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en ellas tuvieron los españoles hace que la gloria de sus mártires recaiga tambien sobre la Iglesia de España. Las malas pasiones de aquellos reyezuelos gentiles, combatidas por los misioneros, y las intrigas de los protestantes, cortaron los rápidos y felices progresos de aquella naciente mision. Varias persecuciones parciales habían manchado ya el suelo de la Isla con sangre cristiana (1). Envidiosos los holandeses del comercio que los españoles y portugueses, entonces unidos, hacían en el Japon, hallaron modo de impedirlo por un medio infame. Un navío holandés, mandado por un inglés, vió que unos navegantes españoles sondeaban la costa oriental de aquel imperio. Los españoles no tenían otro intento que reconocer los fondeaderos buenos, y evitar los escollos en que habían perecido gran número de sus naves, y los japoneses lo estaban mirando con mucha indiferència; pero los holandeses les dijeron que esta maniobra en Europa se tenía por acto de hostilidad, y que indicaba algun designio de España contra el Japon. «La España, añadieron, es una nacion ambiciosa, que de todo quiere apoderarse. Sus presbíteros bajo el pretexto de extender la Religion sirven para indisponer á los pueblos contra los soberanos, y por esto los Reyes de Inglaterra, Dinamarca, Suecia, y otros Príncipes han echado de sus dominios á tan peligrosos emisarios. >>

Renováronse con esto los antiguos temores que en el gobierno del Japon habían inspirado los muchos establecimientos de los portugueses en aquellas costas, y el poder de España á que pertenecían aquellos por la union de las dos Coronas. En el año de 1613 se publicó el terrible edicto que proscribió para siempre la religion cristiana en todos los países del imperio.

Por un nuevo edicto se mandó prender á todos los presbiteros religiosos, con terribles penas contra quien dejase de descubrir á alguno de quien tuviese noticia: un corsario holandés detuvo en las costas de Firando al barco de un cristiano japon, en que había dos religiosos españoles, Pedro de

pando á los Franciscanos de celo indiscreto. Es preciso no guiarse solamente por las crónicas de una Orden para hablar de aquella materia.

(1) Describe muy bien el Sr. Amat las persecuciones del Japon, libro XVI, §. 362 (pág. 205 del tomo XII).

Zúñiga, agustino, y Luis Florez, dominico. El hereje, para congraciarse con el Emperador, denunció á los dos misioneros, y desde luego fueron presos cuantos venían en el barco; y justificado el estado de los misioneros, éstos y el capitan del barco fueron quemados vivos, y los demás, que eran doce, degollados. Los muchos misioneros dominicos, franciscanos y jesuitas, que allí murieron, eran cási todos españoles y portugueses. Sus martirios son una de las mayores glorias del catolicismo, y uno de los mayores oprobios de las sectas protestantes.

Otras misiones célebres en el siglo XVII fueron las que hicieron los Capuchinos españoles en Africa, bajo la direccion del célebre lego Fr. Francisco de Pamplona, segun queda dicho (1). Los portugueses habían entablado misiones en el Congo por medio de religiosos franciscanos (1485). Habían corrido estas por varias manos, sufriendo no pocas vicisitudes; clamaban los cristianos de aquellos países por misioneros, mas no era fácil remitirlos, tanto por las continuas guerras como por los grandes gastos que exigían, y finalmente, por el levantamiento de Portugal, que sobrevino á tiempo que ya estaba para salir la mision. Venció los obstáculos que se oponían á ella el carácter impetuoso y enérgico de Fr. Francisco de Pamplona, y salió para aquel país el año 1645: la mision se componía de cinco capuchinos italianos y siete españoles. Reforzóse esta dos años despues con otros doce capuchinos, que cogieron gran fruto en aquellos países. Extendieron sus misiones á los reinos de Angola, Benin, Guinea y Sierra Leona, con ménos resultados; oponíanse á estos, además de la rudeza y barbarie de la gente del país, los holandeses á fuer de herejes, y los portugueses por desconfianza de los capuchinos españoles, á quienes creían emisarios de Felipe IV para sublevar el país contra los gobernadores portugueses de sus colonias y factorías. Otra mision hicieron los capuchinos de Castilla á las tierras del Darien, costeándola Felipe IV y activando sus aprestos el mismo Fr. Francisco de Pamplona; pero el éxito no correspondió á las esperanzas.

Entre las fundaciones religiosas de grande importancia que por entonces ennoblecieron á nuestra patria fueron los

(1) Véase el §. 168, pág. 491 de este tomo.

colegios de ingleses é irlandeses, á fin de educar jóvenes de aquellos países que luego regresáran allá en clase de misioneros. Los Jesuitas habían concebido esta feliz idea y llevádola á cabo en Flandes con muy buen éxito. Felipe II, tan celoso por la propagacion del catolicismo y para contrarestar á la herejía en aquellas islas, no podía ménos de secundar aquel pensamiento. Al efecto apoyó á la ciudad de Valladolid, donde se planteó un colegio para ingleses (1589). A su imitacion se fundó otro en Sevilla (1593): Felipe III escribió al P. Quirós, provincial de Andalucía (1619), que convendría se encargase la Compañía de Jesús de aquel colegio (1), como lo hizo. Por el mismo tiempo que el de Sevilla, se planteó otro colegio en Salamanca (1592) para irlandeses, bajo la advocacion de San Patricio, patron de su país. Favoreció tambien su fundacion Felipe II, y encargó mucho á la Universidad les protegiera en cuanto pudiese. Púsose aquel colegio bajo la direccion de los Jesuitas, que construyeron para ellos magnífica vivienda en tiempo de Felipe III y con los socorros que les dió con gran liberalidad la piadosa Reina Doña Margarita (2). Más adelante, una señora piadosa de Madrid fundó otro colegio para irlandeses en Alcalá de Henares (1650), construyendo un lindo edificio y dotándolo para sostener veinte teólogos. Este colegio existió hasta principios de este siglo, y sus alumnos concurrían á la Universidad.

