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de Nogales, donde les formó causa, y los depuso. Las mayores riquezas de los Cluniacenses hicieron que principiara más tarde entre ellos la reforma, con harto perjuicio suyo, pues la de la Congregacion de Valladolid no principió hasta el sigló XVI (1520), siendo aún mas tardía é incompleta la Tarraconense ó de Aragon.

Los Cartujos y Jerónimos vivían con grande austeridad y recogimiento á principios del siglo XVI, y á ello debieron el gran crédito y favores que gozaron por aquel tiempo, y la fundacion de muchos monasterios muy célebres en nuestra historia eclesiástica, y por ese motivo no se pensó en reformarlos, ni había necesidad de ello por entonces.

Tal era el estado de los monacales en España á fines del siglo XV cuando se encargó á Cisneros la reforma de los mendicantes, que no la necesitaban ménos que algunos monacales.

§. 20.

Reforma de mendicantes y claustrales por Cisneros.

La Iglesia, repuesta de las turbaciones causadas por los dolorosos cismas, principiaba á reformar paulatina y sábiamente los abusos que ella misma conocía, ántes de que los Protestantes pensáran en la supuesta reforma, como una cosa nueva, queriendo hacer atropelladamente innovaciones, que deben ser hijas del tiempo, de la reflexion y de la autoridad.

En tan delicada materia parece preferible oir á un fraile biógrafo del reformador, que narra las cosas relativas à la reforma con tanto candor como exactitud (1). -« Habiendo este varon apostólico visitado las dos Andalucías, le envió á llamar la Reina Doña Isabel muy aprisa, dándole cuenta que importaba á su Consejo, así que viniese á su presencia. Vino, y despues de ajustadas las materias para que fué llamado, como eran tan grandes las ánsias de ver las religiones todas en su pristino estado, en aquel fervor y recoleccion, pobreza y austeridad en que fueron en sus principios

(1) Quintanilla, lib. II, cap. 11.

criadas; procuró reformarlas y reducirlas á su primer instituto, sin reparar en su crédito, quietud y trabajos que habia de padecer. Parecióle, pues, que era buena ocasion para tratar con la Reina esta materia, que tantas veces habia comenzado con S. M., hizo esta consulta: -Señora, bien sabe »V. M. la necesidad que hay de reformar todas las Órdenes de >nuestra nacion: assí lo tengo experimentado en el discurso »desta visita, y V. M. está bien informada de las obligaciones »de cada religion, y mejor de que todos los conventos de Es»paña, assí de religiosas como de religiosos, son claustrales > por haber dejado sus primeras reglas, y siguiendo intrusas >>costumbres, unos por relajacion y tibieza de virtud, y otros >por seguir el corriente de los demas. Y aunque sólo la Órden >de mi gran Padre San Francisco está más reformada, es la »que tiene más necessidad de reformacion; porque, Señora, >>de tantos frayles como somos, sólo cuatro provincias tiene la >>Observancia, con muy pocos conventos, que viven perse>guidos de los Padres conventuales, de su poder y persecu>>cion: todos los demas son claustrales. A éstos siguen los >>conventos de monjas, que, sin exceptuar ninguno, son todos >conventuales; unos porque están á su obediencia, como son >todos los de la regla de Santa Clara, que tan mal guardan, >>ni muchos de ellos tienen clausura: otros por estar regidos »de los Ordinarios, que, como estos no estudian sus reglas, >constituciones ni observancias, son mucha parte para desfla»quecer el rigor y la virtud, y más cuando hay tanta igno>>rancia en los sacerdotes destos tiempos, como V. M. está >>bien satisfecha. Otros son los de la Órden de penitencia, >tercera Órden, que ninguno tiene clausura; daño tan consi>>derable, viviendo sin Órden ni religion, una simple vida de >>bcatas. La causa de esta relajacion ha sido, que despues de »algunos cuarenta años de la fundacion desta santa Órden, >>que con tan buenos cimientos dejó en nuestra España por su >>misma persona mi grande y santo Padre San Francisco, por los >>años de 1220, fabricada con dispensaciones apostólicas, con >>sus no religiosas costumbres, han admitido tener haciendas, »rentas, tierras y heredades, y tanta como hay experiencia y »la propiedad de ellas en comun; y en particular, puestos de »>los religiosos, con breves y bulas que han obtenido para ello

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>>(en que pecan ansimismo las demas religiones), todo relaja>>cion, nacida de Fr. Elías (1). Dicen que tuvo buen fin, y que >>fué conservar estudios y hombres de letras, que con cátedras >>sirviesen á la Iglesia (quien ha dicho que no puede haber in»genios y letras con trabajos, descalcez y ayunos, que la co»modidad, ni el buen trato, vestido, y no coro, no da talen>>tos, y antes los suele embotar), y siguióse una tibicza tan >>grande, una tan llorada destruccion de la pobreza evangé»lica, en que la fundó mi Padre, y otras cosas que se han in>>troducido dignas de reformacion. >>

<< La segunda causa, Señora, de esta desorden, que com>>prende á todas las religiones, ha sido la general peste pa»sada, que se extendió por toda Europa y acabó y asoló las >>religiones: viendo, pues, los Prelados que sus conventos >>queban desiertos, dieron hábitos á todo género de gente co>>mun, sin atender à las calidades que merece la Religion, >>con que flaquearon todas las Órdenes con los nuevos pimpo»llos, y peste que quedó en los antiguos. »

