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AUTORES ESPAÑOLES.

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DE

AUTORES ESPAÑOLES,

DESDE LA FORMACION DEL LENGUAJE HASTA NUESTROS DIAS.

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HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA.

CAPITULO PRIMERO.

LIBRO DÉCIMOCTAVO.

Del scisma que hobo en la Iglesia.

la

GOZABA por estos tiempos España de paz y quietudá causa del parentesco y afinidad con que los reyes, aunque diferentes en leyes, lenguas, costumbres y pretensiones, estaban entre sí en muchas maneras y con diversos casamientos trabados; demás que se hallaban cansados con las guerras de antes, tan pesadas y tan largas. Parecia que la paz asentada duraria por mucho tiempo. Con los moros, por ser diferentes en la secta y creencia, no podia intervenir matrimonio ni asentar con ellos amistad que fuese firme y durable; pero tenian concertadas treguas. Al duque de Alencastre de cada dia se le regalaban mas sus esperanzas y pensamiento que tuvo de apoderarse de Castilla, así por universal concordia de los príncipes de España como porque en Francia de nuevo se emprendió una muy reñida guerra, con que trocada la fortuna y mudada en contrario, los ingleses, hasta allí vencedores, comenzaban á caer de su prosperidad. La fama y nombradía del rey don Enrique volaba por todo el mundo, por haber conquistado un reino tan poderoso como es el de Castilla. Tenia en su mano la paz y la guerra como el á quien todos los demás acudian. Concluidas pues y sosegadas las guerras, volvió su pensamiento á asentar las cosas de la paz y del gobierno, castigar insultos, -que con la ocasion de la guerra tomaran mucha licencia. Procuraba restituir las buenas y ancianas costumbres de los pasados, fortalecer las villas y ciudades, aumentar el bien comun y mirar por él con todas sus fuerzas. Solo Aragon en esta sazon no estaba sin algun trabajo y nuevas sospechas de guerra, porque, como arriba hemos dicho, Luis, duque de Anjou, á quien don Jaime, príncipe mallorquin, traspasó su derecho del reino de Mallorca, tomó esta empresa por suya y la quiso llevar adelante. Juntó Cortes el Rey en Monzon, donde se trató de la defensa desta guerra. Hjciéronse para juntar dinero nuevas imposiciones, mas solamen"M-11.

te sobre los judíos y moros que en aquel reino vivian, por contradecir los señores y pueblos que sobre la otra gente se echasen pechos ni derramas de nuevo, bien que decian estaban prestos, segun costumbre de sus antepasados, á voluntad del Rey de tomar á su costa las armas por la defensa y libertad de su patria. Hiciéronse levas, alistóse y juntóse mucha gente, y aparejaronse todas las demás cosas necesarias para acudir aquella guerra peligrosa y la mas grave que por aquel tiempo hobo. Hay fama que se armaron cuarenta galeras en las marinas de Francia y se juntaron cuatro mil hombres de armas; y hechas las paces con los ingleses, como se entendia las asentarian por la grande instancia que sobre ello hacia el sumo Pontífice, temian mucho en Aragon no viniesen y revolviesen en su daño todas las fuerzas de Francia. Llegóse á esto un nuevo temor de guerra por cierta ocasion ligera y no de mucho peso, como quier que á veces de pequeñas centellas, si con tiempo no se acorre, se suelen emprender grandes fuegos. La cosa pasó así. Habia el obispo de Sigüenza don Juan García Manrique ido á seguir su pretension sobre el arzobispado de Toledo, por dificultades que sus contrarios sobre su eleccion ponian, delante del sumo Pontífice; iba en su compañía don Juan Ramirez de Arellano. A la vuelta en Barcelona delante del rey de Aragon el vizconde de la Rota, mozo brioso, le desafió y le llamó de traidor, porque sin embargo de tantas mercedes como habia del rey de Aragon recebido poco antes, movió á don Jaime el Mallorquin á que viniese sobre Aragon. El Rey daba muestras de favorecer el partido del Vizconde por estar muy sentido de don Juan, no por alguna culpa, sino por la mucha cabida que tenia con el rey de Castilla y porque usaba mucho de su buen consejo. Aceptóse el riepto; señalóse el plazo para de allí á noventa dias. El rey don Enrique tomó este agravio y negocio de su privado por suyo; tratóse por terceros de alzar aquel desafío y desbaratalle; mas por estar el rey de Aragon por el Vizconde, no se efectuó. Avisó el rey de Castilla des

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