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en las crisis políticas. Inducido por Napoleon á consentir en el viage del rey á Bayona, tomó sobre sí la tremenda responsabilidad de tan arrojada resolucion. Su buena estrella quiso que la nacion, inexorable con tantos desventurados, no le pidiese cuenta del uso que había hecho de su privanza. Mas cuando descubierto el grosero lazo en que había caido, en vez de dar algun insigne testimonio de dolor, ó desesperacion, abandona al mal aconsejado príncipe, hace homenage al usurpador, le acompaña como gefe de su guardia á la misma capital de donde había salido ufano y arrogante, despreciando la opinion y el consejo de tantos como le advertían el precipicio á que corría; despues de hechos tan públicos y tan característicos no era posible que se le confiase otra vez la direccion de los negocios. El que en Bayona había sido juguete de Napoleon Bonaparte no podía ser en Cádiz su adversario; y las Córtes nombrándole regente del reino se espusieron á la risa y desprecio de aquel conquistador.

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* Vease la carta de Don Mariano Luis de Urquijo al teniente general Don Gregorio de la Cuesta, en el apéndice de los documentos de la memoria de los Señores Ofárri y Azanza.

Que los liberales no repugnaban á este candidato por espíritu revolucionario, como malignamente se intentó hacer creer entónces, lo prueba entre muchos otros, un hecho incontestable. Cuando la regencia comunicó á las Córtes la eleccion que había hecho del duque del Infantado para su embajador en Inglaterra, el congreso tenía todavía facultades tan estraordinarias, que hubiera podido reclamar, y aun hacer que se revocase el nombramiento. Lejos de esto los liberales, no obstante que no podían ignorar el disfavor en que se hallaban, así para con el duque como para con aquel pais, los principios políticos de las Córtes, vieron con gusto, que se le hubiese encargado una mision honorífica cerca de una corte que no podía ménos de mirar como un obsequio á ella su categoría, su opulencia, y las cualidades personales que le distinguían. Las condescendencias no debían pasar mas adelante ; pretenderlo ni era justo, ni era político, ni podía dejar de ser perjudicial á la misma causa que se promovía.

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Antes de proceder á la eleccion las Córtes nombraron, casi por unanimidad, para el nuevo Consejo de estado constitucional á los tres regentes que cesaban, en prueba del aprecio y

consideracion que les merecían por sus servicios públicos y sus virtudes privadas. Los demas consejeros fueron elegidos mas adelante en riguroso escrutinio, y por votacion secreta segun costumbre; reservando la mitad de su número para despues de la vuelta del rey, como un testimonio de consideracion y respeto á su persona.

Poco ántes de la eleccion el gobierno había participado reservadamente á las Córtes el peligro en que se hallaba el ejército de Valencia por haber intentado contener á Suchet en sus esfuerzos contra el castillo de Murviedro. El general Don Joaquin Blake, queriendo socorrer un punto tan importante para la seguridad de aquella provincia, marchó sobre el sitiador resuelto á estorvar que lo rindiese. El 25 de octubre se trabó un combate sangriento que terminó desgraciadamente para las armas nacionales. El general regente reducido á grande estremidad instaba vivamente á sus colegas para que se le socorriese. Entre diferentes medios proponía que las Córtes intercediesen á fin de que los aliados, llamando con algun movimiento la atencion del enemigo, hiciesen una diversion en su favor.

Nada esplicaba mejor la crítica situacion de

aquel general que su misma propuesta; cuando no podía ignorar que las Córtes como cuerpo legislativo ningun medio tenían de conseguir lo que pedía; que solo al gobierno tocaba solicitar aquel auxilio, y que aunqué se alcanzase sería infructuoso por no poder llegar con la oportunidad que lo necesitaba. La dolorosa y profunda impresion que hicieron en las Córtes estos mensages, unida á otras causas de que se hablará despues, contribuyó poderosamente á que al fin se resolviesen á tomar una providencia que, aunqué llena de dificultades y obstáculos, era la única á su parecer que podía asegurar en adelante unidad y concierto en las operaciones militares de la península. Mas de esto se tratará en su propio lugar.

En el entretanto las numerosas fuerzas reunidas en Valencia, corrida en todas direcciones por uno y otro ejército, habían consumido cuanto existía en ella, y aun en puntos muy distantes de la escena de accion. La dura ley del maximum había reducido á gran número de personas á las mas crueles privaciones. La rígida economía que se logró introducir en todos los ramos de administracion pública, de que era un ejemplo ilustre la parsimonia y modesto porte del

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gobierno supremo, no permitía ya mas restricciones ni rebajas, sin comprometer el servicio y seguridad misma del estado. Al mismo tiempo la regencia no cesaba de estrechar á las Córtes pidiendo auxilios. Sus repetidas instancias en momentos de tanto peligro y amargura parecían dirigidas á eximirse de responsabilidad. embargo, la exaltacion general de todas las clases persistía inexorable en clamar contra ambas autoridades, sin reconocer ni tener cuenta con la verdadera situacion en que se hallaban.

Sin

El recelo de desalentar á la nacion con revelaciones tan tristes, obligaba á las Córtes á deliberar reservadamente sobre estas materias en perjuicio suyo y de la opinion pública, que los enemigos de la reforma procuraban estraviar. Como ejemplo bastará indicar una de las providencias adoptadas por esta época en sesiones secretas. Ademas de los frutos pertenecientes

* Cuando el regente Don Joaquin Blake salió de Cádiz para la espedicion de Estremadura, pidió prestados á un amigo Y una época cien doblones para dejar socorrida su familia. de tantas virtudes; se pretende que quede no solo obscurecida sinó tambien infamada y proscrita ? ¿Y se espera` con política semejante promover la prosperidad y honor de la nacion?

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