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ENSAYO I.

cedores? El amor de la patria, es decir, el amor del suelo en que se ha nacido y la gratitud á las últimas disposiciones de los reyes godos, parecian exigir de aquel pueblo que reuniese sus fuerzas con las de la nacion española, para rechazar la invasion extrangera, abriendo al propio tiempo sus arcas para acuIngratitud de dir á las apremiantes necesidades del Estado. Pero

los bebreos.

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en contrapeso de estas razones existian los antiguos odios y los recuerdos de pasados ultrajes: la condicion de los judios, sus costumbres, sus intereses particulares y el género de vida ambulante que llevaban, los movian por otra parte á desear cosas nuevas; influyendo grandemente el fanatismo religioso, para determinarlos á declararse en contra de sus antiguos huéspedes, viendo con la mayor indiferencia su total ruina. Asi fué que numerosos pueblos y ciudades, que hubieran costado mucha sangre á los sarracenos, fueron puestos en sus manos por los hebreos con siniestras y mañosas artes; siendo la corte de los godos una de las plazas fuertes que vinieron á su poder de esta manera. Córdoba, Granada y Sevilla fueron al par habitadas por los judíos y los sarracenos; observándose desde luego entre un pueblo y otro, una especie de concierto que parecia provenir de anteriores alianzas. " Las predicciones de Egica y las medidas adoptadas por el Concilio XVII que hemos mencionado', no eran ya vanos temores ni manifestaban un rigor excesivo: los judíos abrigaban

14 El arzobispo don Rodrigo termina el cap. XXII del libro III de su Historia con la siguiente frase, al hablar de la pérdida de Córdoba: «Judeos autem, qui inibi moraban«fur, cum suis arabibus ad popula«tionem et custodiam Cordubæ di«misserunt.» Y en el siguiente capi

tulo XXIII que trata de la toma de Málaga, Murcia y Granada, dice hablando de Sevilla: «Ipse autem «captam Hispalim, de Judeis et araabibus populavit, et inde ivit Beajam et cum dispendio simili occu«pavit. (Edicion de Granada 1545).

un rencor profundo contra los cristianos y ansiaban el CAPÍTULO 1. momento de poder saciar su venganza. Sin amor ninguno al suelo en que vivian; sin afeccion alguna de aquellas que ennoblecen á un pueblo; sin sentimientos de generosidad finalmente, solo aspiraron á alimentar su codicia y á labrar la pérdida de los godos; faltándoles el tiempo para manifestar su encono, y baciendo alarde de los odios que habian atesorado en tantos siglos.

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ENSAYO I.

CAPITULO II.

LOS JUDIOS BAJO LAS MONARQUIAS CRISTIANAS DE OVIEDO, LEON Y CASTILLA,

711.-1284.

Nueva monarquia gótica.--Odio de los cristianos contra los hebreos. -Rapidez de las conquistas de los reyes de Oviedo -Necesidad de las artes de los judios.-Conquistas de D. Fernando el mayor.-Toma de Toledo. Privilegio de los muzárabes.-Asesinatos de 1108.-Tributos que pagaban los hebreos.-Sus academias de Córdoba.--Triunfos de las armas cristianas en el siglo XIII.--D. Alonso, el Sabio.--Repartimiento de Sevilla.--Sus sinagogas.--El fuero viejo de Castilla.--Las siete partidas. --Traslacion de las academias de Córdoba á Toledo.--El repartimiento de Huete.--Rebelion de D. Sancho.--Muerte de D. Alonso X.

Don Pelayo.

