa de las supercherias, se mandaron inutilizar y quemar.

Si de tal modo y con tanto descaro se mentía en estos últimos siglos, ¿extrañará nádie que se escriba con dureza contra las falsificaciones introducidas en nuestra historia por los advenedizos del siglo XI? Muchos de los Prelados que dieron por auténticos los libros, creían hacer un gran servicio á la Iglesia, y lo hicieron tambien en obsequio á la Inmaculada Concepcion de la Santísima Virgen que se atestiguaba en aquellos libros (1). No necesita tan alto misterio apoyarse en patrañas.

No fué solamente en Granada donde se hallaron reliquias por aquel tiempo. En Arjona se encontraron (1628), tambien en virtud de un texto de Flavio Dextro, varios sepulcros de mártires al pié de un torreon. Gil Gonzalez Dávila, que fué de los que cayeron en el lazo de los falsos cronicones, describe

(1) Todavía al escribir esto, se arguyó al respetable catedrático de teología de la universidad de Salamanca Fr. Pascual Sanchez, con las láminas plúmbeas, en una cuestion sobre la Inmaculada. Hé aquí los inconvenientes de no desenmascarar los embrollos á voz en grito.

minuciosamente las procesiones aéreas y milagros que allí se

veían (1).

Mucho más se pudiera añadir acerca de esta materia, pero siendo ménos público vale más callarlo.

§. 142.

La beata de Lisboa, y otras varias del mismo jaez.

Cási al mismo tiempo que en Toledo y Granada se fingían libros y plomos, y en cási todas las provincias de España milagros apócrifos, se desarrollaba en varios monasterios otra plaga de embustes é hipocresía no ménos peligrosa. Muchas de las personas dadas á devocion no se contentaban con favores ordinarios de Dios, y, llevadas de un falso misticismo, aspiraban á los extraordinarios y visibles, cuando, por el contrario, los verdaderos Santos, como Santa Teresa y otros de aquel tiempo, rara vez dejaban de recibir estos últimos sin zozobra. «Hubo en aquel tiempo (2) muchedumbre de »>mujeres engañadas en las más ilustres ciudades de España y >>fuera de ella, que con sus arrobamientos, revelaciones y lla>>gas, de tal manera tenían conmovida y embarazada la gente »que trataban de oracion y cosas de espíritu, que parecía no >>tenía ninguno la que no se arrobaba. » Debe considerarse este desarrollo de fanatismo, superchería y supersticion como una plaga moral de aquella época, que afligió no solamente á España, sino tambien á otros muchos países de la cristiandad, y tambien á las mismas sectas disidentes, en las cuales abundaron visionarios, extáticos, tembladores, milagreros y fanáticos de primer órden, especialmente en Inglaterra.

Por lo que hace á nuestro país, una de las más célebres fué la priora de la Anunciacion de Lisboa sor María de la Visitacion, cuyo suceso fué ruidoso en España, por estar aquel país entónces sujeto á la dominacion española, y aún más por haber logrado que sus embustes fuesen creidos por el venera

(1) Teatro eclesiástico, tomo I, pág. 289.

(2) El cenciado Luis Muñoz, autor de la Vida de Fr. Luis de Granada, que precede á sus obras. (Véase este pasaje á la pág. 118 del tomo I de las Obras de Fr. Luis de Granada, edicion de Madrid de 1788.)

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