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sufrir la religion por este escrito, proceda con la brevedad que corresponda á reparar sus males, con todo el rigor que prescriben las leyes, dando cuenta á S. M. de todo para su tranquilidad y sosiego.

Las primeras impresiones que produjo en muchas personas la aparicion de este escrito despertaron en los partidarios de la inquisicion nuevo deseo de restablecerla, ántes que el tiempo y la reflexion calmasen los ánimos, y diesen lugar á ilustrar y tranquilizar á los sobrecogidos. Se ha dicho ántes que las Córtes, para evitar cuestion tan peligrosa en aquellas circunstancias, remitieron el espediente de inquisicion á una comision especial de cinco diputados, esperando que su ilustracion y su prudencia le dejasen reposar en paz, ó adoptasen, si fuesen escitados á presentar el informe, el medio mas apropósito para conciliar las opiniones y evitar un escándalo. Este deseo era tanto mas justo, cuanto no había en la comision, sinó un diputado que profesase la doctrina inquisitoria. Desde entónces se había publicado la constitucion, y virtualmente la inquisicion quedó abolida, sin necesidad de declararlo espresamente. Todo el título quinto era una revocacion directa de las prácticas bárbaras y crueles de un establecimiento, que no

solo había suspendido la jurisprudencia criminal del reino, sinó que empezaba sus procedimientos, violando los principios y nociones comunes de justicia universal. La responsabilidad directa de los jueces desde el acto mismo del arresto; la manifestacion al reo del nombre de su acusador y de los testigos que hubiese contra él; la publicidad del proceso concluido el sumario; la abolicion del tormento y todo genero de apremios; de la confiscacion de bienes y de la infamia y trascendencia penal á las familias de los condenados judicialmente, proclamado todo ello ley fundamental de la monarquía, había arrancado para siempre del suelo español una institucion atroz y sanguinaria, que ejercía todos los dias los actos mas opuestos y contrarios á aquellas humanas y filosóficas disposiciones. Así juzgaban los constitucionales, y así esperaban que lo reconociesen sus adversarios, como mas interesados en evitar discusiones ruidosas y opuestas á su propia reputacion, si indiscretos provocaban la lid. Desgraciadamente sus esperanzas se desvanecieron ahora como en otras ocasiones.

En la noche del 21 de abril se esparció el rumor de que la comision especial iba á presentar en la sesion inmediata el ominoso espe

diente, pidiendo en su dictámen el restablecimiento de la inquisicion. Increible parecía que hubiese adoptado resolucion tan singular, y sobre todo que fuese esta acompañada de sorpresa. La mañana siguiente, al entrar los diputados en las Córtes, advirtieron, que la galería principal destinada para el público, estaba ocupada en las primeras filas por frailes de diversas religiones, aunqué el mayor número era de dominicanos. Desde luego se consideró esta línea de batalla como circunstancia agravante de la agresion que amenazaba, y dispuesta con toda premeditacion para asegurar el triunfo. Apénas se había leido el acta del dia anterior, inquisidor de Llerena, pidió que se diese cuenta del famoso espediente diciendo: Los asuntos de la religion y del estado son preferentes á cualquiera otro particular. Hace un año que pasó á una comision un espediente de la mayor importancia, cual es el del supremo tribunal de la fe. El informe aparecía estendido á bordo del navío Asia por el diputado † interrumpido en la sesion del 26 de octubre anterior; circunstancia que se hizo notar por varios miembros del congreso, al

cuando el diputado

* Don Francisco Riesco.
+ Don José Pablo Valiente.

*

ver el contraste que formaba su parecer ahora con las doctrinas ilustradas que había profesado siempre. El dictámen, en sustancia, concluía pidiendo, que se restableciese inmediatamente el consejo de la suprema inquisicion, en el ejercicio de sus funciones, bajo ciertas restricciones en los negocios políticos y censura de las obras de esta clase.

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Un diputado que se separaba de la mayoría de la comision espuso de palabra, despues de leido el informe, las razones que tenía para disentir de la opinion de sus colegas; ofreciendo estenderse mas todavía, si se le concediese el

tiempo necesario para fundar su voto por escrito. Al concluir hubo algun aplauso en las galerías que el orador mismo reprendió con entereza; y llamando el presidente al órden, al momento quedó restablecido. Empeñado un vivo debate sobre entrar en la discusion, como pretendían los que sostenían el dictámen, ó suspenderla para mas adelante, segun pedían los que le impugnaban, otro de los miembros de la comision, contestando á estos, dijo con ironía: La materia de inquisicion se dice, que es muy obscura, y yo no

* Don Diego Muñoz Torrero.

+ Gutiérrez de la Huerta.

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he visto una cosa mas clara, pues hay una infinidad de escritores que no debiendo ser mas que meros escribientes, han penetrado el santuario del secreto de la inquisicion... Al concluir este periodo, la falange de frailes que estaba frente del orador, prorrumpió en tan estraordinarias aclamaciones y aplausos, que el presidente se vió obligado á reprimirlos. La escena por todas sus circunstancias fué en sumo grado ridícula. En realidad entre los espectadores que asistían de ordinario á las galerías, rara vez se advertía algun religioso. Era por lo mismo una singularidad estraña, no solo el gran número y colocacion de los que concurrieron este dia, sinó sus ademanes, su impaciencia y desasosiego, el ceño airado y torvo con que contemplaban todo lo que pasaba en la sesion. Una junta ó consejo general de inquisidores no hubiera mirado, con mas abominacion y escándalo, deliberar á un conciliábulo de albigenses.

Las Córtes con mucha prevision habían acordado no admitir á discusion ninguna proposicion sobre materia grave, sin que la comision que estendió el proyecto de constitucion la examinase antes, y declarase que no se oponía á ninguno de sus artículos. No era posible resistir

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