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segun eres discreto." Caro me cuesta, respondí yo, tenella en tantas cosas. Suplicote, señora, respondas á la carta, porque tambien la tenga Don Felix, mi señor, de recebir este contentamiento por mi mano." ,,Soy contenta, me dijo Celia; mas primero me has de decir, como está Felismena en esto de la discrecion; es muy avisada ?" Yo entónces respondi:,,Nunca muger ha sido mas avisada que ella, porque ha muchos dias que grandes desventuras la avisan, mas nunca ella se avisa, que si así, como ha sido avisada, ella se avisase, no habria venido á ser tan contraria á sí misma.",,Hablas tan discretamente en todas las cosas, dijo Celia, que ninguna haria de mejor gana, que estarte oyendo siempre.",,Mas antes, le respondi yo, no deben ser, señora, mis razones manjar para tan sutil entendimiento como el tuyo, y esto solo creo que es lo que no entiendo mal." „No habrá cosa (respondió Celia) que dejes de entender: mas porque no gastes mal el tiempo en alabarme, como tu amo en servirme, quiero leer la carta y decirte lo que has de decir." Y descogiéndola comenzó á leerla entre sí, estando yo muy atenta, en cuanto la leia, á los movimientos que hacia con el rostro (que las mas veces dan á entender lo que el corazon siente), y habiéndola acabado de leer me dijo: „Di á tu señor, que quien tan bien sabe decir lo que siente, que no debe sentillo tan bien como lo dice." Y llegándose á mí, me dijo la voz algo mas baja: ,,Y esto por amor de ti, Valerio, que no porque yo lo deba á lo que quiero á Don Felix; porque veas que eres tú el que le favoreces." Y aun de ahí nació todo mi mal," dije yo entre mí, y besándola las manos por la merced que me hacia, me fuí á Don Felix con la respuesta, que no poca alegría recibió con ella. cosa que á mí me era otra muerte, y muchas veces decia yo entre mi:,,¡ O desdichada de tí Felismena, que con tus propias armas te vengas á sacar el alma! ¡Y que vengas á grangear favores para quien tan poco caso hizo de los tuyos!" Y así pasaba la vida con tan grave tormento que si con la vista de mi Don Felix no se remediara, no pudiera dejar de perderla.

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Mas de dos meses me encubrió Celia lo que me queria, aunque no de manera que no viniese á entendello, de que no recebi poco alivio para el mal que tan importunamente me seguia, por parecerme que seria bastante causa para que Don Felix no fuese querido, y que podria ser le acaeciese como á muchos, que fuerza de disfavores los derriba de su pensamiento. Mas no le acaeció así á Don Felix, porque cuanto mas entendia que su dama le olvidaba, tanto mayores

ansias le sacaban el alma. Y así vivia la mas triste vida que nadie podria imaginar, de la cual no me llevaba yo la menor parte. Y para remedio desto, sacaba la triste de Felismena, á fuerza de brazos, los favores de la señora Celia, poniéndolos ella todas las veces que por mí se los enviaba, á mi cuenta. Y si acaso por otro criado suyo la enviaba algun recaudo, era tan mal recebido que ya él estaba sobre aviso de no enviar á otro allá sino á mí, por tener entendido lo mal que le sucedia, siendo de otra manera: y á mí, Dios sabe si me costaba lágrimas, porque fueron tantas las que yo delante Celia derramé, suplicándola no tratase mal á quien tanto la queria, que bastara esto para que Don Felix me tuviera la mayor obligacion que nunca hombre tuvo á muger. A Celia le llegaban al alma mis lágrimas, así porque yo las derramaba, como por parecelle, que si yo la quisiera lo que á su amor debia, no solicitara con tanta diligencia favores para otro; y así lo decia ella muchas veces con una ansia, que parecia que el alma se le queria despedir. Yo vivia en la mayor confusion del mundo, porque tenia ententido que si no mostraba quererla como á mí, me ponia á riesgo que Celia volviese á los amores de Don Felix, y que, volviendo á ellos, los mios no podrian haber buen fin: y si tambien fingia estar perdida por ella, seria causa que ella desfavoreciese á mi Don Felix, de manera que á fuerza de disfavores perdiese el contentamiento y tras él la vida. Y por estorbar la menor cosa destas, diera yo cien mi de las mias, si tantas tuviera.

Deste modo se pasaron muchos dias que le servia de tercera, á grandísima costa de mi contentamiento, al cabo de los cuales los amores de los dos iban de mal en peor, porque era tanto lo que Celia me queria, que la gran fuerza de amor la hizo desadvertida á lo que debia á sí misma. Y un dia, despues de haberla llevado y traido muchos recaudos, y de haberle yo fingido algunos por no ver triste à quien tanto queria, estando suplicando á la señora Celia que se doliese de tan triste vida, como Don Felix á causa suya pasaba, y que mirase que en no favorecelle iba contra lo que á sí misma debia (lo cual yo hacia por verle tal, que no esperaba otra cosa, sino la muerte, del gran mal que su pensamiento le hacia sentir); ella con lágrimas en los ojos y muchos sospiros me respondió:,,Des dichada de mí, o Valerio, que en fin acabo de entender, cuan engañada vivo contigo. No creia yo hasta aora, que me pedias favores para tu señor, sino por gozar de mi vista el tiempo que gastabas en pedír

