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pronto como tomó posesion del Arzobispado trató de empezar la reforma por su Cabildo, que harto la necesitaba. ¡Cómo corregir al Clero sin reformar el Cabildo, y cómo corregir á los seglares sin reformar al Clero! Se opuso el Cabildo, escudado en privilegios y exenciones, de los que habían tenido cuidado de pertrecharse los Cabildos en los malos tiempos, para continuar con los abusos. Algunos pleitos y no pocos disgustos hubo de soportar; su teson venció en unos, su prudencia hubo de transigir en otros, que no siempre se puede hacer todo el bien que se debe.

Quería restablecer la vida canónica del Cabildo, á cuyo efecto construyó la galería sobre el hermoso patio de la catedral; pero fueron tales el alboroto y reclamaciones que esto produjo, que hubo de desistir de su idea, haciendo que sirviese luégo aquella fábrica para habitaciones de la Reina. Con poco tenían bastante los regios consortes. Su palacio en el gran convento de Santo Tomás de Avila era tan mezquino, y lóbrego (una sala con dos gabinetes), que apenas tenían aire ni luz, reservándose sendas sillas en el coro.

¡Quién podrá enumerar los beneficios que la Iglesia de España, y en especial la de Toledo, deben al gran Jimenez de Cisneros! La fundacion del Colegio mayor de San Ildefonso, Universidad de Alcalá, la de otra multitud de colegios para estudiantes pobres, la reforma parcial de los Regulares en España, el envío de los primeros Misioneros al Nuevo Mundo, la ereccion de una multitud de edificios religiosos en Toledo y Alcalá, la restauracion del culto mozárabe y construccion. de una grandiosa capilla para aquella liturgia en la catedral de Toledo, la fundacion de las cofradías de la Inmaculada Concepcion en Toledo y en toda España, declarándose Patriarca de ellas (1), beneficios son todos que se deben á tan gran varon.

No son menores los que le debió la nacion durante, su regencia, segun verémos luégo. La reforma de los Regulares, y del clero, llevada por él á cabo, y la de la córte y las costum

(1) Confirmóla el Papa Adriano VI, autorizando las erigidas, ó que se erigiesen en lo sucesivo, y dotándolas de muchos privilegios, é indulgencias. Véase tan curiosa bula en el archivo Complutense, que trae ei P. Quintanilla á continuacion de su Archetypo de virtudes, pág. 67.

bres públicas y privadas, impulsada por la Reina, son los que más cumplen á nuestro propósito. Mas para comprenderlos en todo su valor, conviene decir algo acerca de los Obispos de aquel tiempo, para comprender el mérito y extension que la reforma tuvo, y que contribuyó en gran parte á comprometer la mal llamada reforma protestante.

§. 17.

Austeridad de los Obispos españoles en contraposicion à la relajacion de los Curiales.

El Episcopado español había decaido mucho de resultas de la estancia de la Santa Sede fuera de Roma y los funestos cismas. Los Cabildos estaban muchos de ellos insubordinados, y los Obispos extranjeros nombrados por la Curia aviñonesa, ó no venían á residir, ó si venían no solían dar ejemplos de austeridad y celo. En tiempo de los Reyes D. Juan II y Enrique IV de Castilla y de Alonso V y D. Juan II de Aragon y Navarra, hubo Prelados españoles político-maniáticos. Pero los Reyes Católicos obraron en este particular, como en cási todo, una reaccion muy saludable en ambas Coronas, llegando al extremo de que cási todos los Obispos que nombraban se negasen á tomar el báculo, siendo preciso obligarles á ello á la fuerza.

