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despues del establecimiento de la Inquisicion, hubiesen sido hombres de conducta pacífica y arreglada; y. no tan inmorales, disolutos, pervertidores y robadores como han sido singularmente los que han venido con el tirano Napoleon y sus mariscales. Quiero concederle que hubieran permanecido tranquilos en su creencia; y sin molestar ni contagiar á los españoles en la suya. Mas por ello nos habríamos opuesto, ó nos opondremos los españoles á las máximas del evangelio, por no consentirlos en nuestro suelo, ni aun baxo este supuesto? Así parece lo dá á entender Llorente. Y como este es uno de los argumentos mas fuertes en su concepso, voy á probarle por principios meramente políticos, canónicos y civiles, que los españoles, segun las reglas de todo buen derecho, de nin

gun modo nos oponemos en nuestro sistema de gobierno actual, ni á las máximas de la humanidad, ni á las de Jesucristo, ni á las de sus Apóstoles, quando por medio del tribunal de la Inquisicion ó de la Fe profesamos únicamente la religion católica, y castigamos ó desechamos de nuestro suelo á los que queriendo vivir como ciudadanos y vecinos españoles, no la profesan tambien en lo exterior única y exclusivamente, y con la misma pu-reza que la confesamos y profesamos los demas españoles.

El mismo Jesucristo dixo, que

, y

-su reyno no era de este mundo en prueba encargó la obediencia á -los Césares; y así nada innovó, al

teró ni dispuso en quanto á las potestades y formas de gobierno que entonces se coñocian, ni en adelante pudiese haber. Y los Apóstoles,

los mas fieles intérpretes de la doctrína de su divino Maestro por es

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crito, obras y palabras, se conformaron con las mismas máximas, y las acreditaron con su predicaᎩ cion y exemplo.

- Siendo esto cierto, como lo es, éstamos en el caso sabido, que no habiendo ley ó precepto divino en contrario, los españoles han podido reunirse justamente en la forma de sociedad que se hallaban an tes de la tan traidora y alevosa invasion de los Napoleones en su territorio. Quiero decir, que si no des de los tiempos del rey Recaredo, á lo menos desde los reyes católicos don Fernando y doña Isabel, los pueblos de España han podido convenir y han convenido con sus reyes, que en adelante todos los que quisiesen entrar y permanecer en esta sociedad española, profesen la

na,

religion católica apostólica romasin ficcion, mancilla, ni escusa alguna; y los que no lo quisiesen hacer así, saliesen fuera del reyno, so pena que de ser descubier tos serian aprehendidos y juzgados por la Inquisicion, y despues quemados, ahorcados, ó castigados con otras penas por medio de los jueces seculares.

Este convenio no debe suposino tenerlo por

nerlo Llorente cierto, y aun bien hecho, en yirtud de los principios sentados, y el transcurso de más de tres siglos, en que los españoles, sin contradiccion ni violencia alguna han convenido y jurado con sus reyes, que no permitirian en este su reyno y sociedad como individuos de ella, sino á los que fuesen verdaderamente católicos.

Pues ahora bien: si desde este

tiempo los judíos, hereges y moriscos quisieron 6 quisieren permanecer en esta sociedad y reyno; más sin variar de su secta en realidad, ó profesando solamente en la apariencia la religion católica: si desde este tiempo han sido ó fueren descubiertos y aprehendidos ba xó el mismo supuesto, ¿pudieron ni podrán quejarse con razon de los mismos españoles, ni de alguno de sus reyes? ¿ pudieron ni pueden ha cer mas que avisarles con tiempo para que salganó saliesen del rey

no,

ó en todo se uniformasen á su religion, pues de lo contrario serian ó serán castigados conforme á lo que dictasen las leyes sobre este particular por medio del tribunal de la Inquisicion? Si sobre otra qualquiera materia meramente política y profana se les hubiera hecho igual propuesta y amenaza, y puesto en

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