(1) Zúñiga: Anales de Sevilla, pág. 631.

(2) Habiéndose arruinado malamente la parte del grandioso edificio de la Compañía en Salamanca, que aún hoy en dia lleva el nombre de Irlanda, se ha reinstalado el Colegio en el edificio que fué Colegio mayor del Arzobispo.

CAPITULO XXVI.

ULTIMOS AÑOS DE LA IGLESIA DE ESPAÑA EN TIEMPO DE LA CASA DE AUSTRIA.-POSTRACION Y RUINA

FUENTES.-Semanario erudito de Valladares, tomo II.-Discurso sobre la flaqueza de la monarquía española, tomo IV.-Controversias en la menor edad de Cárlos II, tomo X.-Cartas y memoriales sobre el mismo asunto, tomo XIV.- Memorias históricas de la monarquía española desde Enrique IV hasta Cárlos II inclusive.

§. 172.

Minoría de Cárlos II.—El P. Nithard.

Felipe IV había casado en segundas nupcias con Doña María de Austria: al morir aquel, solamente dejó un hijo de cuatro años de edad y harto enfermo: la regencia quedó en manos de la Reina viuda. Por desgracia aquella señora estaba destituida de las cualidades necesarias para tan alto puesto. Durante la vida de su esposo había manifestado un ciego empeño en sublimar á un jesuita aleman llamado el P. Everardo Nithard, que era su confesor. Felipe IV, á quien nunca agradó aquel confesor, se opuso á los caprichos de su mujer, y no permitió que tomase parte ninguna en los negocios. Pero tan pronto como el Rey murió se desquitó de este postergamiento, poniendo en su mano las riendas del Estado. El Cardenal Sandoval, Arzobispo de Toledo, acababa de espirar; en su lugar nombró la Reina al Cardenal D. Pascual de Aragon, Inquisidor general, haciendo á éste las mayores instancias para que renunciase este cargo, que confirió en seguida al jesuita aleman, contra las constituciones pontificias y leyes del reino, que prohibían dar este importantísimo cargo á ningun extranjero y mucho menos á un converso (1).

(1) El P. Nithard había sido luterano hasta la edad de catorce años. (Sabau, pág. 3, tomo XX.)

HISTORIA ECLESIÁSTICA DE ESPAÑA.

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Grande fué la indignacion de los españoles al verse en manos de dos extranjeros, mirados con harta prevencion. Para acallar las murmuraciones del Clero y del pueblo, que veían con impaciencia en manos de un extranjero aquel poder formidable, que hacía temblar á los mismos Obispos, la Reina tomó el partido de naturalizarle en España, como si esta ficcion legal bastara para aquietar las justas prevenciones contra aquella anómala eleccion. Nuestros Códigos están llenos de leyes prohibiendo naturalizar á los extranjeros para obtener beneficios: con ménos leyes y más energía hubieran cumplido los Monarcas mejor este deber. Jamás se vió España en un estado de abatimiento como aquel, dirigida desde Viena, gobernada por dos extranjeros, sin tesoro, sin recursos, sin ejército, y los asuntos eclesiásticos en un completo abandono, haciendo á veces servir los medios religiosos para miras políticas.

Para sacar á la nacion de estos ahogos se presentó, como un tercero, D. Juan de Austria, hijo natural de Felipe IV, habido en una cómica llamada la Calderona. Los talentos de éste no excedían á los de los otros dos extranjeros á quienes quería suplantar. Su padre había querido que recayese en D. Juan el capelo de su tio el Infante D. Fernando; pero por fin se dedicó á la carrera de las armas, en la cual adquirió alguna reputacion. La Reina viuda le hizo varios disfavores: resentido de ellos huyó de Consuegra, donde estaba desterrado, y vino á Zaragoza: los estudiantes y algunos vecinos se propasaron á varios excesos contra los Jesuitas para vengar el asesinato juridico de un aragonés, llamado D. José Malladas, agente de D. Juan. La Reina le había mandado agarrotar secretamente y sin darle apénas tiempo para confesarse, y con razon ó sin ella se acusaba al P. Nithard de aquel mal consejo (1). Para contener los progresos de D. Juan echó mano del tribunal de la Inquisicion, y mandó que se calificara en él una carta que le había dirigido, manifestándole que tenía derecho á quitarle la

(1) D. Juan en su representacion á la Reina desde Torrejon (4 de Marzo de 1669), acusó de aquella muerte al Obispo de Plasencia D. Diego Valladares, presidente del Consejo de Castilla y hechura del P. Nithard. (Semanario erudito, tomo IV, página 57 y sig. y 168. Item, tomo X, pág. 244 y sig., y tomo XIV, página 16.)

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