Hablando de esto el candoroso Gil Gonzalez Dávila, dice así (1): « Por este tiempo vacó la Iglesia de Coria, y estimando los Reyes la prudencia, letras y santidad de Fr. Juan de >Ortega, le presentaron para el Obispado de esta Santa Igle>sia. No aceptaba porque estaba muy válida en aquel tiempo >>una opinion, que comenzó á tomar fuerza en el tiempo del >gran sábio y santo Doctor D. Alonso Tostado, no ser licito ad>mitir Obispados. Perseveró esta opinion, con gran gloria de >Castilla, hasta los tiempos del Emperador D. Cárlos. Viéronse los Reyes Católicos en grande aprieto, porque no había >vasallo que aceptase Prelacía, porque daban las dignidades >>eclesiásticas á quien el Rey del Cielo daba la suficiencia para

(1) Gil Gonzalez Dávila: Teatro Eclesiástico de la Santa Iglesia de Coria, pág. 453.

TOMO V.

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>>merecerlas, y para librarse de una vez de semejante cuida>>do, suplicaron á la Santidad de Inocencio VIII les concediese >>su Breve para compeler por justicia á los vasallos benemé>>ritos de sus Reinos. >>

«Uno de los que no aceptaban era Fr. Juan de Ortega, que >>ponderaba con su gran cordura lo que dejaba en la celda y >>lo que tomaba en el Obispado (1), y que no era lícito tener lo >>que no era lícito desear. Viendo que se resistía le intimaron >>el Breve para que, no obedeciendo, pasase á Roma á dar ra>>zon de sí, y se siguiese la causa en contradictorio juicio.»>

«El primero que entró por esta puerta fué el Dr. D. Tello >>de Buendía, discípulo de D. Alonso Tostado, que no quería >>aceptar el Obispado de Coria (2). El segundo, Fr. Juan de >>Ortega; y muy sabido es que no quiso aceptar el Arzobispa>>do el Dr. Oropesa, que fué del Consejo de los Reyes Católi>>cos, y muy notorias son las quejas que dió de la Reina Ca>>tólica Fr. Francisco Jimenez, porque le hizo acetar el Arzo>>bispado de Toledo.»>

A este catálogo de Gil Gonzalez Dávila pudiera muy bien añadirse el V. P. Fray Hernando de Talavera y D. Pedro Jimenez de Prexamo, sucesor de D. Fray Juan de Ortega en el mismo obispado de Coria, discípulo tambien del Tostado, y hombre muy austero. Es muy notable el documento siguiente con que los Reyes Católicos presentaron á Prexamo, y conviene tenerlo en cuenta para las cuestiones del Real patronato que por entonces se incoaron:

<<Por el Rey é la Reyna (3). —A los Ven. Dean é Cabildo >>de la Eglesia de Badajoz.-Nos aviemos sabido el falleci>>miento de D. Gomez Suarez de Figueroa, Obispo que fué de >>esa Eglesia, é porque Nos enviamos á suplicar á nuestro muy >>>Santo Padre proveyese de esa Eglesia á D. Pedro Martinez de >>Prexamo, Maestro en Santa Theología, Dean de Toledo, del

(1) Era jerónimo, natural de Atienza y Vicario general de su Orden. Fué el primero que presentó á los Reyes Católicos la plata sobrante en los conventos de su Orden para los apuros de la guerra.

(2) Quizá confunde al Doctor Buendia con D. Pedro Martinez.

(3) Lo inserta Loperaez, tomo III de Osma, documento 145, copiada de una historia ms. de Badajoz, añadiendo que era segun lo ajustado con Su Santidad, en 1492.

>nuestro Consejo, que es persona de mucha ciencia e concien>>cia, é acepto é fiable á Nos, é tal, que con él será la dicha >>Eglesia bien regida, é administrada, é como quiera que bien >>creemos que Su Santidad fará la dicha provision como se lo >enviamos á suplicar; pero porque más ayude para se fazer sin >>contradicion alguna, vos rogamos é encargamos que, aviendo >>respeto quanto esto cumple al bien de esta Eglesia é á nues>tro servicio, vosotros en vuestro Cabildo elijais al dicho Maes>>tro de Prexamo por Prelado de esta Eglesia, segun que en >> tal caso se suele facer, lo cual vos agradeceremos, é ternemos >>en mucho servicio. De Alcalá de Henares á 23 de Noviembre »de 1485 años.-Yo el Rey.-Yo la Reyna.-Por mandado del >>Rey é de la Reyna, Fernando Juarez.»>

