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ENSAYO H.

CAPITULO VI.

Segunda época.-Siglo XIV.

Coutinúa el examen de las obras de Rabbi don Santo de Carrion. La pro-
fecía ó vision del ermitaño.-Los consejos y documentos al rey don
Pedro. La Doctrina cristiana.-R. Joseh Metotitolah.-R. Jehudah bar
Aser.-R. Qresdras Sidal de Quislad.-R. David Gadaliah Ben Jachia.--
R. David ben Abudraham.-R. Isahak Qanpanton.

«Concluida esta obra (dice Rodriguez de Castro despues de insertar en su Biblioteca las estrofas de »la Danza general que cita don Tomás Antonio) en »el fólio 129, (del mismo códice) se lee otra tam>>bien moral en veinte y cinco octavas; y aunque >>sin nombre de autor, por su estilo, por su relacion >> con la antecedente y por estar escrita en la misma »especie de versos, es verosimil sea obra del mis>>mo Carrion.» Don Tomás Antonio que en 1786, segun expresa en el prólogo del tomo IV de su Coleccion, examinó el códice que contiene las poesías de Rabbi don Santo no menciona, sin embargo, esta composicion, creyéndola tal vez parte de la Danza general: tampoco don José Rodriguez de

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Castro dá de ella una idea muy exacta, ni ofrece _CAPÍTULO VI. muestra alguna, por donde pueda conocerse su mérito. Esta circunstancia que presta mayor interes á la produccion de que tratamos, nos mueve, pues, á detenernos algun tanto en su exámen.

Es esta una especie de Vision ó sueño, acaecido á un ermitaño, despues de hacer oracion hasta la media noche, en la cual figura el poeta que se le aparece un cuerpo muerto, hediondo ya y comido de gusanos, revolando en su alrededor un ave blanca, que simboliza el alma. Maldice é impreca al cuerpo, causa de que se vea condenada á los eternos tormentos del infierno, por haberse fácilmente prestado á complacerle en vida, y responde el cuerpo á sus maldiciones con no menos terribles quejas, echándole en cara el no haber tenido bastante fuerza para apartarle de los placeres y de los vicios, por lo cual se veia entregado á los mismos padecimientos. Despues del diálogo que media entre el alma y el cuerpo, introduce el autor un diablo que viene á llevarse á la primera, la cual, al verse libertada de sus garras y tenazas por un ángel, se querella de la fragilidad de las cosas humanas, acusando al mundo de sus devaneos, de sus falsedades y de sus crímenes. Esta ficcion poética, donde, como en la Danza general, se muestra el autor inclinado á adoptar la forma dramática; escrita con la misma sencillez, fuerza de colorido y copia de brillantes imágenes, revela el mismo ingenio, la misma extension de miras religiosas y el mismo empeño por corregir las costumbres, harto depravadas por cierto en el siglo XIV, que la referida Danza retratać el pensamiento, sobre todo, es el mismo en el fondo;

Vision

del

ermitaño.

ENSAYO HI.

y el estilo y la metrificacion, es decir, los instru-
mentos empleados por el poeta, no pueden ser mas
idénticos. Observaciones son estas las cuales nos han
inducido á creer que la Vision de que tratamos, co-
mo afirma Rodriguez de Castro, no puede ser de
otro que del autor de la Danza general; pareciéndo-
nos conveniente el insertar aqui algunas estrofas de
esta apreciable composicion, para que puedan juzgar
nuestros lectores de su mérito, seguros de que,
por ser obra de que ningun fragmento se ha publi-
cado, las acogerán con mayor beneplácito. Hé aquí
como el alma reprende al cuerpo:

O cuerpo maldito, é vil enconado,
lleno de fedor é de grant calabrina,
metiéronte en foyo, cobriéronte ayna,
dexáronte dentro á mal de tu grado.
Por ende tu piensas que has ya librado;
primero serás delante el derecho

donde darás cuenta de todo tu fecho

que en el mundo feziste do poco has durado.

El cuerpo le replica:

¿Porqué, sennora, mas enojar

me quieres agora en esta sazon?..

que en cuanto dexiste non tienes rason;
vete en buena hora é dexesme estar.
Pues el Sennor nos ha de juzgar

é dará á cada uno su merescimiento,
mas bien me parece que eres cimiento,

pues por tus malos fechos has de penar.

Así exclama el alma, al verse libertada por el ángel:

Dixo; mundo falso, de grand mesquindad,

é vil, revoltoso, de poca valía,

juzgo por loco quien mucho en ti fía,

nin faz su thesoro de tu vanidad.

Que en caso que pongas en gran potestad
á algunos, en punto trastornas tu rueda:
non ha tan discreta lengua que pueda
dezir tus locuras é gran falsedad.

Segund mi juicio, son ignorantes
aquellos que siguen la tu falsa vía
é tienen fianzas en tí cada dia,
en tu ximonias muy poco durantes.
Que puesto que sean asaz abastantes
de mucha rriqueza é gran sennorio,
todo es niebla, viento é rocio
que pasa é corre por sus temporantes.

A cuervos, milanos, mochuelos cuitados1
en alto trevol veo que los subes
con tan firmes alas fasta las nubes

jamas, nunca cesan subir sus estados.
Nobles gerifaltes, bayles é sarados
derribas é abajas en mar muy profundo:
los tales juicios de tí, falso mundo,
¿quién los judgará por bien hordenados?..

Veo que reyes, é emperadores,
papas, maestres, é cardenales
sus magnificencias é pontificales
todos fenescen en vanos sabores.
E condes é duques, obispos, priores,
segund obraren ansy gozarán,

é los letrados entonces verán

los malos juicios tornar en sudores.

El alma prosigue manifestando las flaquezas y miserias de la carne y recordando la pasion y muerte de Jesus, termina dirigiéndose á los pecadores en esta forma:

El poeta alude en este verso, á las almas envilecidas ya en el vicio, siguiendo la ficcion de per

sonificarlas en aves, como hace
con la que va hablando.

CAPITULO VI.

ENSAYO II.

y

documentos,

Aquellas palabras debes noctar

que su sancta eglesia te dice é atiza:
reconócete, hermano, que eres ceniza
é en ceniza pura te has de tornar.
Ca non sabes el dia que te ha de llamar
que vayas dar cuenta de quanto feziste
é si condepnado ser mereciste,

Chino nin Bartotolo non cabe alegar.

Tal es el sueño ó vision del ermitaño: réstanos dar á conocer los Consejos y documentos y la Doctrina cristiana, producciones escritas ambas en versos cortos, aunque con diferentes combinaciones en Los consejos el número y la rima, las cuales anteceden en el códice del Escorial á las que dejamos ya brevemente examinadas. Ni don Tomás Antonio Sanchez ni otro alguno de los críticos que despues de él han florerido, dudan de que los Consejos y documentos sean obra de Rabbi don Santo: verdad es que no podia ser de otro modo, cuando tuvo el mismo autor especial cuidado en poner su nombre al frente de dicha obra y en la primera estrofa del prólogo, en estos términos:

cristiana.

Señor Rey, noble alto,

oid este sermon

que vos dice don Santo,
judío de Carrion.

No sucede lo mismo con la Doctrina cristiana La doctrina que como la Danza general atribuyó Sanchez á un poeta cristiano, no judaizante. Pero si respecto á la última obra no se mostró este erudito bibliólogo tan circunspecto, como hubiera sido de desear, no anduvo mas atinado, al afirmar tan absolutamente como lo hace, que la Doctrina cristiana no podia ser

2 Asi está escrito este verso en el códice de la Biblioteca Nacional.

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