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completamente la cronología antigua, retrasando el levantamiento cantábrico hasta mediados del siglo VIII. Con todo, los mismos historiadores árabes dan noticias de él, con relacion á una época anterior, aunque sus datos son tambien algo confusos.

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Hé aquí la descripcion de ellos hecha por los escritores árabes: «En este mismo año envió el rey Abderrahman los caudillos de fron<«tera Nadhar y Zeid-ben-Aludhâh-el-Ashai á los montes de Galicia <«<que están al septentrional de España, y á los montes Albaskenses (Vizcaya): visitaron la tierra (la Galicia), y persiguieron algunas <<< reuniones, ó taifas, de cristianos rebeldes, que confiados en la as«pereza de aquella tierra negaban la obediencia al Rey; por la ma<«<yor parte eran estos infieles fugitivos de las provincias de España. « Volvieron á Córdoba con muchas riquezas, ganado y cautivos. Re«ferian de estos pueblos de Galicia que son cristianos y de los mas «bravos de Afranc, pero que viven como fieras, que nunca lavan «sus cuerpos ni vestidos, que no se los mudan, y los llevan puestos <«< hasta que se les caen despedazados en andrajos, que entran unos <«en las casas de otros sin pedir licencia 3. »

Mas no es precisamente en estos enemigos de la Religion é independencia española donde necesitamos adquirir las primeras noticias. acerca del levantamiento cantábrico. Si los primeros historiadores españoles, que dan noticias de él, son posteriores en cien años á los sucesos que refieren, tampoco los árabes que los omiten son contemporáneos, para que su negacion pueda hacernos fuerza ninguna. Ello

1 Pellicer, y posteriormente Masdeu (tomo XII, pág. 51, y tomo XV, pág. 80 de su Historia critica): este segundo pone el levantamiento de Pelayo en 754, y le da solamente unos tres años de reinado. Su opinion no ha tenido séquito. 2 El autor de las Cartas ilustrativas de Masdeu en la 19 citada por el Padre Huesca, dice: « Estaban entonces los andaluces (árabes) divididos entre sí, «y se ensoberbeció por esto Pelayo el Rumi y los franceses.» En la Historia de los árabes, por Conde, tampoco se halla noticia ninguna de levantamiento en Asturias hasta el año 765 que se cita aquí; al paso que ya para entonces lleva nombrados diez ó doce combates en los Pirineos.

a Conde, tomo I, cap. xvII. Hay en este trozo gran confusion de ideas y de geografía: como desgraciadamente aquel escritor no citó las fuentes de que tomó aquellas ideas, nos referimos á su obra tal cual está.

Para la fecha del levantamiento de Pelayo parece lo mas seguro tomar un término medio entre el 716-754 que se fijan por las dos opiniones extremas.

aparece como un hecho incontestable en nuestra historia, que D. Pelayo, oriundo de la familia Real de España, empuñó las armas contra los árabes en las montañas de Asturias bácia el año 718, como suponian nuestros antiguos historiadores y aun hoy se opina mas

comunmente.

S CXXVII.
Covadonga.

Acababa Pelayo de ponerse al frente de los refugiados en las montañas de Asturias, cuando estos tuvieron noticia de que se aproximaba á sus estrechos desfiladeros un grueso destacamento del ejército musulman comandado por el guerrero Alkamak. Abandonando los Cristianos la villa de Cangas, se retiraron hácia el monte Auseba, poniendo su confianza en Dios, y su defensa en la aspereza de los montes. Al extremo de un angosto y tortuoso valle se eleva una enorme roca de mas de ciento veinte piés de elevacion, en cuyo centro se ve una profunda caverna abierta por la naturaleza, y de cuyas entrañas brota un torrente, que cayendo al fondo del valle, forma una vistosa cascada, y aumenta el aspecto salvaje de aquel terreno. Á sus inmediaciones se retiraron los escasos insurgentes con sus amedrentadas familias y pobres ajuares. Ocultos en los flancos de los montes esperaban los mas atrevidos la señal de ataque en esa guerra de montaña, en que tanto han sobresalido los españoles cuando sin jefes, sin recursos y sin disciplina, han tenido que defender la independencia de su país. Embarazaba á los mahometanos su mismo número, habiendo de pelear en tan estrecho recinto, presentando un pequeño frente igual al de los Cristianos, mejorados en posicion, y cuyo denuedo aumentaban la desesperacion y la imposibilidad de la fuga.