Consumada ya la total ruina del imperio de los godos y enseñoreados de toda la península ibérica los sectarios de Mahoma, comenzó para los hebreos una nueva era, tomando mas extension su comercio, y aumentándose progresivamente sus riquezas. Arrojados entre tanto á las montañas de Asturias los pocos cristianos que no habian querido doblar el cuello al yugo sarraceno, y exaltados alli por los recuerdos patrióticos y por los sentimientos religiosos, echábanse los cimientos á la nueva monarquía, que habia de aparecer mas tarde grande y poderosa, llenando de terror á los que al principio la vieron con absoluto desprecio. De victoria en victoria y de conquista en conquista, logró el valeroso y magnánimo D. Pelayo dejar á su muerte fundado el reino de Asturias, en el espacio de veinte y un años, en que las guerras civiles devoraban por otra parte

CAPITULO II.

Sus conquistas.

á los sarracenos. Las enseñas de la cruz volaban diariamente sobre nuevos castillos: la grande obra de la reconquista echaba mas profundas raices, y al vacilante trono de Oviedo se añadian nuevos territorios, hasta llegar á imponer la ley á los sectarios del islamismo. El entusiasmo religioso de aquellos valerosos campeones de la patria, de aquellos restauradores de la libertad, crecia al par que su heroismo se exaltaba en medio de los combates. Al apoderarse de una fortaleza, al obtener un triunfo sobre sus capitales enemigos, no solo creian por esta causa tomar venganza de los ultrajes que de ellos habian recibido: tenian el firme convencimiento de que satisfacian tambien una ofensa hecha al Dios que animaba sus brazos en la pelea, y llenos del mas ardiente celo, inmolaban á sus enemigos, tendiendo al propio tiempo sus diestras salvadoras á los cristianos muzárabes que yacian en el cautiverio. El carácter que presentaba por estas razones la prime- esta época. ra época de la restauracion cristiana, no era en verdad el de la tolerancia, á lo cual contribuian no poco los desmanes sufridos y el estado de las costumbres de aquellos tiempos de rudeza.

Pero bien pronto la índole noble de los cristianos, pasado ya el primer impetu de la venganza, cambió el aspecto de las cosas. Los judíos que tal vez con mayor justicia, habian sido objeto de su ódio, comenzaron á ser admitidos en las ciudades conquistadas, en donde permanecieron tambien los musulmanes con el nombre de mudejares, aunque no abandonaran los errores del falso profeta. Dedicábanse, como los últimos, al comercio y á la industria y seguian donde quiera á los ejércitos cristianos,

Carácter de

Tolerancia

cristiana.

ENSAYO I.

Sin embargo, ya porque el pueblo los mirase con aversion, ya porque, no comprendiendo los secretos de las ciencias que tal vez cultibaban los hebreos, los tuviesen por nigromantes y hechiceros, se vieron al poco tiempo perseguidos, siendo quemados vivos por los años de 845 muchos de los que moDon Ramiro. raban en las poblaciones cristianas, gobernando aquella monarquía que contaba poco mas de un siglo de existencia, el vencedor de Clavijo.

Necesidad de

judíos.

El pueblo de D. Pelayo habia menester, no obs tante, de la ayuda del pueblo hebreo, porque no se bastaba á sí mismo. La guerra era su ocupacion mas noble; su necesidad suprema. Todas las artes que no tenian relacion con la guerra, eran vistas por ellos con entero desprecio y consideradas como indignas de su valor. El pechero cultivaba acaso las tierras el hidalgo solo sabia esgrimir la espada ó las artes de los blandir la lanza. Los goces de la guerra y del campo no fueron al cabo suficientes para satisfacer las necesidades de la vida: los elementos de cultura que estaban en manos de los judíos, llegaron á ser in dispensables á los cristianos; y hé aquí como naturalmente hubieron de aminorarse sus ódios y rencores, si bien nunca llegaron á extinguirse. Los hebreos comprendieron por otra parte la situacion en que se hallaban; y no tuvieron mas medios de vida que el de someterse á la suerte fatal que los cobijaba. Los servicios que hacian, eran pagados con el desprecio y vistos con desconfianza: su industria servia, cuando mas, para satisfacer los caprichos de algunos jóvenes magnates; sus ciencias eran contínuo pábulo de terribles sospechas. Y sin embargo, los judíos extendian su comercio, acrecentaban su

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