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primeros restablecía el estado político de la sociedad, usando para ello de declaraciones directas, y tan esplícitas, que no dejasen duda del grande objeto á que se aspiraba. Se proclamaba de nuevo el origen de la autoridad suprema en España, á fin de que quedase condenada para siempre la abominable doctrina de la servidumbre de la nacion, introducida violentamente por príncipes estrangeros, y conservada con el terror militar y religioso.

Tres siglos de usurpaciones y de abuso de autoridad habían terminado con un escándalo inaudito. Un monarca jurado y obedecido con

la mayor fidelidad y respeto durante veinte años de tentaciones y peligros políticos; su heredero y sucesor en el trono; los infantes y demas miembros de la familia real; diputaciones de la nobleza, del clero, de los tribunales y consejos supremos, y otras autoridades superiores; por miedo, por halagos, por amenazas, por seduccion ó cualesquiera otras causas que quieran alegarse para atenuacion, ó disculpa, sin que hubiese intervenido ningun acto de violencia y coaccion que los obligase, acudieron á una ciudad de un reino estraño. Reunidos en ella consintieron, autorizaron, y, del modo que pudieron, consumaron

la entrega de su patria en manos de un estrangero.

Este atentado no fué un hecho fabuloso, ni ocurrido en naciones estrañas, ni en tiempos obscuros, ó remotos; no fué un suceso inventado por escritores malignos para favorecer bandos, ó promover parcialidades; sinó un crímen coetáneo, que, llenando de indignacion los ánimos incendió el reino en una insurreccion simultánea y general. Toda sentencia, toda frase, toda palabra que contribuyese á conservar viva la memoria de aquel parricidio; á gravar profundamente en el corazon de los españoles, y desde sus mas tiernos años, odio y aborrecimiento á la esclavitud en que cayeron sus mayores por haber olvidado sus derechos, por haber consentido que se violasen impunemente las leyes que los protegían, esas debió usar la comision en su proyecto; las Córtes estraordinarias no hubieran correspondido á las esperanzas de la nacion, ni llenado las altas obligaciones de su mision augusta, si no las hubieran acogido y sancionado.

y

Cuanto mas irritaran entónces á los usurpadores; cuanto mas aterren y confundan en adelante á los viles y prostituidos lisonjeros que los auxilien y defiendan en sus inicuas empresas

tanto mas oportuno, mas justo y mas prudente será el haberlas escogido, y tanto mas digno hará aquel congreso de la veneracion y gratitud de la posteridad, por haber levantado á la restauracion de sus derechos un monumento tan ilustre y duradero.

comunes á todos

Del mismo modo se restablecía el estado civil de los ciudadanos, siguiendo tambien en este punto el espíritu de las leyes los estados y provincias en que estuvo dividida España. En toda ella, desde la restauracion de los árabes, los españoles fueron admitidos sin distincion de clase ni fuero á los empleos y cargos públicos del estado. El Consejo del rey, la diputacion á Córtes, las magistraturas, las prelacías y dignidades eclesiásticas, el mando de las armas, el gobierno supremo en las minoridades é interregnos, todo estuvo abierto indistintamente á los súbditos sin mas preferencia, ó distincion legal que el mérito y capacidad de las

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"Cuidan algunos que pueblo es llamado la gente menuda . . . . . Pueblo (es) el ayuntamiento de todos los omes "comunalmente, de los mayores, é de los medianos, é de los menores. Cá todos son menester, é non se pueden escusar, “porqué se han de ayudar unos á otros, por que puedan bien vivir, é ser bien guardados é mantenidos."--Ley 1, tit. 10,

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personas, la predileccion del príncipe, la popula ridad y confianza que gozaron entre sus contemporáneos. La igualdad para las gracias exigía que se declarase de nuevo la que establecía, ántes de alterarse la ley, las obligaciones generales de conservacion y defensa del estado. De otra manera la condicion, así civil como política de los ciudadanos, hubiera quedado incompleta, y en abierta contradiccion con el principio de unidad que tanto importaba consolidar en lo sucesivo.

En el punto de la religion se cometía un error grave, funesto, orígen de grandes males, pero inevitable. Se consagraba de nuevo la intolerancia religiosa, y lo peor era que, por decirlo así, á sabiendas de muchos, que aprobaron con el mas profundo dolor el artículo 12. Para establecer la doctrina contraria hubiera sido necesario luchar frente á frente con toda la violencia y furia teológica del clero, cuyos efectos demasiado esperimentados estaban ya, así dentro como fuera de las Córtes. Por eso se creyó prudente dejar al tiempo, al progreso de las luces, á la ilustrada controversia de los escritores, á las reformas sucesivas y graduales de las Córtes venideras, que se corrigiese, sin lucha ni

escándalo, el espíritu intolerante que predominaba en una gran parte del estado eclesiástico. Los que se abstuvieron entónces hasta de contradecir los indiscretos términos de aquel artículo, lo hicieron en obsequio de la paz y harmonía que sinceramente deseaban conservar con un clero ingrato, incapaz no solo de corresponder, pero ni de conocer siquiera hasta donde subía de precio el sacrificio de la propia reputacion para con el mundo ilustrado; de un clero que retribuyó esta generosa condescendencia, esta conducta tan fraternal y patriótica, con una persecucion, inaudita y cruel contra los que defendieron y honraron, y no ménos ignominiosa funesta para la nacion á quien robó despues toda la gloria y utilidad del triunfo que se había conseguido.

y

le

El título 3, comprendía la convocacion y celebracion de Córtes. El artificio de estos congresos, fundado en el principio de un cuerpo solo y electivo estaba conforme con la opinion contemporánea, la cual lejos de perder su influjo adquirió todavía mas fuerza desde la reunion de las Córtes estraordinarias. El espíritu de intolerancia y predominio que había desplegado el clero desde entónces; la política y miras de

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