Las flechas de los sitiadores rebotaban contra las peñas do se guarecian los Cristianos; gruesos troncos y enormes peñascos rodaban sobre los sarracenos desde la cima de los montes aplastándolos en su

1 Sebastian de Salamanca le llama hijo del duque Favila : « Maxima verò pars «< in hanc patriam Asturiensium intraverunt, sibique Pelagium, filium quondam <<< Fafilani Ducis ex semine regio, Principem elegerunt.» Los árabes le llaman Belay el Rumi (Pelayo el Romano), pues no pudiendo pronunciar la P sustituíanla con la B.

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caida, y la naturaleza misma enviando el agua á torrentes, parecia conjurarse contra los musulmanes, que amedrentados por el fragor del trueno, y no hallando dónde fijar el pié en aquel terreno movedizo, apelaron á la fuga sofocándose unos á otros en aquel estrecho sendero. Un trozo de montaña se desplomó sobre los fugitivos, y las aguas del Deva desbordándose de sus márgenes tragaron millares de aquellos infieles, cual en otro tiempo absorbieron las del mar Rojo las huestes de Faraon. La mano de Dios obraba allí visiblemente; y aquel conjunto de causas naturales acumuladas en favor de los Cristianos tiene en verdad algo de milagroso. Los árabes mismos refieren con asombro en sus confusas crónicas la horrible matanza, que aseguró la existencia de aquella sociedad naciente. Todavía las aguas del Deva al lamer las faldas de la montaña descubren los restos de revueltos esqueletos, y la tradicion ha consagrado los lugares inmediatos con varios recuerdos relativos á la proclamacion de Pelayo 3.

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El manuscrito de Gotha, citado por Romey, tomo I de la edicion española de 1839, dice así (pág. 436, colum. 2.a) : « El Gobernador de la Península sa<< bedor de que los Cristianos habian juntado un ejército por las montañas del Septentrion, envió contra ellos á Alkamak. Belay, á favor de su situacion y de «su arrojo, se descolgó sobre los musulmanes matándoles cerca de tres mil. Se <«<descarriaron sus tiros, estalló una tormenta y quedó sepultada la hueste. So«<brevino Belay é hizo en ellos gran matanza. Yacieron entre los difuntos Alka"mak y sus compañeros. >>

2 Los dos Cronicones que primero dan noticia, de esta batalla son el de Albelda y el de Sebastian de Salamanca de fines del siglo IX (883 de Jesucristo). Ambos parecen haber bebido en una misma fuente: el segundo es mas difuso, llena la relacion de milagros estupendos, y mata en dos plumadas 187,000 sarracenos, haciendo asistir á esta funcion á D. Oppas, con su correspondiente arenga á estilo clásico. ¿Es posible que tan atroz matanza no llegara á oidos del Pacense?

3 Cerca de Covadonga se ve el campo llamado Repelayo, donde la tradicion asegura que se verificó la ceremonia de alzar á D. Pelayo sobre el pavés. En la inmediata villa de Cangas hay tambien varias tradiciones relativas á este Monarca, cuyo nombre ha sido siempre pronunciado en España con religiosa veneracion. Su moderno y grosero epitafio le da el título de Santo:

Aqui yaze el S. rey D. Pelayo,
electo el año de 716 que en
esta milagrosa cueva comen-

zó la restauracion de Espa-

ña. Vencidos los moros, falleció

año 737 y acompaña á su muger y hermana.

La cueva misma consagrada al culto de la Madre de Dios, à quien se encomendara el valeroso caudillo, ha sido siempre objeto de veneracion para los españoles, y la pequeña basilica quemada, y reconstruida trabajosamente en el siglo pasado, perpetúa siempre esta religiosa tradicion, y es uno de los monumentos eclesiásticos mas gloriosos de nuestra patria 1.

$ CXXVIII.

D. Alfonso el Católico.

Las discordias que estallaron entre los árabes, y sus guerras y derrotas dentro de Francia, favorecieron la conservacion de la naciente monarquía cantábrica. Poco hizo por ella Favila en los dos años de su reinado nada se sabe de su vida; cuéntase tan solo su muerte entre las garras de un oso.

