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como principio y medio de la felicidad española.

-Pero esta misma generalidad, esta monotonia de ideas, nos debe hacer cautos. Parece imposible que tantos hombres sabios como ha tenido la España en tres siglos, hayan sido de una misma opinion. Haberse opuesto unos á otros en todas las materias (aun las mas claras y notorias) por un efecto natural de la condicion del entendimiento humano, y conformarse todos en esta sola, presenta suficiente motiyo de dudar de la sinceridad de muchos; especialmente si traemos á conseqüencia, como es justo, que algunos capaces de dar peso á la buena opinion pública de la Inquisicion, fueron procesados por ella como Arias Montano, Fray Luis de Leon, Don Bartolomé Carranza, Don Melchor de Macanaz, y otros tales.

Es forzoso que hubiese causa particu- . lar para conformidad tan extraordinaria como la de escribir elogios de un establecimiento que por su primer aspecto presentaba el carácter odioso de mandar las delaciones baxo pena de excomunion mayor lata; recluir los acusados en carcel soli taria sin el consuelo de la comunicacion

con esposos, padres, hijos, hermanos, parientes y amigos; negar al reo el proceso original para su defensa; y no manifestar jamas los nombres de los testigos para tachar los que debieran serlo. Me parece imposible que todos opinasen como escribian.

Una de las facultades de los inquisidores es el hilo que indica la salida de este laberinto. Estaban autorizados para proceder contra los que pusieran, ó procurasen poner obstáculos al exercicio de la Inquisicion; y desde luego incluyeron en esta clase á qualquiera que hablase mal del santo Oficio, ó del modo con que se procedia en la formacion de sus causas. He aquí el origen cierto de los elogios que le prodigaban muchos para exîmirse de una nota que podria producir su desgracia.

Debemos, pues, distinguir tres clases de panegiristas: una de los que tenian, ó esperaban tener, empleo en la Inquisicion: otra de los que recelaban ser procesados și manifestasen su verdadera opinion: otra de los que ni esperaban ni temian; pero miraban con indiferencia un establecimiento con el qual no tenian relaciones. Los primeros merecen poco crédito en sus elo

gios; porque les preocupaba el interes. Los segundos menos; porque se producian conducidos del terror ó de una prudente cautela. Los terceros tampoco; porque si bien es cierto que hablaban de buena fe, tambien lo es que no lo hacian por efecto de sus propias luces, sino excitados de lo que leían y oían.

Mas adoptado este sistema ¿por qué medios sabremos la verdadera opinion nacional? Por los hechos de la nacion misma, , y por el exâmen crítico de algunas proposiciones que, á pesar de las cautelas hijas del miedo, dixesen algunos hombres de juicio, dándonos ocasion para conocer la estatura de un gigante por la dimension de un dedo.

Los literatos extrangeros, acostumbrados á suponer en los españoles una aprobacion y aun veneracion afectuosa del santo Oficio, han llegado al extremo de imputarnos que los autos de fe, en que se destinaban á las llamas muchos hombres, y se infamaban las personas y familias de muchos mas, eran las delicias de la España. ¿Qué dirán si (quando hay arbitrios de investigar la verdad con sana y libre crítica) les prometemos demostrar

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que la opinion nacional de los españoles no solo no ha sido la que suponen, sino totalmente contraria? En España mismo habrá quien lo repute por paradoxa imposible de persuadir; pero no por eso me acobardo. Espero hacerlo creer confiado en la fuerza de la verdad... 701 La Inquisicion antigua no entra en mi plan. Fundada en Francia por el papa Inocencio Tercero en 1204; adoptada en Ita lia, Alemania, Inglaterra, y otras partes en 1218, y en Cataluña en 1232; se goberno con ordenanzas que, si bien al principio produxeron efectos muy terribles, decayeron de su vigor primitivo en el siglo décimo quarto, y mucho mas en el décimo quinto; y como establecimiento comun á todos los reynos cristianos, no pertenece al objeto que me propongo.

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La Inquisicion que por zaherirnos de bió á los extrangeros el ser titulada las delicias de España es la moderna, fundąda por los reyes católicos Fernando de Aragon é Isabel de Castilla en el último tercio del citado siglo décimo quinto. Esta és la única nacional, y la única sobre la qual puede recaer la duda de si la nacion española estuvo ó no contenta con ella;

la única cuya aprobacion se nos dá en ca ra como testimonio de nuestra ignorancia, supersticion y fanatismo; y la única consiguientemente de que yo prometo probar haberse introducido y mantenido contra la voluntad dictamen de la nacion española.

y

Llegó el dia de hablar libremente la verdad. El honor nacional interesa en hacerlo para que los literatos extrangeros vean no haber opinado los españoles con la estupidez y necedad que les imputan, y. que si hallan en nuestros libros elogios des-. medidos de la Inquisicion, son efecto de causas bien diferentes:...

Para esto es forzoso referir por orden cronológico los hechos principales relativos al establecimiento y primeros efectos del Tribunal, pues ellos nos han de prestar fundamento á reflexiones importantes. Yo podré hacerlo con mayor exâctitud que lo han hecho Luis de Páramo y los demas historiadores, por la feliz casualidad de poseer copias de varios manuscritos estimables, de los quales me considero ya obligado á dar noticia para crédito de muchas especies nuevas que contaré ignoradas por todos los escritores; y de otras

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