<< Concluyóse la consulta; y como los Reyes deseaban lo mismo que el siervo de Dios, á instancia suya el año pasado de 1493 escribieron á Su Santidad les diese facultades para poder reformar todas las religiones de sus reinos, mendicantes ó monacales, frailes ó monjas. A fin de este de 94 llegó la bula de Alejandro VI en la misma conformidad de la narrativa, sin exceptuar á ninguna Órden (2), como se ve en la confirmacion de Julio II, sin nombrar ningun ejecutor de ella sino en favor de los Reyes, y á su voluntad el nombramiento. La principal causa para que fué llamado el siervo de Dios tan aprisa del Andalucia, de la Reina, fué haber llegado estas facultades (que la consulta había muchos dias que estaba hecha); llamóle, pues, Doña Isabel para hacerle ejecutor dellas; cometiéronle todas sus veces y constituyéronle por reformador general de todas las Órdenes de España, conociendo SS. MM. que no tenían otra persona, que pudiese allanar semejantes dificultades. »>

(1) El sucesor de San Francisco, que lo fué en la jurisdicion, pero no en el espíritu.

(2) Puede verse la bula en el archivo Complutense que trae el mismo Padre Quintanilla á continuacion del Archetypo, pág. 11 (n. 14).

«Empezó á ejercer el nuevo cargo de reformador; y la forma y manera que tenía este santo Prelado en ella era: visitar los monasterios; hacíales una plática de sus primeras reglas, obligaciones y estatutos; de su relajacion y quebrantamientos: ponía toda instancia en que renunciasen todos los privilegios, que eran contra su primera perfeccion; traíalos á su presencia y los quemaba, como Alcoran pésimo de vida ancha. Si era de la Órden de San Francisco, quitábales todas las rentas, heredades y tributos, que daba á monjas pobres, con condicion que luego habían de votar encerramiento y clausura: parte de estas rentas (que eran muy gruesas) dió á parroquias necesitadas, hospitales, de harta necesidad. En materia de hábitos, quitó los que traían de estameña y les hizo vestir de paño áspero y grosero, como la Observancia. En la superficie de sus celdas no dejó nada; hízoles seguir el coro, y andar descalzos como los demas, pues últimamente los hizo á todos observantes á la obediencia de nuestro Comisario general (esto fué lo que más sintió el generalismo claustral), unos porque luego se venían á nuestros conventos, otros porque de un convento claustral y otro observante se hacia uno sólo (assí pasó en Toledo); algunos, porque del que era conventual, se hacía observante; y todos, porque el que no quiso reducirse á la Observancia, ó le quitó el hábito, ó se pasó á Italia. »>

<<En los conventos de monjas de la Órden de Santa Clara, que estaban á la obediencía de los conventuales (fuera de once conventos, cinco de Santa Clara y seis de la Penitencia, que tenía la Observancia en toda España), y por eso eran claustrales como ellos, unos tenían clausura, y á éstos reformó sólo con entregarlos á la Observancia, con que cada Vicario provincial reformó los que le tocaron: otras, aunque eran hijas de Santa Clara, estaban sujetas á los Ordinarios, y reformáronse con dar todos los que pudo á la Observancia. Había algunos que no tenían clausura por falta de rentas, que dió de las que quitaba á los claustrales, y la votaron y se hicieron observantes. Todos los conventos de la tercera Órden de penitencia eran beatas sin clausura ni velo, que les dió, y muchos de ellos debajo del régimen de la Observancia. Los conventos del instituto y regla de la Inmaculada

Concepcion (de quien fué tan devoto) todas son hijas de nuestro santo Cardenal, como se verá en su capítulo. Si se mira bien lo que hizo este varon apostólico por la Órden de su Padre San Francisco, mucho tienen que agradecerle sus hijos observantes, pues les dió el sér que han tenido, tienen y tendrán, si lo saben conservar. »

hacer, que

<< Las demas religiones no tuvieron tanto que hacer, como pueden tener rentas en comun, no tuvo que quitar, sino las que tenían en particular, haciéndoles renunciar cualquier privilegio, y aplicábales à la comunidad; y toda su reforma consistió en un poco de más coro, guarda de sus reglas, algunos saludables estatutos, que ordenó, reformacion de sus hábitos y celdas. Por eso no hizo tanto ruido la reforma de las demas religiones, que como quedaron con sus propias rentas, conventos y demas alhajas, no se les dió mucho de sujetarse á ella, demas que trasgresion de virtud todos la abrazan y favorecen. Y por eso dice muy bien Mariana: Los Dominicos y Agustinos y Carmelitas fácilmente vinieron en lo que era razon: los Franciscos hicieron resistencia, pero al fin pasaron por lo que los demas. »

Tales reformas no podían ser agradables á gente relajada, y el infierno se desencadenó contra el reformador. Aunque la obra era tan meritoria y santa (1), no faltaba quien la quisiera estorbar. << Hacían en la corte romana gran contradiccion, especialmente el Cardenal de Portugal y el General de San Francisco. Era tan grande la envidia y odio que entre sí tenían los que profesaban la Observancia y la aborrecian, que el General y los frailes que le seguían, porque el Arzobispo de Toledo hacía muy grande instancia en reformar su Órden hablaban de su persona deshonestamente; poniendo lengua en un Prelado tan grande, y de tal vida y ejemplo, que ninguno se le igualaba en guardar con más aspereza y austeridad lo más riguroso de su religion. Estos procuraban que la reformacion se suspendiese, y que no se tomase más casas de los que llaman claustrales. Diciendo que no se había ordenadamente procedido conforme á la comision que se había

(1) Zurita, cap. 15, lib. III de sus Anales de Aragon, tomo V, página 135 vuelta, de la edicion de 1670.

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