En socorro de los asturianos habia venido desde Vizcaya, con golpe de gente, Alfonso, hijo del duque Pedro de Cantabria 2, que habia militado en tiempo de Egica y Witiza. Casado con una hija de Pelayo, era el mas á propósito para continuar sus hechos esclarecidos. Dejando las gargantas y desfiladeros en que se habian guarecido

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Véase su descripcion por Jovellanos en el elogio de D. Ventura Rodriguez. Los planos trazados por este no llegaron á ejecutarse, despues de haber gastado cerca de dos millones en los cimientos y consolidacion del área en que se habia de construir la Colegiata, pegote greco-romano, que solo hubiera servido para desnaturalizar la agreste pero venerable majestad de la caverna.

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Por el art. 21 del Concordato de 1851 se conserva esta Colegiata.

2 « Adefonsus Pelagii gener regnavit an. XVIII. Iste Petri Cantabriae Ducis filius fuit: et dùm Asturias venit Bermisindam Pelagii filiam, Pelagio praecipiente accepit. Et dùm regnum accepit praelia satis cum Dei juvamine gessit. « Urbes quoque Legionem, atque Asturicam ab inimicis possessas victor inva«sit. Campos quos dicunt Gothicos usque ad flumen Dorium cremavit, et Chri<«<stianorum regnum extendit. Deo atque hominibus amabilis extitit. Morte pro«<priâ decessit.» (Albeldense, § 52). Los árabes le nombran con pavor: «Y en<«<tonces tomó el mando de los asturiches Alfonso el Temido, mata-gente, hijo «del sable (Ebu-el-saif), tomó pueblos y castillos, y nadie le hizo frente. Padecieron por él miles de miles de musulmanes él martirio de la espada. Les «quemaba casas y campiñas, y no habia que fiar de él.» (Faustino Borbon; carta 22 sobre la España árabe de Masdeu, con referencia al Laghi año 122 de la Egira).

los insurgentes, y ayudado de los vascones, todavía independientes de los sarracenos, recorrió cási toda la Galicia, y avanzó por las llanuras de lo que despues se llamó Castilla la Vieja, conquistando todo el terreno que media desde el Cantábrico hasta las vertientes del Guadarrama y márgenes del Duero. Imposibilitado de sostener tan vastas conquistas, despobló todo aquel territorio, pasando á degüello los sarracenos, y retirándose con todos aquellos cristianos hácia la parte septentrional, repoblando Asturias y Galicia. Tan grandes victorias arguyen un favor especial de la Providencia, y D. Alfonso era acreedor á él: su celo por la Religion fue grande, y en los puntos de su dominacion construyó y restauró numerosas basílicas 1. Su muerte (757) fue la del justo, y los cronistas de la edad media refieren los cánticos celestes que honraron sus exequias. El celo que mostró por el bien de la Iglesia le valió el dictado de Católico, con que le conoce la historia, título que habia dado la Iglesia goda á Recaredo, "y que á fines de este período verémos usar á los reyes que lanzaron la morisma de nuestro suelo, dejando este sobrenombre como glorioso distintivo de los Monarcas españoles.

S CXXIX.

Tributo de las cien doncellas.

Los cronistas del siglo VIII y IX nada dicen acerca de este vergonzoso pasaje de nuestra historia, y, lo que es mas, los mismos historiadores árabes, interesados en referirlo, nada cuentan tampoco, á pesar de que describen minuciosamente los tributos que pagaban los Cristianos y las párias que les imponian como prendas de las treguas. Así es que esa infamante fábula está ya por fortuna completamente desacreditada, y ha quedado para pasto de poetas.

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Reducíase aquel cuento á suponer que algunos de los reyes pri

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Itaquè supradictus Adefonsus admodùm magnanimus fuit, sine offen<«<sione erga Deum et Ecclesiam, et vitam meritò inimitabilem duxit. Basilicas « plures construxit et instauravit. » (Chron. Salmat., n. 14).

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«Nam cùm spiritum emisisset intempestae noctis silentio et excubiae pa«latinae diligentissimè corpus illius observarent, subitò in aëre auditur à cunc<«tis excubantibus vox Angelorum psallentium: Ecce quomodo tollitur justus... « Hoc verum prorsùs esse cognoscite, nec fabulosè dictum putetis.» (Ibid.).

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TOMO II.

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