ENSAYO II. >>Don Enrique (tal vez el marqués de Villena ó >>el infante de Aragon) sacó una casa con canados y >> dixo: Si de mis secretos fueran los canados, no pudieran ser quebrados. >> Dice Cartagena: La casa de los canados del segundo justador no avisar los no avisados. >>El conde de Ureña sacó unos cántaros, de los >>quales sacaban dos niños suertes y dice la letra : Bien amando sin mudanza, fuè mi suerte como vedes, do salieron las mercedes en blanco, sin esperanza. >>Dice Cartagena: Este que en blanco decia ser su suerte por las plazas, digo yo que parecia. Mas pues su tema le guia quien tal cimera traia. >> Don Alvaro de Luna sacó una fuente y dixo: Fué entendido mi querer, antes que yo lo dixese, en mardarme que os sirviese. »Dice Cartagena: Dígase mi sentenciar de la fuente do manò frialdad, la cual templó Y es mi determinar, pues su vergüenza procura, la joya le deben dar, pues grano de oro figura.» Estas justas literarias en que cada cual sacaba por empresa un pensamiento ingenioso, cosa que acontecia tambien en los torneos donde se hacia gala de otra especie de fuerzas, se reducian por lo general á proponer unos justadores á otros cuestiones de diferentes géneros, cuya solucion debia darse en verso, del mismo modo que se hacia la pregunta. Entre los muchos enigmas descifrados por los poetas de la córte de don Juan II en esta clase de egercicios, se encuentra la siguiente pregunta de Cartagena, dirigida á Garci Sanchez de Badajoz : ¡Quál nueva al preso llegó con que mayor placer haya á las tierras dó salió ?... Pues nuestra alma está en cadena desterrada en tierra agena, decidme ¿por cuál razon siente tanta turbacion, al tiempo que Dios ordena que salga de la prision?... Y Garci Sanchez le replica de este modo: El ciego que nunca vió, como no sabe que es ver, CAPÍTULO IX. Sanchez de Badajoz. ENSAYO II. porque tiene por muy buena si habrá pena ó galardon. Nos hemos detenido tal vez demasiado, al examinar las obras poéticas del obispo de Burgos, bien que pudieran servirnos de disculpa dos razones, que no dejan de ser de algun peso en esta clase de trabajos. Las poesías de este insigne converso son generalmente poco conocidas y su importancia en la historia de la literatura española, es tal que bastan para justificar cuantas observaciones llevamos hechas sobre el estado de la misma, durante el reinado de don Juan II.-Ya lo hemos apuntado: parece increible que en aquella brillante época, en que todo el mundo rendia culto á las letras, en que tan poderosos estímulos encontraba la imaginacion, hallando contínuo pábulo á sus fantásticos vuelos, apenas se escuche un acento verdaderamente inspirado. Solo Jorge Manrique habia sabido llorar sobre la tumba de su padre, interrumpiendo aquel eterno concierto de fingidos y cortesanos pesares, que debia reproduciase un siglo despues en medio de las florestas y de las selvas.-Tambien don Alonso de Cartagena quiso dirigir la voz á don Pablo de Santa María, su padre; siendo esta quizá la única vez en que no trató de amores en sus versos. Sin embargo, esta composicion en donde resalta un pensamiento filosófico, pues que se dirige á aconsejar al célebre Canciller que se aparte de los negocios del mundo y repose en lo ganado, no se halla empapada en aquella dulce filosofía y ternura que caracterizan las coplas citadas de Jorge Manrique. Pero apesar de CAPITULO IX. ello, puede decirse que sino la mas digna de aprecio, es al menos la mas importante y grave de cuantas nos ha dejado Cartagena. Despues de comparar el hombre afortunado al navegante que escapa felizmente del naufragio, dice: Pues vemos, yerro segundo, En estas barcas traemos en el gobernalle está. Detiénese á manifestar que el hombre obra siempre por su libre alvedrío y añade: Palabras son muy sabidas que tenemos los mortales en nuestras manos metidas nuestras muertes, nuestras vidas, nuestras culpas, nuestros males. Y mas adelante prosigue: Ser hijo y consejador, si al revés os paresciere, ENSAYO II. mirad primero, señor, que aquel os sirve mejor Terminando de esta manera: Quien de tan buena carrera y no la dejar caer; pues la gloria del saber al fin de gloria se canta. Tal es el carácter de las poesías de don Alonso de Cartagena, siendo digno de lamentarse el que no aplicára su talento á otra clase de composiciones, mas en armonía con la dignidad de que se hallaba revestido y con la índole de sus principales estudios. El obispo de Burgos, ó no tuvo bastante fortaleza de ánimo para sobreponerse al espíritu de su época, ó arrastrado por la comun corriente, se contentó solo con unir su voz al concierto que entonaban sus coetáneos, perdiendo de vista que su 5 Para comprender perfectamente cuál era el espiritu que animaba la poesia docta (que bien pudiera tambien llamarse cortesaña) en la época de que tratamos, nos parece oportuno poner aqui los titulos de las obras que mas fama alcanzaron entonces. Garci Sanchez de Badajoz escribió el Infierno de amor, las Lecciones de Job apropiadas á sus pasiones de amor y las Fantasias de amor; don Diego Lopez de Haro compuso El Testamento de amores; Luis de Vivero la Guerra de amor; Juan Rodriguez del Padron los Siete gozos de amor y los Diez mandamientos; don Jorge Manrique dió á luz tres producciones titu ladas la Profesion, la Escala y el Castillo de amor; Guivara escribió el Sepulcro de amor y el Infierno de amores; Alvarez Gato el Desafio de amor; Barba el Combate de amor; el comendador Escriva el Juicio de amor, en prosa y verso; Vazquez el Dechado de amor; Nicolás Nuñez las Horas de amor ó los Rezos de amor; Salazar el Pater noster de las mug res; pudiendo asegurarse que muy pocas composiciones escribieron (al menos que nosotros sepamos) estos autores, las cuales no tengan por asunto la hermosura ó el desden de alguna bella cortesana. |