melos: mas ya conozco que los pides de veras, y que, pues gustas de que yo aora le trate bien, sin duda no debes quererme. ¡O cuan mal me pagas lo que yo te quiero y lo que por tí dejo de querer! Plega á Dios, que el tiempo me vengue de tí, pues el amor no ha sido parte para ello. Que no puedo yo creer que la fortuna me sea tan contraria, que no te dé el pago de no habella conocido. Y di á tu señor Don Felix, que si viva me quisiere ver, que no me vea: y tú, traidor, enemigo de mi descanso, no parezcas mas delante destos cansados ojos, pues sus lágrimas no han sido parte para darte á entender lo mucho que me debes." Y con esto se me quitó delante, con tantas lágrimas, que las mias no fueron parte para detenella, porque con grandísima priesa se metió en un aposento,y cerrando tras sí la puerta, ni bastó llamar, suplicándolo con mis amorosas palabras, que me abriese y tomase de mi la satisfaccion que fuese servida, ni decille otras muchas cosas, en que le mostraba la poca razon que habia tenido de enojarse, para que quisiese abrirme. Mas antes desde allá dentro me dijo con una furia estraña: „Ingrato y desagradecido Valerio, el mas que mis ojos pensaron ver, no me veas ni me hables, que no hay satisfaccion para tan gran desamor, ni quiero otro remedio para el mal que me hiciste, sino la muerte, la cual yo con mis propias manos tomaré, en satisfaccion de lo que tú mereces. Y yo, viendo esto, me vine á casa de mi Don Felix, con mas tristeza de la que pude disimular, y le dije que no habia podido hablar á Celia por cierta visita en que estaba ocupada. Mas otro dia de mañana supimos, y aun se supo en toda la ciudad, que aquella noche le habia tomado un desmayo con que habia dado el alma, que no poco espanto puso en toda la corte. Pues lo que don Felix sintió su muerte, y cuanto le llegó al alma, no se puede decir, ni hay entendimiento humano que alcanzallo pueda, porque las cosas que decia, las lástimas, las lágrimas, los ardientes sospiros eran sin número. Pues de mí no digo nada, porque de una parte la desastrada muerte de Celia me llegaba al ánima, y de otra las lágrimas de don Felix me traspasaban el corazon. Aunque esto no fué nada, segun lo que despues sentí: porque como don Felix supo su muerte, la misma noche desapareció de casa, sin que criado suyo ni otra persona supiese dél. Ya veis, hermosas guiera á Dios que yo diera tan gran desdicha, de las de hasta allí.

ninfas, lo que yo sentiria: plufuera la muerta, y no me suceque cansada debia estar la fortuna Pues como no bastase la diligen

cia que en saber del mi don Felix se puso, que no fué pequeña, yo determiné ponerme en este hábito en que me veis, en el cual ha mas de dos años que he andado buscándole por muchas partes, y mi fortuna me ha estorbado hallarle.

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Gines Perez de Hita, von welchem wir nichts weiter

wissen, als dass er in der Provinz Murcia (wahrscheinlich in der kleinen Stadt Mula) geboren war und den Feldzug gegen die aufständischen Moriscos in den Jahren 1568-70 mitmachte, ist Verfasser einer der anziehendsten Dichtungen der spani schen Litteratur, der manche spätere Dichter ihre Stoffe entlehnt haben, der bekannten Historia de las guerras civiles de Granada, oder, wie ihr ganzer Titel heisst: Historia de los bandos de los Zegries y Abencerrajes, caballeros moros de Granada, de las civiles guerras que hubo en ella, y batallas particulares que hubo en la Vega entre moros y cristianos, hasta que el rey Don Fernando el quinto la ganó. Dieses Buch, welches man nicht sowohl einen historischen Roman, als vielmehr eine Geschichtserzählung in romantischem Gewande nennen muss, erschien zuerst zu Saragossa 1595. 8. Perez de Hita behauptet, dasselbe aus dem Arabischen übersetzt zu haben. Als Verfasser des Originals nennt er den granadischen Mauren Aben Hamin, welcher nach der Eroberung Granada's nach Tremecen gegangen und dort gestorben sei. Sein Enkel Argutarfa habe unter seines Grossvaters Papieren unter anderen Manuskripten auch diese Geschichte gefunden und einem Juden, Sabá Santo, ein Geschenk damit gemacht. Dieser habe, nachdem er das Buch zu seinem Vergnügen ins Hebräische übersetzt, das arabische Original dem Don Rodrigo Ponce de Leon, Grafen von Bailen gegeben, und von letzterem habe er, Hita, es zum Geschenk erhalten. Dergleichen Erzählungen von dem Ursprunge eines Buches waren zu jener Zeit ein sehr beliebtes Mittel der Schriftsteller, das Interesse des Publicums zu erwecken, und der grosse Cervantes bespöttelt diese Sitte, indem er seinen Don Quijote scherzweise auch für eine Uebersetzung aus dem Arabischen ausgiebt. Man hat daher Hita's Erklärung früher für nichts weiter als einen solchen

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