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do, ayuntamiento, nobleza nobleza, y familias interesadas á dar quejas contra el inquisidor general, renovar las dadas contra Lucero, recusar á los otros inquisidores, fiscal y notarios de Córdoba, y pretender revista de los procesos sentenciados; y encontraron tanta proteccion en la corte del rey Felipe que se conoció bien pronto quan oprimida habia estado la opinion verdadera de los castellanos baxo el imperio del autor y protector de la Inquisicion,

Pedro de Torres, colegial mayor de San Bartolomé de Salamanca entonces, luego canónigo de Calahorra, pariente mio, afectísimo á la Inquisicion hasta el mas exâltado fanatismo, en unos apuntamientos de noticias sueltas escritas aquel mismo año, dixo que los procesados obtuvieron del papa un breve contra el inquisidor general, en cuya virtud se suspendió la potestad de los inquisidores, y fueron jueces pontificios de muchas causas, con delegacion especial, Don Alonso Enriquez, obispo de Osma, hermano bastardo del almirante de Castilla . y Don Juan Rodriguez de Fonseca, obispo de Palencia, de quienes porque favorecieron á los procesados habla mal, hasta el ex

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tremo de injuriar al de Csma con el dictado de Judío Marrano (6), atribuyendole orígen hebreo, que pudo tener por su

madre.

Este breve se habia obtenido en Roma antes que se fuera el rey católico, de resulta del poco favor que habia hecho el inquisidor general á los diputados de Córdoba, y se habia intimado en el mes de Abril, en que segun Torres comenzó la suspension; pero gobernando ya el rey Felipe, y queriendo proveer de remedio mas general, mandó su magestad al arzobispo de Sevilla que renunciara su empleo de inquisidor general, y mientras tanto que el sumo pontífice admitia la renuncia, delegara su potestad y facultades en Don Diego Ramirez de Guzman, obispo de Catania de Sicilia, electo de Leon, á quien su magestad designó para sucesor del citado arzobispo Deza, en la Inquisicion general.

Obedeció el arzobispo de Sevilla muy contra su voluntad en el mes de Julio, solo por temor del rey, como se vio por

(6) Pedro de Torres: apuntamientos históricos inéditos que se hallan en la real biblioteca de Madrid, de que poseo copia.

los efectos; pues habiendo fallecido su magestad en Burgos dia 25 de Septiembre, revocó la delegacion y reasumió su potestad inquisitorial, valiendose de no haber venido aun las bulas pontificias á favor del obispo de Catania, para lo qual él ayudó escribiendo á Roma, donde tenia proteccion, ya por ser hechura y confesor del rey Fernando, á quien contemplaba el papa por otras ideas políticas ; ya por la casualidad de haber desagradado el rey Felipe á su santidad en presentar para el obispado de Leon al obispo de Catania quando el papa lo tenia conferido al cardenal de Salerno Don Juan de Vera, en el concepto de corresponderle su provision, no obstante el derecho de los reyes españoles, mediante haber vacado la mitra estando en la corte romana el poseedor anterior, que lo habia sido el cardenal Don Francisco Desprats, conforme á las reglas de Cancelaría (7).

Quando el obispo de Catania comenzó á proceder como delegado del arzobis

3.

(7) Fr. Manuel Risco: Esp. sagrada tom. 36. cap. Quintanilla: vida del cardenal Cisneros lib. 3. cap. 17. Zurita: Anales de Aragon tom. 6. lib. 7. cap. 11. y 29.

po de Sevilla formó procesos contra el inquisidor Lucero á instancia de los quejosos, para lo qual ayudó mucho Gonzalo Cabezas, canonigo de Granada, que residia en la corte, procurando el buen éxito de las causas del arzobispo de Granada, y de su hermana y sobrinos, , y descubrió algunos excesos de Lucero en el modo de conducirse con los presos, segun escribia entonces Pedro Mártir de Angleria (8).

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Mandó tambien el rey Felipe al Consejo de Castilla tomar conocimiento de las causas de recusacion que contra los inquisidores y ministros de Córdoba expusieron los acusados quienes intentaron el recurso de proteccion real contra la fuerza que decian irrogarseles en el modo de proceder, y para su admision contribuyeron mucho el comendador mayor Garcilaso de la Vega, consejero del rey, y Andres del Burgo, embaxador del emperador Maximiliano, padre del rey, pues trataba con los dos este asunto en confianza S. M.

El consejo real fué de opinion que se

(8) Pedro Martir de Angleria, ep. 333. y 34.

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debian trasladar á la corte desde Córdoba los presos, cuyas causas merecian nuevos interrogatorios, careos y confrontaciones. El obispo de Catania lo mandó; y con efecto, se trasladaron á la ciudad de Toro en que se hallaba la corte, quedando en Córdoba los demas. Gerónimo Zurita tratando de este asunto lleva muy á mal que los jueces seculares tomasen conocimiento en causas de fé, y dice que algunos atribuyeron á castigo de Dios la prontitud de la muerte del rey Felipe; pero solamente puedo disculpar á un historiador tan diligente semejante desatino por la circunstancia de su afecto á la Inquisicion, de cuyo consejo fué secretario algunos años. Por otra parte consta que el cardenal arzobispo de Toledo Don Fray Francisco Ximenez de Cisneros, el nuncio pontificio Juan Rufo, obispo de Britonoria, y el arzobispo mismo de Sevilla, inquisidor general propietario, Don Diego Deza, lo consintieron sin creer que se usurpase jurisdiccion eclesiástica ninguna.

Ojalá hubiera durado por mas tiempo aquella práctica de admitir el consejo los recursos de fuerza y proteccion contra el modo de proceder de los inquisidores. No

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