cidos de su absoluta justícia, y singularmente quando se tratase de quitar la vida á uno ó muchos reos? Si esto se ha de sospechar baxo los supuestos y antecedentes referidos, téngase por cierto, que por mas leyes y precauciones que se pongan, todas serán vanas, aun en los demas tribunales, si los jue ces prostituyendo todo su honor y conciencia se empeñan en condenar á los reos. Pues por mas tachas y excepciones que al fin éstos pongan, siempre serán para aquellos frívolas, especiosas ó ilegales. Por esto podrá ver aun'el mas enemigo de la Inquisicion de España quan sin razon dixo Llorente, que aunque distaba infinito de aprobar el establecimiento de la Inquisicion, le parecia sin embargo que el rey Católico, atendidas todas las circunstancias, tenia alguna discul pa en la substancia de su institucion, ya que no en las ordenanzas que permitió al terrible tribunal. Porque siendo preliminares y fundamentales las que yo he referido, ninguno de sano juicio tendrá á las demas por tan irritantes y terribles, como se podrá ver en los restantes capítulos de este discurso, Y singularmente quando lea con imparcialidad el modo de enjuiciar del tribunal, que es sobre lo que principalmente funda Llorente sus argumentos. CAPITULO V. En que se concluye de probar por los escritos de Llorente la necesidad, justicia y utilidad de la continuacion de la Inquisicion, y mucho mas despues de la venida de los Napoleones, vindicándola del cargo que la hace de haber sido causa de la ruina de España. TEXTO. Nuevos objetos del cuidado de la Inquisicion aparecieron el mismo año de 1492 con la conquista del reyno de Granada, pues muchos moros convencidos de que conservando la religion de Mahoma no podian ser en España personas de importancia, la cambiaron por el cristianismo, y fueron bautizados sin verdadero afecto al dogma revelado; y así es que con el tiempo dieron mucha ocupacion los cristianos nuevos, que se renombraron moriscos para distinguirse de los neófitos ́del judaismo, como veremos en adelante. Tanto mas sensible debió ser el efecto de las sugestiones del Inquisidor general para la expulsion de los judíos, quanto mas comenzaban entonces á reunirse causas para ·la despoblacion de la península, que ha llegado á producir daños incalculables; pues en la misma época descubrió Cristóbal Colon el Nuevomundo americano á donde por el ansia del oro y las riquezas trans migraron innumerables familias españolas; y en el mismo tiempo tambien otra multitud de moros abandonaron el reyno de Granada, y se fueron al Africa. Las artes, fábricas, manufacturas, industria, comercio y agricultura están llorando hace mas de trescientos años la falta de brazos causada por aquel trastorno de ideas, pues el oro y la plata venidos de América no han bastado para suplirla, y hoy mas que nunca experimentamos el daño que tampoco podremos remediar en muchos tiempos. Es muy de temer que ni tengamos colonias en América, ni tantas gentes en la península como necesita el pingüe suelo español; cuya fertilidad seria inmensa como tuviera los cultivadores correspondientes. ¡Quánto se hubieran multiplicado en tres siglos los moros, moriscos y judíos españoles! |