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que supo la discusion en las Córtes dispuso secretamente que se restableciesen casas religiosas en otras provincias, con el fin de que no les alcanzase la providencia del congreso si acaso lo desaprobase como era de temer.

Esta conducta tan artificiosa y clandestina del gobierno causó en las Córtes el mayor disgusto. Los debates fueron muy vivos y agitados. Los ministros, lejos de dar algun colorido de razon á las providencias del gobierno, nada espusieron mas que lugares comunes, sin reparar que sus contestaciones y disculpas dejaban en todo su vigor y fuerza los fundamentos en que estaba apoyado su propio mensage. Que el énfasis con que procuraban encarecer el estado lastimoso, como le llamaban, de los regulares era un ardid que no podía engañar á nadie, cuando tenían en su mano amplias facultades y abundantes medios de socorrerlos y aliviarlos, y cuando, ademas, resultaba del espediente, que el atropellado restablecimiento hecho en Sevilla provenía únicamente de la reclamacion parcial é interesada de solo dos conventos.

Estrechados sobre la inconsecuencia de haber provocado el gobierno mismo con su iniciativa el exámen de este grave negocio, y luego, sin

aguardar la decision de las Córtes, proceder por sí solo contra su propio juicio y opinion en el mensage, uno de los ministros no se detuvo en asegurar: "Que la regencia se había visto obligada á restablecer los conventos de aquella "ciudad, porqué el gobernador decía en sus "oficios que los religiosos se veían obligados á "dormir de noche en las calles y portales, por

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qué no tenían quien los recogiese." Fundar y pretender justificar la contradictoria conducta del gobierno con una grosera y soez superchería era, á la verdad, llevar la inconsideracion al estremo. El hecho en parte era cierto; pero lejos de apoyarse en él los ministros para disculpar su inconsecuencia, al contrario debía haberles servido de estímulo para refrenar y contener á unos atrevidos impostores que se valían de tales medios, á fin de embaucar al vulgo, y escitar en el incauto é inocente pueblo odio y mala voluntad contra las Córtes.

Varios dias al amanecer habían aparecido por Sevilla frailes tendidos en las calles, aparentando haber pasado allí la noche, por falta de otro albergue; con el fin de escitar la compasion de la sencilla multitud, solicitar su apoyo, sorprender y estraviar su opinion, y arrancar despues á

la autoridad un restablecimiento total y absoluto, y desconcertar toda reforma que se meditase, todo arreglo, toda modificacion por útil y urgente que fuese. Yi dónde se recogieron los frailes mientras los enemigos ocuparon á Sevilla?

i Cómo el clero y los magnates de esta ciudad no se valieron del mismo espectáculo para mover á lástima al mariscal Soult cuando reinaba en ella y los recibía en su ostentosa corte? ¿ Pori qué no interesarle con igual ardid, y predisponerle entónces á que condescendiese en su restablecimiento, ó á lo ménos le solicitase del gobierno intruso?

El plan que proponían las comisiones no podía ser mas prudente y apropósito para conciliar las opiniones ilustradas de los hombres justos y moderados. En él se respetaban cuanto era posible las ideas de piedad y devocion de todas las clases hacia unos institutos que existían desde muchos siglos, bajo la proteccion de las leyes civiles y la disciplina de la iglesia de España; pero dejando al mismo tiempo espeditas las facultades de la autoridad secular para hacer las reformas que se creyesen necesarias ó convenientes al bienestar y prosperidad de la

nacion, y á los regulares existentes en aquella época, la libertad legal y decorosa de continuar en el siglo sin esperimentar coaccion ni violencia en su inclinacion y voluntad, ó de volver á la vida monástica los que por verdadera vocacion, edad achacosa ó avanzada prefiriesen la soledad y retiro del claustro. Suspendíase la admision de muchos religiosos hasta que las Córtes resolviesen sobre el espediente general; dando así tiempo á que se meditase, se discutiese, se ilustrase y rectificase la opinion nacional, ántes de tomar una providencia definitiva que no era posible adoptar en aquellas circunstancias sin riesgo de cometer errores de grave trascendencia. De tan políticas y sabias miras intentó separar á las Córtes el gobierno con la duplicidad de su conducta; y, lo que mas admira, despues de haber procedido al principio con tanta prevision y prudencia.

El espíritu que le dirigía en este negocio, así como en muchos otros de la propia clase, era el mismo que animaba al partido que le apoyaba en las Córtes. Este se esforzó en desconcertar el plan de las comisiones y sostener el retrocesó que había hecho el gobierno en sus primeras

providencias. El corifeo* de la oposicion, al ver el embarazo de los ministros para contestar satisfactoriamente á las reconvenciones de los diputados, con gran solercia y artificio afectó acusarlos tambien, pero fundándose en principios muy diferentes.

Segun su doctrina, el gobierno era infractor de todas las leyes protectoras de la propiedad. Las comunidades religiosas habían sido despojadas de sus derechos, y de la posesion en que estaban de sus casas y sus y sus bienes por las órdenes de la regencia dadas á los intendentes para cerrarlas y administrarlos por cuenta del estado. Calificaba estas órdenes de providencia injusta, inhumana y cruel. Comparaba los regulares á los demas ciudadanos á quienes no se podía privar de su propiedad con providencias gubernativas. Que aquellas órdenes, añadía, eran actos arbitrarios y despóticos, contra los cuales todo español debía reclamar. Que el ministro que las había autorizado era responsable de todos los perjuicios causados á las comunidades religiosas, y sobre todo de los males que acarreaba la dilacion en restablecer

El Señor Inguanzo.

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