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MEMORIA

PREMIADA POR LA

REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS

EN EL CONCURSO ORDINARIO DE 1883

ESCRITA POR EL

EXCMO. SR. D. MANUEL DANVILA Y COLLADO

INDIVIDUO De número de LA REAL ACADEMIA

DE LA HISTORIA

TOMO CUARTO

MADRID

IMPRENTA Y FUNDICIÓN DE MANUEL TELLO

IMPRESOR DE CAMARA DE S. M.

Isabel la Católica, 23

1886

LIBRO TERCERO.

CASA DE BORBÓN.

TÍTULO III.

CARLOS III.

CAPÍTULO PRIMERO.

BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE ESTE REINADO.

LA MONARQUÍA COMO BASE DEL PODER CIVIL.

Antes que en España, resonaron en el extranjero merecidas alabanzas para el gran monarca Carlos III. En 1789, Honorato Gaetani escribió en Nápoles un Elogio de Carlos III, Rey de las Españas (1341). El abate Francisco Becattini publicó en Venecia al año siguiente su Historia de Carlos 111 de Borbón, Rey Católico de España é Indias (1342). William Coxe imprimía en Londres en 1813 La España bajo los Borbones, ó Memorias relativas á esta nación desde el advenimiento de Felipe V en 1700 hasta la muerte de Carlos III en 1788, traducida en 1827 por D. Andrés Muriel (1343). D. Carlos José Gutiérrez de los Ríos y Rohán, sexto conde de Fernán Núñez, y embajador que fué en Francia del mencionado monarca, escribió también, muerto ya éste, su apreciable Compendio histórico de la vida de Carlos III, Rey de España é Indias (1344). Honrado con la regia confianza D. Antonio Ferrer del Río, dedicó varios años de su vida á rebuscar en las Bibliotecas públicas y particulares, desconocidos datos para ilustrar la Historia del reinado de Carlos III en Espa

ña (1345), y tomando como punto de partida los cuarenta y ocho tomos de Cartas semanales y escritas por el Rey, desde Octubre de 1759 hasta Marzo de 1783 al marqués de Tanucci, existentes en el archivo de Simancas (1346), y escuchando las noticias que le transmitieron la bondad del príncipe de la Paz, el marqués de Labrador, D. Jacobo María de Parga, D. Francisco Javier de Burgos, D. Francisco Javier Castaños y D. Manuel José Quintana, desempeñó su honroso cometido, legando á la posteridad datos de gran valor para apreciar la importancia de dicho reinado. D. Modesto Lafuente (1347), reconociendo que el nombre de Carlos III no puede pronunciarse sin un sentimiento de amor respetuoso, completó con valiosos datos y manuscritos, que se hallan en los centros científicos, la historia de dicho reinado. Y después de estos trabajos fundamentales han venido las monografias á derramar clarísima luz sobre la historia, hechos y pensamientos de los ministros que aconsejaron á aquel monarca. D. Jacobo de la Pezuela, por ejemplo, publicó en 1872 un Estudio biográfico sobre el conde de Aranda (1348), y acerca de este mismo punto dió en 1882 varias conferencias en la Institución libre de enseñanza D. Segismundo Moret y Prendergast (1349). El conde de Campomanes, bajo el modesto título de Cartas político-económicas, ha sido objeto de un estimable trabajo de D. Antonio Rodríguez Villa (1350). Las Obras originales del conde de Floridablanca, y escritos referentes á su persona, vieron la luz pública en 1867 en la Biblioteca de autores españoles, con una notable Introducción de D. Antonio Ferrer del Río (1351). Y las obras completas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos fueron publicadas en la misma Biblioteca, precedidas de la vida de éste, y un juicio de su época, por D. Cándido Nocedal (1352), opinión que dió lugar á un Examen teológico-critico, publicado en 1881 por el presbítero D. Miguel Sánchez (1353). Ante el esplendor de tantas opiniones y variedad de los juicios emitidos, pocos serán los datos que puedan procurarse acerca del reinado de Carlos III que no haya rebuscado y dado á conocer la ajena diligencia, y pobres serán forzosamente las líneas generales que el deber nos obliga á trazar para conocer el

carácter de la monarquía española desde 11 de Agosto de 1759 á 14 de Diciembre de 1788.

Buscando inspiración en el Elogio de Carlos III, leído por Don Francisco Cabarrús en la Junta general de la Sociedad Económica Matritense (1354), bien puede decirse que, imbuído el monarca de la máxima que profesaba el marqués de Tanucci, de que los hombres son marciales ó pacíficos, magnánimos ó ruines, ilustrados é industriosos, ó rudos y holgazanes, y buenos ó malos en suma, á tenor de la voluntad del que reina; y siendo cierto que bajo las monarquías absolutas todo se mueve hacia donde empuja el soberano, obsérvase que Carlos III fué muy celoso del bien público, y promoviéndolo perseverante, y depositando siempre la mayor confianza en los que le parecían más capaces de procurarlo con todas veras, ninguno de sus ministros ignoraba la manera de complacerle, y todos se desvivían de continuo por la ilustración y ventura de España, segurísimos de que al sostener una competencia tan noble, aumentaban su valimiento cerca del Trono, se cubrían con el escudo de mejor temple contra los tiros de la envidia, y eran bien quistos aun de los mismos cortesanos, según lo dijo D. Andres de Muriel en la Introducción del Gobierno del Señor Rey D. Carlos III (1355). Sus calidades y vida interior las relató perfectamente Fernán Núñez en su Compendio (1356), y resulta que aunque de mediana estatura y robusta complexión, era más enjuto que envuelto en carnes, y aunque en su niñez había sido muy rubio, hermoso y blanco, el ejercicio de la caza le había desfigurado enteramente. Su vida era rigurosamente metódica, pues profesaba la máxima de que la puntualidad es la cortesía de los Reyes. A pesar de que algún escritor dió, sin razón, á Carlos III el renombre de «Cazador,» D. Próspero de Bofarull, en su obra Los Condes de Barcelona vindicados (1357), le atribuye con más acierto el dictado de «El Político.» De su fe y sentimientos religiosos hay multiplicados testimonios; y quien repetía á menudo «Cuanto tengo es de Dios, y el hombre de suyo no es más »que miseria, tenía una exacta idea de lo poco que valemos en este mundo. Se galardonaba de no haber faltado nunca á la

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