Como para formar contraste con estos españoles austeros y dignísimos, sucédenles en la misma silla de Coria cuatro Obispos curiales, que ninguno de ellos reside, ni da buen ejemplo. Fué el primero el malandante César Borja, Duque de Valentino (Valentinois), híjo de Alejandro VI y Cardenal, aunque indigno de la prima tonsura, cuanto más de ser Obispo, uno de los mayores bribones de aquel tiempo. Copiando de Zurita dice de él Gil Gonzalez Dávila (1):

«El Cardenal César Borja, hijo del Papa Alejandro VI, »Obispo de Coria, intentaba dejar el Capelo, por seguir el >>ruido de su condicion ambiciosa. Llegó á noticia del Rey Ca>tólico, y mandó le secuestrasen las rentas del arzobispado de >>Valencia y obispados de Coria, Elna y abadía de Salas, y los >frutos de todos los beneficios que tenía en sus reinos, que >>fueron muchos, y que se gastasen en cada Iglesia en las »obras que fuesen más convenientes. No cumple decir (2) »quién fué el Cardenal César Borja, que las historias informan >>á manos llenas de sus costumbres y vida. Murió alanceado en >>el reino de Navarra, en el año de 1507, en el dia de San Gre>gorio Papa, entre Viana y Mendavia: los que seguían la voz »de su tiranía le dieron sepultura en Viana.»>

La vacante de este obispado se dió en administracion al Cardenal Datario D. Juan Lopez, valenciano, y hechura de

(1) Ibidem.

(2) Fué lo mejor que pudo hacer, y por mi parte sigo su ejemplo.

Alejandro, que tenía además el arzobispado de Cápua y el obispado de Perusa. Duróle poco la administracion, y le sucedió en ella el Cardenal D. Juan de Borja, que tambien la gozó muy poco tiempo, pues murió en 1503.

En pos de estos tres Cardenales españoles, hechuras de Alejandro VI, meros administradores, y en tal concepto cogedores de la renta, pero no verdaderos Obispos en el cumplimiento del deber, antojósele al Rey Felipe I dar el obispado á su ayo, D. Francisco de Busleyden, flamenco, Obispo de Besançon, de quien dice el citado cronista: «Estaba el Rey de »mala gana en España, y de peor sus cortesanos, porque se >>dejaba gobernar de los suyos, en especial por el Obispo de >>Besançon y por el señor de Vere, persona de corazon muy >>francés. El Arzobispo Obispo de Coria murió en Toledo.>>

Todavía tuvo la desdicha este obispado de que se diese al año siguiente al imberbe Guillermo Jacobo de Croy, que fué promovido al arzobispado de Toledo à la muerte de Cisneros.

¿Para qué buscar ejemplos de este contraste en otras iglesias? De este género cuanto ménos, pero imposible es no decir algo.

§. 18.

Los Fonsecas.

Si funestos eran los Obispos y Abades, comendatarios y extranjeros, no lo eran ménos algunos propios y españoles.

Los vecinos de Santiago, llevando siempre con impaciencia el señorío temporal de los Arzobispos, como los de Lugo, Palencia y otros puntos, se sublevaron contra éstos en 1545. En todos estos puntos había siempre un magnate que trataba de medrar á costa de la Iglesia, como medraban á costa del país y de la Corona. Exageraban éstos los vicios del clero, el orgullo de los Prelados; echaban en cara á los ciudadanos la bajeza de depender del clero, y encomiaban la libertad. Ésta significaba entonces en boca de los ambiciosos lo mismo que ahora. Sublevábanse sus parciales y se tomaba la voz del pueblo. De este partido liberal de entónces era jefe en Santiago el Conde de Trastamara.

Expulsado de Santiago el Arzobispo D. Rodrigo de Luna,

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